Capítulo 1
Cuando Alexander vio a los dos médicos y a su padre encaminarse hacia él, temió lo peor.
Sabía que él estaba totalmente recuperado, o al menos
todo lo recuperado que podía estar tras el grave accidente, las tremendas heridas que lo habían tenido en
coma farmacológico por más de un mes y la lenta recuperación, eran una etapa
superada. Le habían dado el alta esa mañana y sólo le quedaban algunas
cicatrices en su esbelto cuerpo que probaban lo cerca que había estado de la
muerte.
El temor que lo congelaba no era por sí mismo sino por
Sara, su esposa.
Sabía que ella había perdido al bebé durante el choque
pues se lo habían contado pero durante todo el tiempo de su recuperación jamás
la había visto y eso era muy extraño, no había fuerza en la tierra que lograra
mantenerlos alejados.
Le decían que ella necesitaba recuperarse, que no podía
verlo aún , pero que estaba bien. Él no les creía , nada hubiese apartado a
Sara de su lado de estar bien y el temor de que le hubieran mentido y ella
hubiese muerto en el accidente volvió a
colársele en el corazón.
En cada una de las ocasiones anteriores que él había
sospechado aquella terrible posibilidad, tanto los médicos como la familia de
Sara y la de él , le habían jurado que no era así, que Sara vivía. Sin embargo,
en más de una oportunidad él se había desesperado por no verla y había
intentado irse, quitándose el suero y alarmando a todo el personal médico. Lo
habían sedado y luego habían llegado las pesadas horas de argumentación que lo
habían convencido a medias.
Ahora él estaba bien y quería volver a casa, junto a la mujer que amaba
-Alex, tenemos que hablar contigo – dijo su padre y
Alexander palideció
Algo andaba muy mal.
-¿Qué sucedió? – preguntó él con un hilo de voz dejando
al descubierto su vulnerabilidad
-Es Sara…- dijo el médico que lo había atendido durante
aquellos dos largos meses.
-¿Está muerta? –preguntó con un susurro que le lastimó la
garganta al ser pronunciado
-No muchacho , no..
-Tranquilo hijo, te dijimos la verdad sobre eso – le
aclaró su padre palmeándole suavemente la espalda
-¿Entonces sobre que me mintieron?
-Vamos Alexander,
pasemos a mi oficina, tenemos mucho que hablar.- insistió el médico y Alex
siguió a los tres hombres con un oscuro presentimiento atenazándole el corazón.
-El es el doctor Ross
y atiende a Sara..
-Pero me dijisteis que ella estaba bien, que se había
recuperado
-Y así es Alexander, físicamente ella se recuperó totalmente,
pero no psicológicamente me temo. Él doctor Ross es psiquiatra
-¿Qué quieren decir, qué le sucede a mi mujer? – preguntó
desesperado. Aquella información que le daban de a poco lo estaba torturando
-Bueno hijo – intervino su padre- Sara estaba conciente
en el choque y cuando te vio herido creyó que habías muerto..
-Sí, lo entiendo pero…
-Luego siguió creyéndolo, incluso cuando te vio aquí –
prosiguió su padre tratando de explicarse.
-¿Me vio? - preguntó confundido
-La trajimos cuando estabas en el coma inducido, pero
ella no te reconoció
-Es lógico, ¿no?, yo estaba desfigurado por los golpes…
-No, Alex. No es tan simple - le dijo él médico
-¡Entonces explíquenme bien lo que sucede porque me están confundiendo!- se
exaltó él
-Luego volvimos a intentarlo, la trajimos una vez más
pero sin resultado. Ella no te reconoció porque ella cree que tú moriste en el
accidente.
-Pero, tuvo que verme, eso no es posible.
-Ella te vio pero no te reconoce como su esposo.
-No lo entiendo
-Es una especie de disociación de la realidad – explicó
el doctor Ross- Sara sufrió un gran
shock en el accidente, por la pérdida del bebé y por verte gravemente herido, eso confundió su mente .En
su mente tú moriste aquel día y ella no te reconoce, no importa cuantas veces
te vea o lo que le digamos . Ella no te identifica como a su esposo. El Alex
que ella conoció murió en aquel coche
- Yo hablaré con ella y esto se solucionará.
-De eso debemos hablar Alexander , no es tan fácil…-aseveró
el medico y Alex se retorció inquieto el cabello
-Pero hay médicos, remedios, ella es una mujer sana y
jamás ha tenido problemas mentales. Esto va
a pasar , ¿verdad? – preguntó desesperado mientras clavaba sus ojos
grises en el psiquiatra.
-Ella
está bajo atención , y asiste a un psicólogo
dos veces por semanas pero no hay progresos hasta ahora..
-¿Por qué sucedió? ¿Acaso los golpes en el choque causaron esto?
-¿Por qué sucedió? ¿Acaso los golpes en el choque causaron esto?
-Me
temo que la mente humana es muy compleja, y ante el dolor busca formas de
protegerse. El inconsciente de Sara eligió esta manera y ahora simplemente no
sabemos como llegar a ella. Como te dije no hay nada físico, todos los exámenes
son normales, las tomografías no muestran daño cerebral , es algo psicológico.
-Buscaré
otros médicos, especialistas, la llevaré a otro país…
-Alexander,
los mejores médicos la están tratando. El doctor Ross es un especialista y
hemos hecho ínter consultas sin resultado alguno- explicó pacientemente el
doctor Haunt
-¿Cómo
esta? –preguntó él a su padre mientras trataba de aceptar la enormidad de lo
que le acaban de decir.
-Ella
está bien, aunque muy deprimida. Ella cree haberte perdido y te ama Alex, aún
te ama y el dolor de tu pérdida y del bebé la tiene muy triste. Ni siquiera
pudo volver a la casa. Sus padres le
alquilaron un departamento y volvió a su
trabajo en la florería
-¿Puede
vivir sola?- preguntó a los médicos
- Sí ,ella
es perfectamente capaz, sus facultades están bien, salvo en lo relativo a ti y
a su depresión. Nos preocupa que eso pueda empeorar – explicó uno de los médicos y sonrió
amargamente. Sólo él ya no pertenecía a su vida.
-Necesito
verla – dijo
-Alex
– protestó su padre.
-Tengo
que verla.
-Bien,
suponíamos que era lo que diría, pero no puede forzarla . Eso podría empeorar
su estado– acotó un médico
-¡Es
mi esposa maldita sea!
- Espera un poco Alexander, tenemos que hablar con sus padres
y debes estar preparado porque va a ser muy duro para ti – le aconsejo su
padre.
-Ya esperé demasiado y mientras ella esté viva , lo demás
no me importa.-Afirmó Alex y al recordar las palabras del médico un pensamiento
se fijó en su mente .”Yo llegaré a ella, encontraré la manera”
Capítulo 2
Se habían conocido
tres años atrás cuando él tenía veintiocho años y ella veintiséis.
Alex había entrado a comprar flores para el cumpleaños de
una prima cuando la había visto por
primera vez.
En ese instante su vida
cambió para siempre pues con ineludible
certeza supo que aquella joven de ojos verdes y pelo castaño era el amor
de su vida.
Tal vez era una escena trillada de película o cosas que
sólo sucedían en novelas románticas, pero así había sido: Amor a primera vista.
