martes, 28 de agosto de 2012

Pequeña Leona 15


Su Jefe se paró delante de ella y agitó la mano para que Leo le prestara atención.
 -Me voy  antes- le informó Bastian a Leonora.
-¿De nuevo?
-Tengo cosas que hacer….muy importantes – dijo él y ella frunció el ceño, pero en realidad ni siquiera tenía muchas ganas de pelear ese día. Un jefe irresponsable que abandonaba su trabajo sólo completaba el panorama de su vida.
-De acuerdo. – contestó ella y él se inclinó para mirarla con curiosidad.
-¿De acuerdo? ¿Así de fácil….? ¿No indagarás ni darás un discurso?
-No, sólo  no haga nada ilegal, en serio no soportaría tener que buscarlo a usted en la comisaría. Aparte de eso, haga lo que quiera y ahórreme los detalles.
-Te doy mi palabra de honor… - dijo poniéndose la mano sobre el corazón y ella suspiró sonoramente.

Sin Bastian cerca, lo se dedicó al trabajo, mantenerse ocupada era todo lo que podía hacer.
Cuando salió del trabajo después de haber cumplido con su horario, iba con la cabeza gacha sumida en sus pensamientos, así que no vio a su hermano hasta darse con él.
-¿Henry..? ¿Qué haces aquí?- preguntó alarmada, temiendo una nueva complicación.
-Yo…Leo..
-¿Qué pasó ahora?
-Toma, conseguí un trabajo, mamá me contó y quiero ayudar – dijo el chico y le extendió un sobre.
-¿Qué? ¿Trabajo, cuándo, dónde , haciendo qué..? Espera, mejor hablemos – dijo y tomándolo del brazo lo arrastró hacia una confitería cercana para interrogarlo a conciencia.
-Explícame…-dijo una vez que se sentaron mientras examinaba el contenido del sobre.
-Conseguí un trabajo, y te traje el dinero que me pagaron para arreglar lo de la renta, igual no alcanza más que para un mes…pero seguro que conseguimos un plazo. ¿Verdad?
-¿Cuándo comenzaste a trabajar?
-Hoy…
-Henry, dime la verdad, ¿de dónde sacaste este dinero? ¿Tiene que ver con esos amigos tuyos, los que hicieron que acabarás en la comisaría…?
-No, ya no me junto con ellos. Conseguí un trabajo.
-En ningún trabajo te darían este tipo de adelanto. Dime la verdad. ¿Qué tipo de trabajo es? ¿Dónde?
-Confía en mí- dijo el chico nervioso.
-Eso es muy difícil para mí. Necesitamos dinero y de golpe consigues un trabajo y te adelantan tanto dinero...¿entiendes que no te crea, verdad?
-Alguien que conozco me recomendó, es una empresa de construcción…haré trabajos de recadero y eso…
-¿Alguien que conoces? ¿Quién?
-Sólo un amigo, Leo. Tú no lo conoces, es un trabajo decente…
-¿Y la escuela?
-Trabajaré los fines de semana y algunas veces a contraturno, no dejaré la escuela.
-Sigue siendo extraño que te dieran dinero por un trabajo que aún no has hecho…
-Le expliqué al jefe de nuestra situación y es un buen tipo. Además voy a trabajar para ganármelo, en serio. Puedes hablar con ellos o ir si no me crees – dijo el chico y le dio una tarjeta donde estaban los datos.
-Quiero creerte, Henry…-dijo ella con sospechas.
-Entonces créeme.
-Es raro, muy raro y las cosas buenas no pasan así como así. Ni tampoco hay gente tan buena que ayude desinteresadamente.
-A veces sí, a veces te ayudan, Leonora.- contestó su hermano y ella tuvo la seguridad de que escondía algo. Pero si existía alguna posibilidad de que aquello fuera verdad, no quería arruinarlo.
-De acuerdo. Gracias por la ayuda. Hablaré nuevamente con la casera, tal vez hoy sea nuestro día de suerte.
Leonora volvió a hablar con la mujer, ofreció darle una parte del dinero y prometió que le daría el resto pronto, extrañamente la arrendadora estuvo mucho más permeable a sus ruegos y aceptó. Quizá su hermano tuviera razón o quizá su suerte estuviera cambiando, pero aquella noche pudo dormir tranquila.

