miércoles, 3 de octubre de 2012

Deberes De Princesa 6

-Que es una verdadera lástima, que tú y mi hija no os llevéis bien  -Suspiró con pesar-. Sois perfectos el uno para el otro –Dijo con un brillo divertido en los ojos-. ¿Cómo no puede ver lo buen hombre que eres? –Protestó un poco indignado.
-Simón, el que me tengas aprecio no significa que ella deba sentir lo mismo –Sonrió un poco más tranquilo, al ver que no le reprochaba por aquel problema de estado civil que tenía con su hija.
-¡Tonterías! –Gruñó un poco-. Cualquier otro imbécil, habría sacado provecho de esa situación delicada con la heredera a al corona. Tú no –Lo miró con orgullo-. Tú has sido todo un caballero –Admitió con admiración-. Quedan muy pocos hombres como tú –Suspiró haciendo un gesto negativo con la cabeza-. ¿Entonces, no hay nada entre tú y mi hija? –Preguntó con un pequeño brillo de esperanza.
-Siento mucho, el darte una respuesta negativa ante tu pregunta –Respondió con cierto pesar-. Pero entre Jacqueline y yo, siempre ha existido cierta barrera… -Suspiró antes de darle un trago al café que había preparado el hombre-. Cierto, que eh pedido levantar esa barrera como te dije antes. Pero es ella quien tiene ahora mismo la respuesta.
-Ya veo… -Se volvió a quedar por unos segundos callado, con la mirada perdida-. ¿La encuentras bella?
-Eh… -Se quedó sorprendido ante tal pregunta, sabiendo que tenía que tener cierto cuidado con su respuesta-. Simón yo…
-¿Crees que podrías enamorarte de ella, si llevarais un tiempo conviviendo juntos? –Volvió atacar el hombre con otra pregunta directa y desbancando la serenidad de Kenan.
-Un momento… -Trató de calmar al hombre alzándose del sillón y caminando hacia una de las ventanas de allí-. ¿a qué viene todo esto? –Se giró a mirarlo, tratando de ocultar sus sentimientos ante él. En todo momento, tenía que mostrarse serio. Que no viera su debilidad ante ella… Porque aquellas preguntas, ocultaban alguna loca idea del monarca-. ¿Qué es lo que me quieres pedir?
-Nada, porque no tengo ningún derecho a ello… -Lo miró con lástima-. No puedo obligaros a ello… Hoy en día por suerte no existen los matrimonios concertados –Sonrió con las comisuras de los labios-. Pero llevo muchos años con una ligera esperanza a que surgiera el amor entre ustedes dos –soltó una carcajada-. Debo confesar, que me hicisteis desistir muy pronto al ver como mi hija se bufaba prácticamente como un gato, cuando rondabas por la misma sala. Pero ésta noche –Entrecerró un poco los ojos recordando-. Creí ver ese deseo en vuestras miradas bajo el pequeño paraguas… Solo fue un espejismo por lo que veo –Apuró el oscuro líquido de su taza-. No quiero que te preocupes por ello. Solo quería aclarar, si tal vez podía abrigar alguna pequeña luz de que te sintieras interesado en ella, para que supieras que contabas con mi total apoyo. Pero más vale que mis dos pequeñas no se enteren de ésta conversación –Alertó serio-. No tendríais vida alguna.
¡Dios mío! Pensó completamente callado, disimulando que observaba caer la lluvia en el exterior. Si realmente supiera aquel hombre que tenía completa razón, al tener esperanzas en que uno de los dos sintiera interés por el otro. Posiblemente no tendría ni un minuto de tranquilidad, todos querrían manejar encuentros fortuitos con Jacqueline. Como había ocurrido aquella misma noche, cuando Enora le había hecho llegar un mensaje al móvil, indicándole que su hermana salía a los cines con Norah. Al principio, le había hecho gracia y se había sentido muy agradecido por el apoyo de las chicas. Pero al ver, que también querían tomar cartas en el asunto  no le había gustado tanto. Podría decirse, que no le dejaban ir por donde él quería, estropeándolo un poco todo.
-Lo siento mucho Simón –Se giró a él sonriendo-. Pero nunca vi a Jacqueline con otros ojos que no fueran de amigo.
-Tranquilo hijo… -Lo disculpó con cariño, sabiendo que lo había puesto en un pequeño aprieto-. Es que solo me hallo un poco cansado por lo que está aguantando ella.
-Sí –Rió-. Ya me comentó mi hermana del desfile de hombres.
-No me preocupa que aún no tenga a ningún candidato –Confesó-. Es joven y se está preparando primero para sus deberes. Estoy muy orgulloso de ella. Es magnifica en los negocios y se que será justa y adecuada en el reinado.
-En eso, estoy completamente de acuerdo –Corroboró Kénan.
-El pueblo la quiere mucho –brilló orgullo en sus ojos-, y sabe que puede contar con ella. Y por suerte, aún no reclaman boda real. Aún me ven bien para el trono –Rió socarrón-. Pero Enora, es diferente. Ha salido como mi querida esposa… Una encantadora mujer, que le encanta repartir amor a su propia familia. Y comprendo su desesperación… Pero debe ser adulta y no antepone sus deseos a los demás –Suspiró con pesar-. Temo sentarme a recapacitar con ella, pero veo que no me queda más remedio, después de ver como lucha por conseguir sus objetivos.
-Doy gracias por no estar en tu pellejo –Rió Kenan aún de pie, al lado de la ventana. Callando cuando llamaron a la puerta del despacho. Seguro que era ella.
-Adelante –Concedió Simón, observando como la puerta verde oscura de su despacho se abría para dar paso a su hija mayor, quien iba ataviada con ropa limpia-. Hola preciosa.
-Hola –Saludó con calidez a su padre, y miró con cierta frialdad al otro hombre-. ¿Aún estáis hablando? –Preguntó no muy satisfecha con aquella reunión.
-Sí –Respondió Kénan con cierta diversión al ver la duda en ella.
-Lo digo –Se acercó hasta donde se hallaba su padre-, porque es tarde y ya no llueve fuerte. Y veo, que tu ropa se halla completamente seca.
-Hija, parece que le estés dando una patada en el trasero después de que se portara como un caballero y te trajera a casa –alzó su padre una ceja, mientras que empleaba un tono un poco escéptico.
-No comiences papá –Simuló una sonrisa en el rostro-, pero te recuerdo que mañana mamá te levantará muy temprano para ir almorzar con…
-Es verdad –La interrumpió acordándose de la cita concertada-, y tenemos dos horas en coche. Para después, tener que acudir a la noche a la fiesta en el museo. ¿Vas asistir Kenan?
-Posiblemente –Se alzó de hombros-, pero antes tengo que solucionar unos papeles. Si me queda tiempo y ganas, puede que acuda.
-Espero que sí –Sonrió Simón-. ¿Tú vienes tesoro? –Miró a su hija.
-Que remedio –renegó un poco, para inclinarse hacia abajo y depositar un beso en la mejilla del hombre-. Acuden Harmonie y Enora, mamá no me perdonaría el que no asistiera con ellas… Yo me voy a dormir, aquí os quedáis –Caminó un tanto apresurada hasta la puerta.
-Buenas noches pequeña –Se despidió su padre.
-Buenas noches. Y una vez más, muchas gracias por traerme Kénan –Dijo con cierto sarcasmo.
-Ha sido un placer –Le guiñó un ojo-. ¿No hay beso para mí?
En respuesta aquella pregunta, solo obtuvo un portazo en las mismas narices, seguido por la risa del monarca.
-Creo que acabas de ganarte un cuchillo más en tu espalda –Observó divertido.
-Y yo creo, que no me queda más sitio en ella por los que me habrá clavado mentalmente tiempo atrás –Bromeó también.

