“Buenos días, levántate… Buenos días, levántate… Buenos dí…”
Solo bastó un fuerte manotazo,
para que el maldito búho despertador que le había prestado su cuñado, se
callara al estrellarse contra el parquet oscuro de la habitación de invitados. Empezaba
bien sus vacaciones madrugando a las cinco de la mañana, después de llevar un
año fuera de la ciudad de Londres. Se dio la vuelta para observar el techo
blanco del dormitorio, cuando unos discretos golpes en la puerta hicieron que
se incorporara de la cama. Se trataba de su hermana Marian que entraba sigilosa
y se sentaba en la cama.
-Buenos días, levántate… -Repitió
con humor al ver el destino del despertador.
-Luego le compraré uno mejor…
-Indicó sonriendo al tiempo que se desperezaba soltando un gran bostezo.
-Marian no pasa nada –Apartó las sábanas de su cuerpo, para sentarse con los pies colgando del cómodo colchón-. Tienes a varias trabajadoras de baja… Me gusta echarte una mano –Dijo abrazándola con cariño.
-Pero vienes en busca de descanso –Siguió con tono deprimido-. Y el ponerte a conducir un taxi por las calles de Londres, no es que sea un descanso…
-¿Como qué no? –Se rió-. Sabes el stress que se quita uno al poder insultar a pleno pulmón… -Se levantó de la cama, para coger la bata del camisón-. ¿Huelo a café?
-Sí –Se incorporó sonriendo-. Damon está preparando el desayuno.
A medida que se acercaban a la cocina, en el aire se olía el delicioso aroma del bacón y pan tostado. Después de todo, no estaba tan mal levantarse a las cinco de la mañana si te preparaban el desayuno. Pensó un poco más animada entrando en la cocina con una sonrisa en su rostro.
-Buenos días Cris –La saludó Damon acercándose a ella y dándole un beso en la mejilla, para después depositarle un vaso con zumo de naranja en sus manos.
-Buenos días Damon –Le devolvió el beso-. ¿Por qué no te casaste conmigo? –Se burló sentándose en la mesa junto a su hermana-.Eres un encanto preparando el desayuno.
-Lo siento mucho cuñada –Le guiñó un ojo antes de darse la vuelta y sacar el bacón del fuego, para depositarlo en un plato y llevarlo a la mesa-. Pero el lunar que tiene en el cuello, me volvió loco…
-Dejad de decir tonterías –Sonrió Marian, agarrando un momento el brazo de su marido-. Yo creo que fue por tener una talla más de pechos que tú… -Bromeó provocando que todos rieran.
-Lo ves –Se alzó de hombros el hombre-, ya sabes por las dos cosas en las que os diferencio.
-No me lo creo –Dejó a un lado el vaso vacío y atacó una rebanada de pan con el delicioso y crujiente bacón-. Desde un principio en la universidad te dirigiste hacía Marian, y a pesar de ser idénticas las dos, siempre has sabido quien era cada una. Eso, ya era amor desde un principio.
-Sí –Sonrió Marian-. Se enamoró de la simpática, cariñosa y con enormes pechos…
-¡Oye! –Protestó con humor Cris-. Que yo también tengo esas mismas buenas cualidades, menos una…
-OH sí… -Alzó su hermana los ojos al cielo-.Y otras más como… Mala hermana por largarse a trabajar fuera de la ciudad, gruñona, destroza despertadores…
-¿Destroza despertadores? –Frunció el ceño Damon.
-Lo siento, pero era endemoniadamente molesto… -Se disculpó no aguantando la risa por más rato como su hermana gemela.
-En el fondo me has hecho un favor –Suspiró el hombre-. Me lo regaló mi sobrino… No sabía como deshacerme de él, pero ya tengo a quien echarle la culpa.
-Pues anda que no os esta saliendo mi visita gratificante… -Siguió sonriendo-. Os rompo objetos no deseados y os ayudo en el trabajo –Dijo lo último guiñándole un ojo a su hermana.
-Solo serán un par de días, te lo prometo… -Suplicó su hermana-. Sé que en dos días vuelve una de mis chicas.
-Que no ocurre nada –Dijo bostezando y acabando el café de su taza-. En verdad, tanto tiempo sin hacer nada me acabaría aburriendo. Se que me voy a divertir trabajando para tu compañía privada de taxis.
-Pues si tantas ganas tienes –Interrumpió Damon-, será mejor que os deis prisa si no queréis comenzar tarde con vuestros primeros clientes.
-¡Dios mío es verdad! –Exclamó Marian, saltando de la silla y desapareciendo de la cocina.
-Veo que no ha cambiado nada –Suspiró su hermana-. Apenas me va ha dejar tiempo en el baño…
-A mi me funciona el darle al grifo del agua fría un buen rato –Le confió su cuñado en un susurro-. De ese modo tarda mucho menos en la ducha…
-¡OH! –Abrió los ojos-. Que mal marido eres…
Eran cerca de las doce del mediodía,
el único momento que tenía para poder detenerse y comprarse un café para
llevar. Había estado toda la mañana yendo de arriba abajo con una simpática
mujer, que tenía que recoger varios encargos de sus hijos. Podía decirse, que ya conocía el detalle más
íntimo de la familia Brenton. Suerte que no los conocía personalmente, sino
dudaba del chantaje con según que anécdotas vergonzosos de la infancia de cada
uno de ellos. Dio un buen sorbo a su café y reclinó la cabeza en el
reposacabezas, cerrando solo un momento los ojos. Suerte que solo eran unos
días. Le gustaba conducir, pero cansaba mucho el aguantar la charla de los
clientes. Aquello era como la peluquería, y a ella no le gustaba ir mucho a
ellas por eso mismo. A parte de salir una con la cabeza bien peinada, salías
saturada de tanta información en tan poco tiempo.
El pitido en el panel del gps, le indicaba que un nuevo cliente de la flota de taxis pedía ser llevado algún lugar. Dejó el café a un lado, y pulsó con su dedo la pantalla para pedir información. Se trataba del cliente con número” 1-02”. Viendo que empezaba por el uno, era obvio que era un cliente con urgencia preferente. Su hermana, les había dado categoría uno, dos y tres para según que cliente o según que urgencia tuvieran. Para cuando se encontraran con varias llamadas a la vez que atender. Y teniendo el código “02”, significaba que era uno de los primeros que había confiado en aquella compañía privada. Miró la calle que le indicaba el satélite en donde estaba situado el teléfono móvil del cliente, y calculó que podía llegar en unos cinco minutos.
Era obvio, que aquel día y con las que estaban de baja por enfermedad a causa de la gripe, que el café era revelado a cuando hubiera terminado su jornada. Cogió la emisora, para indicar que se hacia cargo de aquel cliente.
-Coche cinco, recojo cliente “1-02”… -Informó pulsando en la pantalla del gps el número del cliente, para que le llegara un mensaje al móvil indicándole su posición, y que número de taxi lo recogía.
