lunes, 23 de abril de 2012

Locura de amor, 2° parte


Capítulo 9


-¿Tu cumpleaños? – preguntó Sara mirando al hombre que estaba frente a sí
-Sí el viernes – dio Alex
-¿Y quieres que cene contigo?
-Sí , no tengo muchos conocidos aquí, eres mi única amiga y la verdad que me gustaría pasarlo con alguien.
-Eso no suena muy halagador – contestó ella
-Por favor…
-Por supuesto – contestó Sara. A ella siempre le había dado tristeza que alguien pasara su cumpleaños solo, que no hubiese otra persona para celebrar su llegada al mundo, así que ella celebraría con Max, aunque eso significara  ignorar la voz que le decía que tenía que ser más precavida.
-Y vamos a ir a el mejor restaurante, así que espero que te vistas de gala…
-¿Al mejor restaurante?¿Pagas tú verdad?
-Chica interesada…-contestó él guiñándole un ojo


Su  cumpleaños había sido muchos meses atrás, cuando aún estaba inconsciente recuperándose, pero eso no importaba, necesitaba salvar la distancia que Sara había puesto entre ellos desde el día de  la tormenta. Cualquier excusa era buena, aún si debía envejecer prematuramente.

Sara estaba recorriendo las tiendas buscando un regalo de cumpleaños para Max. La verdad era que no tenía la más mínima idea de qué podía gustarle, aunque eran amigos desde varios meses atrás, ella no sabía sobre sus gustos. No sabía cuál era su música preferida, qué comida le gustaba, cuál era su color favorito o que talle de ropa usaba…había muchas cosas de él que no sabía, mejor dicho que no se había permitido saber. No quería la intimidad que implicaba conocerlo, saber sus gustos, conocer sus preferencias, no quería recordarlo porque una melodía se lo traía a la cabeza o saber con exactitud cómo reaccionaría ante determinada situación.
Conocer a alguien con tanta profundidad, implicaba lazos y los lazos cuando se rompían causaban un dolor terrible. De hecho al buscar un regalo para  su vecino, sólo podía pensar en qué cosas le gustarían a Alexander.
Estaba por darse por vencida, después de todo era probable  que Max ni siquiera esperara un regalo de su parte, cuando se detuvo frente a la vidriera de una tienda de artesanías.
Frente a ella había una preciosa figura de un caballero andante tallada en madera, era una delicada obra de arte y además representaba muy bien lo que aquel hombre era, tal vez ella no supiera detalles sobre su vida pero reconocía en él a un ser de corazón noble.
Sí, aquel era el regalo perfecto.

Él había dicho que la llevaría a un lujoso restaurante así que Sara se esmeró al  vestirse. Cuando se miró al espejo no se reconoció, hacía mucho tiempo que no se arreglaba, casi había olvidado lo que era sentirse linda.
Estaba delgada, más de lo acostumbrado y  era la primera vez que se percataba, con razón Max insistía siempre en invitarla a comer, aunque  también era cierto que ahora su rostro tenía apariencia saludable., a diferencia de unos meses atrás.
Sus ojos verdes brillaban  y  la máscara para pestañas le había conferido un marco perfecto a su mirada, el vestido negro  era elegante y le encantaba el movimiento de la falda cuando se movía.
Sonrío confiada a la imagen del espejo , una sonrisa de felicidad casi infantil que aún iluminaba su rostro cuando abrió la puerta .
Allí estaba Max esperándola, con un traje negro y una camisa blanca era el epítome de la masculinidad.
Si Sara aún guardaba alguna duda sobre su aspecto , se despejo con la mirada de admiración que  él le dedicó.
-Estás preciosa – dijo tratando de que su frase sonara como un comentario casual.
-Gracias, tú no te ves mal
-¿Ese es todo el cumplido que recibiré por mi cumpleaños?
-Sí y tendrás que conformarte- le contestó mientras cerraba la puerta.¿No es un poco temprano?
-Bueno, en realidad tendremos que tomar un par de autobuses para llegar y quería volver temprano antes de que ya no hagan su recorrido. Está un poco lejos para caminar y ya que mi acompañante se resiste a  andar en auto…
-Lo siento – dijo ella que había olvidado lo complicado de salir de noche si uno utilizaba el transporte publico.
-No hay problema. Eso le agregará el toque de aventura.