El reloj marcaba las diez de la mañana del sábado, cuando salía a la terraza junto con su hermana y madre, para desayunar ante tan soleado día. Normalmente antes de ir al trabajo, uno o dos sábados al mes iba a desayunar a casa de sus padres.
-Buenos días bellas damas –Se acercó a besar a su madre.
-Hola hijo –Se alegró la mujer mayor, dándole un fuerte abrazo-. Precisamente estaba hablando de ti con tu hermana.
-Espero que cosas buenas –Les guiñó un ojo al tiempo que tomaba asiento.
-¿Ya te lo mereces? –Bromeó Norah, pinchando varios trozos de fruta de la fuente central.
-Espero que sí –Sonrió, al tiempo que cogía un tenedor eh imitaba a su hermana-. ¿Y de qué especulabais a mis espaldas?
-Pues de si serías tan amable de acompañarnos a la fiesta de esta noche –Señaló su madre con ojos suplicantes.
-¿Tenéis ganas de ir? –Preguntó soltando un suspiro un tanto desganado.
-Es una ocasión excelente, para mostrar algunas joyas de la nueva colección ¿No crees? –Inquirió su madre.
-En eso tienes razón –Aceptó el hombre-. Contad con mi compañía.
-¡Magnifico! –Se puso en pie Rose-. Voy hacer unas llamadas –Su alegría era completamente visible al ir con sus dos hijos-. Y tesoro, deberías hacer que acercaran algunas piezas a Emmanuelle, para que las lleven ella y sus hijas. Será aún más llamativo si lo lleva la familia real.
-Bien mamá… -Aceptó justo cuando la mujer mayor desaparecía en el interior, dejando a sus hijos solos por un rato.
-¿Estuvo bien la película? –Preguntó con sumo interés a su hermana.
-¿No os tirasteis de los pelos vosotros dos? –Respondió ella curiosa con otra pregunta.
-Yo pregunté primero –Sonrió divertido.
-Pasable –Se encogió de hombros-. Te toca –Le pasó el turno intrigada.
-Hubieron diferencias como siempre, pero fue más sensata ésta vez dejándome llevarla a casa –Explicó-. Y pedí tregua…
-¿Cómo tregua? –Se inclinó hacia delante, bajando el tono de voz.
-Alcé mi bandera blanca –Admitió sonriente-. Le pedí amablemente que dejáramos atrás nuestras disputas. Que me importaba un comino por lo que comenzara nuestra rivalidad… Somos personas adultas y han pasado muchos años.
-¿En serio? –En sus ojos brilló esperanza-. ¿Qué te respondió?
-Como de costumbre, no se salió de su línea –Sonrió con un deje de sarcasmo-. Me escupió que yo era el culpable, que debería saber el motivo… Y ahí quedó todo –Le dio un trago al zumo de naranja-. Hoy, tendré oportunidad de sonsacarle una respuesta.
-UHM… -Meditó un poco deprimida-. Creo que corres mucho, si esperas que te diga algo hoy por como te respondió ayer. Parece mentira que no lo sepas ya.
-No le tengo miedo Norah –Se rió.
-Pues si no le tienes miedo –Masculló entre dientes-. ¿Por qué no solucionas todo moviendo los papeles del divorcio?
-Porque es una cosa un tanto delicada –Respondió con el mismo tono de voz-. Y por el momento, a ninguno de los dos nos corre prisa –Dijo justo a tiempo, antes de que apareciera su madre.

