viernes, 20 de julio de 2012

Noches En El Balcón 1






Hola Chicas!!!!
Como lamentablemente, Ocultándose al Amor está llegando a su fin. Solo quedan tres capitulos a lo sumo... Decidí presentarles la nueva historia que suplantará ese hueco en el blog. Por ello, os cedo el primer capitulo. Espero les guste!!!! Muchos besos y gracias por leernos y apoyarnos.






El sol se estaba poniendo en aquella tarde de verano. Inundando de miles de rayos de luz  toda la habitación. Dándole un cálido tono a aquellas blancas y desnudas paredes. Sí, su madre tenía razón al decirle que su dormitorio iba a gustarle. Era un cubículo pequeño pero acogedor con la suerte de tener un balcón de cuatro metros cuadrados. ¡Tenía su propia terraza en el dormitorio! Con una enorme sonrisa en el rostro corrió hasta la puerta, para deslizarla hacia la izquierda y salir al exterior. Al momento, la suave brisa que corría aquel día le acarició la media melena pelirroja que llevaba suelta.

-Perfecto… -Susurraron sus labios al ver aquella magnifica vista de la ciudad, desde la altura de diez pisos. Desde allí podía ver la playa. Aquel rincón era solo para ella, no podía creer la suerte que tenía-. Ya decía yo… -Suspiró con cierto pesar al mirar hacia su derecha y ver, que el edificio moderno de al lado, había tenido la magnifica idea de hacer el ático con un enorme balcón en forma de “L”, pegado al muro de ella. ¿No podían haberlo diseñado de cristal y solo en la parte frontal del edificio? No, que habían seguido con el mismo diseño de piedra y que el balcón del ático diera a las dos calles al hallarse cantonero. Con cierto fastidio, observó que tendría que buscar un panel divisor y opaco, para preservar algo de intimidad. Bueno, tenía todo el verano para convertir aquella habitación en suya. Tenía que buscar un trabajo de verano…. Volvió a mirar hacia el horizonte. De ahora en adelante, por culpa de su padre aquel sería su nuevo hogar.
-¡Yolanda! –Oyó que la llamaba su madre de algún lugar del piso.
-¡Voy mamá! –Respondió quitándose a su padre de la mente y yendo a echarle una mano a su madre, con las cajas de la mudanza.

