Al día siguiente.
Eran
las ocho de la mañana, cuando aún se encontraba sentada en su cama intentando
repasar un poco sus apuntes. Cuando su concentración fue interrumpida por el
grito de terror de su amiga. Dejó todo de lado y saltó de la cama, casi
matándose por el largo de la bata de Alex. Abrió la puerta del dormitorio y se
quedó un poco perdida al verlo pasar a él de largo completamente desnudo y
dirección a la cocina, de donde había provenido el grito.
Justo
a punto de llegar aquella parte del piso, volvió a escuchar gritar a su amiga y
ordenándole al hombre que se tapara. Y nada más poner los pies en aquella
estancia, vio a su amiga junto a su hermano y a Alex, que se le acercaba con
paso tranquilo y refunfuñando algo que no llegó a entender, para quitarle la
bata que llevaba puesta y taparse así su desnudez al tiempo que le guiñaba un
ojo con gesto sexy.
-Que
me ha atizado unos buenos golpes con la espumadera –Rió Peter-. Se asustó al
verme entrar y no saber quien era… Para cuando comprendió quien era, apareció
éste en toda su gloria –Explicó tronchándose de la risa-. Eso fue la gota que…
-Peter…
-Gruñó Alex para que se callara.
-Vale,
vale… -Cogió aire-. Tío, estas rodeado de dulces vírgenes y en pocas horas te
has mostrado ante ellas en toda tu… ¡Hay! –Se quejó cuando aquella vez su
hermana arrebató la espumadera a su amiga y le atizó con ella-. Me callo, me
callo…
-Perdóname…
-Se disculpó una vez más Patrice con Peter-. Hay café hecho, y unas tortitas un
poco chamuscadas… -Dijo con gesto torcido ante el aspecto que tenían al no
haberlas sacado en su momento.
-Por
mi igual –Se sentó veloz Peter en la mesa-. Tengo un hambre atroz.
-¿No
deberías de estar durmiendo? –Frunció el ceño Alex, con cara de cansancio.
-Si
tengo hambre es imposible que concilie el sueño… -Se disculpó alzándose de
hombros y mordiendo un plátano que había cogido del frutero que había encima de
la mesa.
-Eres
increíble… -Resopló frustrado y pasándose las manos por el desordenado pelo.
-Yo
voy primero a darme una ducha –Comentó julia saliendo por la puerta.
-¿Te
vuelvo a prestar mi bata? –Preguntó Alex dándole alcance en la puerta de su
dormitorio.
-No,
gracias –Respondió sin mirarlo directamente a los ojos.
-¿No
tendrás frío después de ducharte? –Volvió a sugerir.
-No
lo creo… -Gruñó un poco impaciente.
-¿Has
podido estudiar? –Siguió molestando.
-Un
poco…
-¿No
me digas qué te ha costado un poco por mí culpa? –Preguntó curioso.
-Acaso
crees que toda mí vida gira entorno a ti –Señaló con ironía.
-Debería…
-Suspiró-. Como lo hace la mía contigo –Confesó dejándola sorprendida ante sus
palabras y por quitarse allí la bata y ofrecérsela-. Toma, te hace más falta a
ti que a mí en estos momentos. Se te marcan los pezones…
-¡OH!
–Exclamó bajando la mirada y comprobando que tenía razón, para correr a
cubrirse con la prenda-. Cerdo…
-No
querida –Le susurró acercándose y acorralándola contra la puerta-. Si no
quieres que mire, no enseñes.
-Sabes
que no soy de esas… -Se defendió con rabia y buscando de forma disimulada el
picaporte de la puerta con la mano.
-¿Te
molestan mis acusaciones? –Sonrió acercando su rostro a dos centímetros del de
ella.
-No,
solo me molestan los tipos como tú –Escupió atreviéndose a mirarlo a los ojos.
-No
me conoces para lanzar una acusación como esa –Sus labios casi se rozaban. Pero
ella no apartaba su mirada de la de él por ello.
