Podía decirse, que la mañana había transcurrido muy bien. En todo momento, se había hallado de muy buen humor. Esperando, que nadie se diera cuenta del motivo. Salvando claro estaba a Sergei. Quien durante un buen rato, la había estado observando con el ceño fruncido. Para acercarse en un momento que se hallaba a solas, logrando sacarle sus colores al preguntarle que había ocurrido entre Santino y ella… Pero también, echándole un poco de bronca al tener al hombre en aquel punto perdido, donde estaba claro éste sufría un poco. Pero lo volvió a recuperar, al escuchar a Santino alabar los cambios realizados en su coche. Ahora solo faltaba ajustarlos un poco, y ver que más se podía mejorar.
Cuando los entrenamientos tocaron fin. El piloto fue en su búsqueda, encontrando normal el que ella estuviera allí con todos los mecánicos, por la amistad que mantenía con aquella pequeña familia. Siendo muy comprensible al esconder ante todos, el cambio que había habido en su relación. Comprendiendo él, que era mejor mantenerlo por un tiempo en secreto por quien era y por su timidez.
-Hola –La saludó todo sudado con el mono aún puesto-. ¿Aún sigues por aquí?
-Sí –Sonrió con cierta timidez-. ¿Ya terminaste por hoy?
-Creo que sí –Se alzó de hombros, al tiempo que sus ojos la miraban un tanto divertidos-. Por lo visto, el circuito se halla a tope para volver a dar más vueltas. Así que me ducharé aquí y me marcharé a dar una vuelta. ¿Te gustaría apuntarte?
-En un principio sí –Aceptó estrujando sus manos tras la espalda, un tanto nerviosa. Callando cuando se acercó Jeremy con Sergei.
-Hola chicos –Saludó el hombre todo sonriente alargando su mano para estrechársela a Santino-. Muy buena vuelta.
-Gracias –Respondió éste orgulloso.
-Jaimie –se giró a mirarla-, están llegando los mercedes –Le guiñó un ojo sin que lo notara el piloto-. ¿Si quieres pasarte a mirarlos?
-OH… -Se sonrojó de forma violenta, al saber lo que Santino opinaría de aquello-. Yo…
-Te recuerdo que salimos en cuanto me cambie –Interrumpió el piloto.
-Sí, claro… -Se hallaba en un verdadero aprieto. Tenía que contarle todo cuanto antes-. Ves a cambiarte, mientras te espero –Le sonrió, para girarse en dirección a Jeremy y guiñarle también el ojo-. Muchas gracias, supongo que los tendréis por aquí varios días.
-Sí –Habló Sergei aquella vez-. Estaré liado con ellos. Si quieres venir hacerme compañía y pasarme las herramientas –Se alzó de hombros.
-Claro –Rió-. Sabes que me encanta ser tu ayudante.
-Yo, ahora vengo –Dijo Santino agarrándola por sorpresa al inclinarse y darle un roce de labios con los suyos.
-Vale… -Lo miró un tanto confusa por haber realizado aquel gesto delante de Jeremy y Sergei. Ahora, tendría que dar unas explicaciones ¿Había actuado así por enfado? ¿No quería que condujera los mercedes, como había hecho con el Aston Martin? Pues, iba ha tener que acostumbrarse a ello si quería estar con ella. Y una vez más, ahí tenía la prueba de que no podía demorarse más en contar la verdad.
-¿Acaba de marcarme terreno? –Preguntó sorprendido y divertido el joven mecánico.
-Sí –Rió su tío-. Mejor no camines cerca de él, cuando vaya montado en un coche. ¿Sabe tu tío que ya eres la novia de Santino?
-No –Aún seguía avergonzada con aquella muestra de posesión que había tenido lugar-. Es que… Verás Jeremy…
-Que aún no sabe su verdadera identidad –Explicó sin rodeos el joven muchacho por ella, al ver como le costaba decir aquellas palabras.
-OH… Bueno, eso son cosas vuestras –Alzó las manos-. Ya os aclarareis vosotros con los mercedes, te los dejé en el mismo box.
-Muchas gracias Jeremy –Sonrió muy agradecida.
-Tonterías, quien te las da soy yo por hacerme estos enormes favores con éste amigo –Rió.
-Pero yo también te doy las gracias por traérmelos, pues son sabes la ilusión que me hace el poder arreglar los C111 –Se acercó a darle un abrazo de agradecimiento, para después mirar al joven-. Luego a la tarde te llamo, y miramos de quedar para empezar con ellos.
