Capítulo 9
-¿Tu cumpleaños? – preguntó Sara mirando al hombre que
estaba frente a sí
-Sí el viernes – dio Alex
-¿Y quieres que cene contigo?
-Sí , no tengo muchos conocidos aquí, eres mi única amiga
y la verdad que me gustaría pasarlo con alguien.
-Eso no suena muy halagador – contestó ella
-Por favor…
-Por supuesto – contestó Sara. A ella siempre le había
dado tristeza que alguien pasara su cumpleaños solo, que no hubiese otra
persona para celebrar su llegada al mundo, así que ella celebraría con Max,
aunque eso significara ignorar la voz
que le decía que tenía que ser más precavida.
-Y vamos a ir a el mejor restaurante, así que espero que
te vistas de gala…
-¿Al mejor restaurante?¿Pagas tú verdad?
-Chica interesada…-contestó él guiñándole un ojo
Su cumpleaños
había sido muchos meses atrás, cuando aún estaba inconsciente recuperándose,
pero eso no importaba, necesitaba salvar la distancia que Sara había puesto
entre ellos desde el día de la tormenta.
Cualquier excusa era buena, aún si debía envejecer prematuramente.
Sara estaba recorriendo las tiendas buscando un regalo de
cumpleaños para Max. La verdad era que no tenía la más mínima idea de qué podía
gustarle, aunque eran amigos desde varios meses atrás, ella no sabía sobre sus
gustos. No sabía cuál era su música preferida, qué comida le gustaba, cuál era su
color favorito o que talle de ropa usaba…había muchas cosas de él que no sabía,
mejor dicho que no se había permitido saber. No quería la intimidad que
implicaba conocerlo, saber sus gustos, conocer sus preferencias, no quería
recordarlo porque una melodía se lo traía a la cabeza o saber con exactitud
cómo reaccionaría ante determinada situación.
Conocer a alguien con tanta profundidad, implicaba lazos
y los lazos cuando se rompían causaban un dolor terrible. De hecho al buscar un
regalo para su vecino, sólo podía pensar
en qué cosas le gustarían a Alexander.
Estaba
por darse por vencida, después de todo era probable que Max ni siquiera esperara un regalo de su
parte, cuando se detuvo frente a la vidriera de una tienda de artesanías.
Frente a ella había una preciosa figura de un caballero
andante tallada en madera, era una delicada obra de arte y además representaba
muy bien lo que aquel hombre era, tal vez ella no supiera detalles sobre su
vida pero reconocía en él a un ser de corazón noble.
Sí, aquel era el regalo perfecto.
Él había dicho que la llevaría a un lujoso restaurante
así que Sara se esmeró al vestirse.
Cuando se miró al espejo no se reconoció, hacía mucho tiempo que no se
arreglaba, casi había olvidado lo que era sentirse linda.
Estaba delgada, más de lo acostumbrado y era la primera vez que se percataba, con razón
Max insistía siempre en invitarla a comer, aunque también era cierto que ahora su rostro tenía
apariencia saludable., a diferencia de unos meses atrás.
Sus ojos verdes brillaban y la
máscara para pestañas le había conferido un marco perfecto a su mirada, el
vestido negro era elegante y le
encantaba el movimiento de la falda cuando se movía.
Sonrío confiada a la imagen del espejo , una sonrisa de
felicidad casi infantil que aún iluminaba su rostro cuando abrió la puerta .
Allí estaba Max esperándola, con un traje negro y una
camisa blanca era el epítome de la masculinidad.
Si Sara aún guardaba alguna duda sobre su aspecto , se
despejo con la mirada de admiración que
él le dedicó.
-Estás preciosa – dijo tratando de que su frase sonara
como un comentario casual.
-Gracias, tú no te ves mal
-¿Ese es todo el cumplido que recibiré por mi cumpleaños?
-Sí y tendrás que conformarte- le contestó mientras
cerraba la puerta.¿No es un poco temprano?
-Bueno, en realidad tendremos que tomar un par de
autobuses para llegar y quería volver temprano antes de que ya no hagan su
recorrido. Está un poco lejos para caminar y ya que mi acompañante se resiste
a andar en auto…
-Lo siento – dijo ella que había olvidado lo complicado
de salir de noche si uno utilizaba el transporte publico.
-No hay problema. Eso le agregará el toque de aventura.
Ciertamente viajar en un autobús atestado vestida de
noche y con tacones fue una odisea, y sólo el fuerte cuerpo de Max que actuó
como escudo humano y su firme agarre que evitó que cayera un par de veces lo
hizo posible.
Luego de llegar a destino caminaron un par de cuadras
hasta el restaurante y él no paró de hacerle bromas.
