Y que se
suponía que debía ponerse? Había ropa de vestir que podía ser cómoda, pero para
ella aquello era ponerse unos desgastados tejanos, con bambas y jersey. Seguro
que si la llevaba algún sitio formal, aquello no era apropiado. ! ¡A quien
pretendía engañar! Eran las seis de la tarde y se encontraba delante de su
espejo, sin saber que ponerse. Estaba muy nerviosa. Aunque no quisiera
admitirlo, se sentía atraída por Lucas... Algo le decía, que Sophía la había metido
en un gran lío. Su
prioridad era darle una lección a Lucas. Pero por otro lado, le seducía mucho
la idea de que un atractivo hombre la mimara como amante o lo que fuera...
Aquel era su gran dilema ¿Por qué se tenía que haber cruzado un hombre como
El timbre
sonó sacándola de sus pensamientos. ¿Quién podía ser? ¿Lucas? ¿Ya? Esperaba que
no...Cerrándose el albornoz con gran fuerza, fue abrir la puerta para soltar
una exclamación de sorpresa.
-¡Son las
seis! ¿Qué haces aquí? -Preguntó de forma acusadora y sonrojándose un poco, al
ver como Lucas disfrutaba de la visión haciéndole un lento repaso, para soltar
una silenciosa sonrisa, cuando ella ante aquel escrutinio se aseguró de que el
nudo estaba bien apretado.
-Estaba
deseando venir a buscarte, supongo que impaciente por disfrutar de mi primera
cita con mi novia. Estas preciosa -Señaló y acto seguido se adentró en la casa-.
Me gusta, pequeña pero acogedora.
-Aún queda
una hora.... -Protestó ella.
-Sí, pero
supongo que para ponerte unos tejanos y un jersey, no hace falta tanto tiempo.
Fue
entonces, cuando reparó en él. Iba vestido de sport, con unos tejanos, jersey,
bufanda y abrigo de paño... Listo para embotellarlo y venderlo como elixir sexual.
¿Sabría lo irresistible que era vestido de aquella manera tan sencilla?
-Vine
antes para avisarte de que te vistieras de sport...Es necesario para nuestra
cita -Sonrió maliciosamente.
Aquello es
lo que la preocupaba ¿Qué tipo de cita iban a tener? Siempre había pensado que
Lucas solía llevarte a lugares muy elegantes y caros. Así, las tres cuartas
partes de sus citas estaban metidas en su bolsillo sin hacer nada. Pero él
sabía, que ella era diferente. Admitía que también le gustaban aquellos
lugares, pero no como una primera cita para presumir delante de la chica.
-¿Y puedo
saber a dónde me vas a llevar?
-No.
-¿Por qué
no? -Parecía una niña pequeña haciendo pucheros.
-Vístete y
lo verás –Le dijo divertido por el comportamiento de ella.
-Pues
ahora no me visto, hasta que no me digas donde vamos... –Amenazó en tono
bromista.
-Tú misma
-Se acercó a ella peligrosamente-. Te doy tres segundos, para que desaparezcas
por esa puerta hacia tu dormitorio...
-No me dan
ningún miedo tus amenazas –Lo miró con altanería.
-Como
quieras, entonces no me quedará más remedio que tenerte que quitar yo mismo el
albornoz -Soltó la amenaza divertido-, y créeme cuando te digo que no me
importaría para nada el... -No acabó. Sabrina ya había cerrado la puerta de su
dormitorio-. Vaya si que eres rápida -Susurró.
¿Un centro
comercial? ¡Estaban entrando en el parquin de un grandioso centro comercial! Aquello
tenía que ser una broma. Miró de reojo a Lucas, pero no notó ninguna expresión
rara. Bueno tampoco sabía que expresión debía de tener. Estaba asombrada, le
había hecho cruzar media ciudad el día de San Valentín, para llevarla de
compras... ¿Qué estaría tramando?
-Vaya -No
pudo el estarse callada, su curiosidad era mayor a su prudencia-. Hay que decir
que me tienes muy intrigada por el momento.
-¿Por? -
Aunque intentó disimularlo poniendo un tono de indiferencia, se le escapó una
pequeñísima sonrisa.
-Esto -Sonrió
abarcando con los brazos el aire que la rodeaba-. Yo me esperaba un lugar
más...
-¿Romántico?
-Puntualizó él divertido-. ¿Te esperabas un restaurante caro, con la dulce luz
de las velas?
-Pues...
Francamente, sí -Lo miró directamente a los ojos.
-Espera...
-Soltó lo siguiente con cierta ironía-. Seguramente crees que también cuando
una mujer ya no me interesa más, le hago entrega de una pequeña cajita en donde
hay una preciosa joya.