.Él la había invitado a salir y ella había aceptado.
Sara también era
abogada como él pero no ejercía pues había descubierto que trabajar con flores la hacía más feliz que
pasar horas en la corte y para ella era muy importante ser feliz.
De hecho su carácter alegre lo había atraído aún más y había deseado ser parte de lo que hacía
feliz a aquella mujer.
Nunca más se había separado y un mes después de conocerse
se casaron.
Compraron una casa y disfrutaron cada instante de su
decoración, sentían que estaban construyendo un templo para amarse y por
supuesto Sara se había ocupado del jardín mientras Alex había aceptado ser su
diligente ayudante.
A Alexander le encantaba verla ocuparse de las plantas y
comprobar que todo crecía y florecía bajo el cuidado de la mujer amada.
No había peleas, ni discusiones trascendentes entre
ellos, sólo desacuerdos que solucionaban rápidamente. A ninguno le gustaba
herir al otro y solo había lugar para
el amor, la pasión y la felicidad.
Eran felices y
aquella felicidad había llegado a su cúspide cuando se habían enterado
del embarazo.
Habían decidido esperar para tener un hijo , ya que él
trabajaba por un ascenso en su bufete y cuando el éxito había llegado habían
dejado de cuidarse.
Tanta felicidad le hacía pensar ahora a Alexander
que como en los antiguos mitos habían
ofendido a algún dios vengativo con su dicha y los había destruido sin el más
mínimo miramiento.
Después de una fiesta de fin de semana al volver a casa habían tenido un accidente. La
ruta estaba mojada por la lluvia y el auto se había descontrolado, había dado
una vuelta entera y lo último que él recordaba era un fuerte dolor y el abismo
negro de la inconciencia.
Luego había despertado en una clínica para descubrir que
había estado muchos días en un coma
farmacológico producido por los médicos para poder operar y curar sus graves
heridas.
Y apenas un día atrás , cuando finalmente le habían dado el alta había despertado a un
infierno peor cuando le habían contado del estado de Sara.
Se había comunicado inmediatamente con sus suegros y contra todos los consejos
que le habían dado , había ido a ver a Sara.
Ahora se encontraba en la puerta de la florería, deseando
y temiendo entrar.
Pensaba que al entrar, ella lo reconocería y podrían
dejar todo atrás, pero temía que no fuera así.
¿Qué haría si no había una solución mágica para el estado
de Sara? ¿Cómo viviría sin ella? Ni siquiera podía imaginarlo.
Se armó de valor, inhaló una fuerte bocanada de aire y
entró.
A pesar de que no estaba el mismo personal y que la
tienda había sufrido algunas modificaciones, fue como retroceder en el tiempo.
El colorido del lugar, el aroma dulce de las flores
mezclado con una esencia de vegetación salvaje
y una mujer que relumbraba en aquel paradisíaco paisaje.
-¿En que puedo ayudarlo? - preguntó la joven
acercándosele y Alexander perdió el aliento.
Estaba tan bella como siempre , pero muy delgada .También
él había perdido peso durante la internación pero en ella era más notable , el
tenue vestido floreado lo acentuaba aún
más, de la misma manera que acentuaba el verde de sus ojos.
Unos ojos que lo miraban pero no lo veían, todo lo que le
habían dicho era verdad. Sara no lo reconocía, su mirada estaba vacía al
dirigirse a él.
Se la veía tan triste
que Alex tuvo que apretarse las manos para no ir hacia ella y abrazarla.
-¿Señor? – insistió ella y con más valor del que tenía Alex logró
contestarle
-Sí, disculpe. Quería unas azucenas, son para mi secretaria que cumple años.
-Ah, son mis favoritas, ahora le preparo un ramo – dijo ella y él la siguió.
-¿Quiere escribirle algo? – preguntó la joven
-Sí creo que es lo más conveniente, lleva cinco años conmigo. Es casi como mi
madre – dijo él explicándose tontamente . No quería que ella pensara que las
flores eran para algún amor. Toda la situación era tan absurda, Alex sentía que
estaba en una pesadilla.
-Tome – dijo ella alcanzándole una pequeña tarjeta y una lapicera.
Al tomarlas sus manos se rozaron y ella
las apartó rápidamente.
Llevaba su anillo de bodas y entonces Alex notó que también él llevaba el
suyo.
-¿Algo más?- preguntó Sara y él volvió a la realidad. A
la terrible realidad. Le pasó el dinero y ella le cobró.
-Gracias – le dijo tratando de alargar su encuentro
-No hay por qué – respondió la joven con una tenue
sonrisa que no le llegaba a la mirada
-Adiós – dijo él y salió de la tienda sin mirar atrás. Un
par de cuadras más allá arrojó el ramo a un cesto de basura y se fue a la clínica .
-Necesito saber todo- dijo apenas el médico lo recibió- Cada
detalle de lo que le sucede a Sara y también como debo comportarme con ella y
que posibilidades hay
-Tranquilo. Siéntese por favor y le aclararé todas sus
dudas.
Durante largo rato Alexander mantuvo una charla muy
informativa pero igualmente inútil con el médico. Sabía mucho más sobre lo que le
pasaba a Sara pero seguía sin saber como curarla.
Una última pregunta pasó por su mente
-¿Puede a volver a tener hijos? – preguntó
-¿Importa? – le preguntó a su vez el médico
-No a mí. Me casé con ella porque la amo, no para reproducirme,
pero sólo quería saber si eso puede ser parte del trauma.- contestó irritado
-Ella está perfectamente sana, podrá tener hijos si así
lo desea, pero la verdad es que tampoco sabemos que efecto puede causar en su
mente un nuevo embarazo. Podría ayudarla o perjudicarla si no puede superar la
pérdida que sufrió.
-¡Cielos! – exclamó Alex con pesar. Era como caminar
sobre una delgada capa de hielo , no había garantías sobre qué podía dañar o
ayudar a Sara.
Él sólo sabía que no podía alejarse de ella.
Capítulo 3
“¿Cómo podía estar frente a él y no reconocerlo?” – se
preguntó Alex compungido y se sentó en el jardín a arrancar malas hierbas con
las manos
El lugar que Sara tanto amaba en el pasado estaba casi
arruinado, lo que había sido un vergel vital y colorido parecía un desierto donde unas pocas plantas luchaban
por sobrevivir, de golpe las lágrimas acudieron a sus ojos y se puso a llorar
como no hacía desde niño, nunca en su vida adulta había llorado de aquella
manera.
Estuvo un rato
inmerso en su dolor, llorando como sólo un hombre totalmente perdido puede hacerlo ,hasta que una idea anidó en su
mente.
-Buen día, ¿podría ayudarme? – preguntó el hombre
acercándose a ella y Sara recordó que había estado en el local un par de días
antes.
Lo recordaba claramente porque al verlo entrar le había
parecido ver a Alexander.
Al mirar al hombre
alto de cabello rubio y ojos grises, había retrocedido en el tiempo hasta el día en
que Alex había aparecido por primera vez frente a ella y se habían enamorado nada más verse.