-Definitivamente has aumentado el valor del transporte
público, más de uno volverá a tomar el autobús sólo con la esperanza de
encontrarte.
-¡Basta ya! – protestó ella golpeándole con suavidad un
brazo.
Al minuto siguiente él le abría la puerta para entrar y ella miraba el lugar encantada.
Ciertamente había elegido un restaurante de lujo, con la
cálida luz de antiguas arañas de caireles y una pista de baile, parecía el
Salón donde Cenicienta bailaría con el príncipe.
Siguieron al Maître hasta una mesa apartada, Max le ayudó
a quitarse el abrigo y le corrió la silla
-El lugar es espléndido – lo felicitó ella
-Bien. Yo me lo merezco – bromeó él .
Cenaron manjares envueltos en un clima de encanto, luego
llegó el postre en forma de deliciosa Marquise de chocolate con salsa de
naranjas y para coronar la cena el Champán para el brindis.
-Porque tus sueños se realicen –dijo Sara elevando su
copa
-Adhiero totalmente a ese brindis – respondió Alex
perdido en la mirada esmeralda de ella –Será mejor que no bebas mucho o te
emborracharás.
-¿Sabes? Creo que hoy podría emborracharme – contestó
risueña jugueteando con la copa que aún sostenía en la mano. Lo cierto era que
la buena comida, la dulzura de los postres y la burbujeante bebida la habían puesto de un humor inmejorable.
-Preferiría que no , ven –dijo él poniéndose de pie y
extendiendo una mano.
-¿Dónde?
-Vamos a bailar .
Sara tomó su mano y fueron juntos a la pista de baile,
dónde sonaba una música suave y tentadora. Ya había un par de parejas bailando
pero cuando él la tomo por la cintura y la acercó a sí, todos se desvanecieron del mundo y sólo
quedaron ellos dos bailando en perfecta armonía.
Alex no quería pensar, sólo sentir, tampoco quería que
ella pensara pero por suerte la música estaba haciendo el milagro y Sara se
dejaba llevar deslizándose con él. Era una sensación increíble poder volver a sentirla tan cerca, tocar su espalda
para guiarla en el baile, que sus cuerpos sintonizaran para moverse al unísono.
Cuando la música paró, se sintió terriblemente
desilusionado, se sentía como la versión masculina de Cenicienta a quien
acababan de darle las doce campanadas que indicaban que su sueño había acabado.
Sara de separó de él y caminó hacia la mesa.
-Bueno será mejor que nos vayamos si queremos atrapar el
último autobús – dijo Alex y ella asintió
El camino de regreso fue bastante silencioso, Sara aún
podía sentir la sensación de la mano de él apoyada en su cuerpo y eso la
atormentaba.
Era demasiado consciente de la presencia de masculina a
su lado.
Cuando llegaron a su casa y se despidieron estuvo a punto
de no decirle nada, pero no podía ser tan cobarde así que lo detuvo.
-Espera Max, preparé algo para ti…¿que te parece una taza
más de café?
-Está bien- aceptó
El “algo” de Sara era un pastel de cumpleaños que había
hecho ella misma y que le trajo con una vela encendida, después de haber
apagado las luces.
-Feliz cumpleaños, pide un deseo- dijo poniéndolo frente
a él
Alex se preguntó si al ser un cumpleaños falso , podía
pedir un deseo, pero dado que el deseo
en cuestión era lo más verdadero en su alma , lo pidió.
Sara lo observó mirar fijamente la llamita de la vela
mientras pedía el deseo, de golpe sus ojos grises se volvieron del color del
fuego que reflejaban y por un instante ella sintió que ardía en aquella mirada.
Finalmente el apagó la vela y ella prendió las luces,
necesitaba volver a la normalidad.
Comieron pastel y tomaron el café , no hubo bromas ni
risas, algo había cambiado el ambiente. El aire era denso y difícil de
respirar.
Finalmente él se despidió y agradeció su compañía. Cuando
estaba a punto de salir , ella lo llamó.
-Espera , te olvidas tu pastel .Te lo envolveré en un
segundo – dijo un poco incómoda por la forma en que él la miraba.
-Sara…- musitó él y tomándola del brazo la acercó a sí.
Se miraron uno al otro, y sin poder evitarlo Alex la
besó.
Y sin poder evitarlo Sara le respondió aferrándose a él.
