Sí, lo recuerdo, éste es un blog sobre romance. ¿Qué tienen que ver las canas?
En primer lugar, las “locas del lugar” andamos en los treinta ( sí , sis, no lo nieguen), en segundo lugar nuestra imagen tiene que ver con como nos relacionamos con los demás, y en tercer lugar es la historia de un romance.
Mi romance con mi cabello color oscuro...
Ahora sí , a contar la historia...
Lo primero que debo decirles es que mi cabello es castaño oscuro con unos reflejos rojizos que saltan a la vista con la luz del verano, sino casi puede llegar a parecer negro. Amo su color. Tuve momentos de desear ser pelirroja, gracias a las heroínas de las novelas, pero nunca me atreví a cambiarme el color.
Lo segundo que debo contar es que mi cuerpo es bastante puntual cuando se trata de cambios biológicos, yo soy puntual para llegar a todas partes, él es puntual para cambiar con el paso del tiempo.
Así que si las estadísticas dicen que , en general, las canas empiezan a aparecer a partir de los treinta, el muy condenado hace caso.
Días antes de cumplir los treinta , me miré al espejo y allí estaba..LA PRIMERA CANA. Un brillante cabello en mi frente que variaba entre un dorado prístino y el color plata.
Allí estaba y yo me quedé unos minutos frente al espejo mirándola, y sí maldiciendo. Ese momento es crucial, es como darse cuenta de que algo está cambiando, algo que va más allá de nuestro control.
Y debo decir que acorde a mi personalidad me tocó una cana rebelde y combativa, se escapa de mi peinado, salta y se muestra aún si la oculto, y ese fino hilo que ahora es color plata pura , resalta mucho en lo oscuro. Casi tiene algo de altanera. Y allá sigue, esperando que se le unan más, porque adivino que varios cabellos van clareando, y supongo que un día me despertaré con un mechón blanco.
Debo decir que la idea me resulta al mismo tiempo espantosa y atractiva, esto último gracias a la lectura de una saga de novelas de fantasía, donde los magos protagónicos tenían un mechón de cabello plata, que era la señal de sus poderes.
Así que no pierdo la esperanza de que el cambio de mi color de cabello traiga algunos poderes mágicos, todo es posible.
Pero la verdad es que ella está allí cuando me miro al espejo.
No la he quitado (un simple tirón solucionaría todo) porque finalmente hemos llegado a la reconciliación, tal vez sea la única prueba de madurez que hay en mi cabeza, en el exterior al menos, y he llegado a respetar su desafío.
Está allí sola entre lo oscuro, brillando y orgullosa de su ser, desafiando al mundo ( en este caso a mí). Ya me siento su amiga, y hasta tal vez llegue a aprender algo.
Y hasta aquí llega el romance, si ya pasaron por el momento de la primera cana, me lo cuentan, y si no llegaron aún...bue, es cuestión de tiempo y espero que se rían de ello cuando suceda.
Y si no es así, nos quedan las tinturas de cabello....benditas sean.
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