Sean no había regresado a
casa, llevaba horas buscándolo y no sabía dónde podía estar, ya había hablado
con todos los amigos del chico que conocía.
Estaba aterrada de que algo le
hubiera sucedido, por suerte Candance había aclarado todo y explicado que Sean
no tenía que ver, el padre de su hijo era un tal Justin…pero eso no cambiaba
las cosas, o mejor dicho las empeoraba. Porque Ana sabía que había sido injusta
con su hijo, encima solo tenía su bicicleta y no era fácil rastrear a alguien
por la ciudad de esa forma, ya estaba atardeciendo y con cada hora se
desesperaba más.
Una vez más llamó a Helena
para chequear si ella tenía alguna información, ya le había pedido el día libre
y su jefa había prometido ayudar, así que cada tanta Ana se contactaba para ver
si tenía noticias.
-No querida, lo siento, nadie
lo ha visto….pero no te preocupes ya aparecerá – le dijo Helena.
-Sí, seguiré buscando, voy a
ir al centro, tal ande por allí , gracias – contestó Ana y colgó.
Finn había ido a la oficina de
la inmobiliaria porque quería comprar la casa y no solo alquilarla, así que fue
testigo del llamado y al ver la cara preocupada de la mujer preguntó si sucedía
algo.
-Oh, mi empelada, Ana..¿la
recuerdas?
-¿Le sucedió algo?
-Ella y su hijo discutieron y
él no regresó a casa, Ana está desesperada buscándolo, encima no tiene su auto
así que…pobrecita , ese muchacho es su vida, si le pasa algo… ahora anda dando
vueltas por el centro a ver si lo encuentra
-Helena, ya se hizo tarde, vuelvo mañana, ¿de acuerdo?- dijo Finn
y sin esperar que le respondieran se marchó.
“¿Dónde podría haber ido?”.
Ana ya no sabía a dónde buscarlo. De pronto sintió que un auto frenaba a su
lado.
-Sube…-dijo Finn y abrió la
puerta para que ella entrara.
-¿Qué? Estoy ocupada ahora…
-Sube al auto, te ayudaré a
buscar a Sean, además creo que sé donde está…
-Dime…
-Sube, iremos más rápido en auto
– insistió él y cargó la bicicleta de ella en el baúl.
En realidad Finn estaba casi
seguro de saber dónde estaba el muchacho, era extraño pero podía sentirlo.
-¿Qué sucedió? – preguntó y
cuando ella lo miró supuso que no iba a contestarle, pero lo hizo, brevemente
le contó lo que había sucedido.
-Bueno, no estés tan
preocupada, sólo fue un mal momento para ambos, todo estará bien…
-Le pegué y le dije que me
desilusionaba, yo…
-Era lógico que te enojaras y
estuvieras confundida. Sean va a entenderlo, es un buen chico…
-Pero no regresó…
-Seguramente tenía cosas en
que pensar.- dijo él.
-¿Cómo…?
-Estaba en la inmobiliaria
cuando llamaste a Helena y se me ocurrió donde podía estar Sean, lo he visto
allí varias veces, le gusta ir a pensar…
-Yo no lo sabía – dijo Ana,
pero él no alcanzó a captar a lo que se refería. Para Ana era diferente, se
sentía muy extraña buscando a Sean juntos, y más raro era que Finn supiera algo
sobre su hijo que ella no supiera. Aunque no quisiera indagar en ello, la
conmovía que existiera aquella conexión.
Llegaron a la cancha de
básquet y bajaron.
-Allí está…-dijo Finn y señaló
la silueta del joven sentado en las gradas.
-Sean…-susurró Ana y se acercó
a él. Finn mantuvo cierta distancia, esperando para poder llevarlos a casa
luego.
-¡Sean! – gritó Ana y el chico
se dio vuelta a mirarla.
-¿Mamá?- preguntó poniéndose
de pie y ella sin más lo abrazó.
-Lo siento, lo siento cariño.
No debí golpearte, no…
-¿Estás llorando?- preguntó
preocupado.
-No volvías y me preocupé.
Creí que no volverías a casa…- dijo ella limpiándose las lágrimas y se sentó en
las gradas, agotada por tantas emociones encontradas.