-Guay –Se frotó las manos, contento por unos segundos para poner después un semblante serio-. Ten cuidado con lo de Santino –la alertó-, no lo hagas esperar mucho.
-Lo se –Respondió despidiéndose con un gesto de mano, y alejándose hacia la zona de vestuarios para esperar a Santino.
Realmente ahora sí que se sentía feliz. Después de haber estado tantos años enfadada y triste con el universo, se creía que era feliz al estar junto a su familia y ver que todos ellos lo eran. Teniendo sus estudios con buenas notas y pudiendo trabajar con los motores. Pero ahora, se sentía aún más feliz. Verdaderamente completa al estar junto a Santino.
Se hallaban sentados en la terraza de un bar, comiendo bajo el sol de verano. Apenas corría aire entre ellos de lo juntos que estaban. Les daba igual que hiciera calor. Necesitaban sentir contra sí al otro. Estar de aquella manera con él allí, era increíble. Se sentía tranquila, a gusto. Para nada debía recriminarse el no haberlo buscado años atrás. Quien le aseguraba que las cosas hubieran ido de aquella manera. Por aquel entonces, ella era una adolescente de dieciséis años ¿La habría tratado de la misma forma, siendo él mucho más maduro? No lo creía… Desde un principio, su mirada había sido llena de deseo. Y sus besos cargados de pasión. El pobre, habría tenido que esperarse un poco para que no lo miraran mal… HO a lo mejor, al ser ella prácticamente una adolescente habría pasado un poco y mirado por sus propios asuntos. Por ello, no había que mirar atrás, era perder el tiempo.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la aparición del camarero, que les venía a ofrecer la carta de postres y cafés.
-¿Desean echarle un vistazo a los postres o vamos directamente a los cafés? –Les preguntó el joven camarero.
-No, muchas gracias –Rechazó amablemente Santino, entregándole un billete de cincuenta euros-. Nos marchamos ya, muchas gracias por tan deliciosa comida. Quédese con el cambio.
-Que tengan un buen día y gracias señor –Sonrió el camarero dándose la vuelta en dirección a la caja.
Se la veía confusa, cuando se puso en pie al ser agarrada por el codo eh izada hacia arriba. Y aún seguía igual, cuando pasaban por debajo del marco de la entrada a la terraza del bar.
-Yo sí quería postre –Confirmó en un susurro, mirándolo al rostro para ver como aparecía una sonrisa en él.
-Y yo también deseo tomar postre –Le hizo saber sin dejar de caminar.
-Entonces… -Se detuvo en la acera con el ceño fruncido-. ¿Por qué no quisiste ver la carta? –Ante aquella pregunta, éste se detuvo aún sonriendo para acercarse a ella e inclinarse hasta posar sus labios contra el principio de su garganta.
-Porque el postre que quiero, no se halla en ninguna carta de ningún restaurante de toda Alemania -Le confesó en un susurro.
-¡OH! –Abrió sus ojos, sintiendo como le subía por el rostro un calor repentino.
Una vez que llegaron al coche, gracias a que Santino la había arrastrado hasta allí. Éste se detuvo abrazarla por la cintura y observarla por un momento detenidamente. Viendo como la chica se volvía a sonrojar, no pudiendo aguantar su mirada más de dos segundos desviándola hacia el paisaje que los rodeaba.
-¿Qué te ocurre pequeña? –Preguntó con voz melosa, agarrándole la barbilla para que se viera obligada a mirarlo-. Llevas un rato en silencio y eso, solo ocurre cuando estás dormida entre mis brazos completamente satisfecha-. Fue decir aquello, que Jaimie bajó la mirada al suelo aún más acalorada que minutos atrás, provocando que él rompiera en una fuerte risa en medio la calle y algunos los miraran por unos segundos-. ¿Así que eso es lo qué te ocurre? –Se inclinó hacia abajo, hasta juntar su frente con la de ella-. Pequeña tonta –Le dijo en un dulce susurro-. Bueno, yo también lo soy al dar por hecho que tú querrías lo mismo que yo… Perdona por ser tan…
-Vale, vale… -Masculló entre dientes con los ojos cerrados y apretando la camisa que él llevaba con sus manos-. No quiero que te disculpes… -Calló unos segundos mordiéndose los labios, mientras con los ojos cerrados trataba de coger fuerzas para hablar con él sobre aquello-. Es solo que yo… -Resopló un poco ofuscada consigo misma-. Es muy sencillo para ti, pero para mí… -Abrió entonces los ojos y apartando su rostro unos centímetros de él, lo miró-. Soy nueva en todo esto –Sus manos ahora jugaban con los botones de la camisa masculina-. Hombres, sexo… Me da un poco de vergüenza.