Tres horas después, tan sudada como su madre se acercaba al balcón de su dormitorio con dos refrescos en las manos. Había sido una tarde agotadora guardando todo el contenido de las cajas. Ahora, al menos tenían la cocina, el baño y el dormitorio de Nico en condiciones. Al día siguiente, cada una continuaría con su dormitorio después de haber acabado de montar el salón. Entregándole el refresco, se impulsó con cuidado para sentarse en el muro que comunicaba con el balcón del edificio moderno.
-Muchas gracias tesoro –Le sonrió su madre-. No habría adelantado tanto sin tu ayuda.
-Mamá, no tienes nada que agradecerme –Le dijo justo antes de dar un buen trago a su refresco.
-Claro que sí –Se molestó-. Hace una semana que comenzaste tus vacaciones de verano. Y te tengo en una ciudad nueva, lejos de tus amigas echándome una mano con la mudanza. Cuando deberías de estar por ahí con tus amigas pasando el verano.
-Es también mi deber al ser también mi casa –Se alzó de hombros.
-Mmm… -Gimió su madre-. Me refiero a eso. Eres demasiado madura para tus quince años. Yo quiero que disfrutes de tu juventud.
-Mamá, ya disfruto de mi juventud –Le replicó riéndose.
-No tanto como quisiera –Suspiró con un poco de lástima-. ¿Te gusta entonces tu dormitorio?
-Tiene grandes posibilidades –Dijo animada-. Pero cuando podamos, me gustaría poner un panel divisor aquí. Siento como si fueran a estar saltando todo el rato éste pequeño muro.
-Tienes razón –Observó su madre-. Apenas te llega por encima de la cintura. No te preocupes, que iremos al centro de bricolaje y buscaremos algún lindo panel –Se emocionó-. A lo mejor hay oferta en mesas y sillas de jardín.
-Mamá, de momento no me hace falta eso –Trató de convencerla para que no hiciera mucho gasto solo para ella.
-Ya veremos –Respondió observando pensativa el edificio pegado al de ellas-. Es curioso, que hayan hecho un balcón en el ático igual a la estructura de éste edificio más antiguo. Parece que le pega más uno de cristal.
-No lo veo feo –Se alzó de hombros-. Pero ya podían haber pensado en la intimidad del que vive en este otro edificio.
-Supongo que como las ventanas del otro dan a la calle de al lado, pensaron que no vendrían por éste tramo. Quedando más bien como una zona muerta para dejar alguna cosa, como la bici…
-Pero aún así resulta un tanto inquietante –Señaló con poco agrado-. Pueden entrar a robar.
-No lo creo –Rió su madre-. El que vive en ese piso, debe de ser muy rico. No creo que le haga falta nada nuestro –Se desperezó-. Me pido la ducha –Avisó saliendo ya en dirección a ella.
-¡Es trampa! –Protestó resignada al ver que su madre era a veces más niña que ella-. ¿Cómo puedes hacerle eso a tu hija? –Siguió renegando, pero mirando las luces de la ciudad. Esperaba que los tres fueran felices allí y pudieran borrar el dolor de sus corazones.
Casi una semana después, la dominaba un pequeño sentimiento de esperanza. Puede que sí lograran marchar hacia delante después de todo, sin la ayuda del egoísta de su padre. El piso ya estaba adornado y amueblado al gusto de ellas. No había ningún recuerdo que pudiera llevarlas al pasado y amargarles el futuro. Su madre estaba muy contenta con el traslado en aquel bufete de abogados. Trataban a las secretarias como un miembro más del equipo, y no como simples camareras para servirles el café.  Y estaba segura, que en el nuevo instituto haría nuevas amigas. Lo podía respirar en el aire… Sin perder claro estaba, las que tenía actualmente.
Por ello, aquel día sus tres amigas llegaban en tren para pasar dos días allí con ella. Todo había sido idea de su madre, que le había incitado a que las invitara y que se trajeran los sacos de dormir, para poder hacerlo bajo las estrellas en su pequeño gran balcón. Quedaban unas seis horas para que fueran a recogerlas a la estación. Y en aquel momento, se hallaba en la calle buscando un videoclub para alquilar una película y verla todas juntas. En una mano llevaba un cucurucho de limón y en la otra su teléfono móvil, leyendo lo que iban escribiendo sus amigas en el Messenger. Cuando al girar en la esquina de una calle, se topó con alguien aplastándole el cucurucho en su camiseta. Horrorizada, alzó la mirada para disculparse veloz, topándose con la mirada seria de un chico moreno y atractivo.
