Enfrente de
la casa de Donovan, pudo comprobar que todas las luces se hallaban apagadas. No
había nadie. Había conducido como una loca para nada. ¿Y ahora qué? Pensó impaciente
tamborileando el volante con los dedos. ¿Tenía que volverse a casa? A saber en
donde podía estar él… Su ceño se frunció por un segundo, al venirle una imagen
un tanto odiosa a la mente. No creía que se encontrara en algún bar, dejándose
agasajar pro cualquier pechugona. Consultó la hora en su reloj. Tampoco era muy
tarde, ni muy temprano. Por así decirlo, era una buena hora para volver a casa
y cenar. De ese modo, te quedaba un rato para ver la televisión antes de irte a
dormir, teniendo que madrugar al día siguiente para trabajar.
Mucho más animada por su valentía, volvió a poner en marcha su jeep para esconderlo y no dejarlo a primera vista. Aquella noche iba a escribir su propia novela romántica, y esperaba que con una pequeña introducción erótica.
-¡Luz verde! –Exclamó eufórica, al comprobar que tenía vía libre. Ahora activaría el modo nocturno para que cuando él llegase, viera que la alarma estaba activada.
Subió con paso seguro las escaleras, para dirigirse hacia el dormitorio principal. Una vez allí arriba, apagó la luz de las escaleras y se dirigió a oscuras hacia su objetivo. Abrió la puerta un poco nerviosa, aspirando el aroma que flotaba en el ambiente de la colonia de Donovan. Nunca se cansaría de esa fragancia. Resultaba tan seductora…
Cerró la puerta y con paso calmado, fue a sentarse a los pies de la enorme cama. Observó un momento todo y decidió que algo tenía que hacer, pues no podía estar mucho más rato con la luz encendida. Él llegaría, y en algún momento subiría allí arriba. Por lo tanto, creía que lo más sensual y erótico sería que el hombre la hallara en la cama desnuda. Bueno… Quizás en ropa interior. Tampoco hacía falta ser tan directa, y había que aprovechar que llevaba un bonito conjunto de ropa interior. A los hombres les gustaba poder desprender a la mujer de esas prendas. Eso tenía entendido, decidió incorporándose de la cama y comenzando a quitarse la ropa, para dejarla bien doblada encima del sillón.
Por lo menos
llevaba allí tumbada una hora y aquel hombre no aparecía. No creía que pudiera
tardar mucho más, porque sino al final acabaría quedándose dormida. ¿Y si se
ponía la televisión un rato? No creía que él fuera por la terraza, que es donde
daba la ventana. Pondría el volumen casi al mínimo y así oiría su coche al
llegar. Pero no le dio tiempo a cambiar por tercera vez de canal en busca de
algo entretenido, que escuchó llegar un coche. Con apresuramiento apagó el
televisor con el mando y lo dejó en su lugar, mientras se colocaba en medio y
se peinaba el cabello con los dedos.
-¡Que nervios! –Gimió a tono bajo-. Pero todo va a ir bien. Esta vez no hay agua por el medio –Se auto convenció guardando silencio para saber que haría el hombre, nada más traspasar la puerta principal de la casa.
Giró con
calma su coche en el lateral de la casa, para dejar libre la parte principal ya
que al día siguiente vendrían más familiares, pues habían decidido celebrar una
barbacoa aquel fin de semana allí, pero frenó su vehículo un poco sorprendido. ¿Se
hallaba allí Silvia? Pero si la casa se hallaba a oscuras. Completamente
extrañado, aparcó al lado del jeep.
-¿Se encuentra Alex ya aquí? –Preguntó Shannon, sentada al lado de Donovan.
-No, se trata de mi constante dolor de cabeza –Gruñó estacionando al lado del viejo coche de la chica.
-¡OH! Quieres decir que ella esta aquí –Se giró Shannon a mirarlo muy emocionada.
-¿Pero tú que es lo qué sabes? –Preguntó sorprendido-. Déjalo, que pregunta más idiota… -Hizo una mueca de fastidio-. No sabía que Alex fuera tan cotilla.
