sábado, 14 de abril de 2012

Amor oculto, 8° parte



Ana tenia ojeras , había tenido una mala noche, con extraños sueños...Finn estaba en ellos, de a ratos siendo un adolescente que la invitaba a bailar...de a ratos el hombre adulto que la besaba en el viejo salón donde habían hecho el amor. Presente y pasado se habían mezclado en su subconsciente y ahora se sentía muy cansada.
Preparó el desayuno y  despertó a Sean para que se alistara para la escuela.
- Sean, no podré venir a almorzar, quiero hacer horas extras para terminar mis pendientes y salir antes para pasar por el mecánico.

-No hay problema, igualmente yo estaré en casa de Candance para terminar un trabajo que tenemos pendiente.
-De acuerdo.- dio Ana tranquila. Candance era la hija de los vecinos y ella y Sean eran buenos amigos además de compañeros de clase, podía estar tranquila si él estaba allí, y últimamente se preocupaba mucho de que él se encontrara con Finn O ‘Connell.
El chico terminó de desayunar y se marchó a tomar el bus para el colegio, un rato después ella partió al trabajo.
Eran cerca de las seis de la tarde cuando terminó todo el papelerío que tenía pendiente.
-¡Vete niña! Ve a ver como va el arreglo de tu auto -  insistió Helena.
-ya termino.
-Ana, cualquiera pensaría que soy un déspota, puedes terminar mañana lo que quede pendiente.
-Sabes bien que la déspota soy yo, no tú. Me gusta que todo quede arreglado...es mi responsabilidad.
-Vete ya , antes de que se largue la tormenta aunque podrías bailar y cantar bajo la lluvia, te hace falta algo así, Señorita Responsabilidad.
-Bien, ya me voy ...-dijo Ana, tomó su cartera, su chaqueta, saludo a Helena y se marchó.
Llegó a lo del mecánico  para recibir malas noticias, su auto demoraría cerca de una semana en estar en condiciones.
-Por favor, no puede estar antes....- insistió
-Lo siento, Ana, pero aunque quisiera tenerlo antes, necesito los repuestos y demorarán. Pero te garantizo que quedara perfecto...si te sirve de consuelo.
-No mucho Harry, no mucho- le dijo al viejo mecánico y se marchó bastante desilusionada. A mitad de camino, comenzó a lloviznar. Poco a poco la lluvia se hizo más fuerte.
Corrió para encontrar refugió y por ir sin mirar se chocó con alguien que venía en sentido contrario. Al levantar la vista descubrió espantada que era Finn.
-¡Tú! – exclamó él sorprendido y acto seguido la tomó del brazo, la cubrió con su abrigo y la llevó corriendo hasta una tienda para buscar amparo de la lluvia que se había intensificado.
-A salvo...- susurró el con una leve sonrisa.
-No pedí que me rescataras, además es solo agua – protestó ella.
-Lo sé,  ya también sé que no pediste ayuda, tengo la sensación de que nunca lo haces. Pero si te mojas demasiado podrías acabar con un resfrío...mejor esperamos un rato que pase.
-Supongo que no es tan mala idea – reconoció ella.
-Tu cabello...-susurró Finn y ella tomó un mechón que estaba levemente ondulado. Siempre le pasaba cuando se lo mojaba, años de alisarlo y no podía domarlo completamente, cuando se humedecía, se ondulaba levemente.
-La lluvia – respondió cortante. No quiso recordar el pasado, cuando su cabeza estaba poblada de rizos indomables.
-También así se ve bien.-comentó él.
-Señor O ‘Connell ...no estoy interesada – dijo ella enfrentándolo.
-¿Qué?
-No sé lo que se propone, los comentarios en la fiesta,  ahora...pero sea lo que sea, no me interesa.- le dijo con severidad y él se puso a reír.
-Es bueno que sirva para divertirlo.
-No, no , disculpa...pero no estaba preparado para eso. Y lo que me propongo, sólo quería conocerte mejor, Ana...porque me temo que a mí si me interesas.
-Ya le dije...
-Lo sé, y me lo haces notar cada vez que nos vemos.
-¿Entonces?
-Tenía una esperanza de que no fuera cierto, de que me estuviera equivocando, después de todo, lo que siento cuando te veo...
-Sr. O’Connell...ya le dije que no estoy interesada.
-¿Es por el hombre que fue contigo ala fiesta?
-No es asunto suyo – dijo y empezó a tratarlo de usted para marcar una distancia.
-Ana...
-Ya dejó de llover – dijo y sin darle tiempo a nada se marchó.

“¿Por qué de todos los lugares del mundo, él había ido a parar allí? “
 No lo entendía, y para empeorar la situación se le había ocurrido coquetear con ella. Estaba segura que a Finn O’ Connell no le faltaban mujeres, así que no entendía aquel interés en ella.
Era totalmente irónico, años atrás habría dado cualquier cosa porque se diera esa situación y ahora sólo la incomodaba.
Iba a volverse loca con aquello, incluso había llegado a pensar en empacar todo y marcharse con Sean, pero no podía hacer algo tan insensato. Le había llevado años encontrar un buen lugar, tener un buen trabajo y construir un hogar para ellos, no iba a destruirlo por miedo.
Si el destino había puesto a Finn en sus vidas nuevamente, ella iba a ignorarlo. Había aprendido por la fuerza que el destino debía forjarlo uno mismo.