-Ni
falta que me hace –Se mofó-. Mírate como estas ahora y como me tienes, estando mí
hermano a unos pocos metros…
-Querida
mía, siento informarte de que estas muy equivocada. Fíjate si soy buen partido,
que tengo el permiso de tu hermano para…
-¡Otra
vez vuelvo a pillarte con el culo al aire! –Rió Peter apareciendo por el
pasillo, y ofreciéndole a Julia la oportunidad de escapar y encerrarse en su
dormitorio con otro fuerte portazo.
-¿Ya
has satisfecho tu apetito? –Le preguntó Alex abriendo la puerta contigua a la
de Julia.
-Sí,
no como tú… -Bromeó con su amigo, para quedarse solo en el pasillo tras que su
amigo lo mirara con irritación y se encerrara también en su dormitorio.
¿Qué
esperaba él que hiciera ella con aquella confesión? Tres horas después del
episodio de aquella mañana, salía un poco más relajada después de haber
realizado de forma satisfecha el examen. Pero ahora mismo, lo que le saturaba
la mente era Alex. ¿Cómo se atrevía a comportarse de aquella manera estando
Peter allí? ¡Y como podía Peter estar de acuerdo! Pensó sulfurada. Si ya lo
sabía… No tenía que haber pisado el dormitorio de Alex, y ahora mismo sus
retinas no se hallarían corrompidas por su cuerpo desnudo.
Aquello
no podía seguir así. Tenía que hacer algo de forma inmediata, sino quería
perder el control por completo de su vida. Cuando la había acorralado contra la
puerta, su cuerpo había anhelado con gran ansia que se saltara aquellos
milímetros y la besara como había hecho aquella vez. Estaba bajando su barrera
y aquello no estaba bien. Para nada quería tener la mínima posibilidad de
sufrir como su madre.
-Hola
Julia… -La saludó Jacob, interrumpiendo sus pensamientos.
-Hola
–Saludó con sonrisa forzada y tratando de ocultar su gesto de fastidio.
Jacob
era un chico dos años mayor que ella, que había conocido en la biblioteca de la
facultad. Era muy guapo y simpático, pero también un pesado insistente que no
reconocía una negativa cuando se la decían.
-¿Hoy
tenías aquel examen?
-Sí
–Respondió mientras abría su maleta y extraía de ahí su mp3-. Presiento que
sacaré buena nota –Sonrió rezando porque pillara la indirecta de sacar su
reproductor de música.
-Me
alegro mucho, pero si necesitas ayuda te dejo mis apuntes o quedamos y te lo
explico –Volvió a sugerir por milésima vez en lo que iba de curso.
-Muchas
gracias –Sonrió-. De momento todo me va bien…
-¿Te
apetece ir a tomar algo? –La miró con esperanza.
-Muchas
gracias Jacob –Se mordió el labio-. Pero estoy esperando a Patrice para ir a
casa a comer.
-Me
comentaste, que al final os quedasteis en el piso de un amigo de tu hermano
¿Verdad?
-Sí
-¿Qué diría ahora?
-Es
una lástima que se incendiara el edificio… Pero creo que en el mío, quedan dos
apartamentos libres ¿Si os puede interesar por comodidad?
-La
verdad es que no estamos mal, él apenas está…
-¡Hola!
–Exclamó una Patrice muy sonriente-. ¡Estoy contenta! ¡Me ha ido genial! ¿Ya
ti?
-También
–Rió.
-Hola
Jacob… -Saludó al chico un momento y volvió aprestar atención a su amiga-. ¿Nos
vamos? –Preguntó guiñándole el ojo toda divertida.
-Sí,
claro… Bueno Jacob, ya nos veremos por aquí…
-Sí,
adiós… -Dijo el joven con cara de pena.
-Has
aparecido en el momento exacto –Respiró agradecida Julia.
-Que
sepas que me debes una… -Le respondió con tono cantarín-. Me hallaba hablando
con Robert, cuando vi que se te acercaba Jacob.
-¡Eres
tonta! –La riñó la otra chica-. Ya me las habría apañado sola, a ti te gusta
Robert.
-Sí…
¿Y adivina? –Paró de caminar y la miró con ojos brillantes-. ¡Este fin de
semana vamos al cine los dos! –Exclamó emocionada y abrazando a su amiga-.
Tienes que acompañarme de compras.