-Mi hermano no me guarda ningún secreto –Señaló divertida.
-Pero que lo haga con sus asuntos –masculló-, no con los míos. ¿Cuándo dejará de fastidiarme?
-Pero sí a ti te encanta –Acusó la mujer-. ¿Quieres que desaparezca? –Le guiñó un ojo coqueta.
-No, querida prima –Le palmeó en la pierna con cariño-. Primero, quiero saber que me espera ahí dentro. Y luego, veremos si necesito tal vez tu ayuda.
¿Qué diantres hacía allí Silvia? ¿Acaso no había tenido suficiente con la discusión anterior? Obviamente le habrían dicho que la había estado buscando toda la tarde preocupado. Y había sido un imbécil al actuar como había actuado, tirándola al abrevadero. Y ahora, ella venía a buscar seguramente un poco de venganza. Y con todo su morro, había utilizado una llave que aún no le había devuelto. Seguramente lo estaría esperando en la cocina o el salón a oscuras. Pero aquello, es lo que no acababa de entender. ¿Por qué a oscuras? Aunque su coche lo había dejado al lado, cuando siempre lo dejaba a la vista en la parte principal como hacía él. Abrió la puerta y mirando el panel de alarma, pudo comprobar que se hallaba en modo nocturno. Aquello era muy raro.
-Me parece que no hay nadie –Dijo Shannon, observando a su alrededor.
¡Una mujer!
Se incorporó veloz de la cama, para prestar atención a los ruidos que provenían de la planta baja. Aquello tenía que ser un error… Se dijo con miedo. No podía ser posible… Donovan no podía haberse traído una mujer. ¿Oh sí? ¡Maldito mal nacido! Salió veloz de la cama, para poner la oreja en la puerta pero no pudo llegar a ella. Escuchó la voz de él acercarse allí. ¡OH dios mío! Abrió los ojos de terror, al comprender que se dirigían allí. Donovan se traía un ligue de una noche. Rápido, tenía que esconderse. Ya tendría tiempo en el baño de preocuparse por su destrozado corazón con aquel acontecimiento sorpresa.
-Mierda… -Gimió en un susurro, al comprender que no le quedaba más remedio que esconderse nuevamente en el baño. Corrió hacia allí y apunto de cerrar la puerta tras su espalda, se acordó de coger su ropa. Pero era tarde, Donovan entraba ya al dormitorio. Con un lamento sordo y lágrimas asomándose a sus ojos, por segunda vez volvió a ocultarse tras las cortinas de la bañera con el corazón en un puño.
Al no hallarla en la planta baja, su corazón vibraba en el pecho con gran impaciencia. No permitiéndole controlar siquiera el ritmo de su respiración. Silvia se hallaba allí, eso era seguro. Y creía, que por unos motivos muy diferentes a los que había pensado en un primer momento. Y si estaba en la planta alta, creía que el único lugar era su dormitorio. En el resto de habitaciones, no había nada que pudiera interesarle.
Su primera impresión fue decepción, al hallar su dormitorio a oscuras y vacío como el resto de la casa. Pero en cuanto su vista se acostumbró a la penumbra que había allí, pudo observar que la ropa de la cama no estaba ordenada. Ante aquello, no pudo evitar el alzar una ceja con cierta curiosidad ante aquel dato. ¡Silvia había estado tumbada en su cama? Dio dos pasos más, entrando en el dormitorio y mirando escrutadoramente a su alrededor, teniendo que coger aire profundamente al hallar encima de uno de los sillones, ropa que no era suya y bien doblada. ¡OH dios mío! Gimió ocultando todo sonido. No quería que ella supiera que la había descubierto. Aquello era demasiada sorpresa para asimilar en tan solo unos minutos, pues se esperaba reacción de él… Pero lo que le preocupaba, eran las intenciones que llevaba Silvia en mente. No quería que aquello tuviera que ver con su actual novela. No podría soportarlo. Tenía ganas de que aquella lucha tocara su fin. Que ella admitiera de sus sentimientos por él. Y creía, que aquella era la noche. Oh esperaba, que por fin aquel día fuera el final de toda aquella frustración. Pero por ello, primero habría que averiguarlo.