Ciertamente viajar en un autobús atestado vestida de noche y con tacones fue una odisea, y sólo el fuerte cuerpo de Max que actuó como escudo humano y su firme agarre que evitó que cayera un par de veces lo hizo posible.
Luego de llegar a destino caminaron un par de cuadras hasta el restaurante y él no paró de hacerle bromas.
-Definitivamente has aumentado el valor del transporte público, más de uno volverá a tomar el autobús sólo con la esperanza de encontrarte.
-¡Basta ya! – protestó ella golpeándole con suavidad un brazo.
Al minuto siguiente él le abría la puerta  para entrar y ella miraba el lugar encantada.
Ciertamente había elegido un restaurante de lujo, con la cálida luz de antiguas arañas de caireles y una pista de baile, parecía el Salón donde Cenicienta bailaría con el príncipe.
Siguieron al Maître hasta una mesa apartada, Max le ayudó a quitarse el abrigo y le corrió la silla
-El lugar es espléndido – lo felicitó ella
-Bien. Yo me lo merezco – bromeó él .
Cenaron manjares envueltos en un clima de encanto, luego llegó el postre en forma de deliciosa Marquise de chocolate con salsa de naranjas y para coronar la cena el Champán para el brindis.
-Porque tus sueños se realicen –dijo Sara elevando su copa
-Adhiero totalmente a ese brindis – respondió Alex perdido en la mirada esmeralda de ella –Será mejor que no bebas mucho o te emborracharás.
-¿Sabes? Creo que hoy podría emborracharme – contestó risueña jugueteando con la copa que aún sostenía en la mano. Lo cierto era que la buena comida, la dulzura de los postres y la burbujeante bebida  la habían puesto de un humor inmejorable.
-Preferiría que no , ven –dijo él poniéndose de pie y extendiendo una mano.
-¿Dónde?
-Vamos a bailar .
Sara tomó su mano y fueron juntos a la pista de baile, dónde sonaba una música suave y tentadora. Ya había un par de parejas bailando pero cuando él la tomo por la cintura y la acercó a sí,  todos se desvanecieron del mundo y sólo quedaron ellos dos bailando en perfecta armonía.

Alex no quería pensar, sólo sentir, tampoco quería que ella pensara pero por suerte la música estaba haciendo el milagro y Sara se dejaba llevar deslizándose con él. Era una sensación increíble poder  volver a sentirla tan cerca, tocar su espalda para guiarla en el baile, que sus cuerpos sintonizaran para moverse al unísono.
Cuando la música paró, se sintió terriblemente desilusionado, se sentía como la versión masculina de Cenicienta a quien acababan de darle las doce campanadas que indicaban que su sueño había acabado.
Sara de separó de él y caminó hacia la mesa.
-Bueno será mejor que nos vayamos si queremos atrapar el último autobús – dijo Alex y ella asintió
El camino de regreso fue bastante silencioso, Sara aún podía sentir la sensación de la mano de él apoyada en su cuerpo y eso la atormentaba.
Era demasiado consciente de la presencia de masculina a su lado.
Cuando llegaron a su casa y se despidieron estuvo a punto de no decirle nada, pero no podía ser tan cobarde así que lo detuvo.
-Espera Max, preparé algo para ti…¿que te parece una taza más de café?
-Está bien- aceptó

