viernes, 20 de julio de 2012

Doble trampa 10

-Había pensado -Se levantó del sillón y caminó hacia ella con cierta cautela-. Solo es una idea, no quiero que me tires nada a la cabeza por ello...

-Me estas asustando -Se echó a reír.

-OH, no... Es solo, que creo que deberías de admitir que éste juego te está gustando. Admite, que te encanta que te bese y admite, que ya no sientes ese odio  que decías sentir hacia mí...

¡Sí!. Pensó hipnotizada, por la sensualidad de su cálida voz y su cercanía. ¡Maldita sea, estaba ardiendo por dentro!


-Sabes querido, puede que tengas un poquito de razón -Le señalizó con los dedos-. Admito, que no siento odio hacia ti. Y admito, que puede que esté empezando a gustarme éste juego de besarnos.

-Pues francamente querida -Hizo seña en la última palabra con burla-. Ten cuidado, por que quien juega con fuego acaba quemándose -soltó en tono Reed Badlertt y salió del despacho en busca de sus amigas, dejándola con la palabra en la boca. Podía ver que algo estaban tramando. Lo detectaba en las miradas risueñas, que no paraban de transmitirse disimuladamente. Pero le daba igual. Lo que le gustaba es que ella volvía a estar un poco nerviosa.


-Sabrina no te enfades conmigo -Empezó Marta-, es que no pude resistirme a ello...

Intentó disimular, que le importaba un pepino lo que fuera a sacar de aquel bolso. Pero francamente, sabía de la a advertencia de Thom sobre aquellas cuatro arpías, que trabajaban para él. Finalmente, por encima de su copa de vino pudo vislumbrar que lo que estaba sacando del bolso, era una abultada revista... ¡De novias! Inmediatamente, la risa que se le formó en la garganta hizo que se atragantara y empezara a toser como un loco.

-¡Dios, Lucas! -Se le acercó Sabrina, palmeándole la espalda mientras intentaba aguantarse la risa como hacían sus otras tres amigas. Había que ver lo poco que se diferenciaba a todos los otros hombres. Eran ver algo blanco y con cola, que salían por patas-. ¿Te encuentras bien, mi vida? -Preguntó con gran burla.

-Sí, es solo que me he atragantado con el trago que le di al vino –Carraspeó un poco-. Haber que tienes ahí, Marta.

Divertida, le pasó la revista para ver su reacción desde primera fila.

-Bueno, es un tema más bien de mujeres. Pero nunca sobra la opinión masculina.

-A mi me gustas con lo que sea -Comentó con voz dulce, mientras ojeaba detenidamente varios modelos-. Pero creo que con un corte sencillo, estilo romántico como éste de aquí estarías preciosa.

Por un momento, permanecieron las cuatro calladas y mirándolo con un poco de mosqueo.

-Creo que tienes razón -empezó Marta-. Pero no se, siempre me ha gustado el típico vestido de princesa. Es un día muy deseado para la mujer, el poder lucirse bella ante la mirada de todos los invitados...

-Pues creo, que mejor mi estilo. Pues podrá moverse mejor, sin tener que desplazar tantas capas de ropa. Date cuenta, que siempre suelen ser grandes las salas y no paráis quietas –Defendió Lucas su idea.

-¿Entonces, tu intención es de celebrar una gran boda? –Preguntó una de ellas.

-Sí, lo siento mucho cariño -la miró con burla-. Pero dado mi trabajo, tendré que invitar a muchísima gente que no conoces.

-¿No te molesta tener tan poco tiempo para casarte? –Preguntó interrumpiendo Karolaine.

-Me molestó un poco, que Sabrina se dejara dominar por mi madre –sonrió mientras buscaba su mano y le daba un apretón-. Y también, que fuera ella quien se me adelantara. Pero estoy deseando que llegue el día.

-Tendréis que fijar fecha pronto... -Inquirió Marta-. Bueno, en realidad creo que ya deberías de tenerla.

-Es lo que espero solucionar a lo largo de ésta semana. ¿Verdad cariño? –La miró risueño.

-¿Sabrina? -Empezó Karolaine-. ¿Te encuentras bien, llevas prácticamente toda la comida callada?

-Mmm... -La miró con rabia-. Sí, estoy bien. Me gusta escucharos hablar... –El teléfono de Lucas, empezó a sonar interrumpiéndole.

-Lo siento chicas, me ha salido una urgencia -Se giró a ella-. A la noche te llamaré. Invito yo a la comida -Acto seguido, se inclinó y en un gesto rápido le robó un beso-. Adiós.

-Adiós -Dijeron al unísono las cuatro.

-Sabrina, se supone que ibas a estar chinchándole...-La criticó Marta.

-¿Cómo? -Preguntó malhumorada-. Maldita sea, a veces creo que...

-¿Qué, qué?-Preguntó Karolaine intrigada.

-Que nos lleva la delantera, es como si supiera nuestros movimientos.

-Eso es completamente imposible -Aseguró Susan.

-Es solo, que el guaperas sabe defenderse -Rió Marta.

-Parece como si aceptara la idea de que fuéramos a casarnos.