-¡Preciosa sube a mí dormitorio! –Exclamó para que Silvia lo oyera. Sospechaba que se hallaba una vez más en el baño.
-Mmm… -Sonrió Shannon apareciendo allí-. Es una invitación muy interesante –Le guiñó un ojo divertida, al ver que él se lo había guiñado antes riéndose-. Ordéname vaquero…
-¿No te gustaría ponerte primero más cómoda? –Dijo señalando el baño en silencio y gesticulando el nombre de Silvia.
-Por supuesto cariño –Dijo aguantándose la risa y acercándose a él para susurrarle al oído-. Cojo tu coche y ya llamo yo a Alex para alertarlo… -A continuación habló en voz alta-. Pero para darle emoción, me arreglaré antes en otra habitación. Voy a tardar bastante rato guapo. Tú solo espérame aquí sin dormirte.
-Tú sí que sabes darle a un hombre lo que quiere –Le guiñó un ojo y a continuación le susurró en el oído-. Siento que ocurra esto…
-No digas tonterías, espero que tu dolor de cabeza desaparezca ya –Bromeó besándolo en la mejilla y desapareciendo de allí.
¿Cómo podía ser tan desgraciada? Se encontraba semidesnuda en el baño de Donovan y él, se estaba desnudando en la habitación contigua para otra mujer que no era ella… Dios, no se podía tener una vida más deprimente. Pensó limpiándose las lágrimas, acurrucada dentro de la bañera. Y creía que solo había dos opciones para aquel fallo. Uno, que todos estaban realmente equivocados con su suposición. Oh dos, que tal vez estaba allí aquella mujer, porque Donovan se había cansado de tanta pelea y de sus tonterías virginales. Así, que se merecía aquello. No podía echarle toda la culpa al hombre. Ahora… Paró de recriminarse así misma, al escuchar música de baladas a todo volumen proveniente del dormitorio. No quería estar allí, tenía que salir. Que ridículo cuando uno de ellos fuera al baño y la descubriera allí.
-¡Preciosa, voy a la cocina a buscar champan! ¡Sí acabaste, no vengas aún quiero verte llegar desde primera fila, nena! –Escuchó como gritaba Donovan con voz cantarina.
¿Nena? No
sabía que Donovan, fuera de los que utilizaba aquel vulgar lenguaje en aquellos
momentos. En sus pequeños encuentros, nunca lo había utilizado. ¡Pero qué
puñetas hacia fijándose en aquello! Era su momento de salvar su reputación.
Podía coger su ropa y ocultarse en otra habitación para después huir.
Salió de
dentro de la bañera y se acercó a la puerta del baño a paso indeciso. Era
tontería acercar el oído, pues con aquella música era imposible saber si había
alguien allí. Solo quedaba confiar en que él realmente había bajado a la
cocina. Fue valiente y abrió la puerta, descubriendo que la habitación se
hallaba en completa oscuridad. Genial, ahora tendría que ir tanteando esperando
de no chocar con nada. Suspiró, yendo hacía la izquierda y tanteando con las
manos para coger su ropa. ¡Pero allí no había nada! ¡No podía ser! Pensó
asustada y alarmada, arrastrando sus manos por toda superficie que encontraba.
Ni en una, ni en la otra silla. Aquello no podía estar ocurriéndole, necesitaba
la ropa.
¿Y sí Donovan
había creído que la ropa suya? Y la
había guardado por ello en el armario, para que su acompañante no viera nada
por el medio. Aunque a oscuras, difícil vería algo… Estaba muy segura de haberla dejado allí,
salvo que ese burro no había prestado mucha atención a lo que guardaba.