Por un instante, había visto a su esposo en la figura de aquel
hombre hasta que había recordado con patente claridad al hermoso cuerpo de
Alexander inerte y cubierto de sangre a
su lado. Hasta que había recordado que su esposo había muerto con su hijo por
nacer en aquel accidente, entonces la
dolorosa verdad la había vuelto a golpear y el parecido entre los dos hombres se había desvanecido
como la ilusión que era.Todo lo que ella amaba se había perdido para siempre en
una oscura noche
Ahora aquel cliente estaba de nuevo allí y ella tardó
unos segundos en reaccionar ante su pregunta.
-Disculpe, ¿qué necesita? – preguntó emergiendo de sus
tortuosos recuerdos
-Es que tengo un jardín que está muriendo y necesitaría algunos consejos – le contestó él
-Claro, cuénteme cuál es el problema y veré como puedo ayudarlo – ofreció gentilmente
y él sonrió como respuesta.
Durante un rato
Alex escuchó encantado los consejos de jardinería de ella, apenas podía
apartar los ojos de su mujer y aunque tuviera que escucharla disertar sobre
fertilizantes y podas, le encantaba.
Entusiasmada con lo que estaba explicándole por un momento había vuelto a ser
la misma de siempre, sus ojos habían recuperado vida y eso le daba esperanza.
Cuando ya no pudo prolongar más aquel encuentro Alex
se dispuso a retirarse cargando una
serie de productos que la mujer le había recomendado.
-Muchas gracias… ¿perdón cómo es su nombre? – preguntó él
con tono casual
-Sara, ¿ y usted?
-Max – contestó Alex, aquel era el nombre del héroe de
las novelas favoritas de ella y no se le ocurría otro mejor.
-Max., como el
personaje de las novelas de McArtie , ¿las ha leído ? - preguntó Sara
con curiosidad
-Muchas veces – contestó recordando las veces que ella se
las había leído en voz alta distrayéndolo de sus ocupaciones. Simplemente tenía
que compartir con él los libros que tanto amaba y solía importunarlo con
aquellas lecturas en voz alta hasta que Alex se rendía y se disponía a
escucharla fascinado , a veces le hacía criticas al bendito héroe provocándola
hasta que los dos terminaban muertos de risa por aquellas disputas literarias.
También recordaba la vez en que ella había tenido una fuerte gripe y en la cama abrazándola contra sí, él le había
leído sus amadas novelas para entretenerla . Había recitado los parlamentos del
héroe cambiando de voz y haciendo gestos hasta que en la cara de su esposa se
había dibujado una sonrisa
“Eres el Max perfecto”, había dicho la joven en aquella
ocasión y ahora allí estaba él escondiéndose tras aquel nombre.
-Son mis novelas favoritas – le dijo la mujer y luego pareció encerrarse
en sí misma, tal vez perdida en los mismos recuerdos que lo atrapaban a él.
Alex sabía que tenía que ser cauteloso, así que decidió irse
-Muchas gracias, una vez más .Hasta luego – se despidió
-Hasta luego – respondió ella con frialdad y el hombre
agradeció que no dijera adiós porque aquella palabra no la quería escuchar
jamás en labios de ella, quería aferrarse a la esperanza de recuperarla. Quería
creer que todavía existía una
posibilidad para su amor.
Paul observó atentamente a su amigo mientras lo ayudaba a
embalar cosas, a pesar de todo lo sucedido
en los claros ojos de Alex
brillaba la luz de la decisión.
-¿Estás seguro de lo que vas a hacer Alexander?
-Sí, ya lo decidí
- ¿Sabes lo duro que va a ser , verdad? Para mi ver a
Sara de esa manera, y tener que seguirle el juego fue muy difícil, no quiero
imaginar lo que será para ti. Sólo vas a romperte el corazón.
-¿Y qué se supone qué haga? ¿Me siento a esperar a que se
recupere o la dejo ir y me olvido de ella como se olvidó de mi?. No puedo hacer
eso y tú lo sabes Paul, es la única mujer que
he amado en mi vida y voy a hacer lo que sea necesario para recuperarla…
-¿Y si no puedes?
-Ya veré entonces, pero ahora no me voy a rendir. Me amó una vez
y aun ama a mi recuerdo , así que tal vez logre que se enamoré de mi ahora sin
importar lo confundida que esté su mente
-Alexander..
-Tengo que hacerlo Paul
-Lo sé .– contestó su amigo y suspiró desalentado y lo
miró sonreír
-No podré ir a visitarte ,supongo si quieres llevar
adelante esta farsa no conviene que Sara te relacione con Alex. Sería extraño
que el mejor amigo de su esposo fuera amigo de su “nuevo vecino”.
- Es cierto. Tampoco mis padres podrán ir.
-Vas a renunciar a tu vida…- reflexionó Paul con pesar
-¿Vas a ayudarme o no ? – preguntó Alex
-¿Qué diablos crees que estoy haciendo? – contestó el
interpelado agitando la cinta de
embalaje frente a la cara de su amigo .
Alex sonrió
-¿Qué hiciste con tu trabajo?
-Pedí una licencia, no hubo ningún problema. De todas
maneras no estoy listo para volver
-¿Ya retiraste el nuevo coche de la agencia?
-Sí “mamá” , lo hice ayer por la tarde. Eso déjalo -
-dijo el hombre señalando lo que su amigo estaba a punto de empaquetar-
Necesito pocas cosas, no llevaré nada que ella pueda reconocer. Además es un
nuevo comienzo para Max, así que
compraré cosas nuevas
-Estás hablando de ti mismo en tercera persona, me
preocupas que termines loco Alex
-Sí eso me permite estar con ella, no tengo objeción
-Definitivamente tú perdiste la razón hace años, cuando
conociste a Sara. ¿Y qué hago con aquellas plantas?
-Déjalas, yo las envuelvo.
-¿Te las llevas?
-Sí. Si Sara no viene a su jardín, yo voy a llevárselo a
ella
Capítulo 4
Sara entró al departamento y suspiró, cada vez que
entraba la sensación de extrañeza la asaltaba. Era un departamento pequeño,
había sido un anexo de la casa de sus arrendatarios, pero lo habían convertido
en un piso de alquiler. Tenía una cocina comedor amplia, un baño y en el primer
piso un dormitorio en suite, era pequeño pero suficiente para ella sola. De
hecho se sentía segura en el reducido espacio, al salir del hospital había ido a su casa y al entrar había sabido
que no podía volver a vivir allí.
Aquella casa la había comprado con Alex, tenía muchos
cuartos y espacios amplios porque habían soñado tener una familia grande,
muchos niños corriendo por allí mientras ellos envejecían juntos. Ahora ese
sueño no se realizaría jamás, y al entrar en su casa, Sara había sentido que la
sombra de Alexander vagaba por la casa y que cuando ella quería alcanzarlo se
le escapa de las manos como una quimera inalcanzable.
Ni siquiera la visión de su hermoso jardín la había
animado, había tenido que escapar de aquel lugar para que la pena no la
ahogara. Sus padres querían que permaneciera con ellos pero la forma en que la
cuidaban, incluso como si ella fuese incapaz de valerse por sí misma le
resultaba asfixiante.
Necesitaba un lugar propio para recuperar fuerzas y aquel
departamento era perfecto, pequeño y cerca del trabajo, cubría todas sus
necesidades.