Hacía unos minutos que se había incorporado al tráfico, cuando escuchó por la radio a su hermana hablarle con tono nervioso.
-Coche cinco, me ocupo yo del cliente “1-02” –Señaló Marian.
-Coche jefe –Soltó con burla y sonriendo-. Me hallo a una calle, es tontería… Tranquila, veo la preferencia. Puedes estar tranquila que ya solté mi stress ésta mañana.
-Coche cinco –Volvió a repetir con cierta ansiedad-. Repito, no me resulta ninguna molestia.
-Coche jefe –Seguía sonriendo, al tiempo que callaba un segundo para poder girar a la derecha en una calle y ver a dos hombres altos y morenos al fondo. Se hallaban junto a la calzada, y al ver el taxi naranja, el primero que estaba más descubierto alzaba su brazo para indicarle que fuera hacia allí-. Cliente a la vista…
-Coche cinco –La llamó impaciente su hermana-. ¿Me escuchas?
Le quedaban unos dos metros para posicionarse al lado del cliente, cuando volvió a coger la radio para tranquilizar a su hermana, que el hombre más avanzado se desplazó un poco mostrándole el rostro del segundo que se hallaba oculto por él, consiguiendo que se congelara y frenara de manera un poco chirriante.
¡Era Jason! El maldito cliente número dos, era Jason. Ahora comprendía la ansiedad de su hermana… Muy enfadada, y viendo que él aún no la había visto aprovechó para hablar con su hermana.
-Coche cinco…
-Coche uno –Masculló con tono rabioso, no dejándole seguir-, la próxima vez menos rodeos y más…
-Lo siento, discúlpame –Se escuchó a su hermana.
-Bueno, él no sabe que soy yo –Suspiró-. Simularé que eres tú…
-Pero Cris…
-Ya sube –Alertó al ver como Jason se despedía del otro hombre y entraba en el taxi, sentándose detrás y en medio.
-¡Hola preciosa! –La saludó con tono jovial, mientras comenzaba aflojarse un poco la corbata.
-Hola Jason –Trató de utilizar un tono parecido al de él y nada nervioso-. ¿Dónde te llevo? –Preguntó mirándolo un segundo por el espejo interior, cruzando solo un instante sus miradas, para ser ella quien la apartara veloz.
-Llévame a los juzgados del centro –Pidió reclinando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.
Con tranquilidad y agilidad, se incorporó al tráfico poniendo rumbo hacia las calles del centro de la ciudad. Pero no siendo tonta de desperdiciar aquella oportunidad, de poder echarle un ojo. Hacía un año que no lo veía… Bueno, un año que no lo veía en persona, pero en sus retinas lo hacía cada día.
Cada día rememoraba aquella
noche, el contacto de sus labios, su perfume… Era una maldita idiota. No tenía
que perder más tiempo de su vida con él. Estaba tirando por la ventana muchos
años de su vida. El mundo estaba lleno de hombres como Jason o incluso mejor.
Éste maldito abogado playboy, era causa perdida. Pero ahora que volvía a
tenerlo cara a cara, que recordaba el porque era tan adicto. Era condenadamente
atractivo, con un aura de sexualidad envolvente, que te hipnotizaba con ganas
de saltar al sillón de atrás y quitarle la camisa como comienzo.
Rápidamente apartó la mirada del espejo interior, al ver como él abría los ojos y posaba la mirada en ella. ¿La abría pillado? Tenía que recordarse que su hermana era una mujer felizmente casada. Y su marido, resultaba ser el amigo íntimo de Jason.
¿Sería normal que fueran los dos en silencio? ¿Y que la estuviera observando? Porque lo estaba haciendo… Lo sabía por como se le erizaba el vello del cuerpo. Siempre había tenido ese efecto en ella. ¡A lo mejor estaba notando algo raro en ella! Tenía que reconocer, que otro punto donde se diferenciaba con su hermana era en la charla. Su hermana, casi nunca callaba… Solo cuando estaba enfadada o tramaba algo. Sin embargo, ella siempre había sido más callada. ¿Qué debía hacer? ¿Y de qué hablaba Marian con él? Al final, no resultaba fácil el suplantar a su hermana gemela con Jason.
-Me gusta tu perfume –Dijo rompiendo el silencio-. ¿No es el qué sueles llevar habitualmente, verdad?
-No –Respondió nerviosa, al comprender que corría la posibilidad de ser descubierta. No sabía que Jason fuera tan observador… era cierto, que su hermana utilizaba desde siempre un perfume muy dulce. En cambio, ella siempre había utilizado el mismo con una fragancia fresca y afrutada. ¡Maldita caravana! Gruñó enfadada de forma interior, sin que él viera su desesperación-. Es uno que me regalaron y me dio por utilizarlo hoy.
-Pues resulta muy embriagador –Dijo con voz ronca, inclinándose hacia delante.
¿No estaba muy cerca de ella? ¡Sí, podía notar su aliento en su cuello! Dios, solo esperaba no provocar ningún accidente. ¿Cómo demonios iba a prestar el cien por cien de atención a la carretera, si el muy desalmado se acercaba a ella y le apartaba con suma delicadeza el cabello del cuello sujetándolo tras su oreja? Era imposible, era imposible… Estaban a dos grados bajo cero, pero ahora mismo ella se sentía como si estuviera tumbada bajo el sol del Caribe. Las gotas de sudor, iban descendiendo por su espalda. ¡Quería llegar al centro ya! Exclamó en silencio al tiempo que daba un toque al claxon en cuanto el semáforo se posicionó en verde y el inútil de enfrente de ella no arrancaba aún.
-Su olor fresca te seduce –Sus labios casi rozaban su oído, mientras con delicadeza le cogía un mechón de su cabello y se lo colocaba tras la oreja.
-¡Qué gente más lenta! –Volvió a gruñir nerviosa, por evitar el soltar un quejido de ansiedad ante aquella caricia, al tiempo que se inclinaba hacia delante y podía deshacerse de sus dedos-. Pues ya sabes que debes comprarles a tus ligues –Señaló con un poco de celos, al pensar los cientos de mujeres que habrían pasado por sus brazos.
-Quien no te conociera, pensaría que estas algo celosa de ello –Rió Jason aún apoyado en el respaldo de ella-. Pero sabes perfectamente que no hay motivos para esos celos. Ya lo hablemos en su día… Dijo con un tono sensual.
¿El qué hablaron en su día? Se preguntó con el ceño fruncido pro un momento. Estaba claro, que había algo que se le escapaba.