-Joder…
-Susurró con gran fastidio. No le quedaba más remedio que esconderse en ropa
interior y volver a su casa, de aquella manera-. ¡OH! –Recordó en un flash, que
a los pies de la cama, Donovan tenía una camisa. Como si hubiera decidido a
último momento ponerse otra, sin llegar a guardar aquella. Ella, había dudado
de si vestirse con aquello para que la encontrara así. Pero lo había rechazado
rápido.
A cuatro
patas se acercó allí, para subir sus manos hasta el colchón eh ir tanteando por
encima de las sábanas. Pero el repentino contacto sólido de unas piernas hizo
que se detuviera de golpe-. Mierda… -Susurró al saber que había sido una trampa
de él. Sabía que se hallaba allí desde un buen principio-. Idiota, imbécil…
-Siguió soltando toda clase de improperios.
-¿Espero que
no vayan dirigidos a mí? –Habló el hombre con tono calmado aún ha oscuras.
-No –Admitió
con cierto fastidio-. Para ti, tengo la palabra “Listo”, has sido muy listo.
Esta vez me has pillado sin abrir la cortina del baño. Y ahora, me das mi ropa
por favor.
-¿Tú ropa?
–Preguntó con tono inocente-. Quieres decir, que ésta vez no te ibas a duchar
con la ropa puesta.
-¡Haber so
memo! –Bramó poniéndose de pie en medio de la oscuridad.
-Ya
comenzamos con los insultos –Utilizó un tono paciente.
-De sobras
sabes que no voy vestida –Señaló con cierta exasperación-. ¿Qué crees qué dirá
tu nena, cuando entre y me encuentre a mí aquí?
-Según como
lo vea, tal vez pueda decir una cosa o otra… -Informó con humor Donovan.
-¿Cómo según
lo que vea? –Frunció las cejas sin comprender-. ¡Da igual, ya me estas liando
como haces siempre! –Rebufó con mal humor-. Dame mi ropa.
-Eso es lo
que quiero decir enana –Rió él.
-No me llames
así –Habló en tono amenazante.
-Pero si es
que para mí lo eres –Seguía con buen humor-. A mi lado, eres una dulce
jovencita virginal…
-Sí –Se cruzó
de brazos-. Recuerdo que eso ya me lo dijiste. A ti te van más las nenas…
-Recalcó con énfasis la última palabra, sin poder ocultar sus celos.
-¿Estas
celosa Silvia? –Preguntó Donovan.
-¿De un viejo
verde como tú? –Respondió rabiosa con cierta tirantez.
-Sabes clavar
muy bien dardos de veneno –Rió el hombre-. ¿Pero veamos que tal se te da el clavar
las uñas pequeña?
No sabía a
que se refería él, hasta que sintió como sus calidas manos masculinas la
agarraban por sorpresa de la cintura y la arrastraban hacia su calidez, cayendo
los dos en el cómodo lecho.
-¡OH! –Gimió
sorprendida al hallarse tumbada encima del cuerpo de Donovan y sentir sus
brazos rodear su cuerpo libre de ropa-. ¡Estas tonto! –Protestó intentando
incorporarse de encima de él.
-Tienes que
dejar de insultarme pequeña –Indicó con voz sensual-. Vaya, ésta vez ibas a
ducharte en ropa interior –Observó cuando una de sus manos, acariciaba de forma
sensual la espalda de Silvia-. Veo que has hecho caso de mi consejo –Siguió
hablando mientras con gran maestría, le desabrochaba el cierre de la espalda
quedando de aquella manera la prenda suelta en el cuerpo de la joven-. Cuando
salgas de casa, llévalo puesto. Pero si vienes aquí, no hace falta –Sus manos
ascendían por sus brazos hasta llegar a sus hombros, donde se detuvieron.
-¡Donovan!
–Protestó alarmada por lo que le estaba haciendo-. ¡Eres estúpido! ¿Qué crees
qué dirá tu acompañante si te pilla ahora? ¡Suéltame y devuélveme mi ropa!