Al día siguiente estaba llena de energía, así que cuando Bastian llegó, su escritorio ya estaba cargado de carpetas y cosas que Leonora consideraba que debía ver con indicaciones pegadas en las páginas.
Cuando ella entró a su oficina, él le sonrió.
-¿Has recuperado tu buen humor? – le preguntó.
-Sí, vuelvo a ser yo misma.
-Ya gruñes de nuevo, Leoncito . Me alegra.
-Sólo me queda hacer algunas investigaciones luego, espero no llevarme ninguna sorpresa.
-¿Investigaciones?
-Mi hermano…dígame ¿a usted no le parece sospechoso que alguien le adelante como dos meses de salario a alguien que ni ha empezado a trabajar?
-Suena raro, pero no imposible…¿quieres un adelanto?
-¡¿Qué?!
-Bueno, no quiero sentirme menos que otros jefes…
-No necesito adelanto, ni nada- dijo ella y salió apresuradamente, Bastian la observó mientras se marchaba con una enigmática sonrisa.
Menos de una hora después, el hermano mayor de Bastian entró a la oficina sin anunciarse, obviamente furioso, y con Leo detrás de él intentando detenerlo.
-¡¿Se puede saber qué estás haciendo, pequeño bastardo?!
-Hola, hermano, también me alegra verte…- lo saludó Bastian sin inmutarse y el hombre puso un fax sobre el escritorio.
-Explícame.- exigió el hombre.
-No sé a qué te refieres, si pudieras ser más claro –contestó el hombre con una sonrisa provocadora.
-¿Por qué cambiaste de proveedor sin avisarnos? Durante años hemos hecho tratos con…
-¡Oh, eso! Es que conocí a un empresario alemán que me resultó muy simpático, me hizo un mejor precio…y pensé  “¿Por qué no?”. El tipo hasta me invitó a  visitarlo en Hannover…
-¿Me estás diciendo que cambiaste de proveedor porque te invitaron a Alemania?
-No, claro que no. Hay otras razones, por supuesto – dijo Bastian y miró directamente a su hermano. Sus palabras sonaban ligeras pero  su mirada era firme y parecía decir mucho más.
-¡Diablos! Padre debió dejar que te siguieras divirtiendo allá donde estabas en lugar de traerte de regreso. No hay nada que hagas bien…- le soltó su hermano mayor con desprecio
-Probablemente tengas razón.- le respondió y el otro hombre se fue tan intempestivamente como había llegado.
Bastian se echó hacia atrás en la silla y puso los brazos debajo de su cuello, cerró los ojos por un segundo y Leonora tuvo la idea de que estaba más alterado de lo que demostraba. Unos segundos después abrió los ojos y la miró.
-¿Aún estás allí, Leoncito?
-Sí, ¿está bien? ¿Necesita algo?
-Mmmm, creo que una familia nueva no estaría mal.
-No es posible, créame lo he intentado – dijo ella y él largó una carcajada.
-¿Lo hizo a propósito, verdad? No creo que deba provocarlo así.- Lo interrogó Leonora que ni siquiera había podido retirarse del lugar impactada por el combate verbal de ambos.
-Pero es muy divertido, Leoncito. Si me obligaron a estar acá, es justo que tenga algún momento de diversión.
-Sabe, no creo que sea tan fácil obligarlo a hacer algo que no quiere. ¡Cielos , yo lo intento cada día y es un dolor de cabeza!
-Tal vez debieras reunirte con mi familia , podrían intercambiar experiencias.
-No, no creo que me agraden – dijo ella y él le sonrió con calidez.
-Mi leal secretaria, mi hermano tiene suerte de que no lo mordieras. Como agradecimiento, prometo que sólo dejaré que tú me obligues a hacer cosas que no quiero.
-¿Agradecimiento porque no mordí a su hermano? - preguntó ella elevando una ceja.
-Agradecimiento porque tuviste toda la intención de hacerlo, lo vi en tu mirada – contestó él y Leo se sonrojó.
 De verdad se había sentido furiosa con aquel hombre por como se había dirigido hacia su jefe, por más irresponsable que fuera también era un Cavendish y merecía respeto. Ella también solía gritarle a su hermano, pero lo amaba, no podía decir lo mismo del hermano mayor de Bastian.
Rabia, pena y deseos de proteger a su jefe de aquellos ataques. Y ya no estaba muy segura si aquello se debía a su sentido del deber como secretaria o a otra cosa.



5 comentarios:

  1. Uy, uy... siguen los signos de que Leoncito ya cayó...creo que él lo tiene claro desde hace un tiempo wiiii

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  2. Wow, me encantó este capítulo... ya hacía falta Leo. Massssssss :D jajajaja

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  3. ¡¡¡Que lindo!!! Ya se siente el amor por el aire... jiji

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  4. ya estan saliendo a flote los sentimientos de leo jaja y estoy de acuerdo en que bastian lo sabia desde hace mucho

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  5. él ya lo sabe!!!!! él ya lo sospecha!!!! oh!!!!!!!
    cuando el sigueinte!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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