-Claro
que sí, y me alegro un montón –Dijo con sinceridad.
-Comprendo
que no te quedes a Jacob, estando Alex… -Dijo con tono pillín-. Menudo
ejemplar, Jesús… -Se abanicó con las manos.
-No
me quedo con Jacob, porque no me interesa tener ninguna relación con él, ni con
Alex ni con nadie –Explicó no muy convencida y dejando por un momento a su
amiga con la boca abierta.
-Lo
siento mucho cariño, pero no puedo creerte del todo –Soltó con sorna su amiga-.
Si las chicas del campus te escucharan, que sepas que te mataban.
-¿Por?
–No comprendió.
-Jacob,
entra en el grupo de los diez más guapos… Y tú lo estas rechazando… -Rió
divertida-. Pero teniendo a un hombre como el que tienes en casa, también lo
haría…
-¡Y
dale! –Protestó con pesar-. No tengo a nadie… ¿Me oyes? A nadie…
-Tu
si que estas sorda… -Bromeó su amiga-. No te escuchas a ti misma… ¿acaso te
crees que estoy ciega? Veo como lo miras y tu reacción cuando lo tienes en la
misma habitación. Y también lo veo en él…
-No
quiero escuchar nada más –Pidió con educación.
-¿Pero
por qué? –No comprendía a su amiga.
-No
quiero tener una vida llena de sufrimiento –Confesó con los ojos vidriosos.
-¿Sufrimiento?
–Frunció las cejas, ante la falta de explicación.
-Ahora
mismo no quiero hablar de ello ¿Te importa para otro momento?
-No,
claro que no me importa… -La miró con cariño-. Anda, vamos a casa que tengo
mucha hambre. Y más después de haber echo ese maldito examen.
-Sí,
yo también me comería una vaca –Volvió a reír la joven.
Se
derrumbó en el sillón tras acabar la dura reunión y se desabrochó la corbata,
mientras observaba a Alex como se servía un vaso de agua.
-¿Cansado?
–Preguntó tras dar un buen trago.
-Sí
–Sonrió Peter pesaroso.
-Eso
te ocurre por dormir poco –Le señaló con retintín.
-¿Cómo
querías que durmiera algo, tras haber visto lo que ocurría en tu dormitorio?
–Recordó con cierta impaciencia.
-Ahora
no –Se quejó con un gemido-. Estoy muy cansado… Aún necesito recuperar horas de
sueño.
-Me
lo prometiste –Recordó divertido.
-Te
dije que luego, pero ahora mismo estoy igual de cansado que tú. ¿Has llamado a
tu prometida? –Cambió de tema levantando una ceja y yendo al perchero para coger
su americana.
-Sí,
dice que va todo bien –Dijo completamente explayado.
-¿Se
lo has dicho a tu hermana?
-No
–Señaló con la cabeza-. Me ha resultado imposible porque las dos veces que la
eh visto, estabas con el trasero al aire… -Se aguantó la risa, para no molestar
a su amigo.
-No
comiences –Le amenazó con el dedo-. Y vámonos a casa por favor.
-Claro,
y cuando llegue me daré un baño –Comentó pensativo.
-Entonces
utiliza mi cuarto de baño, yo me daré una ducha en el tuyo. Solo hay una bañera
en todo el piso y es en mi dormitorio.
-Gracias
abuelo –Bromeó entrando en el ascensor.
-¡Pero
si eres dos meses más grande que yo! –Protestó Alex riéndose cuando se cerraban
las puertas.
-¡Hola
chicos! –Los saludó Patrice asomándose al quicio de la cocina, cuando escuchó
las voces en el salón.
-Hola
linda –Se acercó Alex a ella y le dio un beso en la mejilla-. ¿Qué estas sola?
-Julia
ha bajado a comprar vino blanco para utilizarlo con las almejas… -Explicó
volviendo ha desaparecer en la cocina.
-Huele
de maravilla –Entró también Peter y levantó las tapas de las ollas.
-Aún
le queda a la comida media hora… -Le informó la chica.
-Perfecto
–chascó los dedos Peter-, entonces voy a darme ese baño.
-Y
yo una ducha –Se apuntó Alex, desapareciendo también de la cocina.