El “algo” de Sara era un pastel de cumpleaños que había hecho ella misma y que le trajo con una vela encendida, después de haber apagado las luces.
-Feliz cumpleaños, pide un deseo- dijo poniéndolo frente a él
Alex se preguntó si al ser un cumpleaños falso , podía pedir un deseo, pero dado que el deseo  en cuestión era lo más verdadero en su alma , lo pidió.
Sara lo observó mirar fijamente la llamita de la vela mientras pedía el deseo, de golpe sus ojos grises se volvieron del color del fuego que reflejaban y por un instante ella sintió que ardía en aquella mirada.
Finalmente el apagó la vela y ella prendió las luces, necesitaba volver a la normalidad.
Comieron pastel y tomaron el café , no hubo bromas ni risas, algo había cambiado el ambiente. El aire era denso y difícil de respirar.
Finalmente él se despidió y agradeció su compañía. Cuando estaba a punto de salir , ella lo llamó.
-Espera , te olvidas tu pastel .Te lo envolveré en un segundo – dijo un poco incómoda por la forma en que él la miraba.
-Sara…- musitó él y tomándola del brazo la acercó a sí.
Se miraron uno al otro, y sin poder evitarlo Alex la besó.
Y sin poder evitarlo Sara le respondió aferrándose a él.












Capítulo 10

 

Aquel beso era una experiencia devastadora , nunca había sentido nada así.                                           Ni siquiera podía llamarlo pasión, era algo más .Era una necesidad cercana a la adicción, necesitaba que él siguiera besándola, su sabor, su calor la estaba intoxicando.                                                                                                                      Sentía   aquel beso en cada parte de sí, invadía todo su cuerpo.                                                                                                                                Sara no podía pensar en nada, no quería pensar sólo sentir.                                                      Se separaron un segundo con la respiración agitada  y cuando  él la miró  lo que vio en los ojos femeninos le hizo soltar un gemido y volver a estrecharla entre sus brazos.

Su corazón había sido enterrado el día del accidente, su mente le decía que aquello era una estupidez, pero su cuerpo hacía caso omiso a todas esas advertencias y respondía a cada caricia de aquel hombre. Su cuerpo despertaba con cada toque, anhelaba el contacto de aquel otro cuerpo, la calidez  de él la envolvía.                                  Tenía la sensación de volver a un lugar olvidado y los  apasionados besos la llevaron más allá de toda lógica                 

Sintió que  la alzaba en brazos para llevarla hasta la habitación mientras ella se aferraba  a  él casi con desesperación, con la misma urgencia se desvistieron el uno al otro  cuando llegaron  al cuarto.  

                                                                                                                                         –Eres hermosa- susurró él recorriéndola con la mirada mientras la depositaba en la cama y ella pensó que aquel adjetivo también se aplicaba a él. Tenía un cuerpo hermosamente masculino, piel tersa recubriendo fuertes músculos pero al observarlo tuvo la sensación de que había perdido peso, lo cual le resultó muy extraño ya que era la primera vez que lo veía desnudo .Le acarició el torso y entonces notó las cicatrices que lo atravesaban.

Grandes líneas sobre sus costillas daban testimonios de que había sufrido grandes heridas muy recientemente., lo sintió estremecerse bajo su mano                                                                                             -Un accidente- explicó él y tomó la mano que lo estaba acariciando con delicadeza. Ella sintió tristeza al imaginarlo herido pero luego el hombre volvió a besarla y todo se perdió en la pasión que los reclamaba

No lo amaba, no podía hacerlo y había una parte de sí misma que no podía entregarle a aquel hombre ni a ningún otro, sin embargo lo deseaba.                                    El deseo había vuelto a ella como si fuera una llama que sólo él sabía encender, estaba viva y era mujer de nuevo en los brazos de aquel hombre.

   Deseaba sentir a aquel cuerpo lleno de vida junto al suyo , el calor de su piel, los fuertes latidos de su corazón, su respiración alterada por la excitación, y por ello respondió con su propio cuerpo a la necesidad casi hambrienta que él demostraba por amarla. Renació  con cada caricia que él trazó con sus manos sobre su sensitiva piel , casi adorándola como a algo preciosamente delicado y cuando por fin la tomó,  tuvo  la pasajera sensación de estar completa, de volver a un hogar largamente añorado , luego la maestría de él la  sumió en el placer y en el olvido.

