miércoles, 8 de noviembre de 2017

Noches en el Balcón 38

Salir a los pasillos, en mitad de las clases, era toda una maravilla. No tenías que esquivar a nadie, ni recibir, empujones de nadie. De modo, que, en poco tiempo, llegó al despacho de Eric.
Pero precisamente, en aquel momento, toda la adrenalina que le corría por la sangre, parecía haberse disuelto.
Ya se lo recalcaba mucho su madre, de que debía aprender a controlar ésos impulsos repentinos, que tenía de vez en cuando con Eric, porque alguna vez le causarían algún problema o situación vergonzosa.
Mejor daba media vuelta, y ya hablaría con él, sobre ése examen, por medio del móvil. De ése modo, su profesora no se extrañaría por su tardanza.
Empezaba a darle la espalda a la puerta, cuando fue sorprendida porque ésta, se abriera de repente, y escuchara la voz de su vecino.
-Espero que no afecte a nuestra amistad, Raquel –Sonó pesaroso el chico.
Y entonces, allí, apareció una Raquel, que abrió un poco los ojos de sorpresa, al toparse con ella, para sustituir ésa mirada a una línea estrecha.
- ¿Querías algo? –Sonó algo impertinente, llamando la curiosidad de Eric, que se acercó también a la puerta.
-Yola –Dijo, intentando parecer normal y no sorprendido ni divertido-. Pasa, se me olvidó que te cité.
-Bueno –Sus mejillas se sonrojaron, por verse una vez más,  en una situación seguramente comprometida, comprobando que Carlota, tenía razón ante aquella mujer-. Venía a comentarle, si podíamos aplazar la reunión - ¡Chúpate ésa! Solo quería largarse de allí.
-No, mejor ahora –Señaló agarrando él la puerta, abriéndola más, para que ella entrara y Raquel saliera-. Adelante, te haré una hoja para Tamara.
¡Mierda! Gimió, lamentándose para sí misma, al hacer caso a sus impulsos vengativos con él.
-Hasta luego, Eric –Soltó con cierto aire pomposo la mujer, antes de alejarse de allí.

