viernes, 20 de julio de 2012

Magia En Nottingham 8

A las nueve de la noche, con mal humor se dirigía a lo que eran sus aposentos privados. Tenía más o menos una hora para cenar, antes de ir hacer la ronda de apagar las luces del ala de los dormitorios.
Estaba enfadada. A decir verdad, llevaba enfadada desde que Drake le dijera aquello ¿Quién se creía que era? Un hombre muy listo, desde luego… Aceptó de mala gana. Sabía más o menos, el por qué de su carácter hacia él. Pero lo llevaba  muy difícil, si se creía que iba a caer en sus brazos. Era, lo único que le faltaba apuntarse a la agenda sobre tareas. Ya tenía suficiente con sus libros de magia y la energía, que iba por ahí suelta acosándola, como para sumar ahora que su jefe quisiera seducirla… Si todo hubiese sido diferente, quien sabría ¡Que tonterías decía! Si hubiese sido diferente, es decir, si supiese utilizar la magia estaba segura de que no estaría allí… Y quien sabe, si su perspectiva hacia los hombres también sería diferente.

Fue al acercarse a su puerta, que notó aquel delicioso olor a tarta de cerezas ¡Un momento, no era temporada de cerezas! Abrió la puerta con sus llaves y allí tenía la respuesta. Sus tías, estaban en lo que era su sofá leyendo sus anotaciones sobre conjuros  y… La mesa puesta. Lo que le faltaba, se suponía que allí iba a tener tranquilidad ¡Y un cuerno!
-¡Hola cariño! –La saludó animada Amalie, mientras tejía un jersey al lado de Giselle.
-Hola tías -Las saludó, sin ocultar el tono amargo por el fastidio.
-UY, veo que no vienes con muy buen humor -Comentó Giselle, sin levantar la mirada de sus anotaciones-. Eso no te ocurriría, si te hubieses quedado en casa.
-Mejor me callo… -Le dio como respuesta ante su comentario.
-Muy bien, como quieras -Siguió leyendo en silencio.
-¿Te resulta interesante? –Le preguntó Ziria, yendo a ponerse delante de ella con los brazos en jarra.
-Sí, son datos muy interesantes ¿De dónde los conseguiste?
-De unos libros que hay en la biblioteca.
-¿De ésta biblioteca? –Preguntó extrañada.
-Sí, porque lo ves extraño.
-Por qué no son libros, para que estén en ésta biblioteca ¿Sabes lo importantes que son? Por no mencionar su valor…
-Lo sé… Pero no os podríais imaginar la de libros antiguos que hay en ella, dispuestos a los alumnos –Señaló Ziria.
-¿Sirvo ya la cena? –Interrumpió Amalie con voz dulce.
-Por mí si… -Respondió Giselle.
-Este es otro punto, del que hay que hablar… -Remarcó ella, yendo a sentarse junto sus tías a la mesa-. No podéis hacer esto… -Suspiró con cierto pesar por sus palabras.
-¿El qué? –Preguntó Amalie, mientras empezaba a servir la deliciosa sopa de fideos.
-El venir aquí sin avisar… Os pueden descubrir.
Pero ninguna le hizo caso a esa observación…
-¿Y todos son sobre historias? –Volvió  a preguntar Giselle, interesada en los libros-. ¿Has visto alguno de conjuros?
-Aun no eh tenido tiempo de investigar tanto –Soltó un tanto exasperada.
-Me gustaría echarle un vistazo -Susurró Giselle.
-¡Ni hablar! –Dejó la cuchara en el plato con mala gana-. Os podrían descubrir.
-Sabes que eso es muy difícil –Rió su tía Giselle.
-No quiero arriesgarme  -Señaló con enfado.
-¿Te gusta la sopa? –Preguntó Amalie, que como siempre iba a su rollo-. Querida, te eh preguntado…
-¡Sí, sabes que sí! –Respondió un poco alterada.
-Perdón, no quería molestar… Yo solo… -Comenzó a disculparse la mujer mayor.
-Lo siento… -Se disculpó la joven-. Perdonadme por mí carácter… No eh tenido un buen día. Pero quiero que lo entendáis, no podéis presentaros de esta manera aquí.