-¿Celosa yo? –Dijo utilizando un tono bromista y evitando temblar aún de deseo por las vibraciones que sentía por su cercanía. Aquello se le estaba haciendo insufrible. Algo había, no lo dudaba. Sobre todo, el tipo de actitud que tenía Jason con Marian. No quería pensar nada raro, pero él daba muestras de una confianza un poco más profunda de lo normal entre dos amigos. Aunque todo aquello podían ser tonterías, a causa de los nervios de hallarse a solas con él después de tanto tiempo sin verlo y sin haberlo podido olvidar… Aquello resultaba muy fuerte para su seguridad emocional. Por suerte, ahora giraría a la izquierda y se desharía de él. Necesitaba alejarse lo más rápido posible. Él no era bueno para ella, volvía a convertirla en una mujer débil ante sus encantos. Y eso no le gustaba-. Bueno… -Suspiró un poco más calmada al ver que el viaje tocaba su fin. Iba a poder alejarse de Jason en unos instantes. Le estaba causando muchos efectos insufribles-. Fin del trayecto sanos y salvos –Sonrió simulando gran despreocupación y girándose para mirarlo.
-Como siempre ángel mío –Dijo acercándose a ella y sujetándole el rostro por la barbilla, logrando aumentar aún más su ritmo cardíaco-. Haces todo lo posible por complacerme al máximo en todo lo que deseo… Eres increíble –Susurró guiñándole un ojo, poco antes de atrapar sus labios en un entregado y arrollador beso, consiguiendo sacarle una respuesta al ser cogida por sorpresa-. Nos vemos preciosa mía… -Y salió de allí, dejándola en un estado alto de excitación.
¡Dios mío! Jason la había besado. Y aquel beso, había sido muchísimo mejor que el que le había dado ella hacía un año. No le extrañaba que siempre estuviera tan rodeado de mujeres… Aquello era lo que siempre le había molestado. El salir con el pequeño grupo y sentirse como un maldito candelabro, al ser la única que no iba con pareja. Pues la que le gustaría tener, le estaba refregando en sus morros sus ligues.
-¡Ey, un momento! –Abrió sus ojos como platos pero aquella vez cargados de horror. Jason la había besado, pero a quien creía haber besado era a su hermana gemela Marian-. ¡Joder! –Exclamó sorprendida y llevándose una mano a la boca.
¿Entonces, aquello significaba que su hermana tenía una aventura con él? ¡Por supuesto que sí! Reconoció furiosa. Sino, a santo de qué insistía tanto en que no fuera a recogerlo. Y más pruebas que aquel beso de tornillo… Completamente ofuscada y sin detenerse a pensar en sus actos, agarró la radio para comunicarse en abierto con el coche número uno.
-Coche cinco a coche uno, responde… -Soltó el botón en espera de una respuesta.
-Dime coche cinco –Habló su hermana unos segundos después. Y conociéndola como lo hacia, su tono de voz era tembloroso. Ella estaba nerviosa. Aquel descubrimiento le dolió un montón. Había sido como traicionada por su hermana. Ella siempre había tenido conocimiento de sus sentimientos por Jason. ¿Por qué había hecho una cosa como aquella? ¿Acaso ya no amaba a Damon? ¿Y por qué con Marian sí y no con ella? Siempre había estado ahí, con la esperanza de que un día reconociera que también la amaba. Pero nunca la había mirado de aquella manera. Harta de ello, el día que se despedía en el aeropuerto de todos ellos, le pasó los brazos tras el cuello y le dio un pequeño beso de despedida. No se detuvo a mirar su reacción, simplemente se dio la vuelta y emprendió la marcha por el pasillo. No volviéndolo a ver hasta ahora, pasado casi un año, solo faltaba una semana. Que es cuando volvería a marcharse ella… Y ahora, se encontraba con aquella sorpresa. ¿Qué tan diferentes eran ellas dos, para que hubiera escogido a Marian?-. Coche cinco, me oyes… ¿Cris? –Acabó llamándola con cierta preocupación.
-Coche uno, él… -Su cabeza era un lío, se trataba de su hermana-. Yo… -Sabía que no era momento ni lugar, pero estaba tan herida por aquel descubrimiento que aunque amase a su hermana más que a su propia vida, al menos necesitaba una respuesta-. Él me besó –Soltó un enorme suspiro al decirlo.
-¿Coche cinco, me has dicho que te ha besado? –Preguntó algo alterada Marian.
-Sí, tú cliente “1-02” me besó al bajarse del taxi –Habló en un gruñido-. Y no creo que esa sea una moneda de pago hacia vuestra empresa.
Ante el tema que estaban hablando y a través de la radio, era normal que el resto de la compañía lo escuchara y que alguna de las conductoras también hablara por la emisora.
-Aquí coche tres, nunca me ha besado ese cliente al llevarlo a su destino –Rió la mujer.
-Aquí coche nueve, me pido el siguiente viaje del cliente “1-02”, está como un bombón. Quiero esa suerte… -Bromeó otra taxista.
-Coche uno a todas, recordad que estáis de servicio por favor –Reclamó con un poco de seriedad.
-Coche uno, aquí coche cinco necesita saber de tu posición –Pidió soltando la radio eh incorporándose al trafico para ir en su búsqueda.
-En la parada de la calle Kinston… -Indicó su hermana.
-Voy para allí –Y cortó la comunicación, para pisar un poco más fuerte el pedal del acelerador.
Cinco minutos después, hacía un giro de doble sentido en plena calle y dándole igual el pisar la línea continua doble pintada en la calzada, para ir a detener su taxi en el primer lugar de toda la cola que había allí de la compañía de Marian y de otras más. Para bajarse y acercarse a la ventanilla de su hermana. Quien agachó un poco sus hombros al ver el humor que traía.
-Creo que tienes algo que explicarme –Se cruzó de brazos en espera de una repuesta.
-¿Perdona? –Frunció el ceño-. Aquí a quien han besado es a ti.
-¡Acaso me tomas por idiota! –Soltó sulfurada, logrando que su hermana saliera del taxi al igual que alguna de las otras chicas que estaba allí-. Sabes perfectamente que Jason te ha besado a ti, no a mí…
-¡OH! –Exclamó una de las chicas.
-¿Pero y Damon? –Preguntó otra en un hilo de voz, pero que llegó a sus oídos.
-¡Eso quiero saber yo! ¿Por qué le haces eso? –Preguntó con cierto sufrimiento.
-¿Pero qué le estoy haciendo a Damon? –Juntó las cejas Marian-. Y a mí nunca me ha besado Jason –Dijo con gran reproche.
-¿Cómo puedes negar que mantienes una aventura con él? –Soltó indignada.
-¡Como! –Exclamó horrorizada-. ¡Pero tú estas loca! Como diantres crees que voy hacerle una cosa así… Amo a mi marido.
-Pues por que me besó y me dio esa insinuación… -Señaló con confusión ante las palabras de su hermana. La creía, sabía que no mentía. La conexión que tenía con ella era muy diferente a la que tenían otras personas con sus hermanos.
-¿Acaso crees que él no sabe diferenciarnos como lo hace Damon? –Preguntó su hermana con una sonrisa en sus labios-. Por que crees que estaba un poco nerviosa. Por esto… -Resopló-. Se que él podía descubrir que no era yo la que conducía el taxi…
-Ha jugado conmigo –Estaba sorprendida-. En todo momento ha sabido que no eras tú… ¡Será mal nacido! –Gruñó enfadada.