La joven se movió por el lugar a oscuras, apenas encendió
la luz de la escalera para subir a su dormitorio. Estaba muy cansada y no tenía
hambre, últimamente nunca tenía apetito, sabía que estaba delgada pero apenas
tenía fuerzas para continuar, de hecho estaba haciendo su mejor esfuerzo porque
sabía que Alexander jamás le hubiese perdonado que se diera por vencida. Alex
siempre la había protegido y por su memoria ella tenía que continuar, aunque
fuese una carcaza sin corazón, su corazón había muerto una noche en la
carretera.
Llegó a su cuarto y comenzó a desvestirse, sin darse cuenta su mirada se desvió hacia la casa
vecina, desde su ventana tenía una buena vista del inmueble. Estaba puesto en
alquiler desde hacía varios meses, cuando buscaba un lugar para alquilar había estado tentada, pero el
lugar era muy grande para una persona y además era ideal para una familia. No
era lugar para ella.
Dejó ir aquellos
tristes pensamientos y se acostó,
deseando fervientemente que las
pesadillas no volvieran .
Cuando la luz matinal entró por la ventana, Sara emergió
del sueño y por primera vez en mucho tiempo no sintió aquella opresión que la
acosaba cada despertar.
Era como si después de un largo invierno la primavera se
anunciara en su cuerpo y le recordara que aún estaba viva, se sentía con
fuerzas y no deseaba quedarse en la cama como otras mañanas.
Se levantó deprisa y se asomó a la ventana , necesitaba
luz, escuchar los sonidos de la calle, necesitaba volver a formar parte del
mundo otra vez.
Al mirar al exterior descubrió el camión de mudanzas
instalado en la casa vecina, el moviendo
delataba que finalmente tenía nuevos
vecinos.
Extrañamente sintió que el aire de renovación que la
invadía estaba vinculado con aquella mudanza.
Desayunó abundantemente, hacía meses que no tenía apetito
pero aquella mañana el hambre había
regresado y su cuerpo le reclamaba alimento
porque necesitaba reponer energías.
Finalmente cuando estuvo lista salió para ir al
trabajo y en su apresuramiento no vio al
hombre que iba cargando una caja hasta
que se chocó con él.
-Lo siento – dijeron los dos a un mismo tiempo y entonces
se miraron.
Por un segundo el mundo de Sara volvió a ser confuso, el
hombre rubio que estaba frente a ella ..por un segundo creyó..Luego todo se
volvió rojo y supo que era imposible que fuera Alexander, respiró profundo y
volvió a mirar a su nuevo vecino
-Hola -. dijo él y
apoyando la caja que llevaba contra su cadera, liberó su mano para saludarla– me acabó de mudar aquí.
-Bueno- respondió ella titubeando, hasta que estrechó la
fuerte mano que calidamente y por un instante aprisionó la suya-, bienvenido
.Soy su vecina, vivo en el departamento que está allí – agregó señalando su
hogar
-Entonces supongo que no veremos seguido, además de
cuando vaya a comprar flores – respondió él con una sonrisa y ella lo reconoció, era el mismo hombre que había
conocido en la tienda- Max..- lo nombró recordando su nombre
-Sí –asintió él
-Es una casa hermosa, a tu esposa va a gustarle mucho
-¿Mi esposa ? – Preguntó confundido y luego se percató
que la mirada de ella se centraba en su anillo de casamiento- Oh, no yo estoy
solo, he perdido a mi esposa – aclaró y sintió que los límites entre la mentira
y la verdad eran muy difusos.
-Ah, perdón, yo no quise…
-Está bien. ¿Vas a tu trabajo? Porque puedo llevarte,
tengo que ir a un lugar cerca de la florería así que si quieres dejo esta caja
en la casa y te alcanzo.
-Gracias , pero no . No ando en auto, lo siento. Tomaré
el bus o caminaré. Muchas gracias de todos modos-dijo ella y se apartó con
rapidez
-Nos vemos – la saludó Alex, la vio alejarse caminando
despacio y cuando la hubo perdido de
vista se dirigió hacia la casa con el corazón estrujado “ no ando en auto”
había dicho Sara.¿Cuántas cicatrices tendría que curar para traerla de regreso?
Era una ironía, la primera vez no había tenido que
esforzarse para ganarla, simplemente se habían amado y se habían visto
arrastrados en aquel amor sin obstáculo alguno.
Verse, citarse, amarse y casarse , los acontecimientos se
habían sucedido en forma natural. No había tenido que luchar por Sara, pero
esta vez lo haría, lucharía con todo su ser por ella y haría todas las trampas necesarias para
lograr su amor. Si ella no podía recordarlo, lograría que se volviera a
enamorar de él.
El sudor cubría su cuerpo, daba vueltas en la capa y las
sábanas que cubrían su cuerpo parecían una red que arrastrándolo a lo profundo de sus pesadillas.
Alex se despertó sobresaltado, había estado soñando
con la noche del accidente, había
revivido cada penoso instante.
El momento en que
había perdido el control del vehículo, las maniobras desesperadas, el grito de
Sara, el dolor lacerante, todo había vuelto a él .
Se medio incorporó para apoyarse en el respaldo de la
cama y despejar un poco la mente, respiró profundamente y luego cuando la agitación pasó , se levantó.
Eran las cinco de la mañana y al asomarse a la ventana de
su cuarto pudo distinguir el dormitorio
de Sara.
¿Estaría ella teniendo pesadillas como él?
Desde el día que la había conocido , la había protegido
pero aquella noche el había manejado el auto, poco importaba que los peritos
hubiesen comprobado que había sido una falla mecánica , algo inevitable de lo que él no era culpable. Lo único en lo
que Alex pensaba era en las palabras que
ella le había dicho ese día “No ando en auto”.Tal vez si aquella noche no
hubiesen salido, si se hubiesen quedado en casa haciendo el amor la tragedia no los hubiese tocado.
Pero sin importar cuanto lo deseara , no podía volver
atrás en el tiempo. Sólo podía seguir hacia delante.
“Dulces sueños” murmuró, pensando en la mujer que dormía
tan cerca y que sin embargo estaba tan lejos de él , después se volvió a
acostar.
Capítulo 5
Era sábado por la tarde , tercer día desde su mudanza y
Alex había decidido ponerse en acción.
Sara regresaba cargando los paquetes de las compras,
había aprovechado para proveerse de alimentos ya que era su día libre en la florería.
Cuando estaba llegando a su hogar vio a su nuevo vecino
en la puerta, parecía estar esperándola y la muchacha gimió internamente , el
día anterior lo había eludido y hubiese preferido que siguiera siendo así.
Aquel hombre la incomodaba, cada vez que lo veía su
imagen se yuxtaponía a la de Alexander.Además desde el accidente ella se había
sumido en una especie de letargo que la mantenía a salvo del dolor y
extrañamente sentía que Max amenazaba
con despertarla y enfrentarla a sus peores temores.. Sin embargo no podía huir
toda la vida, porque además no podía
evitar sentirse atraída hacia él. Como si al mismo tiempo que intentaba
alejarse fuese arrastrada por una ola invisible que le impedía rechazar a aquel
hombre que se cruzaba una y otra vez en su camino.
-Hola – dijo Alex cuando ella se le acercó
-Hola, ¿me estabas esperando?
-Sí, en realidad vengo a pedir un favor.
-Escuchó – respondió ella con precaución.