-Yo… -Tartamudeó nerviosa y sonrojándose por completo-. Lo siento mucho… No quise…
-Tranquila pequeña –Sonrió tras observarla un momento detenidamente a la cara. Para después quitarse sin más la camiseta delante de ella, mostrando un torso musculosamente perfecto.
-¿Qué… Qué estás haciendo? –Miró a todos lados nerviosa, pero vio que los transeúntes iban a sus cosas, no tenían tiempo para prestar atención a un par de chicos en la calle.
-Cambiarme de camiseta –Sonrió curvando las comisuras de sus labios de forma sexy, al dejar la mochila que llevaba en la espalda en el suelo y extraer de ella una muda limpia-. Muy curioso… -Susurró al ver como toda la piel que quedaba expuesta de la chica, casi había adquirido la misma tonalidad que su cabello.
-Lo siento –Volvió a disculparse una vez más, alarmándose al ver como el chico extendía aún desnudo, un brazo para  cogerle un mechón de su melena-. ¡Qué haces! –Dio un paso atrás.
-Tranquila pelirroja, no voy por ahí comiéndome a tomates inmaduros –Informó con burla al tiempo que se colocaba por encima de la cabeza la muda limpia. Aquella era de color verde oscuro con unas letras abstractas delante-. Solo… Olvídalo –La miró otra vez fijamente, después de haber estado apenas unos segundos en silencio pensativo-. Ten más cuidado la próxima vez. Las niñas de hoy, solo hacéis que estar pendientes del teléfono.
-¡OH! –Lo miró con el ceño fruncido por aquellas palabras. ¿Quién se creía que era? ¿Qué tendría dos años más que ella?
-Supongo que eres nueva del barrio –Se alzó de hombros un momento, alargando seguidamente su mano para presentarse-. Me llamo…
-Don insolente –Lo cortó ella aplastándole a propósito en la muda nueva lo que le quedaba del helado-. ¡Lastima que no fuera de chocolate! –Lo fulminó con la mirada-. Que tonta… Pero como dijiste, soy tan inmadura que no controlo mis impulsos de rebelión –Rió con mofa ante la estupefacción del chico, para sorprenderlo una vez más la desaparecer de allí corriendo y escapar de aquel raro encuentro.
Tal vez fuera suerte, que al salir huyendo no mirara por donde cogía que fue a topar con el videoclub, pudiendo ocultarse allí por si aquel chico había decidido seguirla. Casi una hora después, no le preocupó salir a la calle. No creía que él estuviera aún allí fuera… Bien, ya era socia del videoclub y tenía en su poder, las dos películas que sus amigas habían decidido por el Messenger de ver aquella noche. Estaba muy emocionada.
Eran las doce y media del mediodía, cuando entraba por la puerta del piso. Buena hora para comenzar a preparar la comida. Así, su madre cuando llegara del trabajo con Nico de la guardería, solo tendría que ducharse, comer y acostarse. La pobre necesitaba descansar con todo lo que había pasado aquel último mes. Mientras se cocía la pasta y se enfriaba el picadillo de verduras que había hecho como salsa, fue al comedor para poner en la televisión un canal de música. Después, se dirigió a su dormitorio para dejar en su lugar las velas, caramelos y películas que había adquirido aquella mañana. Casualmente, su padre le había mandado un cheque un tanto sustancioso por no poder pasar aquel año, ni un día de verano con ella y su hermano pequeño. Seguro que se marchaba a Cancún con la secretaria, como había escuchado explicarle su madre a  su tía Sonia. Sinceramente, le daba igual que su padre pasara de ellos. Aún no lo había perdonado… Pero con aquel dinero, había podido decorar su dormitorio sin que su madre tuviera que pagar nada. Y tenía más que suficiente dinero aún de aquel cheque, para no tener que pedirle a su madre en todo el verano. Además, tenía pensado ir después del fin de semana en busca de algún trabajo de verano, si a su madre no le parecía mal.