-¡Cris por dios, deberías de borrar esa cara de ogro! –La regañó su hermana riéndose-. No seas así con Jason. Y más bien, deberías de preguntarte por qué te ha besado. Al fin y al cabo, llevabas tiempo deseándolo.
-Me ha besado, porque sigue siendo el mismo maldito playboy de la universidad –Señaló entre dientes-. Y tal vez, solo quería reírse un poco.
-Si tan segura estas de ello –Se alzó de hombros su hermana-. Devuélvesela.
-¿Qué quieres decir? –La miró confusa.
-Ríete tú también de él –Le guiñó un ojo-. Él, por algo que desconocemos ha sabido diferenciarnos. Pues vamos haber hasta donde llega ese milagro, haciéndole creer que soy yo y así le devolvemos la broma.
-Vaya… -Sonrió con picardía-. Quieres volver a las trastadas de cuando éramos pequeñas.
-Uy, uy… -Silbó una de las taxistas-. Estas dos juntas dan miedo. Compadezco al bombón “1-02” –Dijo meneando la cabeza y yendo hablar con las otras compañeras.
-¿Qué propones? –Preguntó con los ojos brillantes de diversión ante la inminente venganza.
-¿En serio me estas preguntando a mí? –Se sorprendió Marian riéndose-. Siempre has sido tú la que ha llevado a cabo todas las travesuras que hicimos.
-Esta vez estoy nerviosa y tan impaciente, que mi mente no logra unir ninguna idea –Refunfuñó.
-Quiero que solo sufra un poco…
-Me quedo satisfecha con ello –Rió-. Pero esta vez si papá y mamá se enteran de ello, asume tu papel de capitán.
-Muy bien –Se alzó de hombros-. Pero no creo que se lo traguen.
A las dos de la tarde como era
habitual, Jason salía del edificio con el móvil en mano. Por su expresión, era
obvio que había ido muy bien el juicio que había tenido. Pero muy pronto,
aquella sonrisa de satisfacción que lucia iba a perderla. El juego que había
planificado Marian estaba por empezar.
Miró con una enorme sonrisa a su hermana, cuando vio que el hombre comenzaba a marcar en el móvil para activar el servicio de taxi. Era el momento de actuar de Marian, quien se despedía en aquel momento de ella con un guiño de ojos antes de salir de detrás de la enorme columna y dirigirse con pequeños saltos hacia su victima.
-¡Hola guapo! –Dijo utilizando un tono seductor, al tiempo que lo agarraba de forma posesiva por el brazo y le refregaba la mejilla por él-. Vine a recogerte para llevarte a comer y tener un rato a solas.
-¿Marian? –Preguntó entre sorprendido y confundido, dejándose arrastrar al taxi que se hallaba estacionado.
-Pues claro que sí –Rió-. Espero que tengas mucha hambre –Dijo guiñándole un ojo y consiguiendo sonrojar al hombre por un segundo-. Eh reservado mesa en el Spirit… -Suspiró con exageración al sentarse tras el volante-. Me encanta como preparan la carne a la brasa… Y es un lugar que resulta muy acogedor, con esas chimeneas encendidas en cada salón pequeño. Espero que nos pongan enfrente de una como pedí – Se incorporó a la circulación sin darle tiempo al hombre de soltar palabra alguna. Y teniéndose que aguantar la risa al mirar por el retrovisor interior y ver como la miraba con el ceño fruncido y mirada cargada de terror-. ¿Por qué te sentaste ahí detrás?
-Yo…
-No pasa nada –Volvió a reír, pero aquella vez empleando un tono inocente-. Luego podremos estar codo con codo… -Y activó la radio con volumen alto, para tararear la melodía y no darle opción a nada hasta llegar al restaurante.
Diez minutos después, entraba en
el restaurante arrastrando de la manga a un Jason reacio a creer lo que estaba
ocurriendo, que no paraba de observarla en todo momento con el ceño fruncido.
Verdaderamente, no sabía cuantas veces había tenido que multiplicar novecientos
ochenta y nueve por setecientos cuarenta y dos, para poder evitar el soltar las
carcajadas que tenía a flor de garganta. Hacía mucho tiempo que no se lo pasaba
tan bien, jugando aquel juego viejo con su hermana.
-¡Magnífico! –Danzó feliz dirección a la mesa-. Nos pusieron en el salón más pequeño y enfrente de la chimenea… ¡Que romántico! –Canturreó las últimas palabras-. Suerte que apenas hay ocupada una mesa más…
-¿Te encuentras bien Marian? –Preguntó Jason tragando saliva al sentarse en la silla de enfrente de ella, en vez de hacerlo en la de al lado.
-Gracias a ti –le guiñó un ojo-, hoy mejor que nunca… ¿Pero por qué te pones tan apartado? –Le preguntó empleando un puchero con los labios-. Llevas todo el rato muy raro…
-Verás pequeña… -Comenzó hablar pero se detuvo unos segundos, seguro que para meditar sus siguientes palabras, al tiempo que se desabrochaba las mangas y se las arremangaba-. Creo que hoy…
-¡Espera! –Lo interrumpió llevando su mano hasta enfrente de su rostro y presionar un dedo en sus carnosos labios-. Dame unos segundos que vaya al servicio… -Y se marchó un tanto apresurada dejándolo allí.
Apunto de entrar en el baño de señoras, un toque en su hombro derecho la detuvo. Se giró para hallar a su hermana con la dueña del restaurante, quien meneaba la cabeza con gesto negativo y soltaba un suspiro.
-No os comprendo –Siguió con su gesto de cabeza-. El chico se ve muy mono, y no creo que sea merecedor de la jugarreta que le estáis haciendo.
-Elena, a veces las apariencias engañan mucho… -Gruñó Cris.
-No te preocupes Elena –Sonrió Marian a la mujer mayor-. Solo será una pequeña broma a un amigo, por reírse él también de nosotras…
-Conozco a Jason y es un encanto –Alzó la mujer una ceja.
-Es su modo operandis –Volvió a gruñir Cris-. Encandilar a todas las mujeres de cinco años a cien y hacernos creer que es…
-¡Ya vale! –La regañó su hermana-. Debes ir a la mesa, dame tu jersey –Indicó quitándose el que llevaba ella por encima de la cabeza-. Justo lo interrumpí cuando creo que iba excusarse por lo que hizo hoy… Pobrecillo –Se rió-. Creo que lleva todo el rato rememorando el beso y buscando, que fue lo que le hizo equivocarse pensando que eras tú…
-¡Te ha besado! –Gimió de forma ahogada Elena, tapándose la boca por miedo haberlo dicho demasiado alto.
-Ahora te lo explico todo –Susurró Marian-. Pero que te parece si de mientras me das de comer –Sugirió con tono cariñoso.