-Si mi
acompañante entra ahora –comenzó a explicar, pero sorprendiendo aún más a la
chica al girar sobre si mismo para tumbarla boca arriba y él encima,
presionando su cuerpo entre el lecho y él-. Tal vez, si me pilla de ésta
postura… -Volvió actuar mientras hablaba, agarrando aquella vez los brazos de
ella para ponerlos por encima de su cabeza. Consiguiendo con aquella acción,
que sus senos quedaran al descubierto. Pero como reinaba la oscuridad, no podía
verlos-. Puede que me obligue a ser un caballero.
-¡Pero que
estupideces me estas contando! –Habló abochornada por lo que Donovan le estaba
haciendo.
-Digo, que si
esa mujer abre la puerta y me halla a mí aquí, besándote los senos… -Señaló
poco antes de pasar a la acción, al lamer con suma delicadeza el pezón
izquierdo, causando que ella cerrara los ojos y gimiera ante el placer que sentía.
¿Pero qué era
todo aquello? Logró preguntarse así misma, entre aquel mar de sensaciones que
le estaba provocando aquel hombre. Realmente se hallaba muy confusa. No
comprendía nada de lo que se estaba desarrollando allí.
Lo único
claro que le quedaba, es que Donovan si se sentía atraído sexualmente hacia
ella. ¿Pero entonces, qué ocurría con su acompañante? Por qué era muy raro, que
la mujer lo obligara a ser un caballero.
-Mis manos
acariciando tu sedosa piel… -Susurró bajando una de sus manos por el costado,
hasta legar a su rodilla dejándola allí reposar. Sin dejar en ningún momento de
lamer su pezón-. Por estás cosas, creo que sí me obligarían a comportarme de forma
noble… Silvia, pequeña…
De repente, la
puerta del dormitorio se abrió provocando que el dormitorio se iluminara con la
luz procedente de las escaleras.
-Vaya
hermanita… -vocalizó un sonriente Alex-, tenías razón con lo de que se hallaban
los dos en el dormitorio…
-¡Alex! –Vociferó
Donovan con mirada fulminante, al tiempo
que tapaba el cuerpo desnudo de la chica con el suyo.
-¡AH! –Exclamó
Silvia nerviosa ante su postura.
-Hola Donovan…
-Sonrió-. Sí Shannon, tenías mucha razón en todo. No parece muy contento de
verme… Mejor que vayas viniendo ya… -Volvió a reír-. Temo por mi pellejo si tú
no estás aquí.
-¡Como no
cierres esa puerta y te largues, eres hombre muerto! –Afirmó Donovan, no creyéndose
aquello.
-Hermanita,
trata de llegar en cinco minutos… -Pidió Alex-. No creo que quiera siquiera
escucharme.
Completamente
avergonzada, observó como Donovan echando fuego por todos los poros de su
cuerpo, se agachaba con velocidad para coger la camisa que había caída al
suelo, y ofrecérsela con mirada suplicante a ella. La aceptó con manos
temblorosas, para hacer las mil y una filigranas en ponérsela sin apenas
incorporarse de la cama, mientras observaba como el hombre en dos zancadas se
acercaba a la puerta, para cerrársela en todas las narices a su primo en un
sonoro golpe seco que hizo retumbar todas las paredes. Después, encendió la luz
y apagó el equipo de música.
-Créeme,
cuando te digo que el cerrar ésta puerta –Habló un Alex muy jocoso-. No va a
evitar el lograr quedarte por mucho rato a solas con Silvia.
-Lo que está
evitando ahora mismo, es que te agarre del cuello –Dijo sin apartar la mirada
de Silvia, que se hallaba sentada a los pies de la cama con la mirada baja y
acabando de abrocharse todos los botones-. ¡Quieres largarte!
-Calculo, que
tienes unos cuarenta minutos para lo que tenías en mente –Se rió.- Tú madre, la
mía y el resto de familia… Están por llegar.
-¡Perdona! –Se
giró Donovan hacia la puerta, abriéndola de par en par.
-Tú madre, ha
decidido darte una sorpresa queriendo que pasemos todos más días juntos… -Sonrió
nervioso.
-¿No estas tomándome
el pelo, cierto? –Dijo con cierto fastidio.