Se removió inquieta en el sueño , tras lo cual despertó bruscamente.No estaba sola en la cama y entonces fue plenamente consciente de lo sucedido. Ahora que la pasión había menguado  fue conciente de su error.

El movimiento de ella lo sacó de su sueño ligero y al abrir los ojos y mirarla supo que algo estaba mal.                                                                                                                                              Lo miraba  casi horrorizada, no era la clase de mirada que uno espera después de una noche de amor con la mujer amada.                                                                                                                      -¿Sara estás bien? – preguntó él incorporándose y sujetándola suavemente de los hombros, ella se apartó con rapidez.                                                                                                                                       -¡Oh cielos!.Esto no debió pasar..yo…-  titubeó ella                                                                                                                     -¡Sara!                                                                                                                                                                                -¿Cómo pude hacer esto?¿Cómo pude traicionarlo así?  - preguntó en voz alta y Alex supo que ni siquiera se dirigía a él                                                                                                  -¡Sara! –insistió sacudiéndola suavemente y ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas.                                                                                                                                                                       –Yo quería , necesitaba que me amaran, pero debía ser Alex, no tú.                                                                      -¡Diablos Sara , él está muerto! – estalló Alex y en ese instante sintió que había cruzado la delgada línea de la cordura.Estaba hablando de sí mismo como si fuera otra persona                                                                                                                      –Vete   -dijo ella con frialdad mientras las lágrimas caían silenciosas por su rostro                                                                                                                                                       -Tienes que escucharme…    -rogó él desesperado                                                                                                      -Vete por favor Max, vete .-insistió

Finalmente entendió que no lograría nada , ella no  se encontraba en un estado óptimo para escucharlo y ni siquiera confiaba en él mismo.La intensidad de lo sucedido, el rechazo que había visto un instante antes en la mirada de ella, los sentimientos confusos en su interior ,eran demasiado. Salió de la cama , tomó su ropa y se marchó con el alma herida por lo sucedido y por tener que dejar a Sara llorando.           

Se quedó un tiempo acurrucada en la cama llorando, tal vez minutos, tal vez más tiempo.La tristeza no podía medirse.                                                                                         Lloraba por ella, por haber traicionado al hombre que amaba y lloraba por Max, lo había herido y esa jamás había sido su intención.

Era la madrugada cuando Paul llegó al bar, aquel lugar era de un viejo amigo por eso este le había avisado que fuera  a buscar a Alex.                                                                                           -¿Qué haces aquí? – preguntó sentándose junto al hombre de ojos grises que bebía Whisky y que obviamente no era el primero.                                                                                                –Intento no pensar – respondió con la voz pastosa por el alcohol                                                                                       -¿Y te resulta?                                                                                                                                                    Alex sólo agitó la cabeza y su amigo se dio cuenta de que estaba desesperado.                                                        –Vamos –dijo Paul ayudándolo a pararse- Vamos a casa                                                                                   -Quiero seguir tomando…                                                                                                                                       -También tengo Whisky en casa y del bueno, facilítame las cosas. Vamos ahora que puedes caminar y te prometo que te dejaré caer en la inconsciencia cuando estemos en mi casa, pero no tengo ganas de andar arrastrándote. Pesas demasiado y yo estoy viejo para eso.

-Está bien – accedió finalmente y  tras dejar caer un manojo de billetes sobre la barra , se dejó llevar por Paul.

