sábado, 10 de noviembre de 2012

La elección 6°



La sirvienta que la noche anterior había buscado a Cian, entró y se asustó al verla en tal estado.
-Su Alteza, ¿está bien? – preguntó la joven preocupada. Y Azize sólo se limpió las lágrimas e hizo un gesto afirmativo.-¿Le hizo  mucho daño? – se animó a preguntarle algo avergonzada..
-No, no…estoy bien. Mi esposo me trató muy bien…-dijo y sin embargo no resultó convincente porque, por absurdo que fuera, era aquella fría consideración lo  que la había dañado.

-Su Alteza…
-Prepárame el agua para un baño y mi ropa – dijo Azize recobrando su compostura. Era la Princesa después de todo…muchas vidas estarían en sus manos algún día y eso era  lo más importante.
Por lo visto los rumores eran más rápidos de lo que ella creía, porque al salir de sus aposentos y recorrer el Palacio escuchó los murmullos a su paso y supo que la corte a pleno estaba al tanto de que su matrimonio había sido consumado.
 Se irguió y caminó orgullosa como si nada la importara, como si nada pudiera afectarla, se cubrió con el poder de su estatus como si fuera un manto, siempre había sido así, sin embargo un deseo persistía.
Hubiera deseado sentirse acompañada, protegida.
Se cruzó con algunos funcionarios que se inclinaron respetuosamente ante ella, pero la joven sabía muy bien lo que pensaban…no estaban felices con que su padre la hubiera nombrado su heredera, no creían que pudiera ser reina. Los miró con aquella mirada ensayada durante años, intentando transmitir su autoridad y desdén.
Sin importar el camino que tuviera que recorrer  o lo mucho que debiera perder para lograrlo, ella sería una buena reina algún día, pero no le importaba el respeto de aquella gente, quería el respeto de su pueblo…si todos los otros sueños de su corazón eran sacrificados, al menos quería ser una buena gobernante.

Cian había estado entrenando con la espada hasta agotarse, sus hombrees temblaban cada vez que los llamaba para compañeros de práctica. Además de sus habilidades usuales, estaba de pésimo humor y eso lo hacía mucho más peligroso.
Movía la espada con una agilidad sorprendente como si no pesara nada, como si fuera una extensión más de sus manos y su mirada parecía vacía. Se concentraba en su espada mientras apartaba los pensamientos que lo molestaban.
Era un guerrero, siempre lo había sido, era todo lo que sabía ser.
Su hombre de confianza y amigo, se le acercó cuando el sol empezó a ocultarse.
-Comandante, es tarde y ni siquiera has comido….deberías detenerte ya – sugirió y cuando Cian se volvió hacia él retrocedió. Daba miedo.
Sin embargo , envainó su espada e hizo un breve asentimiento con la cabeza, luego se alejó.
Podía combatir con quien se le pusiera enfrente, nunca había temido a la muerte aunque la respetaba, pero le tocaba enfrentar a la Princesa tras lo sucedido y no era algo fácil.

No la encontró en sus aposentos así que le preguntó dónde estaba su esposa a uno de los guardias que había dejado custodiándola .
Afortunadamente se le había ocurrido dejar a algunos hombres para que la siguieran discretamente y se encargaran de cuidarla cuando él no estuviera cerca. Se hubiera sentido muy ridículo preguntándole a extraños por el paradero de Azize, sin embargo no tenía ese problema con sus hombres, no cuestionaban ni lo miraban extrañados.
Le habían dicho que la Princesa estaba en la biblioteca real, así que hacia allí se dirigió. Encontró a otro de sus hombres haciendo guardia en la entrada.
Al ingresar se cruzó con dos damas de compañía del séquito de la princesa que con un breve gesto le señalaron donde estaba ella.
Él no solía frecuentar mucho aquel lugar, pero en el pasado, en tiempos de conflicto,  había hecho guardia en la puerta alguna vez mientras cuidaba a la Princesa.
Cuando llegó a ella vio que se había quedado dormida sobre la mesa, a su lado había pergaminos y gruesos volúmenes desperdigados. Les dio una hojeada y notó que eran leyes , decretos y estadísticas del reino.
Por lo visto también la joven se había agotado para no preocuparse, aunque si lo pensaba siempre había pasado mucho tiempo estudiando allí.  Al reflexionar se dio cuenta que la insistencia del Rey porque ella estuviera al tanto de los asuntos de Estado era porque  desde un principio había planeado dejarla como Heredera.
Desde pequeña la había estado preparando para que algún día fuera reina, ella jamás había tenido una verdadera opción, su destino había sido decidido previamente.
Algo dentro suyo se rebeló, le pareció injusto. Ella era muy joven y se la veía frágil  indefensa, le recordó a la Princesita de 14 años a quien habían intentado asesinar, a la que él había protegido con su propio cuerpo como era su deber. Recordó  la sorpresa de ella cuando la tiró al suelo, los ojos enormes llenos de miedo, la ligereza de su cuerpo, la preocupación que había demostrado por él y la entereza con la que había actuado pese a su juventud.
Sintió que se le pedía demasiado. Tal vez hubiera sido más feliz teniendo otra vida, siendo una joven común, casándose con quien amaba, sin cargar el peso y las responsabilidades de un reino.
Dormida allí debía sentir frío y estar incómoda, sin pensarlo más, la levantó en brazos y la sacó de allí. Tanto las damas de compañía como sus hombres disimularon su  asombro por aquella situación inesperada y lo siguieron a prudente distancia, mientras él  cargaba a la princesa hasta sus aposentos.
Entró con ella a la habitación y la acostó con mucho cuidado  para que no despertara, la cubrió con las mantas y exhaló con fuerza al contemplarla.
“¿Qué haremos contigo princesa?” se preguntó a sí mismo y se marchó.


3 comentarios:

  1. Que bien contado sis, que pasará entre ellos, pobrecita... toda su vida es vista y sabida por medio mundo.. snif... puedo decir que quiero mas?

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  2. Me encanta!! Estaré esperando el siguiente, este ha sido hermoso :)

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  3. Chapó!!!

    Que encantador, que hombre... Quiero un hombre así. Que no vea mal que ella estudie, q apoye que sea la heredera y que la ame en secreto. Porque la ama, cierto??? veradd?

    Y veis!!! Quien `puñetas quiere ser princesa. yo no!!!! Todo son normas, obligaciones, restricciones... buuuuuu

    Quiero mas!!!! Y sí, es una orden real!!!! jajajajja

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