Miró el reloj de pulsera, comprobando que era hora de retirar la pasta del fuego. Colarla y enfriarla bajo el chorro de agua fría, para después mezclarla con el picadillo. Volvió a mirar el reloj de pulsera, comprobando que era la hora en la que solía aparecer su madre por la puerta. De modo que abrió la puerta de la nevera, extrajo las pechugas de pollo fileteadas para empanarlas y pasarlas por la sartén. Justo cuando iba retirando las primeras, escuchó las llaves en la puerta principal.
-Mmm… Que bien, hiciste la comida – Se acercó su madre a darle un beso, tras haber dejado a su hermano en el suelo quien salió disparado al comedor en busca de sus juguetes-. Hoy vengo hambrienta.
-Hice pasta fresca y la carne –Se alzó de hombros-. Pensé que llegarías cansada.
-Y así es… -Resopló-. Pero más que nada del calor que hace.
-¿Quieres ducharte ahora o después de comer? –Preguntó apartando trozos de carne en diferentes platos.
-Mejor ahora –Rió-. Y tú hermano también, hoy parece que se ha bañado en la arena del patio de la guardería.
-Es un bicho –Rió Yola-. Voy preparando todo.
-Cinco minutos –Señaló su madre desapareciendo de la cocina.
Habían comido en la mesa de la cocina, por la corriente de aire que pasaba por allí con la ventana del balcón del comedor abierta y la del lavadero. No había pasado más de una hora, cuando su madre se levantaba hacia la nevera y sacaba del congelador helados de nata y chocolate.
-¿Te sientes nerviosa por la llegada de tus amigas? –Preguntó sonriente.
-Tengo muchas ganas de verlas –Asintió con la cabeza, para negar con la mano-. No quiero helado –Dijo frunciendo el ceño.
-¿Te encuentras bien? –La miró su madre extrañada-. Raro que rechaces un helado. Ni en invierno dices que no… -No acababa de creérselo.
-Por hoy, ya tuve más que suficiente –Su ceño aún hizo más arrugas al recordar lo ocurrido.
-¿Yola? –Rió-. Creo que me estas ocultando algo –Dijo volviendo a guardar el helado en el congelador.
-Tuve un accidente tonto y frustrante por culpa de uno de limón –Confesó con pesar, levantándose para recoger los platos sucios de la mesa.
-No me tengas en ascuas hija –Se cruzó de brazos en protesta.
-Tonta de mí, iba comiéndome un cucurucho al tiempo que les respondía a las chicas en el Messenger al móvil, cuando no miré al girar la esquina…
-Dios... –Gimió su madre aguantándose la risa.
-Mamá, no tiene gracia –Trató de reprenderla, pero no pudo evitar que a ella también se le asomara una sonrisa en los labios.
-Lo siento tesoro –Se disculpó-. Solo espero que no te tocase una mujer mayor con un chihuahua.
-No –Gruñó en respuesta-. Fue un chico unos años mayor que yo, creo…
-¡OH! –La miró con curiosidad-. ¿Era guapo?
-Sí, no… -Respondió confusa-. Tampoco me acuerdo mucho –Mintió-. Se comportó estúpidamente. Me llamó niña y… -No sabía que pensaría su madre de aquello-. Y tomate inmaduro…
-¡Tesoro! –Se sorprendió la mujer al escuchar aquel insulto en referencia al color de su pelo-. Que idiota…
-Tranquila –Sonrió abiertamente aquella vez.
-¿Por qué me estas dando miedo con esa mirada? –Entrecerró los ojos.
-Lo manché una segunda vez, pero fue a propósito –Confesó sin disminuir el ancho de su sonrisa.
-¡Yolanda! –Rió-. Eres imposible hija… -Meneó la cabeza-. Se supone, que si es un chico guapo deberías…. –Volvió a menear la cabeza-. Así, no vas a ligar nunca.
-No quiero novio –Respondió muy segura.
-¿No será por culpa de tu padre? –Alzó una ceja inquisitiva.
-No –Resopló ante la mención de él.- Solo que soy muy joven… Y los chicos de mí clase, solo quieren manosearte como…
-Vale, ya lo pillé… -Rió alzando las palmas de las manos en rendición-. ¿Te importa que  trate de dormir una siesta con tu hermano?
-No, yo también lo haré.
-¿A qué hora llega su tren a la estación? –Preguntó caminando hacia el salón, donde su hermano ya casi dormitaba encima del sofá.
-A las seis y media –Apagó el televisor, en donde daban dibujos-. Pero no te preocupes que ya pongo yo el despertador.