-Necesito a una experta para que me ayude a transplantar
unas rosas. No sé cual es el mejor lugar para plantarlas y tengo miedo de hacer
un desastre, un rosicidio o como sea que se llame .Lamento molestar pero no sé
a quien más recurrir, si sirve de algo prometo no ser de esos vecinos que
vienen a pedir azúcar y cosas así…
-¿Entonces sólo vas a pedir ayuda con las plantas …?
-Palabra de honor – contestó con seriedad y ella sonrió, sonrió de verdad
-Bien, en ese caso no puedo negarme. Dejaré las cosas
adentro y luego te ayudo
-Permíteme – dijo y adelantándose tomó los paquetes para
que ella pudiera abrir la puerta
-Gracias.
Alex la siguió al interior y dejó las compras donde ella
le indicó, por primera vez vio el interior del lugar donde vivía Sara.
Un vistazo rápido no le parecía suficiente para captar
cada detalle de la presencia de ella en aquel lugar. Mientras esperaba que ella
se cambiase para ayudarlo, trató de imaginar la vida de su esposa en aquel
departamento, era una forma de recuperar el tiempo perdido, de acortar
distancias.
Estaba tan perdido en sus pensamientos que no la oyó
regresar, y cuando lo llamó tardó en reaccionar ya que aun no se acostumbraba
al nombre falso
-Max, ya estoy lista – dijo ella y él volvió al mundo real.
No importaba el tiempo perdido, sino esa mujer real que llevaba jeans y una
vieja camiseta para ayudarlo con la
jardinería. Sólo importaba el futuro que aun podían construir juntos.
-Manos a la obra – contestó él y un rato después estaban
en el patio de su casa, eligiendo un lugar adecuado para las plantas.
-Por aquí Max. Este
lugar es perfecto tendrán la luz necesaria sin que les haga daño. Trae las
plantas y también el fertilizante que traje.
-Como ordene mi jefe
Entre los dos cavaron en la tierra y transplantaron los
rosales y otras plantas florales. Algunas que Alex había traído de su casa y
otras que había comprado el día anterior .
-Las rosas son hermosas , se parecen a unas que tenía –
dijo ella recordando el jardín que ya no visitaba porque la casa donde estaban
las flores ya nunca podría ser su hogar.
-Son hermosas, casi se mueren pero sobrevivieron…
-Estarán bien, y volverán a florecer pronto – acotó la
joven acariciando los tallos, Alex contuvo el aliento al mirarla y sus
sentimientos debieron reflejarse en su repentino silencio porque llamó la
atención de Sara
-¿En qué piensas?
-En un libro, en el Principito y su rosa – contestó él y
pensó que ella era la rosa que él amaba
-Ah, es un bello libro…” lo esencial es invisible a los
ojos”- citó la joven sonriendo
-Sí es verdad, sólo el corazón ve lo importante –
contestó Alex
Durante un rato trabajaron a la par en el jardín, cuando
acabaron estaban cubiertos de tierra
pero satisfechos, incluso felices del nuevo colorido del lugar. Sara se
sentía muy bien, hacia tiempo que no
trabajaba en un jardín y era algo que la relajaba mucho, además sus
reservas habían quedado de lado y esto
le había permitido disfrutar de la compañía de Max.
Los dos estaban sentados sobre el césped cuando Alex la ayudó a levantarse y la invitó
a tomar algo.
-¿Qué te parece una bebida?
-No es necesario, mejor vuelvo a casa. Además necesito
una ducha
-Sólo un jugo de naranjas, así no me siento en deuda …
-Está bien – aceptó ella
y lo acompañó al interior de la casa.
Habían cajas desparramadas y muy pocos muebles en la
amplia sala
-Perdón por el desorden, pero aún no acabé de acomodarme
– excuso él mientras se desenvolvía elegantemente
-No te preocupes. Es un lugar muy lindo – comentó
mientras observaba la amplia sala.
-Un poco grande para mi solo, ven acompáñame a la cocina.
Así puedes lavarte mientras te sirvo algo.
Ella lo siguió y luego de lavarse las manos se sentó en
una banqueta alta , junto a la mesa del desayuno .Alex se acercó con dos vasos
de jugo de naranja y unos sándwiches y se sentó frente a ella.
-Gracias por la ayuda
-Fue agradable y cambió un poco mi rutina
-Bien, que te parece si le das una buena mordida a eso –
señaló el sándwich
-Es trampa, dijiste sólo tomar algo
-Sí pero el esfuerzo merece una recompensa y tras tanto
trabajo debes tener hambre. Yo al menos estoy famélico –dijo él y le dio un
buen mordisco a su sándwich, Sara lo imitó.
-Hmmm, está bueno
-¿Estoy aprobado como cocinero?
-Un sándwich no es suficiente para eso..
-Bien, te haré la cena cuando quieras…
-Max – dijo ella y por el tobo Alex supo que había ido
muy deprisa – Yo lo pasé bien hoy, pero
no puedo aceptar una invitación a cenar ni nada más…
-Por tu esposo…
-Por mí , porque lo amo aún y es el único que amaré
siempre. Lo siento, debo irme
-Sara
-¿Sí?
-Sólo quiero ser amigos, necesito una amiga sabes. ¿Tú
no?, sólo amigos…
-No sé si pueda.
-Bien, sólo piénsalo .Cualquier cosa soy el chico de al
lado , así que voy a estar aquí
-Gracias por todo Max
“Voy a estar aquí “repitió él para sí mismo , mientras la
veía alejarse
Capítulo 6
-¿Cómo estuvo tu día hoy?
-Muy florido, y tú ¿sigues de vago?-preguntó Sara con una
sonrisa al hombre rubio que le había salido al paso.
Hace poco más de
un mes él se había convertido en su vecino y le había pedido ser amigos, ella
le había pedido tiempo.Sin embargo el tiempo no había sido necesario porque Max
siempre estaba allí y antes de darle una respuesta ya no era necesario porque
eran amigos, él era alguien con quien hablar cuando regresaba a
casa.
Seguían manteniendo cierta distancia, pero
compartían una buena relación.
-Sí , aquí sigo dándome la buena vida –contestó él –Pero
en realidad quería pedirte un favor..
-Dijiste que no serías de los típicos vecinos que piden
favores Max
-Necesito ir a comprar algunos muebles para el jardín y
otras cosas para la casa y quería pedirte si me acompañas mañana, no confío en
mi propio gusto. Sé que es tu día libre pero prometo compensarte, te voy a
comprar un helado
-¿Por qué siempre tratas de convencerme con comida?
-Bueno funciona conmigo…
-Lo tendré en cuenta para cuando quiera convencerte de
algo. Claro que ya que pronostican una calurosa tarde para mañana , voy a
aceptar tu soborno..
-Bien, entonces paso a buscarte mañana
-Perfecto
Cuando Sara entró a su casa encontró varios mensajes en
su contestador , un par de sus padres y otro de una amiga, todos reclamaban que
se pusiera en contacto con ellos. Pensó que
era injusta al preocuparlos de aquella manera pero no quería escuchar como sus amigas la
consolaban o compadecían, tampoco quería escuchar los consejos de sus padres y
las largas charlas sobre su salud mental.