Joder, joder…
Se había visto obligada, a dar tres puñeteros pasos, para acabar dentro de aquel cubículo. Sintiendo, una pequeña corriente de aire tras de sí, cuando Eric, cerró de un solo gesto la puerta y los dejaba solos allí.
Y ahora, solo escuchaba un maldito pitido, en sus oídos por culpa de sus nervios.
Ya, que solo pensaba en el corto beso en su balcón y del chupetón en el cuello… A causa, de las puñeteras pullas risueñas, de Elisabeth y Carlota, en referencia a sus sentimientos por Eric.
¡Y qué coño hacía éste, que ni lo oía ni veía! Porque, no pensaba darse la vuelta, no señor.
- ¿Asustada Yola? –Susurró con cierto tono guasón, junto a su oreja, causando que diera un pequeño respingo en el lugar, por tenerlo pegado a ella y no haberlo visto venir-. ¿Dónde tienes metido a mí pequeño demonio rojo? –Siguió hablando junto a su mejilla, pero aquella vez, apoyaba sus manos en los hombros de ella, subiendo la velocidad de sus pulsaciones, mientras su mente, le comunicaba que le gustaba sentir su tacto, su calor… ¡Malditas aquellas dos locas, que le habían envenenado la mente! -. No lo escondas, que sabes que me encanta - ¿Acababa de sisear con voz sensual? Pensó pasándose la lengua por los resecos labios, para tragar saliva con cierta dificultad-. Vamos Yola, dime porqué viniste –sus manos apretaron por un segundo sus hombros-, por el examen o tal vez –Frío. Fue lo que notó de inmediato, cuando su hombro izquierdo, fue abandonado… ¡Calor, calor! Tensó de golpe la espalda, cuando aquella mano, viajó a su cuello, para notar como uno de sus dedos, reposaba bajo el lóbulo de su oído y empezaba a recorrer su cuello hacia abajo, apartando en el proceso el pañuelo naranja-. Por mí dulce marca.
 No hacía falta mirarse en un espejo, para saber que debía estar más colorada que el interior de una sandía. No creía, que nunca fuera a poder acostumbrarse, ante aquellos gestos o impulsos indecorosos por parte de él.
Y le enervaba, el saber que éste se divertía, al ver su cohibición.
-Vaya –Sonrió el chico-, veo que me quedó perfecta –Chascó la lengua-. No deberías llevarla oculta ésta obra –Indicó justo cuando depositaba una leve caricia en el lugar con sus cálidos labios-. Schhh –Susurró con tono dulce, cuando Yola, volvía a dar un respingo e intentaba apartarse de él, pero Eric, fue más veloz al rodearle con sus brazos por la cintura.
Ahora, tenía la mirada puesta en el suelo, y todo el bello de su cuerpo, erizado por el abrazo.
-Sabes –sonó ronco-, me gusta el tenerte aquí, en el instituto, ser tu tutor –Sonrió-. Prácticamente, vamos a vernos todos los días y casi al completo.
¿Y qué conclusión se esperaba, que debía sonsacar ella de aquello?
De pronto, el sonido de un teléfono que no era el suyo, interrumpió lo que tuviera Eric, pensado hacer con ella.
-Bueno –Dijo con cierto fastidio-. Arrastrado a la realidad –Resopló fuerte, para soltar su agarre y caminar hacia el escritorio, de donde agarró el teléfono sin dejar de mirarla fijamente a los ojos, mientras aceptaba la llamada entrante-. Dime Elisabeth –Habló, al tiempo que volvía a recorrer la distancia que los separaba, para posicionarse aquella vez enfrente de ella, sonriendo al ver como ésta desviaba la mirada completamente azorada-. Sí, acepta ésa reunión para la última hora del día de hoy –Comunicaba con tono serio, mientras con su mano libre, agarraba a Yola de la mano y la conducía hacia la puerta-. No, no notifiques nada a la junta aún –Seguía hablando, mientras aquella vez, su mano se dirigía a su barbilla, para alzarle el rostro hasta que sus miradas se encontraron, deleitándose él, con el rubor de ella que le causaba un aura irresistible-. Me parece bien –Se inclinó hacia delante un segundo y le susurraba a ella al oído-. Te quiero a las diez en mi casa hoy. Repetirás el examen –Y acto seguido, le abría la puerta observando como ésta salía de allí veloz sin mirarlo, ni despedirse.
 Corrió perturbada hacia los lavabos, donde se encerró en uno de ellos, mientras intentaba calmar su respiración agitada.
Pero el ruido de la puerta principal, seguido de unos pasos y oír, como la llamaban, la alteraron aún más.
- ¿Yola? –Preguntó su profesora Tamara-. ¿Estás bien, pequeña? –Sonaba preocupada.
No le quedó más remedio que dar la cara.
-Oh, pequeña –Se apresuró hacia ella-. Tienes el rostro un poco desencajado, estas sudada y agitada –Le acarició una mejilla-. ¿Te encuentras muy mal?
Y sabiéndole mal, tuvo que mentir.
-Sí –Respondió sonando su voz temblorosa a causa de hallarse aún más alterada.
- ¿Llamamos a tus padres?
- ¡No! –Respondió veloz con los ojos asustados-. No hace falta alarmar a mi madre, seguro se me pasa.
-Pues en ése caso –Habló no muy convencida-. Te llevo a enfermería y le comunicaré a tú tutor, que se pasa a evaluar tú situación.
¡Y un cuerno! Pensó volviendo a sentir el aceleramiento de su sistema nervioso.
-Tamara –Fue a protestar.
-Andando, no quiero quejas –La agarró de la cintura-. No haces buena cara. Eric, decidirá qué hacer.
¡Joder!

4 comentarios:

  1. Jopeeee.... por una vez que continuo con la historia para ver como va... y me vuelves a dejar a medias😀😀
    Me encantó EJ esperando mas... y si... volvere a leerla cusndo la tengas mas avanzada😊
    Muchos besitos a todas 😙 😙 😙

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  2. Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii capi nuevo!! Gracias brujis

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