Miró en silencio por un rato las estrellas en el cielo. Eran las dos de la madrugada, cuando solo quedaban ella y Gemma despiertas. Ana y Maria, habían caído rendidas primeras en sus sacos bajo aquel maravilloso cielo. Dejándolas solas ante una enorme bolsa de galletas de tres chocolates. Se sentía bien. Había resultado ser un día muy divertido.
-Este año me va a resultar un tanto aburrida la clase de educación física sin ti –Suspiró su amiga, sacándola de sus pensamientos.
-Muy graciosa –Le hizo una mueca con la lengua-. Estas triste porque ya no tendrás a la patosa de tu amiga –Dijo, provocando que su amiga Gemma riera.
-Ahora en serio –Suspiró -. Te voy ha echar mucho de menos.
-Seguiremos hablando todos los días por el Messenger –Intentó animarlas a las dos.
-Pero ahora, nuestras vidas irán por separado –Dijo en un hilo de voz-. Y siempre hemos estado juntas. Dicen, que es muy probable que nos vayamos distanciando.
-Eso solo ocurrirá si tú lo quieres Gemma –La miró con cariño.
-No quiero perderte –Una lágrima se deslizó por su mejilla-. Sabes que para mí eres como una hermana…
-Pues lucharemos para no perdernos –Zanjó con una sonrisa-. Y ahora, deja de llorar quieres –Pidió con voz trémula-. Me pones más triste de lo que ya estoy.
-Vale –Se limpió el rostro-. Voy a dormir. Se que Maria, tiene planes para mañana.
-Dios… -Gimió al recordarlo-. Se me olvidó su afición por los museos.
-Y querida amiga, como mañana me salgan ampollas en los pies, solo tu tendrás la culpa por venirte a vivir a una ciudad plagada de museos –Le reprochó con humor y soltando un bostezo.- Buenas noches, Yola.
-Buenas noches Gemma –Dijo recostándose también en el suelo de la terraza, para taparse un poco con el saco de dormir.
Su amiga tenía razón, pensó un poco triste. Se hallaban en un punto del ciclo de la vida, que todo podía ocurrir. Era cuando unos comenzaban  a salir más por ahí con gente nueva que conocían, también comenzaban a tener novios… Y si a todo eso, se le sumaba el punto de la distancia. Aquello iba a ser un poco difícil. Admitió permitiendo que unas lágrimas cayeran por sus mejillas hasta llegar a sus sienes… Pero Gemma y ella, eran uña y carne. Siempre habían sido las más unidas. Habían sido muchas las noches  que Gemma dormía en su casa. No había tenido una infancia muy feliz, con un padre que solía llegar a veces borracho y las trataba como meros trozos de carne, a ella y su madre. Por suerte, nunca les había puesto la mano encima. Pero cuando llegó aquel día, su madre pidió el divorcio alejándola de él. Y aquellos últimos meses, había sido del revés. Gemma, había sido quien había dado las palabras de ánimo. Al moverse dentro del saco, para poder acomodarse de mejor manera, notó algo dentro. Frunciendo el ceño, metió el brazo más adentro para toparse con al pelota favorita de su hermano. Sonriendo la sacó y la lanzó al suelo, no esperando ver como ésta con su peso ligero votaba y pasaba por encima del muro, deslizándose al balcón del edificio contiguo.
-Mierda… -Gruñó en un susurro, al saber que no le quedaba más remedio que recuperarla. Era la pelota favorita de Nico.
Se incorporó en el saco y miró hacia el otro lado. No tenía porque estar nerviosa. En todo aquel tiempo, no había visto a nadie allí, ni escuchado ruido alguno, ni tampoco visto en el muro de piedra reflejarse ninguna luz proveniente del interior. Allí no vivía nadie. Con mucho cuidado de no despertar a sus amigas, se puso en pie y pasó entre ellas, para sentar su trasero sobre el muro que compartía con el balcón de al lado. Después, giró sobre su cuerpo para dejar que sus piernas quedaran colgando en el otro lado… Tenía que admitir, que algo nerviosa sí se sentía. Estaba invadiendo en cierta manera, una propiedad privada. Pero si Nico despertaba y no hallaba su pelota, nadie tendría a salvo sus tímpanos. La culpa la tenía su abuela, por comprarle la pelota con un coche de policía dibujado. Nico adoraba los coches, y más si eran de la policía. ¿Era posible, que su hermano con tres años supiera ya lo que quería ser en el futuro? Mientras que ella, con quince años aún no lo tenía claro. Medio dormida, pisó el suelo de aquel enorme balcón en forma de “L”. Soltando otro improperio a bajo tono, al no ver en aquel primer tramo la dichosa pelota. Genial, tenía tan mala suerte que aquel trozo de plástico se había deslizado a la parte más comprometida de aquel balcón.
Enderezó la espalda y prestó atención por un momento a su alrededor. No escuchaba ni un ruido que le indicara de que hubiera alguien rondando por allí. Y todo aquello  tenía que ser justo cuando llevaba su camisón… Se sentía completamente expuesta. No es que fuera transparente, pero casi, debido a lo viejo que era. Con el aliento contenido, se pegó a la pared para asomarse solo lo justo e intentar averiguar por donde paraba la pelota. En un primer rápido vistazo, solo miró hacia el frente. No pudiendo saber si la persiana se hallaba levantada. Pero encontrándose con un largo banco de madera, casi apoyado en el muro frontal. ¡Y allí debajo, estaba la pelota!
¿Por qué demonios había sido tan idiota? Pero si solo hacía unos segundos, en los que se hallaba medio oculta para intentar averiguar la existencia de alguien allí, que se recordaba de salir poco a poco. Y en un segundo, su cabeza parecía haberse quedado en blanco al ver aquella dichosa esfera de plástico, que había dado no uno, sino tres pasos hasta llegar a ella y reclinarse para cogerla. Notando cierto movimiento en su lado.
-¿No me digas pequeño demonio rojo, que los dioses te han soltado aquí en mi terraza para limpiarme la ropa?-Soltó con gran sarcasmo la voz que quería olvidar de aquella mañana.