Ella trataba de encontrar por sí misma la mejor manera de
recuperarse y por ahora consistía en mantener una saludable distancia con todo
lo que pudiera herirla. Con mucha dificultad había logrado obtener una cierta
normalidad en su vida, el trabajo, su departamento y en el último mes las
charlas con Max que en cierta forma subsanaban aquel vacío terrible que la
ahogaba. Hasta la llegada de él no había sido consciente de cuanto necesitaba
un amigo, Alexander siempre había ocupado aquel lugar. Su esposo no sólo había
sido el amor sino también su mejor compañero , su confidente
Ahora su vecino había espantado un poco la soledad, aún
tenía cierta aprehensión respecto a él , porque la inquietaba de una manera muy particular pero
le gustaba pasar tiempo con Max. Era como si se conocieran desde siempre,
tenían una comunicación particular y de la misma forma en que él la ponía
alerta, también la hacía sentir segura.
Sara sonrió para sí misma, estaba dedicándole muchos de
sus pensamientos a aquel hombre, decidió darse una ducha y luego realizar la
temida llamada a sus padres. Después de todo los amaba y era justo que los tranquilizara.
Al día siguiente cuando Alex pasó a buscar a Sara tuvo
que refrenar su corazón al verla .Estaba esperándolo en la puerta llevaba un
vestido verde claro de tela ligera y se veía muy joven y vital, justo como en
el pasado. La mujer levantó una mano para saludarlo y él se le acercó.
--Ya estás lista…
-El soborno del helado funcionó
-Bien entonces lo
primero será un gran pote de chocolate y crema
-¿Cómo lo supiste?
-¿Eh?
-Que me gusta el helado de chocolate y crema
-Pareces de esa clase de chica
-¿Hay clase de chicas?
-Por supuesto
están las de chocolate, las de fresa, las de café y las que prefieren
los gustos raros. Esas son de cuidado -
explicó con expresión seria y ella largó la carcajada
-¿Así que las chicas a las que le gustan los gustos raros
en helado son peligrosas?
-Si
-¿Y los hombres?
- Los que les gusta el chocolate son los mejores
-¿Entonces a ti te gusta el chocolate?
-¿Cómo adivinaste Sara?
-Mejor vamos a comprar el helado y luego a hacer tus
compras, porque estoy por cambiar de opinión.
-Vamos entonces – aceptó él y le tomó la mano. Sara se
sobresaltó y estuvo a punto de apartarse
pero luego la calidez de la mano de él , la persuadió.
Caminaron hacia la parada de autobús ya que Sara no
aceptaba volver a andar en auto y era una distancia larga para recorrer en un
día caluroso, cuando llegaron al centro lo primero fue detenerse en un puesto
callejero donde Alex compró unos
sombreros ya que el sol estaba fuerte, una gorra de béisbol para él y una
coqueta capelina para ella. Rieron como
niños mientras se probaban algunos extravagantes modelos, hasta elegir unos
bastante discretos y luego se dirigieron a las tiendas.
Encontraron bellos muebles para el jardín, algunas cosas
para el comedor, cuadros, vajilla y utensilios de cocina. Sara casi se
atraganta cuando un plato de un carísimo
juego de vajilla tambaleó en las manos grandes de Max y le dio un golpe en el
hombro cuando descubrió que era una broma de él.
Cuando concluyeron las compras, Max la invitó a comer
algo para reponer energía.
Por suerte cargaban pocos paquetes porque la mayoría los
recogería él al día siguiente con el auto y los muebles se los enviarían al
domicilio, así que entraron a
un local frente a una plaza para comer unos sándwichs.
-Gracias por tu ayuda Sara
-Ha sido un placer, hace mucho que no salgo de compras y además
ha sido muy divertido .
-Bueno ordenemos algo
-Con papas fritas
-¿Papas fritas?
-Sí hace mucho que no como y es el menú ideal para un
paseo así
-Es una suerte que seas delgada sino me temo que rodarías
con ese gusto por la chatarra
-La verdad es que tengo más apetito ahora
-Eso es bueno – dijo él –tienes que seguir adelante
-Sí pero no siempre es fácil – aclaró Sara bajando la
mirada y por suerte la camarera interrumpió el momento de tensión.
Sara le había hablado del accidente y de su pérdida un
tiempo atrás. Quería que él tuviese muy en claro cual era la situación, lo
cierto era que contarle la había hecho sentirse más cómoda con él. Pero había ocasiones en que
algunas miradas de Max o unas breves palabras la ponían alerta.
Él también le había contado que había perdido a la mujer
que amaba pero no le había dado más detalles, era evidente que no quería hablar
de eso.
Lo observó comer con ganas y después de la tarde que
habían compartido tuvo deseos de saber más de él, pero sobretodo de saber como
había sido la mujer que él había amado.
Ella vivía hablándole de Alexander pero él nunca la
mencionaba.
-¿Cómo era? – preguntó de golpe
-¿Hmmm?
-¿Cómo era ella Max?
Él la miró con intensidad y dejó el sándwich en el plato
-Era única. No sé como describirla hermosa, vivaz, muy
inteligente y con una sensibilidad particular. Siempre sabía que me sucedía, a veces creía que podía
leerme el pensamiento con una mirada. Desde el día que la vi por primera vez
supe que no podría escapar de ella porque tenía mi corazón.
No era mucho lo
que él decía pero los sentimientos que se hacían evidentes en aquellas palabras
trastornaron a Sara, por un instante se sintió celosa y deseó no haber
preguntado.
¿Por qué le molestaba tanto oírlo hablar apasionadamente
de su mujer? Ella siempre le hablaba de Alex y le resultaba natural, por qué no
sucedía lo mismo ahora que era él quien le confiaba sus sentimientos por su
esposa perdida.
-¿Sara? – la llamó él y la mujer se dio cuenta que había
dejado de hablar sobre su esposa y la miraba preocupado-¿Sucede algo?
-No nada. Lo siento…
-No es nada. Mejor sigamos comiendo , las papas frías no
son tan ricas .
-Es verdad – respondió la joven y se refugió en la comida
mientras intentaba aclarar su mente.
Cuando terminaron
de comer, decidieron volver a sus casas antes de que anocheciera,
tomaron un autobús y las últimas cuadras las hicieron caminando mientras
hablaban de todo un poco.
Alex la acompañó hasta la puerta , allí se despidieron y
cuando entró a su casa, sin siquiera prender las luces, se dejó caer
pesadamente en un sillón, mientras las palabras que no había podido decir antes
gritaban en su corazón.
“La mujer que amo eres tú Sara”
Capítulo 7
La charla con sus padres la había dejado mal, insistían
en que necesitaba tratamiento sicológico y que lo mejor sería que volviera a
vivir con ellos.
En lugar de entrar a su casa , se dirigió a la de su
vecino.
-Sara, ¿sucedió algo? – preguntó Alex cuando abrió la
puerta
-¿Crees que estoy loca? – preguntó ella mirándolo
angustiada y sin perder tiempo él la hizo entrar.
-Siéntate, voy a preparar algo caliente para tomar.
-Max, no respondiste.¿Crees que estoy loca? –insistió
sentándose en el sillón
-No, creo que estás muy triste – dijo él acuclillándose a
su lado y ella comenzó a llorar mientras él la abrazaba .
