Aquel día Ana tenía mala
suerte, tenía que llegar a una cita con unos clientes y su auto se había
descompuesto, para mal de peores era una zona poco concurrida, había llamado al
auxilio pero estaba prestando servicio en otro lugar y demorarían.
Su trabajo era muy importante
para ella, la responsabilidad lo era todo en su vida porque era la única forma
en que había podido salir adelante, así que se sentía muy frustrada, tanto como
para darle un par de patadas a su auto y no notar que alguien estacionaba.
-¿Es un nuevo método para que
arranque? – dijo alguien y aún antes de darse la vuelta , ella sabía quien era.
- Tal vez funcione...-dijo
brevemente.
-No creo, ¿puedo ayudarte?- se
ofreció Finn.
-No, gracias, el auxilio
llegará pronto – mintió ella, él era la última persona de quien quería recibir
alguna ayuda.
-¿Segura? Puedo llevarte si
necesitas ir a algún lugar...
-No, está bien...- contestó y
se dijo que seguramente pasaría alguien más que pudiera ayudarla.
-Si crees que es molestia, no
lo es, voy hacia el resort, así que si vas para aquel lado puedo
llevarte...-insistió él porque las respuestas de ella no lo convencían. No
deseaba dejarla sola allí.
Ana quería negarse, de verdad
que sí, pero también sabía que se le hacía tarde para su cita de negocios. Si
los clientes se ofendían por su tardanza y cancelaban la compra , sería muy
problemático y le fallaría a su jefa.
Finn se iba alejando cuando la
escuchó llamándolo.
-¿Puede llevarme?, por favor.
-Claro – asintió y le abrió la
puerta de su auto para que entrara.
Apenas arrancó el auto, Ana se
preguntó qué tanto daño sufriría alguien al saltar de un auto en movimiento,
aceptar la oferta de Finn había sido una
pésima idea. En un espacio tan chico, teniéndolo tan cerca, se sentía totalmente
atrapada.
-Lamento nuestro último
encuentro….imagino que haber visto herido a Sean fue un gran impacto.
-Sí, lo fue ... Gracias por
ayudarlo – agregó ella forzadamente.
-Es un buen chico…
-Lo es – respondió con más
brusquedad de lo que deseaba, pero no le resultaba fácil hablar con Finn sobre
Sean.
Él pareció notar su
incomodidad porque cambió de tema.
-La casa es muy agradable…
-¿Eh? – respondió Ana
distraída.
-La casa que ustedes me
alquilaron es muy cómoda.
-Sí, es una de las mejores
casas de la ciudad, y lo mejor es..
-El parque – dijeron ambos al
unísono y Finn le sonrió por la coincidencia.
-Siempre me gustó ese
lugar…-comentó ella soñadora y aunque Finn estuvo tentado a invitarla no lo
hizo, tenía la certeza de que lo rechazaría.
-La ciudad también me gusta –
dijo él.
-¿Vas a quedarte mucho
tiempo?- preguntó con cierta ansiedad.
-No lo sé, el proyecto del
resort está comenzando recién, así que calculo que me quedaré un tiempo.
-¿Qué trabajo haces? –
preguntó con curiosidad. Helena le había hablado de su relación con el resort
pero no sabía bien qué era lo que Finn hacía.
-Dirijo la construcción..
-¿Es arquitecto?
-No, no puede ir a la
Universidad. Cuando era un adolescente empecé a trabajar en construcción, luego
traté de aprender todo lo que pude, hice cursos y eso. Con el tiempo empecé mi
propio negocio, tengo una constructora y además tengo acciones del resort.
-Ahh…-contestó sin saber muy
bien que decir. Las palabras de él le habían hecho pensar en el Finn de antaño,
lo que había contado había sido como un puente entre el adolescente que ella
había conocido y el hombre que estaba a su lado.
Le había dicho que no había
podido estudiar y que además había trabajado desde muy joven. Había imaginado
que mientras ella se convertía en madre, él tenía una vida cómoda, una vida en
la que no era necesario crecer de prisa, sin embargo ella no sabía nada de él.
-¿Y tú? ¿Hace mucho que
trabajas en el negocio de inmobiliaria?-
le preguntó intrigado.
-Desde que llegué aquí, Helena
me contrató y me enseñó.
-¿Entonces no trabajaste
siempre en eso?
-No, trabajé en muchas cosas
distintas…-respondió ella y por un segundo se perdió en sus recuerdos,
vendedora, secretaria, limpieza, había trabajado en todo lo que encontrara para
mantener a Sean.
-Imagino que no debe ser fácil
criar a un niño sola.
-No lo es- respondió con
dureza y el hombre se dio cuenta que había tocado otro punto sensible. Quizá a
ella no le gustaba hablar de eso y además
no se lo había contado personalmente sino que se había enterado por el
hijo. Había tenido poco tacto al mencionarlo.
Por suerte llegaron a destino
y el clima de incomodidad se disolvió.
-Aquí está bien…-dijo Ana.
Finn detuvo el auto y antes de que ella bajara la invito a pasar
por el resort algún día.
-No sé nada de construcción…-comentó
ella.
-Pero me gustaría que vieras
el trabajo que se está haciendo, además
puedes llevar a Sean que lo vea. El paisaje junto al mar es precioso.
-Gracias por la invitación –
dijo y por el tono Finn supo que lo estaban rechazando cortésmente.
-Adiós Ana.
-Adiós y gracias por traerme.
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