Diez
minutos después, Julia llegaba al piso cargada con una bolsa y se dirigía
directamente a la cocina, sabiendo que su amiga la esperaba.
-¡Madre
mía, si que traes cosas! –Rió la joven-. Te aflojé el fuego de las almejas al
ver que tardabas.
-Gracias…
Había un poco de cola… -Dijo recuperando un poco el aire por ir con prisas.
-Ya
han llegado ellos y se están duchando.
-Justo
a tiempo para comer –Dijo vertiendo el vino a las almejas-. Peter siempre
aparece cuando… -El sonido de una melodía de móvil hizo que se callara.
-Viene
del comedor –Informó la otra chica asomándose por la puerta-. Es el de tu
hermano…
-¡Voy!
–Salió veloz por si eran su madre o cuñada-. ¡Exacto! En la pantalla se
reflejaba el nombre de Olivia-. ¡Hola guapa! Se encuentra en el baño… Sí, claro
ahora se lo acerco…
Salió
del comedor en dirección al dormitorio de Peter, sin dejar de hablar con su
cuñada. Antes de entrar picó con suavidad, pero al no obtener respuesta entró
suponiendo que aún se hallaría bajo el agua. Se estaba riendo con Olivia, que
no se acordó de llamar a la puerta del baño, sabiendo que aquello no le
molestaría a su hermano. Pero se dio cuenta que tenía que haberlo hecho.
-¡HO,
Alex! –Gimió ante la sorpresa de chocarse con él, quien nuevamente iba vestido
con una toalla a la cintura tras haberse duchado.
-Julia…
-Susurró él tras sujetarla por los hombros cuando había topado con su torso.
-Yo…
Yo… -Solo supo tartamudear ante la sorpresa de la situación. ¿Qué diantres
hacía allí? Lo miró a la cara detenidamente y vio que tenía ojeras. El pobre
debía estar muy cansado… ¿Y qué le decía ahora? ¿Por qué no podía dejar de
mirarlo?
¿La
causa de que cometiera aquel atrevimiento? El olor de su perfume, y su
encantador tono sonrojado de sus mejillas que realzaban sus ojos los cuales no
apartaban la mirada de él. Fueron los
puntos suficientes para que apretara sus manos en los hombros de la joven, y la acercara al máximo
a él y así poder robarle su segundo beso.
La
cogió tan de sorpresa, que se dejó arrastrar por aquella dulce pasión,
rindiéndose ante su destreza al alzarse de puntillas para apretarse aún más a
él y poder rodearle el cuello con sus manos, para abandonarse aquel desconocido
placer.
Estaba
nervioso. Sabía una vez más, que nuevamente se había equivocado de momento para
devorarla con aquella ansia. Aquel no era su baño, ni dormitorio… Y no estaban
solos en el piso. En cualquier segundo podía irrumpir alguien. Era un completo
imbécil, que no sabía controlar la fuerza de su deseo. Pero estaba tan feliz en
aquel momento, que nada le importaba… Solo necesitaba poder abandonarse a ella.
Aquello era real, le estaba respondiendo al juego de sus labios y lengua. Y el
hecho de comprobar lo inocente que era en aquel campo, solo hacía que avivar
más su fuego, provocando que deslizara sus manos por toda su espalda hasta
llegar a su trasero, en donde la apretó con fuerza para alzarla y depositarla
en el mueble del lavamanos. En ningún momento se separó de sus labios, hacía
mucho tiempo que los deseaba. Se acercó más a ella, para poder juntar sus
pelvis he intensificar la fuerza del deseo, cuando fueron interrumpidos por un
pequeño carraspeo. Peter…
-Hola…
-Bufó un poco-. Creo que tenéis a mi prometida olvidada al teléfono según me
dice Patrice… -Se notaba que también estaba un poco cohibido.- Esto… Estáis en
mi dormitorio… Pero os informo que nos están esperando para comer…
De
todas aquellas palabras que su amigo había dicho, no había escuchado ni una.
Solo tenía sus sentidos puestos en Julia. Quien aún estaba calmando su
respiración como él, pero sin atreverse a mirarlo. Aquello no era buena señal.
¡Maldito imbécil!