Se acababa de calzar las sandalias planteadas, que quedaban de maravilla con aquel vestido de seda y gasa color blanco con dibujos negros y plateados, cuando sonó  el teléfono interno de su mesita de noche.
-¿Sí? –Calló al escuchar a su madre al otro lado de la línea-. Vale mamá, un minuto y bajo al salón.
Colgó el aparato y cogiendo su chal y el pequeño bolso de mano a juego con los zapatos, salió de su dormitorio para ir al encuentro de la mujer.
Cuando se hallaba a unos pasos, pudo escuchar la voz de su madre perfectamente al hallarse la puerta abierta. De modo que no estaba sola, seguro que su padre se hallaba también cambiado.  Entró toda sonriente con paso decidió, para acabar casi trastabillando al hallar allí a un Kenan muy sonriente y atractivo, con su esmoquin. ¿Qué significaba aquello?
-OH, ya estas aquí –Habló su madre con tono excitado-. Tus hermanas ahora bajaran – Mientras ella hablaba, no pudo evitar de mirar de ella  a él y de vuelta a su madre, con el ceño fruncido-. Kenan, ha sido tan amable de traernos su nueva colección, para que podamos mostrarla –Se apartó a un lado, para mostrarle los estuches que habían sobre la mesa-. ¡Son magníficos!
-Gracias Emmanuelle –Sonrió éste alagado, sin antes no haber efectuado un intenso escrutinio al cuerpo de ella, consiguiendo ponerla un tanto nerviosa por aquel descaro-. Estas muy bella Jacqueline.
-Gracias –Respondió cortante yendo hacia ellos.
-¿Qué joyas va ha llevar Jacqueline? –Preguntó Emmanuelle entusiasmada.
-Veamos… -Se giró hacia uno de los enormes estuches negros de terciopelo, para abrirlo y mostrar un conjunto de anillos con sus pulseras a juego en tonalidades oscuras.
-¡OH! ¡Son maravillosas! –Observó de inmediato la mujer mayor.
-¿Os gustan? –Preguntó éste sonriente, viendo como la joven asentía con un gesto de cabeza-. Bien… A Jacqueline, creo que le pega por los colores que lleva el anillo éste –Dijo alzando un conjunto de tres alianzas de plata entrelazadas entre ellas, portando una pequeña flor negra la que quedaba en medio del dedo-. Junto con ésta pulsera ancha de color negro. Sencilla, pero elegante…
-Son perfectas –Afirmó Emmanuelle tan excitada como una pequeña en el día de navidad.
-Veamos si es de tu talla –Habló al tiempo que le agarraba la mano, para introducirle el anillo en el dedo anular. El lugar, donde debía estar la alianza de matrimonio que él había deslizado años atrás.

4 comentarios:

  1. Siempre dejando con ganas d mas brujita..

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  2. Muy buen capi brujis y quiero más obviamente, qué bueno que regresas al ruedo...Ahhhhh me gustó el final con anillo incluido!!!

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  3. que bueno que tenga el apoyo del suegro jajaja, tengo que hacer un reclamo me falta capitulo de inocencia robada porfis sube algo.....estoy intrigada, quiero saber que sigue

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