Cuando las lágrimas cesaron Alex le trajo una taza de
chocolate caliente y se sentó frente a ella
-Bébelo , te hará bien. No hay nada que una taza de
chocolate caliente no pueda curar, eso dice mi madre…
-Gracias.Gracias por escucharme
-Para eso somos amigos…
-A veces siento que estoy en un desierto, terriblemente
sola y perdida...La mayoría de las veces puedo superarlo pero es que con Alex
compartíamos muchas cosas, y cuando no estoy ocupada el dolor me ahoga. Lo extraño, extraño
charlar con él, desayunar juntos mientras le desordeno el diario, mirar una
película abrazados, tantas pequeñas cosas…En realidad creo que si tú no hubiera
estado cerca no lo habría soportado.- concluyó con una leve sonrisa que no
ocultaba su tristeza
-Ya te dije que somos amigos y cuando quieras puedes
desordenar mi diario…
-¡Max!
-Puedes contarme lo que te sucede o llorar si lo
necesitas pero no te pierdas en ese desierto Sara. Lucha – le dijo él y se
sentó junto a ella para atraerla hacia a
sí y abrazarla con delicadeza.
Ella se dejó envolver por sus brazos , y se quedó quieta
en aquel refugio hasta que agotada por
la tensión se durmió.
Alex la observó dormir contra él y pensó en lo mucho que anhelaba
protegerla, era extraño que el amor pudiera generar tantas cosas diferentes,
podía desearla con desesperación pero también podía abrazarla con ternura con
la sola intención de confortarla. Suavemente quitó la cabeza de ella de su
hombro y la acomodó en el sillón para que durmiera tranquila, no se animó a
llevarla a la cama para no despertarla..
Luego la tapó con una manta y se sentó frente a ella para
cuidar su sueño.
Se sentía segura y la calidez
envolvía su cuerpo, siempre era así cuando Alex estaba cerca.Alex..
Sara abrió los ojos de golpe, Alex ya no estaba.
Sin embargo había logrado dormir plácidamente, al
incorporarse se dio cuenta de que no
estaba en su cama, entonces recordó donde estaba: en la casa de Max, en su
sillón, más precisamente.
Se sentó y trató de estirar los músculos que tenía un
poco agarrotados cuando una voz la alertó
-Buenos días Bella Durmiente , ¿cómo te sientes?– dijo
Max entrando con dos tazas de café
humeante
-Avergonzada y buenos días también para ti – contestó
ella mientras trataba de arreglar su desordenado cabello
-Bueno, invadir el sillón de alguien ciertamente es algo
para avergonzarse , pero ya encontraré alguita forma para que te redimas…
-Creo que en la
competencia de vecinos yo me llevo el premio a la más molesta
-Sólo dame tiempo…y estoy seguro que te superaré
-Me quedé dormida…
-Necesitabas descansar.
-¿Qué hora es?
-Es temprano aún, no te preocupes tienes tiempo de tomar
el café, arreglarte e ir al trabajo.
Sara no sabía como actuar, era una situación incómoda cuando
uno exponía su lado vulnerable a alguien. Había llorado en sus brazos y ahora
le resultaba extraño hablar como si nada. Sin embargo Max, manejaba muy bien la
situación y la trataba con normalidad.
-Gracias –dijo ella
-Para eso están los amigos – zanjó la cuestión él.
Su trabajo siempre era un buen refugio y a lo largo de la
mañana Sara había logrado relajarse.
Al llegar a mediodía estaba preparando sus cosas para
irse cuando su compañera de trabajo se
acercó a ella con una amplia sonrisa.
-Si yo fuera tú , no lo dudaría ni un segundo – dijo
cómplice
-¿De que hablas? –preguntó Sara y la mujer señaló hacia
la puerta donde estaba Alex.
-Está esperándote, es un hombre espléndido cualquiera quisiera tenerlo a sus pies como
tú.
-Es sólo un amigo – respondió Sara avergonzada por las
suposiciones de su amiga- nada más
-Ese hombre está enamorado de ti.
-Claro que no.- negó con énfasis la mujer
-Y no estaría mal que tú te enamoraras de él, ¿lo sabes
verdad?.No conocí a tu marido, pero no se encuentran hombres como Max
fácilmente .Es un ejemplar único.
-También Alex – contestó Sara totalmente convencida, sin
embargo a medida que se acercaba a Max su corazón se comportaba erráticamente
¿Qué le estaba haciendo aquel hombre?
-Hola – dijo él
con una sonrisa
-¿Qué haces aquí?
-Pasaba y pensé en invitarte a almorzar, ¿aceptas?.
-Max
-Vamos, además quiero contarte algo…
-Está bien, siempre me convences..
-Eso espero – susurró él por lo bajo sin que ella lo
escuchara.
Entraron a un restaurante cercano a la florería, era un
lugar luminoso y eligieron sentarse en una mesa junto a un gran ventanal.
-¿Qué querías contarme?- preguntó Sara una vez que hubo
terminado la ensalada que pidió .
-Voy a volver a trabajar – contó Alex con una sonrisa.
-¿De verdad?
- Sí
-¡Eso es muy bueno! – exclamó ella con sincera alegría ya que creía que trabajar le
ayudaría a su amigo de la misma forma en que la había ayudado a ella. A veces
distinguía una tristeza extraña en la mirada de él, suponía que se debía a la
pérdida de su esposa y por eso que hubiera decidido trabajar nuevamente le
alegraba. Probablemente estar ocupado lo distraería como a ella.
-¡Cielos Sara! Cualquiera que vea tu expresión pensaría
que soy un completo vago, un lastre para
nuestra sociedad
-No es eso, pero creo que te hará bien.
-Tú no puedes ver a alguien disfrutar de la vida,
tomándose un merecido descanso –dijo en broma.
-¿Administración de empresas, verdad? Cuéntame un poco-insistió
ella apoyando la barbilla entre sus manos, mirándolo con una atención excesiva
que aceleró vertiginosamente el pulso de Alex.
“Administración
de empresas” pensó Alex, no había querido decirle que era abogado para no
presionarla, así que le había mentido. Por suerte aquella era la profesión de
su mejor amigo, Paul, así que tenía suficiente información para crear una
historia creíble. Había decidido volver a ejercer su profesión porque
necesitaba algo que mantuviera su mente lúcida. A veces, él mismo se perdía en
la fantasía que había creado para Sara y ya no sabía quien era, aunque tampoco
le importaba , fuera Alex o Max amaba a aquella mujer.
Pensó con ironía que por primera vez le había mentido a
Sara, de hecho estaba tejiendo una red de mentiras para atraparla…pero en la
guerra y el amor el uso de cualquier arma era válido.
Capítulo 8
-¿Cómo va el trabajo? – preguntó Paul a su amigo.
-Bien, creo que lo extrañaba
-Es bueno que hayas vuelto a hacer algo .Me estabas
preocupando y encima apenas te dignas a visitarme, sabes que yo no puedo
ponerme en contacto contigo pero apenas me llamas. Deberías tener un poco de
consideración con tu amigo.
-Lo siento…
-¿Cómo van las cosas con Sara?
-Soy su amigo – dijo Alex con una sonrisa irónica
-No lo entiendo Alex, no entiendo como puede tenerte
frente a ella y no verte. No es fácil de creer
-La mente es muy extraña, yo tampoco podría creerlo pero soy testigo de ello cada día. A veces me
mira y tengo la sensación de que se va a dar cuenta de que soy yo, pero no
sucede. Ya dejé de tener esperanza, me conformó con que me deje estar a su
lado…
-¿Estás seguro? ¿Podrás soportar que eso sea todo lo que
puedas obtener?