-Solo era
un comentario -Lo miró un poco enfurruñada por la acusación-. Lo demás, me lo
has puesto tú en la boca.
-¿Me vas a
decir que no lo piensas? –Alzó una ceja.
-Si vas a
ponerte en éste plan, mejor me dejas en mi casa –Expuso concisa.
-La
verdad, eso de la joyita no lo he hecho nunca -Empezó hablar hasta detenerse
enfrente de ella-. Pero lo de la escena romántica, sí. Creo que lo hacemos
todos -Sonrió-. Pero no te creas, eso de que tengo una novia cada mes.
-Bueno, no
creo que digan más eso -Señaló divertida-. La gente cree que soy la
definitiva...
-Por eso
estamos aquí, como se supone que somos dos prometidos enamorados, la fase de las
velas con cena romántica, ya está más que superada... Así que nuestro
comportamiento puede ser como el de una pareja más... –Sin previo aviso la besó
levemente en los labios.
-¡OH! -Estaba
sorprendida. Todo aquello se iba complicando cada vez más. ¿De verdad era buena
idea seguir con aquel plan adelante? Con las típicas cenas de seducción, podría
saber por donde atacaría él. Pero con aquel plan, no sabía cuales serían sus
movimientos.
-¿Qué me
dices de ir al cine, cenar algo por aquí y ya veremos que más podríamos hacer? Supongo
que por ser San Valentín hacen alguna cosa especial...
-Bueno,
las dos primeras sugerencias no pintan mal -Comentó soltando un profundo suspiro.
-¡Mujer!
-Soltó una carcajada-. Que poca ilusión de pasar unas horas conmigo.
-Es que
siendo el día de San Valentín, aquí estoy sin novio...
-¡EH! -Se
llevó una mano al corazón, haciéndose el ofendido-. Tienes a tu lado a un
atractivo hombre, que es el soltero más deseado...
-Dirás, a
un seductor empedernido.
-Lo de
seductor me gusta, lo otro no... -Sonrió con dulzura-. Además tienes que
disimular bien. Se supone que realmente tienes a alguien para celebrar ésta fecha.
-Menudo
cuadro, la hiena y el corderito.... -Rió.
-Andando
preciosa -Le cedió el camino, mientras alzaba los ojos al cielo.
Thom, se
encontraba en su despacho sirviéndose un café cuando la puerta se abrió
sigilosamente.
-Sírveme
también uno, pero que sea doble -Pidió una apagada Sabrina, sentándose en el
sofá y cerrando los ojos.
-¡Buenos
días a ti también! -Exclamó sonriente, mientras le acercaba una humeante taza.
-Mmmm...
-Abrió un ojo, para coger la taza y darle un buen sorbo para retirarla veloz de
sus labios-. Esto es un café con leche, por qué demonios...
-Eres
inaguantable sin él, imagínate con doble ración -Bromeó Thom.
-No estoy
para bromitas, tengo mucho sueño... -Dio nuevamente un buen trago de la taza.
-Cariño,
hay que ver como pasas de un extremo a otro -Soltó sin más su jefe.
-¿Cómo?
¡Dios odio estar así de cansada! –Soltó un profundo suspiro.
-Pues de
no tener una constante vida sexual, a querer recuperarla en una sola noche. Tendré
que decirle a Lucas... -Cojinazo en la cara.
-Tengamos
el día en paz, Thom -Sugirió amenazante con ojos entrecerrados por encima de la
taza.
-En paz si
que te quedaras, como no te levantes de mi sofá... Estas a poco de quedarte
dormida en él. ¿Pero qué habéis hecho? –Preguntó aguantándose la risa.
-Nada,
solo salir hasta las tantas.
-Te estas
haciendo vieja, eh... –Rió para cambiar de tema-. Ha llamado el cuñado de Lucas.
Tu reportaje le ha encantado y el concurso, ha sido un éxito. Así que tenemos
una cena pagada ésta noche en su restaurante.
-¡Que
bien! Cuando sea la hora perfecta para
ti y Helen, me lo dices....
-De
acuerdo, bueno me voy durante toda la mañana de visita con Susan. Tenemos que
buscar un lugar para celebrar el décimo aniversario de la revista... Así, que
si prefieres quedarte en mi despacho para trabajar, es todo tuyo.
-No lo
creo, ya tengo parte del trabajo empezado y me da pereza tener que trasladarlo
aquí -Se desperezó lánguidamente y se levantó-. Me pondré en marcha antes de
que me quede dormida.
Unas horas
después.
-La puerta
de su despacho se abrió de golpe, para dar paso al escuadrón de las
chismosas -Comentó con sarcasmo y humor
Sabrina, al ver aparecer a las dos mujeres-. Creo que me voy a dedicar a
escribir...