-Claro, ven a la cocina… Y tú, acude con él –Le guiñó el ojo con picardía-. Que ahora me tenéis más bien intrigada.
-Voy, voy… -Dijo cogiendo aire de forma exagerada, y estirando un poco su cuello de lado a lado para expulsar un poco la tensión que comenzaba acumularse en aquella zona.
Cuando entró en el salón pequeño, dirigió un segundo su mirada a la otra mesa ocupada por dos mujeres mayores, quienes se hallaban ajenas a ellos dos por la conversación que estaban manteniendo a tono bajo. ¡Dios, estaba segura que el temblor de sus extremidades se debía a las fuertes y aceleradas pulsaciones de su corazón! Le quedaba poco por llegar a su lado, pero al parecer él aún no había caído en su presencia al estar mirando los dibujos que hacían las llamas de la gran chimenea que dominaba aquel pequeño salón. ¿Estaría preguntándose como solucionar el problema que había causado? ¿Oh más bien sorprendido, al ver que la mujer de su mejor amigo, estaba más interesada en él que en su marido? Que se aguantara, que no hubiera jugado tampoco de aquella manera…
-Espero no haber tardado mucho, pero Elena me entretuvo un momento –Dijo empleando un tono meloso y sentándose en la silla que quedaba a la derecha de él, viendo como él daba un pequeño respingo por aquella proximidad y se la quedaba mirando fijamente con el ceño fruncido-. ¿Vinieron a tomar nota?
-No –Respondió estudiándola detenidamente-. Es curioso, vuelvo a oler esa fragancia fresca y seductora nuevamente.
-Normal –Río, intentando simular su miedo al ver como el condenado notaba rápido el cambio. Lo mejor sería ir al ataque lo más rápido posible-. Si no quieres dejar de olerla, no te separes de mí ni un milímetro… -Susurró acercando su rostro apenas unos centímetros de él, para mirarlo fijamente con cierta picardía a los ojos-. ¿Qué es eso que querías decirme antes de ir al servicio?
-Sinceramente –Sonrió un segundo-, no se si decirlo… Vuelvo hallarme confuso…
-¿Por besarme al fin? –Preguntó acariciándole el brazo con su mano, provocando que él condujera su mirada aquel punto para fruncir el ceño por un segundo y acto seguido alzara la mirada hacia su rostro mostrando una enorme sonrisa.
-Quiero llevarte a la cama, desnudarte poco a poco como se merece un cuerpo como el tuyo y besarte cada milímetro de él –Soltó de repente sin ella esperárselo, dejándola sin aliento por lo sensual de su tono de voz y las hipnotizadores imágenes que le venían de sus manos acariciándole sus hombros desnudos para ir descendiendo. Carraspeó un poco para disimular su estado y separarse un poco de él con la excusa de beber un poco de agua, que tan amablemente había traído el camarero nada más sentarse ellos en la mesa acompañado de unas barritas de pan de aceite de oliva-. Quiero hacerte el amor como nunca te lo han hecho tesoro –Le guiñó un ojo-. No sabes lo mucho que me alegré cuando noté tu colaboración en el beso…
¡Maldito creído! Pensó con rabia,
pero intentando no transmitirlo con la mirada. Estaban equivocadas. Desde un
principio ella había tenido razón en un punto, Jason deseaba a su hermana. Era
un cerdo asqueroso al lanzarse sobre la mujer de su mejor amigo. A lo mejor,
por eso nunca se había fijado en ella. No quería una copia de lo que deseaba,
sino que quería a la verdadera. Dios, solo tenía ganas de salir de allí
corriendo para esconderse bajo la colcha y llorar, llorar y nada más que llorar
al saber lo idiota que había sido por seguir amando en la distancia aquel
presuntuoso playboy.
No aguantando más la presión dolorosa que sentía en el
corazón, y para poder evitar que él viera las lágrimas que afloraban en sus
ojos, se levantó apresurada de la silla para huir y estar sola, pero no se
esperó que él también se levantara y que con gesto brusco la empujara hacia la
mesa para poder atrapar sus labios en un furioso beso.
Su primer impulso fue de empujarlo con sus puños, pero su
fuerza era superior. Aprovechándose él de esa diferencia, pudo reducirla sin
importarle montar una escena como aquella en un lugar público a pesar de que
solo hubiera dos personas más en aquel salón.
Y a pesar de todo, debería de sentir vergüenza de sí misma
por ser una mujer tan débil y rendirse en un principio, por aquel nuevo robo de
sus labios. Aquello resultaba un tanto humillante. Ella casi tumbada encima de
una mesa en un restaurante con el hombre de sus sueños besándola y ella
correspondiendo, cuando en verdad simplemente estaba sustituyendo a la imagen
de su hermana…
El sentir el sabor salado de sus lágrimas mezclarse con el
aliento de él, la hizo despertar. Cogiendo fuerzas del fondo de sus entrañas, para
poder apartarlo de sí con un fuerte empujón y después propinarle el bofetón más
fuerte que jamás había dado en su corta vida.
-¡Cerdo! –Lo insultó sin bajar para nada el tono de su voz
por respeto a las personas que habían allí, pero como ya habían dado el espectáculo
gritó como el cuerpo le pedía en aquel momento.
Las dos mujeres que estaban allí, habían soltado un gemido
ahogado al ver la escena que se originó delante de ellas y ahora, los miraban
con ansia en espera de ver que más iba a ocurrir. Sin prestar atención a las
dos personas que habían acudido allí al escuchar el pequeño alboroto. Eran
Marian y Elena, quienes se detuvieron a escasos metros de ellos sin saber como
debían actuar.
-¡Eres un maldito rastrero! –Le escupió con un gruñido
cargado de odio, antes de pasarse el dorso de su mano por los labios para
intentar eliminar todo rastro del beso. Mientras él no paraba de mirarla con
sonrisa en su rostro.
-Cris por favor, no es lugar… -Dijo con tono débil y avergonzado
su hermana Marian, intentando detener la pelea que veía venir.
-Mis sospechas eran ciertas… -Habló él recuperando aún el
aliento, después de aquel apasionado beso que le había logrado sacar a la
joven-. Sabía que eras tú… -Informó con sonrisa débil.
-¡OH! –Exclamaron Marian y Elena, salvando a Cris quien solo
supo alzar la mirada aún más enfadada.
-Espero que te hayas divertido –Dijo con gran reproche.
-Lo mismo digo –Alzó Jason una ceja.
-Tú fuiste quien lo empezaste –Se cruzó de brazos para poder
ocultar el temblor de sus manos, a causa de los nervios que estaban comenzando
a surgir con lo sucedido.
-¿Vamos a pelearnos como niños pequeños en el recreo? –Señaló
riéndose el hombre ante la actitud de ella.
-Eso te gustaría a ti –Lo miró con gran desdén al coger el
bolso que tenía colgado de la silla, dispuesta a largarse de allí.