Capítulo 10
Aquel beso era una experiencia devastadora , nunca había sentido nada así. Ni siquiera podía llamarlo pasión, era algo más .Era una necesidad cercana a la adicción, necesitaba que él siguiera besándola, su sabor, su calor la estaba intoxicando. Sentía aquel beso en cada parte de sí, invadía todo su cuerpo. Sara no podía pensar en nada, no quería pensar sólo sentir. Se separaron un segundo con la respiración agitada y cuando él la miró lo que vio en los ojos femeninos le hizo soltar un gemido y volver a estrecharla entre sus brazos.
Su corazón había sido enterrado el día del accidente, su mente le decía que aquello era una estupidez, pero su cuerpo hacía caso omiso a todas esas advertencias y respondía a cada caricia de aquel hombre. Su cuerpo despertaba con cada toque, anhelaba el contacto de aquel otro cuerpo, la calidez de él la envolvía. Tenía la sensación de volver a un lugar olvidado y los apasionados besos la llevaron más allá de toda lógica
Sintió que la alzaba en brazos para llevarla hasta la habitación mientras ella se aferraba a él casi con desesperación, con la misma urgencia se desvistieron el uno al otro cuando llegaron al cuarto.
–Eres hermosa- susurró él recorriéndola con la mirada mientras la depositaba en la cama y ella pensó que aquel adjetivo también se aplicaba a él. Tenía un cuerpo hermosamente masculino, piel tersa recubriendo fuertes músculos pero al observarlo tuvo la sensación de que había perdido peso, lo cual le resultó muy extraño ya que era la primera vez que lo veía desnudo .Le acarició el torso y entonces notó las cicatrices que lo atravesaban.
Grandes líneas sobre sus costillas daban testimonios de que había sufrido grandes heridas muy recientemente., lo sintió estremecerse bajo su mano -Un accidente- explicó él y tomó la mano que lo estaba acariciando con delicadeza. Ella sintió tristeza al imaginarlo herido pero luego el hombre volvió a besarla y todo se perdió en la pasión que los reclamaba
No lo amaba, no podía hacerlo y había una parte de sí misma que no podía entregarle a aquel hombre ni a ningún otro, sin embargo lo deseaba. El deseo había vuelto a ella como si fuera una llama que sólo él sabía encender, estaba viva y era mujer de nuevo en los brazos de aquel hombre.
Deseaba sentir a aquel cuerpo lleno de vida junto al suyo , el calor de su piel, los fuertes latidos de su corazón, su respiración alterada por la excitación, y por ello respondió con su propio cuerpo a la necesidad casi hambrienta que él demostraba por amarla. Renació con cada caricia que él trazó con sus manos sobre su sensitiva piel , casi adorándola como a algo preciosamente delicado y cuando por fin la tomó, tuvo la pasajera sensación de estar completa, de volver a un hogar largamente añorado , luego la maestría de él la sumió en el placer y en el olvido.
Se removió inquieta en el sueño , tras lo cual despertó bruscamente.No estaba sola en la cama y entonces fue plenamente consciente de lo sucedido. Ahora que la pasión había menguado fue conciente de su error.
El movimiento de ella lo sacó de su sueño ligero y al abrir los ojos y mirarla supo que algo estaba mal. Lo miraba casi horrorizada, no era la clase de mirada que uno espera después de una noche de amor con la mujer amada. -¿Sara estás bien? – preguntó él incorporándose y sujetándola suavemente de los hombros, ella se apartó con rapidez. -¡Oh cielos!.Esto no debió pasar..yo…- titubeó ella -¡Sara! -¿Cómo pude hacer esto?¿Cómo pude traicionarlo así? - preguntó en voz alta y Alex supo que ni siquiera se dirigía a él -¡Sara! –insistió sacudiéndola suavemente y ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas. –Yo quería , necesitaba que me amaran, pero debía ser Alex, no tú. -¡Diablos Sara , él está muerto! – estalló Alex y en ese instante sintió que había cruzado la delgada línea de la cordura.Estaba hablando de sí mismo como si fuera otra persona –Vete -dijo ella con frialdad mientras las lágrimas caían silenciosas por su rostro -Tienes que escucharme… -rogó él desesperado -Vete por favor Max, vete .-insistió
Finalmente entendió que no lograría nada , ella no se encontraba en un estado óptimo para escucharlo y ni siquiera confiaba en él mismo.La intensidad de lo sucedido, el rechazo que había visto un instante antes en la mirada de ella, los sentimientos confusos en su interior ,eran demasiado. Salió de la cama , tomó su ropa y se marchó con el alma herida por lo sucedido y por tener que dejar a Sara llorando.
Se quedó un tiempo acurrucada en la cama llorando, tal vez minutos, tal vez más tiempo.La tristeza no podía medirse. Lloraba por ella, por haber traicionado al hombre que amaba y lloraba por Max, lo había herido y esa jamás había sido su intención.