-Eres adorable cuando te sonrojas a ese nivel –Sonrió él con cariño-. Pero que conste, que voy a ser el único hombre que va a ver como se te sonroja por completo el cuerpo –Aseguró con una sonrisa y un guiño de ojo, aunque interiormente estuviera preocupado por la carta dorada. Y ella, tampoco le había mencionado nada. Admitía que tenía miedo a preguntarle si le había llegado su destino dorado, y que nombre constaba en él. Tenía sospechas, de que aún no la tenía en su poder, pues de seguro que le abría comentado algo. Pero todo aquello era muy desesperante.
Dos horas después, el sonido de un mensaje en su móvil hizo que se medio incorporara en la cama de Santino. Era Sergei, que le informaba su llegada al hotel por si le interesaba hacer algo. Suspirando, miró hacia su derecha para quedarse embobada por un rato con la presencia seductora de Santino profundamente dormido y medio descubierto por las ropas de la cama. Su cuerpo y corazón, le gritaban que se quedara tumbada junto al piloto. Pero su mente era más coherente que sus sentimientos, recordándole que tenía ciertas obligaciones y promesas que cumplir. Así que le respondió al joven, indicándole que la esperara en la zona de parquin para ir al box con una sola moto. Sonrió en silencio, al saber que el chico se animaría mucho con aquel mensaje. Ahora, tenía que deslizarse fuera de la cama y de la habitación, sin despertar al hombre. Porque si no lo lograba, iba a ser muy difícil el explicarle a donde marchaba. Aunque admitía que le costaba mucho el separarse de él. Se había convertido para ella en muy poco tiempo, en una necesidad el tenerlo a su lado como el aire que respiraba. Pero aún era impensable que éste la acompañara.
Estaba decidido, aquella noche o como mucho al día siguiente. Iba a entregarle su carta dorada a Santino explicándole todo. El momento había llegado. Estaba contenta porque quería despertar cada día junto a él. Y aquello, iba ha ser posible una vez que lo supiera todo. Nada podía ir mal ¿Verdad? Estaban destinados a estar juntos. Así lo dictaminaban aquellas cartas doradas que les hacía llegar el destino, el universo… Quien fuera. Por el momento, no se sabía de ningún envío que hubiera resultado fallido. Y no quería ser ella quien comenzara con el primer error del misterioso destino dorado. Y tampoco era momento y lugar para detenerse a pensar en aquellos miedos. Tenía que acudir junto a Sergei.
Comenzó a deslizarse hacia el borde de la cama, intentando no mover mucho el colchón y despertarlo así. Teniendo que quedarse muy quieta al momento, cuando sintió como éste se movía aún dormido. Eso esperaba… Optó por quedarse unos segundos quieta como una estatua y con los ojos cerrados, por si escuchaba hablar al hombre. Pero al seguir todo en silencio, solo con el sonido de sus respiraciones decidió mirar por encima de su hombro para asegurarse y no dar un paso en falso, comprendiendo que había sido un craso error.
YA ERA HORA!!!! ¿Pero me dejas así? ÉL se dio cuenta o no? viene la tormenta? Aishhhhhh...mala sissssss, ves como me dejas con los ay! tú también!! Más, más
ResponderEliminary que paso? Se levanto santino o que? Por que me dejas asi......
ResponderEliminarChacho, no puede ser!!!!
ResponderEliminarDonde hay una hoja de reclamaciones jajaja, esto no puede ser. Una eternidad esperando capitulos jajaja, y luego nos dejan con la miel en los labios... NO PUEDE SEEEEER jajaja.
Muy bueno el capitulo, se nota no jiji.
Muchos besos
Chispas de chocolate... sube mas si???? si?????
ResponderEliminarhola chicas, solo os poneis así de revolucionarias cuando hay sabanas de pro medio . si es que luego dicen que no somos pervertidas... jejeje...
ResponderEliminarY me he descojonado con el principio de Yola y J.J. Entre lo de chacho y chispas de chocolate... Vaya tela jajajjaa ande teneis los tornillos!!! jejeje
Muchos besos, mañana saldrá la continuación!!!!!