-Quiero…
-Carraspeó ella totalmente avergonzada-. Quiero bajarme…
En
silencio se apartó, viendo como ella bajaba del mueble y le entregaba el
teléfono a su hermano, para salir de allí y encerrarse en su propio dormitorio.
-¿Cariño
sigues ahí? –Se apresuró Peter a responder en el aparato-. ¿Todo bien? ¿Te
importa que te llame más tarde? Te quiero mucho… Adiós.
-Adelante,
puedes romperme la nariz –Pidió Alex cuando su amigo hubo colgado.
-¿Por
qué?
-¿No
estas molesto? –Se sorprendió un poco.
-Alex,
se que no intentas aprovecharte de mi hermana –Confesó-. El problema, es que lo
tienes muy difícil con ella… Creo que ya sabes el motivo –Su amigo asintió con
la cabeza-. Y creo que si sigues así, simplemente vas asustarla. Cierto que es
joven, pero solo en su carnet de identidad. Por todo lo demás es muy madura,
salvo en el tema del amor. Ahí simplemente es que desconfía de pleno. Siempre
quise hablar con ella, pero no escuchaba… Mi padre hizo mella en ella… -Su voz
sonaba llena de rabia-. Para ser sinceros, incluso la pobre de mi madre también
afectó en su forma de amar a los demás.
-Lo
se, acabo de fastidiar bastante la cosa… Pero me resulta muy difícil poder
contenerme, sabiendo que ella… Pero que estúpido que soy… -Se insultó así mismo
con rabia-. Voy a mi dormitorio, discúlpame con Patrice.
-No
te preocupes… -Lo apoyó mientras se dirigía a la cocina a comer solo con la
chica.
Suponía
que habrían transcurrido unas dos horas más o menos. Su amiga se había acercado
allí por si quería comer algo, pero tampoco tenía hambre y ni ganas de ir
aquella tarde a clase. Realmente estaba muy confusa, a aparte de completamente
abochornada por que su hermano la pillara en un momento como aquel. ¿Qué
pensaría de ella? ¿Estaría enfadado? Se amasó el cabello en un gesto de plena
frustración… En verdad, gracias a Patrice no hacia falta que saliera en todo el
día de aquel dormitorio. Aunque no tenía hambre, le había traído fruta y
galletas, más una botella de dos litros de agua mineral. Cierto que aquello era
comportarse como una cobarde, pero lo necesitaba. Tenía mucho que pensar…
Alex
le había dicho una cosa el otro día, pero no estaba muy segura. Lo había visto
en muchas personas, y por desgracia muy cerca de ella. ¿Y si él estaba
equivocado? Bien podía ser así. Del amor se hablaba en muchos sitios, libros,
música, televisión… Y cada uno de ellos te lo mostraba con unos ojos. Pero casi
siempre te enseñaban la parte feliz, se sabía que la triste y dolorosa no
vendía tanto como la otra… Y ella, le tenía mucho miedo a esa parte. Y ahora
mismo, dudaba si aquellos sentimientos que tenía se podían decir que era
amor. ¿Quién no le decía que a lo mejor
se trataba de simple atracción sexual? Porque lo que había ocurrido en el baño,
había sido deseo desenfrenado. Acaso no confundían un montón de personas el
sexo con el amor… Pues Alex podía ser uno de esos, incluso ella…
-¡Por
dios! –Sollozó al verse de aquella manera. Aquello es de lo que huía, y aquel
maldito había aparecido en su vida complicándosela. Pero sabía perfectamente
que es lo que debía hacer… Continuar como si nada hubiera ocurrido, volver a
verlo todo de un solo color… Para nada tenía que detenerse analizar aquellas
sensaciones que había experimentado y menos volver a probarlas.
Llevaba
mucho rato que no se oía ningún ruido en el piso. ¿A lo mejor habían salido
todos? Sabía que Patrice habría ido a clase, por suerte le dejaría sus apuntes.
Y su hermano, bien podía estar durmiendo. Sabía perfectamente que ninguno de
ellos dos había dormido y sus ojeras lo confirmaban. Pero con todo lo ocurrido,
Alex podía seguir despierto y esperando
a que ella saliera de allí para poder hablar.