Un rato después estaba en el departamento de su amigo con un vaso de Whisky en la mano , tal como Paul le había prometido.                                                                                                   –Bueno ahora cuéntame por qué estás así…                                                                                                -Me acosté con Sara                                                                                                                                        -¡Estás así porque hiciste el amor con tu esposa! Te juro que no te entiendo deberías estar feliz…                                                                                                                                                          -¿No me escuchas Paul?Dije que me acosté con ella no que hicimos el amor-  exclamó y arrojó el vaso que sostenía                                                                                                            -¿Alex?                                                                                                                                                            -No la forcé ¡maldita sea!…ella me deseaba, pero sólo eso. Tenía su cuerpo pero no su corazón y con Sara nunca antes fue así. Teníamos una conexión, pero esta vez no me dejó llegar hasta ella…fue sólo sexo y luego ...me dijo algo así como que sólo era un reemplazo…Si hubieras visto como me miró.                                                                                                                –Alexander…                                                                                                                                                                        -¿Te das cuenta? Estoy celoso de mi mismo…                                                                                                          -Tienes que acabar con esto, te estás lastimando                                                                                                      -No puedo Paul, no puedo dejarla ir…aunque  me vuelva loco no puedo dejarla –expresó y su amigo le palmeó el hombro.                                                                                                              

Finalmente Paul hizo lo que cualquier amigo haría , le dio otra copa y cuando Alex se quedó dormido en el sillón, lo cargó trabajosamente hasta la cama y lo tapó como si fuera un niño pequeño.¿Cómo el amor podía causar tanto daño?.                                                     Aquellas personas que tanto se querían se estaban destruyendo mutuamente.

A la mañana  cuando Sara se levantó para ir a trabajar y recogió su ropa, un pequeño envoltorio se cayó de su abrigo.                                                                                                      El regalo de Max, nunca tuvo la oportunidad de dárselo y ya nunca la tendría.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 11
Cuando salió para su trabajo Sara no vio el auto de Max y supo que él no había pasado la noche en su casa. Secretamente se sintió aliviada porque no sabía que hacer cuando se lo encontrara nuevamente, no estaba preparada para hablar sobre lo sucedido.
Sin embargo, dos días después cuando seguía sin haber ninguna señal de él empezó a preocuparse. ¿Y si algo le había sucedido?
Inquieta miraba a cada rato por la ventana de su habitación, ansiosa por ver algún rastro de Max.
Al cuarto día sin saber nada, tomó una decisión.

Al quinto día después “de lo sucedido”, Alex tuvo el coraje para volver a la casa  , no había podido hacerlo antes porque no estaba muy seguro de cómo reaccionar cerca de Sara.
Al abrir la puerta chocó con algo, se agachó para ver qué era y descubrió un pequeño paquete con una tarjeta. Lo tomó y entró .
Inmediatamente reconoció la letra. Era de Sara

Este era tu regalo de cumpleaños, lamento no haber podido dártelo antes y lamento todo lo que sucedió.
Espero que estés bien, me tienes preocupada.
Sara

Desenvolvió el pequeño envoltorio y encontró una pequeña estatuilla de un caballero andante.
¿Eso era él para Sara, un caballero andante?
¿Y a quién necesitaba ella a Alex o a Max?, lo cierto era que no le importaba mucho, porque después de todo lo sucedido lo único que él sabía a ciencia cierta era que no podía alejarse de ella.
Sería su amante, su amigo, su vecino…su caballero andante . lo que ella le permitiera ser para estar a su lado.