-Lo único que hacemos, es preocuparnos por ti tesoro  -Habló Amalie.
-Lo sé… -Les sonrió con cariño-. ¿Sabéis algo de esa energía?
-No –Habló Giselle-. Por eso me gustaría ver esos libros.
-¡Pero hay cientos de ellos!
-Me da igual, si me tiro un siglo para verlos -Protestó Giselle-. Yo no quiero que te ocurra nada, tesoro.
-Pero no notasteis que fuera negativa… -Señaló.
-Cierto, pero a veces solo buscan  protegerse también…Y si notan, una energía positiva a su lado que les pueda causar dañó, ellas atacan… -Alertó Giselle.
-Pero yo no voy hacerle nada -Protestó Ziria.
-Ya… Pero ellas no preguntan, simplemente actúan –Volvió a indicar Giselle.
-¿Y no hay algún modo de ponernos en contacto con ella?
-Lo hemos intentado –suspiró con pesar-. Pero o bien es sorda, o nos ignora…
-¡Genial! –susurró frustrada-. Tengo una energía que va  a su aire.
-¿No la has visto o notado? –Preguntó Amalie.
-No, además eh tenido la cabeza en otros montes –Soltó un tanto amarga-. ¿Vosotras la notáis?
-Sí –Habló Giselle-. Cuando venimos aquí, sentimos que late flojito en algún rincón de ésta escuela.
-Raro, que no hayáis ido a buscarla -Señaló con cierta ironía.
-Para que, si sabemos que sino quiere ser vista se ocultará –Se alzó de hombros Amalie.
-¿Por qué estará aquí? –Preguntó Ziria pensativa-. ¿OH, quien será?
-No creemos que se trate de nadie -Le informó Giselle-. Simplemente, que es una energía positiva. Con mucho poder, eso sí…
-¿Qué quieres decir? –Alzó una ceja.
-No sé cómo explicarme… -Dio un sorbo a su vino-. A veces, simplemente son objetos que alguien les ha dado esa energía.
-¿Y para qué? –Se interesó Ziria.
-Simplemente porque así lo querían  o deseaban. Antiguamente, digamos que en otro siglo para enfocarnos mejor… Algunas brujas con poderes, cuando iban a morir depositaban su magia en algo… Y ese algo, algunas veces evoca esa energía.
-No entiendo nada… -Señaló ella.
-Deja, ya lo explico yo… -Intervino Amalie-. Hay brujas, que distan de un gran poder de sabiduría… Y cuando fallecen, ese poder no muere con ellas. Pero tienen dos opciones… Una, sembrarla en un lugar bello y lleno de magia… Obviamente, no vista para los humanos normales y corrientes… Y opción dos, la depositan en un objeto con el fin de entregársela a otra persona…
-Vaya… -Habló intrigada.
-No irá a cualquiera, solo ira hacia la persona que ese objeto nota que utilizará para bien esos poderes, es decir alguien que se los merezca. Alguien que sea exacta, a las condiciones que pusiera aquella bruja. A veces, no puede hallarla nunca.
-Que intrigante…
-Ya, pero lo que queríamos decirte –Volvió hablar Giselle-. Es que cuando notan, otra energía… Es decir a ti… Se pueden sentir como que un poco amenazadas, por eso sienten la necesidad de protegerse atacando.
-Y eso, crees que es lo que me ocurrió.
-Exacto...
-De manera, que votáis por que en el colegio hay un objeto con tal poder y que se halla oculto… -Señaló sorprendida.
-Sí.
-Genial, lo que me faltaba –Alzó los ojos-. Un objeto, que se cree amenazado por mí -Soltó irónica-. Una patética bruja como yo.
-Ziria, no digas eso… -La regañó Amalie.
-Lo sé… -Suspiró-. Bueno, me temo que os abandono. Me toca hacer ronda…
-¿Si quieres? –Comenzó hablar Giselle, pero la cortó veloz.
-¡Volved a casa, nada de acompañarme! –Las amenazó con el dedo y seria.
-¡Vale, vale! –Respondió Amalie alzando las manos en defensa.
-Estaré bien, no os preocupéis –Suspiró por todo lo que estaba ocurriendo. Aquello resultaba estresante.
-De acuerdo, pero danos un beso niña… -Volvió hablar Amalie con cariño.

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