-¿Ya te vas?-Preguntó con gesto divertido en su expresión-.
O más bien debería de decir… ¿ya huyes? –Se rió al ver como conseguía que se
diera la vuelta y lo mirara con fuego en los ojos-. Que lástima, no te
recordaba así de cobarde… Meses atrás fuiste más valiente.
-¡OH! –Exclamaron las mujeres cuando su bolso casi impactaba
en la cabeza de Jason, si éste no se hubiera agachado a tiempo.
-¡Cristina! –La riñó su hermana con tono exasperado y
utilizando su nombre completo. Aquello, solo ocurría cunado se hallaba un poco
enfadada con ella.
-¿Cómo puedes replicarme, después de ver como se ha reído de
nosotras? –Se cruzó de brazos al tiempo que soltaba un profundo suspiro-. Te
recuerdo, que ésta vez fuiste tú quien inició el ataque… -Dijo con voz
cantarina al saber que su hermana estaba ahora arrepentida de aquel impulso
vengativo que la había dominado.
-¿En serio? –Alzó una ceja divertido Jason al no conocer
aquella faceta de Marian.
-Yo… -Se sonrojó la chica, llevando las manos con gesto nervioso
al rostro, para echarse tras la oreja el cabello-. ¡Tu comportamiento de hoy
podía afectar a mi matrimonio! –Acusó al fin provocando que Cris mostrara una
leve sonrisa en sus labios.
-Suerte tengo de haberme librado de tu castigo… -Le guiñó un
ojo posicionando las manos en la cadera.
-Aún sigues mereciéndotelo –Bramó por lo bajo Cris con el
entrecejo fruncido, dándole igual si la escuchaban todos allí, lo cual así fue.
-¡Ya vale! –Suspiró Marian volteando los ojos al techo.
-Estate tranquila –Le guiñó un ojo de forma provocativa
Jason logrando que su rostro se tiñera de rojo a causa del enfado que iba en
aumento-. Ahora tendrás tu ansiada pelea tesoro.
-A mí me olvidas –Resopló
nerviosa por la amenaza del hombre.
-Si no lo eh logrado en un año –Se rió con mofa-. ¿Crees que
lo haré ahora después de lo ocurrido de hoy? –Habló consiguiendo que ella diera
un pequeño respingo por aquella engañosa información.
-Bueno… -Comenzó hablar un tanto nerviosa su hermana Marian-.
Creo que yo me marcho… -Evitó mirar en dirección a su hermana, sabiendo que
esta la estaría taladrando en aquel momento con la mirada-. Tengo un negocio
que vigilar y el cual llevo mucho rato abandonado…
-Dile a Damon que luego lo llamo para ir a jugar un
partido de básquet –Se despidió él, viendo por el rabillo del ojo como Cris se
movía a coger su bolso del suelo, pero no lográndolo cuando el retrocedió dos pasos
y lo atrapó antes que ella-. Ni hablar pequeña… -Lo escondió tras su espalda.
-¡Oye! – Replicó consternada-. Devuélvemelo que es mío…
¡Espera Marian! –Exclamó mientras intentaba capturar lo que era suyo, pero se detuvo
al verse traicionada por ella-. ¡Marian traidora, a mamá que irás!
Pero no sirvió de nada que gritara y amenazara enfadada a su
hermana. Esta había desaparecido junto con Elena, más rápido que una liebre. Y
ahora estaba allí, sola ante Jason. ¿Cómo podía hacerle aquello sabiendo de sus
sentimientos por él? ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Reírse por lo
ocurrido, como si allí su corazón no hubiera sido herido?…
-¿Nos vamos pequeña? –Preguntó agarrando su abrigo sin
exponer en ningún momento a la vista el bolso de ella.
-Yo sí me voy, tú haz
lo que te de la gana –Le respondió con insolencia-. Pero antes dame lo que es
mío.
-No –Soltó tajante.
-¿Cómo qué no? –Repitió indignada-. Escúchame bien idiota,
no estoy para tus jueguecitos tontos…
-Lo siento mucho preciosa, pero si quieres largarte de aquí
será viniendo conmigo –Acató con voz dulce-. Es lo único que vas ha conseguir
por el momento. Y no me dan miedo ni tus insultos ni las amenazas que puedas
soltarme –Señaló burlón al conocerla perfectamente.
-Pues a mí no me dan miedo tus órdenes –Replicó alzando su
barbilla-. ¡Devuelvéme mi bolso! -Ordenó completamente sulfurada, con los brazos rectos y puños cerrados.
-Lo haré en un rato –Aceptó caminando hacia la entrada del
restaurante, sin detenerse a mirar si ella lo seguía. Una vez fuera, buscó con
la mirada el taxi con el que ella tenía que haber venido. Pero no lo veía a
primera vista.
-Se encuentra en la calle de atrás –Adivinó una voz femenina
muy conocida por él.
-¿Aún sigues por aquí? –Se giró Jason hacia Marian, quien se
hallaba junto con Elena apoyadas en la pared del restaurante-. ¿Acaso temes por
tu hermana? –Soltó con cierta burla.
-Más bien por ti –Sus labios mostraron una mueca de duda-.
¿Dónde esta?
-Dentro –sonrió-, supongo que luchando consigo misma.
-¿Cómo lo supiste? –Quiso saber ella con curiosidad antes de
que saliera su hermana.
-¿Cómo lo sabe Damon? –Respondió con diversión, provocando
que las mejillas de su amiga volvieran a sonrojarse.
-Deberías hacerte actor –Sugirió con buen humor-. Si no te
hemos confundido en ningún momento, nos has engañado muy bien.
-Algo lo habéis hecho –Admitió-. Me habéis hecho dudar, en
si era yo mismo quien se había imaginado que Cris se hallaba aquí –Se acercó a
ella y le agarró las manos para alzárselas y acariciarlas con suma delicadeza-.
Pero doy gracias a dios, al haberme fijado allí dentro que ella no llevaba
ninguna alianza de matrimonio y tú sí…
-¡Es verdad! –Exclamó la chica, provocando que él soltara
una carcajada al ver el gesto de fastidio de ella-. Que burras… -Dijo meneando
la cabeza de forma negativa.
-Por eso me lancé de esa manera –Pidió disculpas a Elena,
quien se alzó de hombros en gesto de no darle demasiada importancia a lo ocurrido en su restaurante-. Reconoced
que os lo merecíais por lo que queríais hacerme.
-No te hagas el victima –Los interrumpió Cris, apareciendo
de repente tras ellos y aún con cara de pocos amigos.
-Vaya… -Se río con cierto sarcasmo él-. Veo que te costó
salir un poco.
-Para nada, simplemente no tenía ganas de pasar frío
mientras esperaba a mí taxi –Comunicó acercándose a la calzada justo cuando un
taxi de la compañía de su hermana se detenía allí.