-Ahí está de nuevo – dijo Estela y antes de voltearse a mirar de quien hablaba su compañera de trabajo, Sara supo que se refería a Max.
Estaba allí, apoyado en el umbral, sonriéndole como antes, como si siguieran siendo buenos amigos.
-Te invito a almorzar – dijo él cuando ella se le acercó.
-Está bien – contestó  con precaución  y se paró unos segundos para saludar a Estela y pedirle que cerrase la tienda.
-No hay problema, tú ve tranquila – contestó la chica guiñándole un ojo y eso hizo que Sara se sintiera más insegura.
Había imaginado mil veces como sería reencontrarse con Max después de lo sucedido, incluso había pensado qué iba a decirle. Pero ahora que él estaba allí, no sabía qué hacer. Se le acercó lentamente, casi con miedo. Temía ver el reproche en los ojos de él, e incluso se temía a sí misma, porque sin importar las excusas que inventara lo cierto era que lo había deseado tanto como él a ella y que aún ahora podía recordar vividamente la caricia de sus manos y el calor de su  cuerpo.
Sin embargo  la mirada de él no mostraba más que calidez, y algo más…algo indefinible que le daba confianza.
-Hola Sara
-Hola Max
-Encontré tu regalo esta mañana. Muchas gracias, me gustó mucho.
-¿En serio?
-Sí…Sara…tenemos que hablar. No quiero presionarte, pero creo que no es bueno que sigamos escondiéndonos.-dijo él con voz suave como si temiera que ella se echase a correr.
-Lo sé- admitió Sara bajando la mirada
-Bien, entonces comamos, todo se  ve siempre mejor con el estómago lleno.
-Sigues siendo el mismo – exclamó ella con una sonrisa
-Por supuesto – aseveró él al tiempo que la tomaba del brazo para guiarla.
Los dos se vieron conmovidos por la descarga de sensaciones que les  produjo el breve contacto físico, pero lo disimularon.
Caminaron un par de cuadras en silencio hasta llegar al pequeño restaurant en que solían almorzar en sus días de camaradería.
Él le corrió la silla para que se sentara y luego ordenaron pasta con salsa de verduras.
-¿Me odias? – preguntó él de golpe y Sara sintió que se atragantaba con lo que estaba bebiendo.
-No, claro que no …-dijo rápidamente mirándolo con firmeza para convencerlo- ¿Y tú a mi? – preguntó a su vez.
-Nunca – contestó él y una mueca de sonrisa se dibujó en su boca- Bien, ahora que hemos superado esa parte , creo que podemos hablar.
-Max, no creo que este sea el lugar indicado.
-Por el contrario, es el mejor lugar. A plena luz de día, en un restaurant con gente, un plato de pasta delante…no hay lugar para los fantasmas aquí.De esta forma podemos quitarle dramatismo a todo lo sucedido.
-Tal vez tengas razón – admitió ella
- Sara quiero seguir siendo tu amigo.
-Max…yo…
-Lo sé, sé muy bien lo que sientes Sara. Y en cuanto a lo que sucedió entre nosotros, bueno, sólo pasó. Sé que aún amas a tu esposo, tal vez aquella noche sólo nos necesitábamos.
  Sara pensó que eso era verdad, ella lo había necesitado, había necesitado que él la abrazara, que la besara, que la amara y teniendo en cuenta que esa noche era su cumpleaños probablemente Max se sentía solo y también la había  necesitado a ella de la misma manera. Sin embargo, algo más había sucedido , se habían herido, ella aún recordaba la mirada de él cuando lo rechazó. Eso había sido real, no un producto de su imaginación. El dolor que había vislumbrado en él , le había dolido a ella misma.
-No sé qué hacer ahora – confesó apenada
-Podemos comportarnos como enemigos o desconocidos, pero no creo que eso nos hiciera bien. Más allá de todo hemos llegado a ser amigos, no podemos borrar lo sucedido aquella noche pero podemos superarlo y seguir adelante.
-Nada volverá a ser igual – aclaró ella
-No, es cierto, pero encontraremos la forma. No tienes nada que temer Sara, no espero que tengamos ningún otro tipo de relación, sé que lo que pasó entre nosotros fue  sólo “un accidente”.pero tampoco quiero que nos volvamos dos extraños.
-Yo tampoco- dijo ella pensando en lo mucho que lo había extrañado los últimos días. Sinceramente no quería perderlo.
-Entonces, amigos – dijo él extendiéndole una mano.
-Amigos – aceptó ella tomando su mano.Sin embargo cuando el tacto de él envolvió su piel como fuego, Sara se preguntó sobre si aquello sería posible. No podía sacarlo de su vida, pero ¿qué implicaría que lo dejará entrar?







1 comentario:

  1. Mmmm... Me gusta , me gusta.... No el sufrimiento del pobre hombre, pero esta super emocionante!!!!

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