-Yo creo, que
ya que estamos todos aquí… -Carraspeó un poco-. Podrías dar tú noticia… -Guiñó
un ojo.
-¡Claro! –Exclamó
con sarcasmo al escuchar como un vehículo tocaba el claxon abajo-. Como tengo
tanta intimidad en mi maldita casa… -Aclaró volviendo a cerrarle la puerta en
las narices-. Demonios… -Gruñó frustrado, rascándose la cabeza con cierta
impaciencia.
-¡Estaré en
el salón entreteniendo! –Exclamó Alex, para seguidamente silbar y alejarse con
una alegre melodía.
Una vez más,
habían sido interrumpidos en un momento de pasión. Pero aquella vez no había
sido el agua. Simplemente la familia de él. Era obvio, que su destino distaba
lejos de poder perder la virginidad con Donovan. Y ha todo esto… Con el escándalo
que habían hecho, donde estaba la acompañante perdida… ¡Y como sabía Alex que
estaban allí de antemano! Se atrevió alzar el rostro con las mejillas
completamente arreboladas, para observar a Donovan. Quien le sonrió con ternura,
para acercarse a ella y sentarse a su lado.
-Lo nuestro,
es que siempre ocurra algo para que interrumpamos la acción –Bromeó acariciándole
una mejilla.
-Por algo será…
-Habló con timidez-. Así que abajo está toda tu familia.
-Sí –Afirmó sonriendo-.
En teoría íbamos a celebrar una barbacoa este fin de semana… Pero han decidido
alargarlo. Por supuesto, iba a invitar a toda tu familia.
-Gracias –Sonrió
levemente-. ¿Pero irá también tu acompañante?
-Sí –Respondió
con sinceridad y sonriendo-. Shannon también asistirá…
-Creo que
deberías de ir a ver donde esta –Dijo empleando un tono duro-. Puede que se
haya asustado con vuestros gritos.
-Respecto a
Shannon… -Volvió a rascarse la cabeza con gesto nervioso-. No todo es lo que
parece…
-¡No se lo qué
parece, dado que no la conozco! –Se puso en pie enfadada-. Me gustaría poder
vestirme. ¿Dónde pusiste mi ropa?
-Silvia, te
confundí a propósito –Confesó Donovan levantándose y yendo a ella-. Shannon es
mí prima, la hermana de Alex… -Sonrió al ver como ella abría los ojos ante
aquel engaño-. Fui a buscarla al aeropuerto, por lo de la barbacoa. Al llegar y
ver tú coche, le pedí que me siguiera con aquel juego.
-¡Serás capullo!
–Alzó su brazo para pegarle, pero él la agarró con fuerza acercándola a su
pecho.
-Te recuerdo
que tú dedo se está recuperando –La riñó con cariño-. ¿Y qué querías? –Dijo un
poco tajante-. Llevas una temporada poniéndome de los nervios.
-¡Y tú también!
–Replicó ofendida.
-Silvia, ya
no puedo más –Confesó con desesperación-. Soy más mayor que tú. Eh vívido lo mío,
pero tú aún no… Quería dejarte libertad para ello –Suspiró con frustración-. Pero
viendo el camino que estabas tomando, me encendiste. ¡Maldita sea, no quiero
que utilices a nadie como fin de aprendizaje! –Gruñó, observando como ella
mostraba una enorme sonrisa en su rostro-. Yo no me río, pequeña.
-Donovan, yo…
-Fue hablar, pero la interrumpió.
-A razón de
la experiencia que me ha dado la vida, se que me amas aunque tú no lo sepas aún
–La agarró de los hombros para mirarla a los ojos-. Y lo quieras o no, tú y yo
nos vamos a casar. Tú virginidad me pertenece, tú me perteneces como yo te
pertenezco a ti…
-¿Me dejas
hablar? –Pidió aguantando la risa, pero colmada de felicidad.
-No debería –Gruñó
ante su actitud desenfadada.
-Donovan…
-Volvió a intentarlo, pero no la dejó.