-¡Has llamado a un taxi! –Acusó Marian decepcionada por
aquella huida de ella-. No puedes dejar el tuyo ahí… -Puso los brazos en jarra.
-Sí que puedo –Informó abriendo la puerta trasera-, siempre
y cuando él, no me devuelva mi bolso con las llaves y demás –Su ceño se arrugó
al mirarlo con gran enfado.
-¿Qué te hizo volverte tan cobarde? –Preguntó él acercándose
hasta donde estaba ella, para poder observar como tensaba su espalda un poco en
desconfianza por su acercamiento-. Solo quiero hablar un segundo Cris… -Pidió
con voz seductora.
-Pues yo no –Respondió muy firme.
-Bien… -Soltó un suspiro-. Aquí te devuelvo tu bolso –Dijo arrojándolo
al interior del vehículo con un poco de mala gana.
-¡Oye! –Protestó ella un tanto indignada por el trato que
sufría su bolso, perdiendo de vista por un segundo al hombre al intentar
recuperarlo metiendo medio cuerpo suyo en el interior, que al segundo
comprendió que todo fue una treta de Jason. Este puso sus manos en donde no
debía y la empujó al interior de mala manera para meterse él también como pudo
y gritarle a la taxista que arrancara de inmediato, dejando a las dos mujeres
de afuera sorprendidas por aquel improvisado secuestro.
-¿Dónde vamos? –Preguntó nerviosa y risueña la taxista, al
salir de allí disparada y sin rumbo alguno.
-A la calle Portland, numero ochenta y dos –Indicó Jason
risueño-. ¿Podrías poner el seguro de niños en las puertas? –Aún ensanchó más
su sonrisa al no acabar la frase y escuchar como la mujer accionaba el seguro
sonriendo también.
-¡A ningún lado! –Vociferó Cris, intentando sentarse en el
sillón y apartar su trasero del rostro del hombre-. Ya estas deteniendo éste
taxi y quitando el maldito seguro a las puertas.
-Coche jefe a coche once…
-Irrumpió la voz de Marian por la emisora-. No hagas caso a la mujer que llevas
en el coche.
-¡Ey! –Se quejó perpleja con
aquella acción de su hermana.
-El que la ayude, se queda sin
paga extra…
-¡Serás cabrona! –Refunfuñó dándole
un codazo al hombre que no paraba de reírse.
-Bien… -Suspiró reclinándose en
el sillón de forma más cómoda-. Parece que todo va a ir como debe ser.
Calló, respiró con gran fuerza
mientras no le quitaba la vista de encima, para después sorprenderlo con el
ataque de su bolso en toda la cabeza.
-¡Auch! –Se quejó Jason, poco
antes de lograr arrancarle el maldito bolso y lanzarlo con mal humor a los pies
del sillón del copiloto-. Recuérdame que te regale uno más pequeño y con menos
tachuelas –Gruñó frotándose la frente.
-Tú a mí no me tienes que regalar
nada –Soltó entre dientes-. Aunque a éste paso, ese bolso le queda muy poca
vida.
-Tú fuiste la que lo lanzó
primero en el restaurante –Recalcó con humor-. Y al menos espero que aceptes
mis regalos de buena gana.
-¿Te falla hoy un tornillo,
verdad? –Preguntó frunciendo el ceño-. ¿Qué puñetero interés tienes ahora en
comprarme algo? –Alzó una ceja-. ¿Acaso piensas callar así mi silencio con
Damon?
-¡Por fin! –Alzó los brazos todo
cuanto le permitió el techo del vehículo-. Ya vas acercándote al tema.
-Cerdo… -Lo insultó de sopetón-. Degenerado…
Roba… -Calló al encontrar sus labios sellados momentáneamente por los de él.
-¿Roba besos? –Le guiñó un ojo
divertido, no haciendo caso a sus insultos.
-Oportunista… -Siseó ella con
mirada cargada de odio.
-Mira que llegas a ser dura de
mollera –Exhaló aire el pobre hombre-. ¿Acaso no te has preguntado aún como eh
podido reconocerte? ¿Ni siquiera quieres saber por qué te besé?
Ante aquellas preguntas tan
directas, solo supo girar el rostro hacia la ventanilla. Estaba claro que no
quería hablar nada más con él. No quería que viera el miedo que tenía ante las
respuestas que escondían aquellas preguntas. No quería que supiera cuando
sufría en aquel momento su corazón.
-Porque no sabes tener el
pajarito guardado un par de días –Silbó con cierta socarronería, sin girar aún
la cara. No quería verle el rostro y descubrir que era por eso… Por ser como la mayoría de los
hombres.
-¡Cris por dios llevo gente! –Se escuchó
por la emisora a su hermana, sorprendiendo a los dos y causando que la
conductora quisiera esconderse de vergüenza al ser descubierta.
-¡Tenías conectada la radio! –Acusó
apoyándose en el respaldo del conductor-. ¿Cómo has podido? –Miró con mal humor
a la mujer por el espejo interior-. ¿Cómo puede caer tan bajo mi hermana?
¡Apaga ese maldito cacharro!
-¡Tiene que llevarla encendida! –Defendió
Marian a su trabajadora.
-Pero no hace falta que lleve el
botón pulsado cada vez que hablo –Bramó a los cuatro vientos-. De modo que
adiós… -Acto seguido le habló a Anne-. Y tú, deja de hacerle caso a esa loca.
No más botoncito… Y ahora se buena y llévame a…
-¡No! –Interrumpió Jason-. La
dirección sigue siendo la misma.
-No te ofendas –Se atrevió a
mirarlo-. Pero no quiero ir a tu casa.
-Anne, condúcela a la dirección
que pidió Jason –Volvió a indicar Marian.
-¡Se puede saber que os pasa hoy
a todos! –Exclamó con desesperación y enfado.
-Que te queremos –Rió su hermana.
-¡Quieres dejar de darle al
botón! –Volvió a exclamar pero sacudiendo aquella vez el sillón del piloto-. Si
se de todo éste jaleo, no hubiera venido de vacaciones de invierno.
-Entonces, yo no habría tenido la
ocasión de besarte –Habló Jason con tono pausado y mirándola fijamente.
-Exacto –Dijo ella con sarcasmo-.
Y todo habría resultado más…
-Te amo –Soltó a la vez él, con
tono sincero y mirada intensa.
-Tranquilo… -Susurró la última
palabra, completamente confusa por no querer creer lo que él había dicho. Lo
miraba fijamente, en espera de que él soltara a continuación una sonora
carcajada, indicándole que todo había sido una broma por la que ellas le iban
hacer. Pero allí estaba el maldito, con la boca cerrada sin decir nada. Solo la
miraba a ella… ¡Pero habla idiota! Quiso gritarle… ¿Qué fue eso que me pareció
oír? Posiblemente se estuviera arrepintiendo. Claro que sí, él era un playboy…
Los de esa especie, explotaban en mil pedazos si decían aquellas dos palabras. Entonces,
lo más seguro que hubiera sido su desesperada mente.