-Muy
graciosa -Señaló Marta con una mueca.
-Ya que te
has encerrado aquí, sin intención de salir a respirar un poco. Hemos decidido
de traerte el aire y la comida -Sugirió karolaine.
-¿O tienes
cita con tu prometido? -Bromeó Marta.
-Sabéis,
creo que voy a empezar a tener una lista negra... Y a que no adivináis que dos
la encabezan –Dijo con ironía.
-¿Qué
quieres qué haga? No puedo morderme la lengua, cuando se os ve tan bien en las
fotos... –Siguió con el mismo humor.
-¿No me
digas que hay más fotos? –Preguntó con fastidio Sabrina.
-Sí -Comentó
Karolaine-. Sales en un par, paseando por el día de San Valentín.
-Bueno,
solo son dos revistas y no la mayoría -Suspiró aliviada.
-No me
gusta lo que estas haciendo -Soltó de sopetón Karolaine, mientras sacaba la
comida china de las bolsas-. Bueno, por un lado entiendo...
-Lo que
karolaine quiere decir, es que nos preocupa que te enamores de él -Explicó
Marta con preocupación en la voz-. Sabrina, por mucho que quieras darle una
lección sabes que acabarás haciéndote daño...
-Chicas...
-¿No
entiendo por qué quieres hacerle eso? ¿Por qué te lo pide su madre?-Preguntó
Karolaine-. De acuerdo que quiera utilizarte para tapadera con su madre y
llevarte a la cama, ese es otro motivo...
-Y porque
se cree que con chasquear los dedos, tiene a quien quiera...
-Y tú,
pobre de ti quieres hacerle ver que no
tiene a todas las mujeres a sus pies-Concluyó Marta.
-¡Estás
tonta!-Soltó Karolaine enfadada-. Sabrina, es un magnífico hombre, un gran
seductor. En menos que canta un gallo caerás profundamente bajo su hechizo...Es
imposible, cualquier mujer que reciba su más mínima atención queda prendada de
él.
-Me da
igual, quiero hacerlo –Señaló tanjante.
-Nosotras
ya te hemos advertido -Señaló Marta.
-Gracias
por todo, pero quiero hacerlo.
Eran las
siete de la tarde, cuando Lucas cruzaba por las puertas del edificio XIV. Lo
hacia silbando un ritmo alegre. Se sentía muy bien después de pasar una
magnífica velada de San Valentín. Estaba completamente seguro de que tenía a
Sabrina un poco más metida en el bolsillo. Después de todo, iba a tener que
darle las gracias a su madre. Aún no sabía que tramaban, pero sí que le iba bien.
Sabrina se veía comprometida a quedar con él y aquello iba a servirle para conseguir
su plan.
-Hola
Marta – Saludó a la joven, que se encontraba recogiendo para marcharse.
-¡Lucas! -Se
giró sorprendida para mirarlo por un segundo y acordarse de las palabras de su
amiga. Como decía ella, la hiena había llegado.
-¿Está
desocupada Sabrina?
-Pues no
lo sé, hoy no se encuentra Susan -Se excusó-. Ella es quien lleva la agenda de
Thom y Sabrina, así que no puedo decirte nada concreto... Pero si quieres miro
en su despacho, por si está trabajando aún.
-No
importa -La detuvo-. Ya voy yo, me acuerdo de donde lo tiene.
-Como
quieras... -Lo miró con gran recelo. Sabía que a Sabrina le gustaría ser
avisada de su visita, pero con tanto trabajo no sabía si rondaba por la
oficina-. Hasta luego.
-Adiós -Se
despidió con sonrisa felina.
Llamó dos
veces, pero nadie respondía desde el interior. Optó por entrar, encontrándose
con el despacho a oscuras. Allí no había nadie, pero al ir a cerrar la puerta
reparó en el bolso colgado del perchero que había al lado de ésta. Al menos aquello
indicaba que se encontraba por el edificio, así que lo más seguro sería esperarla
allí. Le dio a uno de los interruptores y se encendió una tenue luz encima del
escritorio. Se dirigía al sofá que había de espaldas a él, para sentarse allí y
que no diera con su presencia nada más abrir la puerta. Cuando se llevó una
agradable sorpresa. Sabrina estaba estirada en el sofá profundamente dormida.
No pudo evitar mostrar una sonrisa de pilluelo y se acercó a ella, para empezar a darle suaves besos por su rostro. No
podía dejar de mostrar una mirada risueña, pues sabía perfectamente cual sería
la reacción de ella. Al ver que por el momento no había ningún tipo de
movimiento, decidió estirarse a su lado con mucho cuidado para no despertarla
aún. Una vez acomodado, cogió la mano femenina y la dejó apoyada en su pecho,
después una de sus piernas por encima de
las suyas. Estaba listo. La miró un segundo y seguidamente empezó a susurrar su
nombre, mientras le iba dando pequeños mordiscos en el ovulo de la oreja.