Alex dio un trago al café que sostenía en la mano mientras aquella pregunta resonaba en su
mente.
Luego el fuerte
sonido de un trueno lo trajo de regreso.
-¡Vaya tormenta! – exclamó Paul asomándose a la ventana.
-Sara -murmuró
Alex mientras se paraba junto a su amigo
y contemplaba el cielo nocturno atravesado por amenazantes relámpagos.
-Parece que tendrás que quedarte aquí esta noche…
-No, vuelvo a casa. A ella no le gustan las tormentas
eléctricas, la asustan.
-Alex no deberías conducir en estas condiciones
-No quiero que esté sola –dijo él y recogió su abrigo sin
escuchar los consejos de Paul.
Cuando salió del edificio parecía el diluvio, la lluvia
formaba una espesa cortina de agua. Era totalmente desaconsejable conducir en
aquellas condiciones pero imaginar a Sara sola
y asustada le preocupaba aún más.
A medio camino , la luz se cortó en la ciudad y Alex tuvo
que recurrir a todo su autocontrol para no acelerar, después de todo lo más
importante era llegar al lado de Sara y
si era imprudente podía cometer un error fatal.
Trató de acurrucarse en la cama para conciliar el sueño,
pero no lo logró. No le gustaban las tormentas tan fuertes, se sobresaltaba con
los truenos y cuando un relámpago iluminaba el cielo se sentía inquieta.
Finalmente se levantó, se puso la bata y bajó a
prepararse un té.
Apenas terminó de descender la escalera , la luz se cortó
, así que avanzó a tientas. Usualmente era sensata pero las tormentas le despertaban un miedo ilógico.
Finalmente se hizo un té y se acomodó en el sofá envuelta
en una gruesa frazada. “pronto pasará” se repetía a sí misma.
Si Alex estuviera allí la cuidaría, se reiría de su miedo
hasta restarle importancia mientras la abrazaba con fuerza contra sí. Nada
importaba si Alex estaba junto a ella, incluso podía enfrentar los relámpagos
con él a su lado, pero ya nunca sería…
Dejó la taza a un lado y alejó un poco el sofá de las ventanas, en el
proceso se golpeó un tobillo , no era buena idea maniobrar muebles en la
oscuridad pero no tenía velas ni linterna al alcance. Tomó nota mental de
comprarlas a primera hora de la mañana, pero por el momento estaba a oscuras
mientras afuera la tormenta rugía su furia incontrolable.
Repentinamente golpearon la puerta con insistencia y Sara
alcanzó a escuchar que alguien la llamaba
-¡Abre Sara , soy yo Max!
Abrió la puerta deprisa
y sin pensarlo demasiado se abrazó al hombre que estaba parado en el
umbral.
-Tranquila, no estás sola
– dijo él y sólo entonces ella percibió que estaba totalmente empapado.
Fue totalmente
consciente del cuerpo firme y frío, de la ropa mojada en contacto con su piel apoyada contra él, de
la mano que le acariciaba la cabeza. Se separó de él para averiguar cómo había llegado en forma tan
oportuna.
-¿Qué haces aquí Max? Creí que te habías ido a visitar a
unos amigos….
-¿Puedo pasar? – preguntó él y ella se apresuró a darle
lugar
-Lo siento…
-Volví antes, la tormenta es muy fuerte y quise saber
cómo estabas
- Gracias, en realidad necesitaba a un amigo esta noche…
-Por la forma en que te abrazaste a mi , supongo que es
cierto.¿Sara no tienes ni una vela aquí? – preguntó de pronto dándose cuenta de
que estaban hablando en la oscuridad.
-Me temo que no…
-Entonces, fue una buena idea traer esto conmigo- dijo él
y encendió la linterna que llevaba en una mano.
-¡Magnifica idea ! dijo ella y sonrió. Entonces al verlo
con la luz artificial recordó que estaba completamente empapado
-Vas a enfermarte
si te quedas así…mejor ve a tu casa – lo urgió ella pero un fuerte
trueno la hizo temblar involuntariamente
-No, creo que tú me necesitas más
-No puedes quedarte así.
-Está bien, iré a casa a buscar algo de ropa y luego
volveré. Ya que no puedes dormirte te haré compañía.¿te parece?
Lo cierto era que
no quería estar sola así que solo movió la cabeza en un ligero gesto de
asentimiento.
-Vuelvo en unos minutos – aseveró él y Sara lo vio correr
bajo la lluvia.
Al poco tiempo él
estaba de vuelta sosteniendo dos bolsas
plásticas. En una traía ropa seca y en la otra unas velas que Sara le había forzado a comprar para
decorar algunos rincones de su casa.
Eran cuadradas , grandes y de colores neutros “muy masculinas” le había dicho
ella mientras él gruñía. Al menos ahora serían útiles.
Alex las acomodó por distintos lugares y la sala se recubrió con una luz suave ,
creando una atmósfera extraña. Luego él le pidió permiso para darse una ducha
caliente y cambiarse de ropa y ella lo empujó al baño, mientras prometía
preparar algo caliente para tomar.
La luz de las velas, la mención de un baño cálido , la
transportaron a otro tiempo y recordó un baño espacioso, una tina grande de
agua caliente con pétalos de rosas, la suave luz de muchísimas velas
desparramadas en el cuarto y a un hombre tentándola con su sonrisa y su cuerpo ..Sacudió la cabeza
para borrar el recuerdo y se dispuso a preparar algo, hizo café para los dos y lamentó no tener
coñac u otra bebida fuerte para que Max entrara en calor.
Apenas terminó de hacer el café , él apareció con el pelo húmedo y abrigado por un pantalón negro grueso y un sweater de lana oscura.
Cuando él se le acercó los sentidos de Sara se llenaron
del olor a jabón mezclado con la
fragancia propia de aquel hombre.
Era como si estuviera tejiendo un hechizo a su alrededor,
un trueno resonó con fuerza y el hechizo se rompió.
-Vamos a sentarnos, dame eso antes de que se te caigan –
dijo él tomando las tazas- Cuidado no vayas a tropezarte con nada.
-Iré con cuidado- prometió ella y lo siguió despacio hasta el sillón.
La tormenta se había convertido en un temporal y Sara agradecía la presencia de Max junto a
ella.
Se sentaron uno junto al otro y cuando la tensión de ella
por las fuertes ráfagas de viento combinadas con la lluvia fue demasiado
evidente , Max la atrajo junto a sí y empezó a hablarle en un tono de voz
pausado y bajo , casi como si tratara de calmar a un animalito asustado.
Empezó a contarle historias , y Sara se relajó con el sonido de su voz, hasta que los
relámpagos y el mundo exterior dejaron de preocuparle, hasta que todo se
desvaneció
Cuando Sara despertó , la luz matinal entraba por las
ventanas y ella estaba en brazos de Max
quien aún dormía. Era la tercera vez que se dormía en sus brazos, que se sumía
en un sueño plácido y despreocupado.
La mujer sintió que
no podía dejar que volviera a suceder.
Quiero mas!!!! Quiero mas y a por ello que voy!!!! jejejeje
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