Y
tampoco quería encontrarse aún con él, no estaba muy segura de sí misma. Su
cuerpo aún reclamaba las manos y labios de Alex. Se levantó de la cama y se
acercó al cristal de la terraza. Hacía sol afuera, pero seguro que siendo el
mes de noviembre el ambiente era más bien frío que cálido. Pero siempre le
había gustado sentir la brisa fresca, de manera que abrió la puerta corredera y
asomó la cabeza por si acaso se hallaba él. Lo malo, que desde allí no
alcanzaba a ver si había alguien sentado en el balancín.
Con
paso vacilante, salió a la terraza llegando a comprobar que estaba sola. Y un
poco más animada, se sentó en el mullido balancín cerrando los ojos y alzando
el rostro al sol. Que bien se estaba allí, tampoco hacía tanto frío a las tres
de la tarde.
-¿Me
dejas sentarme contigo? –Irrumpió Peter su espacio de calma con cierta
precariedad en su actitud.
-Sí…
Claro… -Sus mejillas mostraron al hombre como se sentía ella al adquirir
aquella tonalidad sonrosada.
-¿Has
comido algo? –Preguntó una vez sentado a su lado y sacando un cigarrillo-. ¿Te
importa que fume?
-No
tengo hambre. Y deberías dejar esa porquería –Sugirió con voz baja.
-Ya
mismo lo haré –Sonrió-. Mi vida va a dar un giro importante, en el cual el
tabaco no es bien recibido.
-¡Estas
enfermo! –Se giró a él preocupada, provocando que el hombre casi se ahogara con
la última calada.
-No,
por dios… -Tosió un poco antes de reír-. Quería decírtelo ayer, pero no vi que
surgiera el momento… -Dijo con gesto torcido-. Olivia esta embarazada.
-¡De
verdad! –Exclamó emocionada.
-Sí
–Rió-. Digamos que en cinco meses serás tía… No dijimos nada aún, porque en su
familia abundan los abortos. Pero el médico nos ha asegurado que vienen bien.
-¿Vienen?
–Preguntó con los ojos abiertos.
-Sí,
esperamos mellizos –Dijo con un poco de miedo en la voz.
-¡Eso
es maravilloso!
-Claro
que sí, ya me lo dirás cuando seas su canguro oficial –Dijo con sarcasmo.
-Estaré
encantada de ser la tía, que les enseñe todas las trastadas posibles.
-Y
yo el hermano que te dará unos azotes, cada vez que hagan algo aprendido de ti
–Rió relajado-. Mamá lo sabrá este fin de semana que vuelvo a Londres. Y como
ya hemos encontrado piso en el barrio de Nothing Hill, celebraremos una pequeña
ceremonia en el registro civil, con solo nosotros. No nos gustan los jaleos que
implican una boda por la iglesia.
-¿Cuándo
será?
-Principios
de Diciembre –Informó-. Creo que ya estará la casa lista.
-Dímelo
con tiempo para reservar el billete.
-El
billete os lo reservamos nosotros… También invito a Patrice.
-Gracias,
le encantará ir a Londres.
-Es
muy buena chica –Señaló Peter-. Y se ha ido a clase un poco preocupada por ti.
Julia
volvió a ponerse nerviosa, ante la mención de lo ocurrido al mediodía y el día
anterior.
-Lo
siento mucho Peter… -Comenzó su disculpa, pero su hermano la interrumpió.
-¿Porqué
crees que tienes que disculparte Julia? –Preguntó con tono calmado.
-Ya
lo sabes… Mi actitud no ha sido muy…
-Tu
actitud ha sido completamente correcta… -Le señaló-. Eres una mujer adulta, no
una niña de dieciséis años.
-Pero…
-No
hay peros Julia… -Resopló-. Cierto, que a lo mejor hubiera sido correcto con el
piso vacío… -Rió-. Pero no has hecho nada malo. Hace mucho tiempo que voy
detrás de ti respecto a tus ideales, pero siempre has logrado huir.
-No
quiero sufrir –Confesó con los ojos anegados en lágrimas.