-Fui un cobarde –Volvió a
recuperar el habla, pasando sus manos por el cabello en gesto nervioso-. Tú
hermana y Damon, representan para mí algo en extinción… -Suspiró con fuerza-.
Sabes que en mi familia, han abundado suficientes divorcios. Y la mayoría de
ellos han sido de mis padres –Sonrió con una mueca-. Digamos que crecí en un
ambiente más bien frío… Primero conocí a Marian, cuando ya era novia de Damon.
No sentí nada por ella, la veía como una buena amiga… Me hablaba siempre mucho
de ti –Sonrió levemente-. Yo pensaba, que como erais gemelas y por tu hermana
no sentí ninguna atracción, que contigo sería lo mismo. Pero pasado casi tres
meses, coincidimos. Y pusiste del revés mi mundo –Exhaló con fuerza el aire de
sus pulmones-. Aquella mirada retadora que me dedicaste la primera vez, me
cautivó. Pasaron los días y mis sentimientos por ti crecían. Pero no me sentía
capaz de vencer mi miedo. No sabía como darte todo lo que anhelaba darte. Por
primera vez, tenía la necesidad de proteger… Pero pensé que jamás lo lograría.
Y me resguardé en mí mismo siendo un maldito necio. Era mi último año en la
universidad y pensé que tenía un poco de suerte. Tú estabas en el primero…
Podía escaparme de ti... –Rió con suavidad-. Pero no caí que Damon me amargaría
tanto la vida al traerte siempre.
¿Aquello era una declaración?
Pensó anonadada… ¡Sí! Gritó feliz para sí. Estaba ocurriendo, Jason le había dio
que la amaba… No creía que fuera un sueño. Imposible que se hubieran chocado
con el coche, y resultara ser que en el cielo te ofrecieran tu sueño como pase
de entrada a mejor vida. ¡Hay no! Pensó horrorizada y llenando sus ojos de
lágrimas. Quería vivir aquello en la tierra. Sentir su cariño día a día.
Abrazarlo, besarlo, mirarlo… Sentir su calor todas las mañanas en la cama.
¡Quería sentirse viva de una vez por todas!
-Cris… -La llamó la cálida voz de
Jason, cogiéndole las manos con delicadeza-. Perdóname por llevar a esas
mujeres cada vez que quedábamos los cuatro. Si te soy sincero, muchas de ellas
después de cenar acababan en sus casas. Me sentía un necio. Durante toda la
noche me acompañaba tú mirada acusadora. Sabía porque era –Sonrió con una
mueca-. Sabía de tus sentimientos… Pero me daban miedo. Miedo a que pasado un
tiempo, te amargara la vida como mi padre hizo con cada una de sus esposas. Y
tú no te merecías eso.
-Jason… -Gimió a causa de las
lágrimas que caían por sus mejillas.
-No llores Cris –Pidió abandonando
sus manos para poder secarle las lágrimas con sus dedos y mantener su rostro
alzado y observarla con mucho amor-. ¿Podrás perdonarme algún día por mi estúpido
comportamiento? Hace un año, fuiste muy valiente. Y yo, nuevamente un cobarde…
-Gimió de fastidio-. No hice nada ante tu despedida, y dejé que te alejaras de
mi lado por todo un año. Pensé que así lograría olvidarte –Movió con gesto
negativo la cabeza-. Pero el sufrimiento fue peor. Al no saber mucho de ti, me
preocupaba con lo que estarías haciendo a cada momento… Por eso, hoy al subirme
al taxi mi corazón tuvo un vuelco. Y eso, solo me ocurre contigo… Y tú
fragancia… -Sonrió acercando su rostro al de ella-. No podía creer que fueras
tú y quisieras ocultármelo. Me dolió, por eso jugué contigo con aquel primer
beso. Había tirado mis cartas sobre la mesa, ésta vez iba a ser valiente y
confesarte todo… Te amo pequeña. Quiero tener una vida contigo.
Apenas podía verlo a causa del
torrente de lágrimas que caía por sus ojos. Y no creía que le salieran palabras
coherentes de sus labios. Estaba muy emocionada… Solo supo asentir en gesto de
cabeza, al tiempo que se dejaba atrapar los labios en un beso cargado de
pasión.
Aquellas iban a ser unas
navidades inolvidables. Ya tenía su mejor regalo… Jason. Ahora, solo tenía que
planear su dimisión y volver al lugar de donde nunca tenía que haberse ido.
-¡Ey! –Chilló Marian por la
emisora-. Hay mucho silencio por ahí… -Rió-. Anne, descríbenos que ocurre.
Con sonrisa pillina, Cris se
separó de Jason para pasar medio cuerpo por entre los sillones de delante y
quitarle la emisora de las manos.
-Aquí coche once –Rió-.
Lamentablemente, llega a su destino. No pudiéndoles informar de lo que va ha
ocurrir en el ático de la calle Portland, numero ochenta y dos –Volvió a reír.
- Por suerte nuestra –Jason rió por sus palabras, abriendo la puerta del coche cuando notó que Anne había quitado del coche el seguro y extendió su mano, dándole la bienvenida a una Cris que la aceptó completamente feliz.
- Por suerte nuestra –Jason rió por sus palabras, abriendo la puerta del coche cuando notó que Anne había quitado del coche el seguro y extendió su mano, dándole la bienvenida a una Cris que la aceptó completamente feliz.
-¿En serio nos dejan así? –Pidió otra
conductora.
-Quiero más –Reclamó otra-. Que
bonito…
-Aquí coche once, creo que
tardaremos en ver a esos dos. Tienen mucho tiempo que recuperar.
-Coche jefe a todas –Rió Marian-.
Vamos a la cafetería de siempre a por un chocolate. Ya que estarán ocupados por
un buen tiempo, hay que organizarles la boda. ¡Se casa mi hermana! –Rió feliz emprendiendo
la marcha hacía allí.
FELIZ PRIMER ANIVERSARIO!!!!
MIL Y UN BESOS!!!!
Ohhhhh me encantó!!! No me mates, hasta ahora lo leí!!!!! Me ha gustado muchisimo!
ResponderEliminarGracias enana!!!!! Mas vale tarde que nunca!!!! jejeje
ResponderEliminarQue lastima que se perdieran todos los comentarios del blog!!! Si dejarais en paz tantos cambios!!!!!
Jajaja muy buena esa historia. Ay por Dios! Ser la valiente y dar el beso no es nada fácil...
ResponderEliminarY pobre bolso pero es de lo mejor que tiene una mujer para defenderse jaja
Gracias por la historia E.J
Lu
E.J que bella historia, que ocurrencias, sería divertido tener una gemela y hacer pilaturas jajajaja.... me encantan vuestras imaginaciones, para hacerme pasar un buen, buen rato... me alegraste la noche, GRACIAS!!!
ResponderEliminar