Ana llegó
cansada a la oficina, por suerte había logrado cerrar el trato con los clientes
aunque lo malo era que su auto estaría unos días en reparación.
-¿Ha sido duro,
eh? – le preguntó Helena alcanzándole una taza de café.
-Ni lo imaginas
...- contestó ella con una media sonrisa.
-Pero has hecho
un gran trabajo, estoy orgullosa de ti.
-Gracias Jefa.
En ese momento
Andrew entró a la oficina y Helena le guiñó el ojo a su empleada.
-No lo espantes,
es lo que necesitas...-le dijo y luego salió a recibirlo. Cuando el arquitecto
terminó sus negocios con Helena se acercó a ella.
-Hola Ana.
-Hola Andrew.
-Helena dijo que
ha sido un día difícil para ti.
-En realidad no
fue tan malo, se rompió mi auto peor conseguí vender la propiedad, así que el
balance no es tan malo – respondió y mentalmente quitó de ese balance su
encuentro con Finn.
-Necesitas
distraerte un poco...
-Andrew...
-Lo sé, lo sé.,
pero no te estoy presionando, sólo una salida de amigos, algo tranquilo, habrá
una fiesta este fin de semana, podrías acompañarme.
-¿Ir a una
fiesta es tu idea de algo tranquilo?
-Bueno, no
estaremos solos, habrá más gente. No es algo como una cena ni nada de eso.
Aquel hombre era
tan diferente a Finn, no sólo físicamente ya que era rubio y con ojos color
café, sino que también era diferente en su forma de ser, Finn O’Connell tenía
un algo salvaje que la inquietaba,
Andrew era sofisticado, atento y lo más importante, nunca había conocido a
Alana Byrnes, no necesitaba estar a la defensiva con él.
-Está bien,
acepto.
-¿En serio? –
preguntó totalmente incrédulo.
-Sí, todos
insisten en que me distraiga, tal vez tengan razón.
-De acuerdo,
entonces te llamaré para pasarte a buscar. No vas a arrepentirte – le dijo
pero al ver la sonrisa de él ya estaba arrepentida.
El hombre se
marchó y Ana se agarró la cabeza.
-Tranquila,
hiciste bien, es lo mejor que has hecho en mucho tiempo.- le dijo Helena
sonriendo.
-Pero...
-Aprovecha la
ocasión, por una noche deja de lado a la mamá y dedícate a la mujer, ponte un
vestido bonito y diviértete. ¿Hace cuánto no lo haces?- preguntó la mujer y Ana
pensó que hacía más tiempo del que recordaba.
A la noche le
contó la novedad a Sean y se sintió muy tonta, su hijo como siempre le dijo que
saliera, que había hecho bien pero ella tenía la horrible sensación de ser la
hija, en lugar de la madre.
-Es el sábado,
no volveré muy tarde, te dejaré la comida preparada..
-¡Mamá!, ve
tranquila, estaré bien. No recuerdo la última vez que fuiste a una fiesta...de
hecho creo que nunca fuiste a una a la que no pudieras llevarme a mí, así que
ve , prometo no meterme en problemas.
-Igual llevaré
mi teléfono y...
-Mamá, ¿estás
buscando una excusa para no ir?
-No, no es eso,
sólo que ...- intentó explicarse ella y él le sonrió.
-Estarás bien ,
si me necesitas puedes llamarme y si la fiesta no te gusta o estás aburrida
puedes decir que yo te llamé porque estalló el microondas o algo así...
-¡Sean!
-Eres una buena
madre, no tienes que sentirte culpable por salir.
-Y tú eres el
mejor hijo.
-Lo sé, tú me
criaste – le dijo él y ella se emocionó, Sean hacía que todo valiera la pena,
siempre había sido así.
Aquello la hacía
sentir más culpable, le estaba mintiendo a la persona más importante de su
vida, le estaba negando la posibilidad de conocer a su padre, pero tenía
demasiado miedo.
-Me voy a
dormir, buenas noche, mamá – le dijo él
sacándola de sus pensamientos.
-Buenas noches,
cariño – lo saludó .
Finn volvía del
trabajo cuando pasó por la cancha de básquet, se detuvo al ver al solitario jovencito
encestando solo, estaba empezando a oscurecer y Sean parecía muy concentrado.
-¿Otra pelea?-
preguntó Finn acercándose a él.
-No, nada de eso
– contestó y automáticamente le lanzó la pelota para invitarlo a jugar con él.
-¿Entonces qué
te preocupa?
-¿Cómo sabes que
me preocupa algo?
-Tienes esa
apariencia, además no parecías jugar para divertirte sino para acomodar tus
pensamientos...
-Mi madre tiene
una cita el sábado.
-Ohhh, y eso te molesta....
-No y sí – dijo
Sean y se dejó caer en el suelo. Finn fue a sentarse a su lado.
-Te escucho.
Aunque suena a pataleta de hijo celoso.
-Nada de eso,
quiero que salga y se divierta, le hace falta, además ya soy lo suficientemente
grande para entender que necesita a alguien en su vida, no quiero que esté siempre
sola.
-¿No te gusta el
tipo?
-Tampoco es eso,
es un tipo agradable. Según Helena es un buen partido, ya sabes, atractivo,
buen trabajo, etc...no me cae mal.
-Pero tampoco
bien.- agregó Finn notando las reservas
del chico.
-Nunca lo pensé
mucho, siempre ha estado rondando a mamá, pero ella jamás le ha hecho caso, hasta ahora.
-Y eso no te
gusta.
-No me
malentiendas, sólo me temo que va a ganarle por cansancio, que de tanta
insistencia ella terminará aceptándolo y no es eso lo que necesita. Mi madre
necesita enamorarse de alguien y que también la amen a ella, y no creo que este
sea el caso.
-Tal vez sólo
debas darles tiempo, que se conozcan y eso...
-No, Andrew no
es el tipo indicado para ella. Lo siento.
-A ver Cupido,
según tú, cuál es el tipo ideal.
-Alguien que
pueda cuidarla, alguien que la haga sonreír, alguien que saque lo mejor de
ella...y que sea alguien fuerte, me refiero a que ya tiene un hijo no necesita
otro. Ha tratado de ser fuerte e independiente desde que yo nací, necesita ser
ella misma...no sé como explicarlo.
-Está bien, te
entiendo. ¿Y se lo dijiste?
-¡Claro que no!
Sé que fue difícil para ella aceptar la invitación de Andrew, no quiero
complicarla más.
-Así que viniste
aquí a jugar un rato y despejarte de todas las
preocupaciones que no puedes expresar.
-Sí, pero por
suerte apareciste tú, gracias por escuchar, Finn.
-De nada. Aunque
me temo que no pueda ayudarte...
-Está bien, con
escuchar alcanza. Aunque...
-¿Qué?
-Si alguna vez
conoces a Andrew Thompson, ¿me podrías decir tu opinión sobre él? Puede que yo
esté equivocado, no me molestaría tener una segunda opinión...
-De acuerdo. Es
un trato – dijo Finn y le dio la mano, aunque tuvo la sensación de que si Andrew
Thompson andaba detrás de Ana Hunt , el tipo no iba a gustarle.
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