-¡Acabo de
confesarte que te amo! –Masculló entre dientes-. ¡Y tú, quieres hablar! –Soltó con
sarcasmo-. Eso no es bueno…
-¡Donovan por
dios! –Exclamó alzando sus brazos y rodeándole el cuello al hombre-. Quieres
dejarme un segundo, para que pueda decirte que también te amo so memo…
-Esos
insultos tuyos… ¡OH! –Calló mirándola fijamente-. ¿Lo has dicho? –Ella asintió
con la cabeza, justo cuando se alzaba de puntillas y capturaba sus labios en un
tierno beso.
-Me amas…
-Repitió Donovan, mirándola con ojos brillantes y abrazándola por la cintura-. Sabes
que me amas –Volvió a repetir, pero mostrando una tierna sonrisa.
-Sí, viejo
pervertido –Le guiñó un ojo Silvia-. Y tú a mí… -Soltó un suspiro henchido de
felicidad.
-Sí –La besó con
ternura-. Y éste viejo te va ha convertir en una mujer honrada.
-Eso me gusta
–Sonrió ella, pegándose más a él.
-No creo que
hayas comprendido el significado completo de mis palabras –Dijo volviendo a
depositar otro beso en sus labios, para después soltarla y apartarse dos pasos
de ella hacia la puerta.
-¿Qué quieres
decir? –Juntó las cejas.
-Que ya
mismo, los de abajo comenzaran a impacientarse –Soltó una mueca-. Y conociendo
a mí primo, seguro que también se halla aquí tú familia. Creo que oí otro coche
más…
-¡OH!...
-No nos van a
dejar ni un minuto a solas. Y no quiero prisas… Quiero que sea todo perfecto…
-Pero…
-Anunciaremos
que nos casamos éste fin de semana –Soltó con tono serio.
-¡Estas loco!
–Protestó ella.
-¡Tenemos
boda éste fin de semana! –Se oyó exclamar a Alex tras la puerta, y acto seguido
un gran alboroto en la planta baja.
-Te lo dije –Abrió
Donovan la puerta, hallando a un sonriente Alex, que entró y se acercó a ella para
darle dos besos, no haciendo caso a la mirada dura de su primo.
-Ya era hora…
Y mí primo tiene razón. ¿Qué son unos días más? –Le guiñó un ojo-. Si vais a
estar muy ocupados con los preparativos, la despedida… -Fue hablando y empujándola
fuera del dormitorio, pero el carraspeo del otro hombre hizo que se detuviera.
-No quiero
pegarte, pero resulta que mi prometida se halla semidesnuda –Ante aquellas
palabras Alex la soltó de sopetón-. Tendrá que vestirse.
-Cierto –Sonrió-.
Hay gente abajo esperando para felicitaros y celebrarlo… ¿Vamos?
-¿Cómo que
vamos? –Alzó Donovan una ceja.
-No creo que
necesite tu ayuda –Rió-. Y contigo, seguro que tardará más…
-Alex… -Lo
llamó con voz dulce Silvia.
-¿sí? –Sonrió.
-Piérdete –Dijo
empujándolo fuera del dormitorio y cerrándole la puerta en los morros una vez más.
Después, se giró a Donovan con aire travieso-. Y tú, comienza hacerte a la idea
que no pienso moverme de éste dormitorio en toda la noche.
-¿No quieres esperarte
a la luna de miel? –Alzó una ceja, observando como se iba desabrochando poco a
poco cada botón de la camisa.
-No –Sonrió subiéndose
a la cama y quitándose la camisa-. Lo que quiero, es aprender para la luna de
miel –Dijo guiñándole un ojo-¿Qué me dices profesor?
-Que vayas haciendo
un hueco a tú lado pequeña –Sonrió quitándose la camisa por encima de la
cabeza, no sin antes haber echado el cerrojo y conectado el equipo de música-. Hoy,
te toca la lección de aprender a seducir –Le susurró cuando llegó a su lado y
la abrazó en un apasionado beso.
Fin.
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