-Lo
sé… -Le pasó un brazo por los hombres-. Nadie quiere hacerlo. Pero esto que
haces, en cierto modo es un sufrimiento. No es vida.
-Me
da mucho miedo, no quiero verme como mamá en aquella época –Se sinceró con las
lágrimas resbalándole por las mejillas.
-¿Pero
a qué la ves bien ahora? –Le habló con mucho cariño-. Por desgracia en la vida
suceden que hay relaciones tormentosas como la que tuvo ella…
-Pero
se que el amor también lleva dolor por otras causas –Se limpió las mejillas con
sus manos.
-Sí,
no lo niego… Pero créeme que antes de que te lleven a ese momento, vives
episodios agradables… Y hay veces que no llegas a sufrir…
-¿Y
quién me dice que lo que siento es amor?
-Eso
lo debes saber tu misma.
-Pero
muchas veces es amor y de repente, a uno de las dos partes se le acaba…
-Eso,
es un riego que hay que correr Julia –Suspiró sabiendo que a ella no le
gustaban los riesgos-. Yo mismo, puedo dejar de querer a Olivia algún día por
algún motivo…
-No
lo creo… -Lo miró consternada por
aquella sugerencia-. Se os ve muy enamorados. Y sino me equivoco, lo estabais
desde hace mucho…
-Sí,
ahí fuimos dos cobardes –Sonrió su hermano-. Pero tal vez, si hubiéramos salido
antes, quien sabe si ahora nos casaríamos. Éramos dos jóvenes y podríamos haber
cometido muchos errores… Por eso te digo, que lo que te estas negando no es
correcto. Que me digas que no quieres aventurarte en una relación, porque antes
quieres sacarte la carrera. Perfecto, pero algo de diversión no esta de más.
-No
lo sé… -dijo muy confusa.
-Solo
te pido, que pienses un poco todo lo que te eh dicho –Le acarició la mejilla
con ternura-. Yo ahora vengo, quiero recoger un regalo para Olivia… ¿Te apetece
venir conmigo? –Le preguntó al tiempo que se levantaba del balancín y se
acercaba a la puerta del salón, descubriendo a Alex allí. Era obvio que había
escuchado toda la conversación con su hermana. Le sonrió alzándose de hombros,
como indicándole que más no podía hacer. Su amigo le hizo un gesto de
asentimiento con la cabeza, y se metió dentro del piso sin hacer ruido.
-Esta
bien, te acompaño –Se levantó un poco más animada su hermana-. Dame cinco
minutos para asearme un poco.
El
viernes por la tarde, dos días después de lo ocurrido con Alex, se despedía de
su hermano que volvía a Londres. Allí estaba él, era la primera vez que lo veía
desde aquello. Y por lo que observó, su carácter hacía ella se había vuelto más
distante. Por no decir que inexistente, dado que ni la había saludado. ¿Cómo
debía interpretar aquello?
Tal
vez durante aquellos dos días Alex también había estado pensando, y se había
dado cuenta que simplemente sentía hacia ella atracción sexual.
Bueno,
entonces podía significar que su tonto quebradero de cabeza había dado fin.
Tenía que decirle a su cerebro, que dejara de pensar en él. ¿Entonces era
aquello amor? Sin ella darse cuenta, se había enamorado de Alex. Y ahora que
veía que lo perdía, sentía una tristeza nacer en su interior. Lo sabía, al
final tanto huir del sufrimiento lo había encontrado. Todo aquello que había
temido, lo iba a vivir.
Sin
darse cuenta, lágrimas de tristeza comenzaron a rodar por sus mejillas, en el
momento que su hermano Peter la abrazaba, para darle un último beso.
-No
llores pequeña… -La abrazó más fuerte él-. En unas semanas nos vemos para mi
boda. Y ya te queda menos para acabar el curso…
-Sí…
-Logró articular casi sin voz, mientras por encima del hombro veía a Alex con
la mirada puesta en el suelo-. Te quiero… -Pudo decir en un sollozo. Pero solo
ella, sabía que aquellas palabras no habían salido de sus labios para su
hermano.
-Yo
también mequetrefe… -Se separó Peter, para coger sus maletas y desaparecer por
la puerta no sin antes mirarla una vez más con cariño.
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