-Supongo que no sabía cómo
volver, irse es más fácil que regresar. Mamá, yo no..- dijo él sentándose
a su lado.
-Lo sé, Candance lo explicó
todo.
-Estás más aliviada, ¿verdad?
-Sí, aunque no sé qué me
sucedió para actuar así, no debí pegarte, yo soy la menos indicada para juzgar
a alguien y además debería haber confiado en ti.
-Por eso me enfadé, sé que la
culpa fue mía, yo soy quien mintió pero me enfadé igual, creo que no esperaba
que tú lo creyeras, sentí que no confiabas en mí y me dolió.- trató de
explicarse él.
-Lo sé, lamento haber
reaccionado así, debería haber sido más comprensiva pero no es el tipo de cosas
que uno espera enterarse en un jardín en medio de una discusión, más bien
quisiera saberlo por ti. Sé que no era verdad, pero…si se da la situación, si
alguna vez pasa…prometo que podrás contar conmigo. Sólo me asusté, mucho –
intentó explicarse ella, y en realidad así había sido. Era como si de golpe
hubiera retrocedido, como si la historia volviera a repetirse y sintió tanto
desconcierto como había sentido el día que supo que sería madre.
-Bueno, por ahora no tendrás
que preocuparte, yo no, tú sabes…quiero esperar el momento correcto y a la
chica correcta, no quiero…
-Ser como tu madre, ¿eh?.
Cielos Sean, ¿cómo se te ocurrió hacerte cargo del hijo de otro?
-Supongo que no quería ver
sufrir a Candance, no quería que la pasara mal como tú, que se sintiera sola. Y
su padre la estaba maltratando, es mi amiga, tenía que hacer algo.
-Tú y tu complejo de caballero
andante- lo acusó con una sonrisa y él se encogió de hombros.
-A veces reacciono antes de
pensar.
-Sean, lamento mucho lo que
dije, no era verdad.
-Lo sé, estabas asustada…- la
excusó él y ella le tomó la cara para obligarlo a mirarla, y habló con mucha
seriedad.
-Sean, estoy muy orgullosa de
ti, ¿entiendes?. Jamás podrías ser una desilusión para mí, a veces no sé cómo
es que saliste tan bueno, eres un chico increíble y serás un hombre
maravilloso. Eres noble, valiente, amable y una buena persona por sobre todas
las cosas.
-Mamá…
-Te amo, eres lo más
importante que tengo, no te vuelvas a ir, ¿de acuerdo?
-Prometido. Y mamá…Yo también
estoy orgulloso de ti – dijo él y Ana lo abrazó, como si fuera pequeño, lo
envolvió en sus brazos y trató de ocultar las lágrimas.
Finn los observó a cierta
distancia, había escuchado su conversación y aunque era un extraño, aunque no
pertenecía a aquel pequeño mundo, tenía unas ganas terribles de abrazar a aquellas dos personas.
También él se sentía orgulloso de ellos, quería protegerlos y fue entonces
cuando se dio cuenta de que estaba enamorado, los había visto muy pocas veces y
no siempre en las mejores circunstancias, pero quería a la madre y al hijo.
Quería pertenecer a ese mundo que tenían, no quería ser un espectador que los observaba desde lejos.
Luego de un momento Ana y Sean
se levantaron.
-Vamos, los llevo a casa.- dijo Finn acercándoseles.
-¿Finn? – preguntó Sean y él
le sonrió.
-Vaya, primero peleas
callejeras, ahora escapas de casa…bonito record – le dijo en broma , pero inmediatamente
le revolvió el cabello en un gesto cariñoso.
-Lo intento, creo que lo próximo
será comprarme una moto…-dijo y se llevó un golpe de su madre en el hombro. No
le gustaba nada la idea.
Los dos hombres rieron
mientras caminaban los tres hacia el auto.
-Gracias…-susurró Ana y trató
de mitigar la conmoción que sintió al ver juntos a padre e hijo. Estaba agotada
y aquello era más de lo que podía manejar.
Madre e hijo subieron al
asiento trasero del auto, como si no quisieran separarse y Finn les hizo de
chofer con mucho gusto.
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