9 comentarios:

  1. Romance adolescente, me gusta! prota pelirroja y con el nombre de nuestra Yola, me encanta! Balcón de por medio, interesante!!!
    Me encantó Brujis, quiero más y más!!!

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  2. me encanto el primer capitulo y sobre todo por q trae el nombre de yola me parece divertido, aunque hechare de menos ocultandose al amor

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  3. ¡¡¡Que fuerte!!! Sabia que mi nombre iba a aparecer en alguna historia, porque alguien lo comento, pero hasta que no lo vi ni me lo creia jajaja.
    Es una historia muy entretenida, aunque como dice Kris, se echara de menos las peleillas de Santino y Jaime jajaja.
    Besos

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  4. ¡¡Que risa!! Mi nombre aqui, es muy raro leerlo jajaja. Me acuerdo que alguno lo comento, pero claro, no le puse mucha importancia jiji. Gracias por acordarse de mi jiji (me da hasta verguenza jiji).
    Mi linda la historia, con ganas de mas, pero como dice Kris se hechara de menos las escenas divertidas de Santino y Jaime jajaja.
    Besos

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    1. P.D.:
      Mira tu, dos comentarios mios jajaja. Explico: comente el primero pero cuando lo publique no lo vi, pues volvi a comentar. Y cuando lo publico, pues aparecen los dos jajaja, que risa :)

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  5. Gracias por que os guste el nuevo cuento. Y sí, ya te avisé Yola que habría una historia con tu nombre. La sigueinte será con nuestra quierida Ashes... Y ya la tengo seleccinada en mi mente. No, no digo de que va a ir ***¨*swd´w+f (guiños) jejejejje

    Y en referencia a Ocultandose, si ya llega a su final. Lamentandolo mucho, se merecen estar juntos para siempre esos dos

    Y Nata, de adolescentes adolescentes... De momento si. Pero luego no.. Aunque ya sabemos, que segun la marcha que la vamos creando opdemos cambiar el destino rapido. jejejeje

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