Era la madrugada cuando Paul llegó al bar, aquel lugar era de un viejo amigo por eso este le había avisado que fuera a buscar a Alex. -¿Qué haces aquí? – preguntó sentándose junto al hombre de ojos grises que bebía Whisky y que obviamente no era el primero. –Intento no pensar – respondió con la voz pastosa por el alcohol -¿Y te resulta? Alex sólo agitó la cabeza y su amigo se dio cuenta de que estaba desesperado. –Vamos –dijo Paul ayudándolo a pararse- Vamos a casa -Quiero seguir tomando… -También tengo Whisky en casa y del bueno, facilítame las cosas. Vamos ahora que puedes caminar y te prometo que te dejaré caer en la inconsciencia cuando estemos en mi casa, pero no tengo ganas de andar arrastrándote. Pesas demasiado y yo estoy viejo para eso.
-Está bien – accedió finalmente y tras dejar caer un manojo de billetes sobre la barra , se dejó llevar por Paul.
Un rato después estaba en el departamento de su amigo con un vaso de Whisky en la mano , tal como Paul le había prometido. –Bueno ahora cuéntame por qué estás así… -Me acosté con Sara -¡Estás así porque hiciste el amor con tu esposa! Te juro que no te entiendo deberías estar feliz… -¿No me escuchas Paul?Dije que me acosté con ella no que hicimos el amor- exclamó y arrojó el vaso que sostenía -¿Alex? -No la forcé ¡maldita sea!…ella me deseaba, pero sólo eso. Tenía su cuerpo pero no su corazón y con Sara nunca antes fue así. Teníamos una conexión, pero esta vez no me dejó llegar hasta ella…fue sólo sexo y luego ...me dijo algo así como que sólo era un reemplazo…Si hubieras visto como me miró. –Alexander… -¿Te das cuenta? Estoy celoso de mi mismo… -Tienes que acabar con esto, te estás lastimando -No puedo Paul, no puedo dejarla ir…aunque me vuelva loco no puedo dejarla –expresó y su amigo le palmeó el hombro.
Finalmente Paul hizo lo que cualquier amigo haría , le dio otra copa y cuando Alex se quedó dormido en el sillón, lo cargó trabajosamente hasta la cama y lo tapó como si fuera un niño pequeño.¿Cómo el amor podía causar tanto daño?. Aquellas personas que tanto se querían se estaban destruyendo mutuamente.
A la mañana cuando Sara se levantó para ir a trabajar y
recogió su ropa, un pequeño envoltorio se cayó de su abrigo. El
regalo de Max, nunca tuvo la oportunidad de dárselo y ya nunca la tendría.
Capítulo 11
Cuando salió para su trabajo Sara no vio el auto de Max y
supo que él no había pasado la noche en su casa. Secretamente se sintió
aliviada porque no sabía que hacer cuando se lo encontrara nuevamente, no
estaba preparada para hablar sobre lo sucedido.
Sin embargo, dos días después cuando seguía sin haber
ninguna señal de él empezó a preocuparse. ¿Y si algo le había sucedido?
Inquieta miraba a cada rato por la ventana de su
habitación, ansiosa por ver algún rastro de Max.
Al cuarto día sin saber nada, tomó una decisión.
Al quinto día después “de lo sucedido”, Alex tuvo el
coraje para volver a la casa , no había
podido hacerlo antes porque no estaba muy seguro de cómo reaccionar cerca de
Sara.
Al abrir la puerta chocó con algo, se agachó para ver qué
era y descubrió un pequeño paquete con una tarjeta. Lo tomó y entró .
Inmediatamente reconoció la letra. Era de Sara
Este era tu regalo de
cumpleaños, lamento no haber podido dártelo antes y lamento todo lo que sucedió.
Espero que estés bien, me
tienes preocupada.
Sara
Desenvolvió el pequeño envoltorio y encontró una pequeña
estatuilla de un caballero andante.
¿Eso era él para Sara, un caballero andante?
¿Y a quién necesitaba ella a Alex o a Max?, lo cierto era
que no le importaba mucho, porque después de todo lo sucedido lo único que él
sabía a ciencia cierta era que no podía alejarse de ella.
Sería su amante, su amigo, su vecino…su caballero andante
. lo que ella le permitiera ser para estar a su lado.
-Ahí está de nuevo – dijo Estela y antes de voltearse a
mirar de quien hablaba su compañera de trabajo, Sara supo que se refería a Max.
Estaba allí, apoyado en el umbral, sonriéndole como
antes, como si siguieran siendo buenos amigos.
-Te invito a almorzar – dijo él cuando ella se le acercó.
