lunes, 16 de abril de 2012

Amor oculto, parte 9°


Sean no había regresado a casa, llevaba horas buscándolo y no sabía dónde podía estar, ya había hablado con todos los amigos del chico que conocía.
Estaba aterrada de que algo le hubiera sucedido, por suerte Candance había aclarado todo y explicado que Sean no tenía que ver, el padre de su hijo era un tal Justin…pero eso no cambiaba las cosas, o mejor dicho las empeoraba. Porque Ana sabía que había sido injusta con su hijo, encima solo tenía su bicicleta y no era fácil rastrear a alguien por la ciudad de esa forma, ya estaba atardeciendo y con cada hora se desesperaba más.

Una vez más llamó a Helena para chequear si ella tenía alguna información, ya le había pedido el día libre y su jefa había prometido ayudar, así que cada tanta Ana se contactaba para ver si tenía noticias.
-No querida, lo siento, nadie lo ha visto….pero no te preocupes ya aparecerá – le dijo Helena.
-Sí, seguiré buscando, voy a ir al centro, tal ande por allí , gracias – contestó Ana y colgó.
Finn había ido a la oficina de la inmobiliaria porque quería comprar la casa y no solo alquilarla, así que fue testigo del llamado y al ver la cara preocupada de la mujer preguntó si sucedía algo.
-Oh, mi empelada, Ana..¿la recuerdas?
-¿Le sucedió algo?
-Ella y su hijo discutieron y él no regresó a casa, Ana está desesperada buscándolo, encima no tiene su auto así que…pobrecita , ese muchacho es su vida, si le pasa algo… ahora anda dando vueltas por el centro a ver si lo encuentra
-Helena, ya se hizo  tarde, vuelvo mañana, ¿de acuerdo?- dijo Finn y sin esperar que le respondieran se marchó.