-Sabrina,
cariño...-Ante su voz, se movió un poco acercando su cuerpo más al de él, sin despertarse
aún, mientras se le dibujaba una tierna sonrisa en los labios-. Sabrina, es
hora de levantarse y marcharse...
-Mmmm...
Un poquito más, estoy muy bien así - A Lucas se le anchó un poco más la
sonrisa, al ver como enseguida fruncía el ceño al darse cuenta de que algo no
iba bien. Uno, dos, tres, cuatro...Hasta allí contó mentalmente antes de que ella
despertara del todo-. ¡Pero qué hacemos! ¡No, un momento! ¿Qué haces tú?
-Creo que
está muy claro -Sonrió-. Vine, te dije que te levantaras y tú, me pediste que
un poquito más pero que te hiciera compañía.
-¡Ha! Con
ese cuento a otro lado guapo.
-Siempre
quise saber si el cuento de la bella durmiente era cierto. ¿Tú no? -Soltó en
burla.
-Primero,
te hace falta a un príncipe -Se mofó.
-Muy
simpática...Encima que eh venido a despertarte, sino ya te veías pasando la
noche aquí.
-Tú tienes
la culpa de que esté hoy agotada –Refunfuñó.
-Cariño,
di más bien cansada. Cuando te agote, no podrás ni...
-¡Lucas!
-Lo interrumpió para ver con irritación, como éste se reía a carcajada.
En aquel
momento, la puerta se abrió haciendo que sus pulsaciones se pusieran a mil por
hora, no quería que nadie la viera de aquella manera con él.
-Sabrina llevo
llamándote varias veces-Le habló Thom-, y como vi tu coche y me extrañó... ¡Ah, hola
Lucas!...
-¡No!
-Exclamó levantándose del sofá, empujando en el intento a Lucas-. No es lo que parece.
-Querida,
a mi no tienes que darme explicaciones es tu vida –Los miró el hombre
fijamente.
-¡Pero si
a sido cosa de ésta sabandija! –Protestó indignada.
-Sabrina,
me hieres profundamente con tus palabras -Comentó Lucas entre un amago de
sonrisa.
-Eres un
maldito cretino -Lo volvió a empujar, consiguiendo librarse al fin.
-¡Chicos,
ya basta! Me da igual lo que os traigáis entre manos ahora. Siempre estáis
discutiendo y a la que me doy la vuelta, os estáis besando como dos tortolitos.
-¡Thom!
-Protestó Sabrina por su acusación.
-¡Qué! Me
vas a dar una de tus tontas explicaciones como siempre... Acéptalo de una vez
-Suspiró-. Sois tal para cual. ¿Y ahora, os venís a cenar con Helen y conmigo
al hotel Roma? Te recuerdo que tenemos cena gratis.
-Yo me
apunto- Dijo Lucas.
-¡No
puedes! -Protestó Sabrina con mal humor.
-Claro que
puedo -Sonrió él.
-Ellos son
mis amigos, tú eres....
-Tu
prometido. ¿Te acuerdas? –Alzó una ceja-. Y también son mis amigos.
-Pues
entonces, yo no voy -Dijo, cruzándose de brazos.
-¡Oh,
venga! Que no sois un par de críos para jugar así -Acusó Thom-. Yo tengo
hambre, voy para el ascensor y no te doy más de un maldito minuto.
-¡Thom!
-Lo llamó con desesperación.
-Es fácil,
solo tienes que ponerte el abrigo y seguirme -Sugirió Lucas.
-Típico
machista. ¿Mientras te sigo, tengo que mover la colita de forma servicial?
-Sabrina,
Sabrina... -Sonrió derrochando sensualidad por todo su cuerpo-. Llegará el día,
que quien se ría de todo seré yo.
Dicho
aquello, se dio media vuelta y emprendió el camino en busca de Thom. Pero a
mitad del pasillo, lo alcanzó ella con el abrigo y el bolso en mano.
-No lo
creo -Lo miró con malicia por encima de su hombro, mientras pasaba a paso más
ligero por su lado-. Algo me dice que entre tú y yo, siempre saldré ganando. Te
recuerdo que soy más joven y con ideas más...
-Y te
recuerdo que yo soy un zorro viejo, cariño... -Estaba seguro, que en algún
momento a Sabrina o a su madre, se les escaparía algo de lo que tramaban. Y es
entonces, cuando él aplicaría todas sus ideas sobre esas dos.
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