-Está bien – contestó
con precaución y se paró unos
segundos para saludar a Estela y pedirle que cerrase la tienda.
-No hay problema, tú ve tranquila – contestó la chica guiñándole
un ojo y eso hizo que Sara se sintiera más insegura.
Había imaginado mil veces como sería reencontrarse con
Max después de lo sucedido, incluso había pensado qué iba a decirle. Pero ahora
que él estaba allí, no sabía qué hacer. Se le acercó lentamente, casi con
miedo. Temía ver el reproche en los ojos de él, e incluso se temía a sí misma,
porque sin importar las excusas que inventara lo cierto era que lo había
deseado tanto como él a ella y que aún ahora podía recordar vividamente la
caricia de sus manos y el calor de su
cuerpo.
Sin embargo la
mirada de él no mostraba más que calidez, y algo más…algo indefinible que le
daba confianza.
-Hola Sara
-Hola Max
-Encontré tu regalo esta mañana. Muchas gracias, me gustó
mucho.
-¿En serio?
-Sí…Sara…tenemos que hablar. No quiero presionarte, pero
creo que no es bueno que sigamos escondiéndonos.-dijo él con voz suave como si
temiera que ella se echase a correr.
-Lo sé- admitió Sara bajando la mirada
-Bien, entonces comamos, todo se ve siempre mejor con el estómago lleno.
-Sigues siendo el mismo – exclamó ella con una sonrisa
-Por supuesto – aseveró él al tiempo que la tomaba del
brazo para guiarla.
Los dos se vieron conmovidos por la descarga de
sensaciones que les produjo el breve
contacto físico, pero lo disimularon.
Caminaron un par de cuadras en silencio hasta llegar al
pequeño restaurant en que solían almorzar en sus días de camaradería.
Él le corrió la silla para que se sentara y luego
ordenaron pasta con salsa de verduras.
-¿Me odias? – preguntó él de golpe y Sara sintió que se
atragantaba con lo que estaba bebiendo.
-No, claro que no …-dijo rápidamente mirándolo con
firmeza para convencerlo- ¿Y tú a mi? – preguntó a su vez.
-Nunca – contestó él y una mueca de sonrisa se dibujó en
su boca- Bien, ahora que hemos superado esa parte , creo que podemos hablar.
-Max, no creo que este sea el lugar indicado.
-Por el contrario, es el mejor lugar. A plena luz de día,
en un restaurant con gente, un plato de pasta delante…no hay lugar para los
fantasmas aquí.De esta forma podemos quitarle dramatismo a todo lo sucedido.
-Tal vez tengas razón – admitió ella
- Sara quiero seguir siendo tu amigo.
-Max…yo…
-Lo sé, sé muy bien lo que sientes Sara. Y en cuanto a lo
que sucedió entre nosotros, bueno, sólo pasó. Sé que aún amas a tu esposo, tal
vez aquella noche sólo nos necesitábamos.
Sara pensó que eso era verdad, ella lo había
necesitado, había necesitado que él la abrazara, que la besara, que la amara y
teniendo en cuenta que esa noche era su cumpleaños probablemente Max se sentía
solo y también la había necesitado a
ella de la misma manera. Sin embargo, algo más había sucedido , se habían
herido, ella aún recordaba la mirada de él cuando lo rechazó. Eso había sido
real, no un producto de su imaginación. El dolor que había vislumbrado en él ,
le había dolido a ella misma.
-No sé qué hacer ahora – confesó apenada
-Podemos comportarnos como enemigos o desconocidos, pero
no creo que eso nos hiciera bien. Más allá de todo hemos llegado a ser amigos,
no podemos borrar lo sucedido aquella noche pero podemos superarlo y seguir
adelante.
-Nada volverá a ser igual – aclaró ella
-No, es cierto, pero encontraremos la forma. No tienes
nada que temer Sara, no espero que tengamos ningún otro tipo de relación, sé
que lo que pasó entre nosotros fue sólo “un
accidente”.pero tampoco quiero que nos volvamos dos extraños.
-Yo tampoco- dijo ella pensando en lo mucho que lo había
extrañado los últimos días. Sinceramente no quería perderlo.
-Entonces, amigos – dijo él extendiéndole una mano.
-Amigos – aceptó ella tomando su mano.Sin embargo cuando
el tacto de él envolvió su piel como fuego, Sara se preguntó sobre si aquello
sería posible. No podía sacarlo de su vida, pero ¿qué implicaría que lo dejará
entrar?
Mmmm... Me gusta , me gusta.... No el sufrimiento del pobre hombre, pero esta super emocionante!!!!
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