“¿Dónde podría haber ido?”. Ana ya no sabía a dónde buscarlo. De pronto sintió que un auto frenaba a su lado.
-Sube…-dijo Finn y abrió la puerta para que ella entrara.
-¿Qué? Estoy ocupada ahora…
-Sube al auto, te ayudaré a buscar a Sean, además creo que sé donde está…
-Dime…
-Sube, iremos más rápido en auto – insistió él y cargó la bicicleta de ella en el baúl.
En realidad Finn estaba casi seguro de saber dónde estaba el muchacho, era extraño pero podía sentirlo.
-¿Qué sucedió? – preguntó y cuando ella lo miró supuso que no iba a contestarle, pero lo hizo, brevemente le contó lo que había sucedido.
-Bueno, no estés tan preocupada, sólo fue un mal momento para ambos, todo estará bien…
-Le pegué y le dije que me desilusionaba, yo…
-Era lógico que te enojaras y estuvieras confundida. Sean va a entenderlo, es un buen chico…
-Pero no regresó…
-Seguramente tenía cosas en que pensar.- dijo él.
-¿Cómo…?
-Estaba en la inmobiliaria cuando llamaste a Helena y se me ocurrió donde podía estar Sean, lo he visto allí varias veces, le gusta ir a pensar…
-Yo no lo sabía – dijo Ana, pero él no alcanzó a captar a lo que se refería. Para Ana era diferente, se sentía muy extraña buscando a Sean juntos, y más raro era que Finn supiera algo sobre su hijo que ella no supiera. Aunque no quisiera indagar en ello, la conmovía que existiera aquella conexión.
Llegaron a la cancha de básquet y bajaron.
-Allí está…-dijo Finn y señaló la silueta del joven sentado en las gradas.
-Sean…-susurró Ana y se acercó a él. Finn mantuvo cierta distancia, esperando para poder llevarlos a casa luego.
-¡Sean! – gritó Ana y el chico se dio vuelta a mirarla.
-¿Mamá?- preguntó poniéndose de pie y ella sin más lo abrazó.
-Lo siento, lo siento cariño. No debí golpearte, no…
-¿Estás llorando?- preguntó preocupado.
-No volvías y me preocupé. Creí que no volverías a casa…- dijo ella limpiándose las lágrimas y se sentó en las gradas, agotada por tantas emociones encontradas.
-Supongo que no sabía cómo volver, irse es más fácil que regresar. Mamá, yo no..- dijo él sentándose a  su lado.
-Lo sé, Candance lo explicó todo.
-Estás más aliviada, ¿verdad?
-Sí, aunque no sé qué me sucedió para actuar así, no debí pegarte, yo soy la menos indicada para juzgar a alguien y además debería haber confiado en ti.
-Por eso me enfadé, sé que la culpa fue mía, yo soy quien mintió pero me enfadé igual, creo que no esperaba que tú lo creyeras, sentí que no confiabas en mí y me dolió.- trató de explicarse él.
-Lo sé, lamento haber reaccionado así, debería haber sido más comprensiva pero no es el tipo de cosas que uno espera enterarse en un jardín en medio de una discusión, más bien quisiera saberlo por ti. Sé que no era verdad, pero…si se da la situación, si alguna vez pasa…prometo que podrás contar conmigo. Sólo me asusté, mucho – intentó explicarse ella, y en realidad así había sido. Era como si de golpe hubiera retrocedido, como si la historia volviera a repetirse y sintió tanto desconcierto como había sentido el día que supo que sería madre.
-Bueno, por ahora no tendrás que preocuparte, yo no, tú sabes…quiero esperar el momento correcto y a la chica correcta, no quiero…
-Ser como tu madre, ¿eh?. Cielos Sean, ¿cómo se te ocurrió hacerte cargo del hijo de otro?
-Supongo que no quería ver sufrir a Candance, no quería que la pasara mal como tú, que se sintiera sola. Y su padre la estaba maltratando, es mi amiga, tenía que hacer algo.
-Tú y tu complejo de caballero andante- lo acusó con una sonrisa y él se encogió de hombros.
-A veces reacciono antes de pensar.
-Sean, lamento mucho lo que dije, no era verdad.
-Lo sé, estabas asustada…- la excusó él y ella le tomó la cara para obligarlo a mirarla, y habló con mucha seriedad.
-Sean, estoy muy orgullosa de ti, ¿entiendes?. Jamás podrías ser una desilusión para mí, a veces no sé cómo es que saliste tan bueno, eres un chico increíble y serás un hombre maravilloso. Eres noble, valiente, amable y una buena persona por sobre todas las cosas.
-Mamá…
-Te amo, eres lo más importante que tengo, no te vuelvas a ir, ¿de acuerdo?
-Prometido. Y mamá…Yo también estoy orgulloso de ti – dijo él y Ana lo abrazó, como si fuera pequeño, lo envolvió en sus brazos y trató de ocultar las lágrimas.

Finn los observó a cierta distancia, había escuchado su conversación y aunque era un extraño, aunque no pertenecía a aquel pequeño mundo, tenía unas ganas  terribles de abrazar a aquellas dos personas. También él se sentía orgulloso de ellos, quería protegerlos y fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba enamorado, los había visto muy pocas veces y no siempre en las mejores circunstancias, pero quería a la madre y al hijo. Quería pertenecer a ese mundo que tenían, no quería ser un espectador  que los observaba desde lejos.
Luego de un momento Ana y Sean se levantaron.
-Vamos, los llevo  a casa.- dijo Finn acercándoseles.
-¿Finn? – preguntó Sean y él le sonrió.
-Vaya, primero peleas callejeras, ahora escapas de casa…bonito record – le dijo en broma , pero inmediatamente le revolvió el cabello en un gesto cariñoso.
-Lo intento, creo que lo próximo será comprarme una moto…-dijo y se llevó un golpe de su madre en el hombro. No le gustaba nada la idea.
Los dos hombres rieron mientras caminaban los tres hacia el auto.
-Gracias…-susurró Ana y trató de mitigar la conmoción que sintió al ver juntos a padre e hijo. Estaba agotada y aquello era más de lo que podía manejar.
Madre e hijo subieron al asiento trasero del auto, como si no quisieran separarse y Finn les hizo de chofer con mucho gusto.






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