-Perfecto, eso sería perfecto -Señaló Susan-. Lo tendrás mucho más fácil para lo que quiere Sophía.

-Pero yo quería trazar nuestro plan y poder evitar así, todo lo otro –Protestó con pucheros-. Quería que fuera él, quien saliera corriendo... Y como la cosa siga así, seré yo quien lo haga.

-No nos impacientemos -Comentó Marta-, venga solo hay que mirar cual de los dos caminos sale a nuestro encuentro... Allí, es cuando veremos lo que tenemos que hacer.

-¡Ah, pero tú sabes lo que hay que hacer! Por que yo ya no... –Protestó negativa e histérica.

-Primero hay que calmarse...Créeme, es lo mejor -Señaló con timidez Karolaine-. Si quieres un consejo, metete al gimnasio ésta tarde. Verás como en una hora te desaparece toda la frustración que lleves encima.

-No, mejor me voy de compras. Así, pensaré un poco en todo éste lío.

-Bueno, creo que también sirve como terapia -Rió la chica joven.

-Decirle a Thom, que más tarde lo llamaré -Les indicó mientras se levantaba de la mesa, preparada para el saqueo de tiendas-. Hasta luego.


A media tarde, le sonó el móvil indicándole que tenía un mensaje en la bandeja de entrada. Pasándose las bolsas a una sola mano, sacó el aparato y miró quedándose de piedra. “veo que no trabajas ésta tarde. Podrías haberme llamado y te habría acompañado encantado. Lucas.”. Miró a su alrededor, y sí, allí se encontraba el responsable de aquel mensaje mirándola divertido desde la mesa de una cafetería. De acuerdo, suspiró profundamente. No le quedaba más remedio que acercarse y seguir con todo el plan que había elaborado con las chicas.

-Hola cariño -Dijo con buen humor, una vez que se detuvo delante de él. Y pillándolo desprevenido, se agachó y le plantó de pleno en sus labios un encantador beso.

-¿Y eso? -Preguntó brindando una encantadora sonrisa-.Creo que no hay nadie de la oficina por aquí.

-Oh, es por si hay algún periodista siguiéndome. Mejor que tengan una dulce imagen a mi cabreo contigo...

-Si es por eso, era muy sosa tu representación -Comentó levantándose de la silla, al tiempo que la rodeaba con sus brazos y se inclinaba un poco para besarla, no sin antes susurrarle-. Aprende de un maestro, de como se recibe al amor de tu vida.

¿Quién decía que el séptimo cielo se alcanzaba una vez muerto?... Pero si se le habían puesto todos los pelos de punta, con la sensación tan dulce que estaba viviendo.

-Ahora sí, que tendrán una buena instantánea.

-Ejem... -Carraspeó un poco-. Ya te digo, pero mejor que te controles un poquito.

-Cariño, si tú quisieras...

-Me refiero, a que tampoco hace falta competir por un Oscar.

-Una vez más, me demuestras mi niña lo mucho que te hace falta pasar una noche conmigo -sugirió divertido y empleando un tono seductor.

-No me digas -Comentó con ironía, para cambiar de tema-. ¿Ahora te divierte darles coba a mis amigas?

-¿Perdona?-Preguntó haciéndose el inocente.

-Que no las animes con la boda. Un hombre cualquiera, no habría hecho ningún comentario sobre un vestido de novia.

-Tampoco es para que te enfades. Hay que representar que nos queremos, hasta que veamos que ha llegado el momento adecuado de romper.

-¿Por qué lo crees todo tan fácil?-Se quejó molesta.

-Siéntate, que te invito a un café.

-Me sabe tan mal por la gente -Suspiró-. Es mucha la que me ha felicitado por mi inminente boda... Y parecían tan contentos.

-¿Quieres que lo zanjemos todo ahora? –Preguntó con sumo interés.

-Y que excusa ponemos... Estoy segura de que lo descubrirían todo.

-Vaya, no sabía que sufrías tanto por ello -Soltó un poco pesaroso-. Como últimamente te veía tan animada.

-Es que estoy en uno de esos días del mes y siempre me deprimo un poco -Sonrió débilmente.

-¿Entonces qué me dices?

-Seguir un poco más, por tu madre -intentó parecer un poco resentida-. Estoy segura que seria la primera en averiguar todo y poner el grito en el cielo... -Lo miró con seriedad simulada-. Con todo esto, no quiero que pienses que es una trama mía para conseguirte al final en el altar, como sugeriste anteriormente.

-Tranquila mujer, te conozco lo suficiente -Dijo con un brillo un tanto extraño en la mirada.
-Bien -Con el trago a su café, pudo esconder la sonrisa de victoria que tenía fijada en los labios. Había funcionado. Un poco de carita de pena y Lucas, se creía que todo era por su madre. ¡Y un cuerno!-. ¡Huy, que tarde es! Thom, tiene que estar esperándome en el despacho -Se excusó falsamente.

-Como quieras, pues nos vemos pronto -Intentó acercarse a ella para despedirse como deseaba, pero la chica fue muy rápida viendo sus intenciones y alejándose veloz.

-Otro día, creo que por hoy los periodistas ya tienen suficiente material –Le guiñó el ojo y salió corriendo con una gran sonrisa.

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