Ana observó atentamente la bicicleta mientras se aseguraba que estuviera en condiciones, hacía tiempo que no la usaba, pero según decían era una de las cosas que uno no olvidaba.
Ya que no tenía auto, tendría que movilizarse en bicicleta, era hora de tomar la iniciativa, no podía dejarse vencer, durante los últimos años , había sido una luchadora, así que iba a seguir siéndolo.
Lo otro que había decidido tenía que ver con Andrew, debía ser sincera, con ella y con él, así que lo llamó y le pidió verlo . Helena la dejó salir antes y se dirigió a la oficina de Thompson.
Era un buen hombre pero no lo quería, así que lo mejor era decírselo claramente en lugar de jugar con él, Andrew merecía encontrar a alguien y ella no era esa persona.
No fue un momento grato, y no porque Andrew estuviera grosero ni nada por el estilo, fue muy comprensivo pero tenía una mirada de pena que le hizo las cosas muy difíciles a Ana. Aunque estaba segura que era ella quien le daba más lástima, ella que había dicho que no estaba preparada para tener una relación amorosa y que tal vez no lo estuviera nunca, entonces él la había mirado con mucha tristeza y le había preguntado si el padre de Sean le había hecho tanto daño.
Finalmente se habían despedido como amigos. Se sentía mucho más tranquila ahora, no quería herir a nadie, y la pregunta de Andrew aún rondaba su cabeza.
Si lo pensaba bien, no era que Finn hubiera sido malvado con ella ni nada de eso, sólo que lo que había pasado entre ellos había cambiado su vida para siempre, lo había amado aquella noche y Ana tenía la sensación de que su capacidad de amar se había agotado en esa única vez. Cierto que luego se había sentido sumamente lastimada por la actitud de él, por los comentarios, por el abandono de sus padres, pero eso no explicaba que no se hubiera vuelto a enamorar. No era que desconfiara de los hombres ni nada por el estilo, sólo que no sentía nada, como si aquella parte de su ser se hubiera apagado.
Pero su vida si tenía una luz y era su hijo, Sean.
Cuando llegó a casa, él estaba esperándola para almorzar.
-¿Todo bien con tu nueva Ferrari? – bromeó Sean sobre la bicicleta.
-Perfecto, aunque espero recuperar mi otro auto pronto, así podré llevarte a la escuela también...
-El autobús no está tan mal.- dijo él.
Estaban terminando de almorzar cuando escucharon gritos que venían de afuera. Ana se asomó  a la ventana a ver qué sucedía.
-Son Candance y su padre, están discutiendo en el jardín...
-¡Oh no! – exclamó Sean y salió corriendo hacia fuera. Ana fue detrás de él. Los jardines de las dos casas no estaban separados así que era fácil escuchar la discusión.
-¡¡Embarazada!! ¡Dime quién es el maldito, dime quién es el padre! – gritó el hombre a su hija mientras la zamarreaba.
-Suéltela, la está lastimando – dijo Sean interponiéndose.
-Señor Brent, cálmese, por favor...-intervino Ana.
-¡¡Habla!! ¿Quién es? – siguió gritando el hombre a su hija.
-Soy yo, yo soy el padre – dijo Sean de pronto y los otros tres se quedaron mudos.
-Sean...-susurró Candance y agarró a su padre de un brazo.
-¡¿Qué, tú?!- exclamaron Ana y el hombre al mismo tiempo pero el muchacho se quedó allí callado mirándolos fijamente.
-Vamos a hablar adentro, por favor papá – rogó Candance arrastrando al sorprendido hombre.
Ana, no lo podía creer, avanzó hasta su hijo y le dio una bofetada.
-¡Cómo pudiste! – gritó- ¡cómo pudiste desilusionarme así! Yo confiaba en ti – dijo y vio la mirada herida de su hijo.
La madre de Candance salió y junto a  la chica obligaron al hombre a entrar a la casa. EN el patio sólo Quedaron Ana y Sean mirándose frente a frente. De pronto, el chico sin decir nada salió corriendo.
-¡Sean! ¡Sean! – lo llamó e intentó correr detrás de él, pero era mucho más rápido. Ana recordó el golpe que le había dado, las crueles palabras y la mirada de dolor de su hijo.
-¡No, Sean, no! – exclamó sintiendo que acababa de perderlo.

3 comentarios:

  1. por que me haces sufrir asi? Por quee? Quiero saber que paso, ya no podre dormir jajaja

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  2. Todo iba muy bien!!!!! Y de golpe me cambias la historia con este golpe!!! Zas!!!! Eso es a traición!!!! Pobre Sean con lo caballero que es!!!! Y ahora se, que vendrá una charla madre eh hijo en al que me harás llorar por lo que vayan a decir... snif, snif... Y dime una cosa por curiosidad? Tal vez esté Finn allí y haya algún resquicio de... jejeje Dimelo ya!!!!!

    Por cierto, como et encuentras bella vieja chocha arrugada?

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  3. E.J , ya mejor aunque no puedo andar dando serenatas aún...y tú? cómo vas? Besosssssssss

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