martes, 24 de enero de 2017

No puede ser amor 31° Gaby Ruiz



No se explicaba cómo lo había logrado pero había atravesado corriendo ese salón abarrotado de personas. Solo tenía un objetivo y ese era Danaé.  No, no tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo, de lo que haría cuando la encontrara. Solo necesitaba estar con ella. ¡Realmente tenía que significar algo!
Escuchó dos voces en lo que parecía ser una discusión. Danaé sin duda alguna y la voz masculina debía pertenecer a Kyle. Él no la había dejado ni a sol ni a sombra, mucho menos cuando él estaba cerca. ¿Por qué?
–¡No es así, Kyle! –entendió a Danaé cuando se acercó un poco más– entiende que él… solo es diferente.
–¿Diferente cómo? –sonaba alterado– ¿solo para ti no?
–Kyle, lo siento tanto.  No quería que pasara esto… pero yo…
–¿Tú qué?  ¿Alguna vez sentiste algo por mi Danaé? ¿Todo el tiempo fue él no?
–¡Claro que no! Tú no tienes idea de lo que estás diciendo.
¿Él? –se preguntó Alex– ¿de quién estaban hablando?

–¿No? Danaé, he tenido una maldita idea desde el mismo segundo que te besó. ¡Lo supe ahí solo que no quise verlo!
–¿Por qué recuerdas ahora eso? ¡Te dije que para mí era como si nunca hubiera sucedido y para él es igual!
–¿Ah sí? –se rió secamente– ¿tú realmente estás tan ciega?
–¿Ciega? ¡Kyle por favor! Entre nosotros no existe nada.
–Eso es lo que tú crees. Y al parecer, él es tan estúpido que también lo cree.
–¡No tienes que insultarnos! –Danaé inspiró hondo– Kyle, escúchame…
–No, Danaé he escuchado lo suficiente.  ¿Sabes? Aquella vez en el jardín pensé que todo era perfecto. Nos habíamos conocido, todo era tan natural y… ¿qué pasó? ¡Él como siempre! Teníamos que encontrarlo y besarte.  ¿Cómo es que siempre ese maldito Alex se cruza en tu vida?
–¡No lo llames así! Tú no lo conoces… no puedes… –Danaé se cortó.
Lo vio. La luz del salón destelló sobre el cabello rubio de Alex. Estático, apenas oculto por un pilar, estaba él.  Mirando atónito, escuchando. 
No… ¡había escuchado del beso en el jardín! ¡No podía ser cierto!
Alex no podía hablar. No podía moverse. Sabía que Danaé lo había visto pero no le importaba. Él no podía creerlo. ¿Cómo podía creerlo? ¿Había besado a Danaé? ¿No lo recordaba? ¿Acaso él…?
¡Jardín! ¡El día que se conocieron Danaé y Kyle! Solo podía ser ESE día. El de la experiencia más increíble que le había pasado. Aquel beso que pensó un sueño.  ¿Había sido Danaé? ¡Qué el infierno se congelara si él dejaba que esto se quedara así!
Caminó varios pasos hasta su altura, como si estuviera ahí casualmente. Su sonrisa despreocupada. Como si no se estuviera muriendo por tomar a Danaé en sus brazos y comprobar lo que había escuchado.
–Siento si interrumpo –habló con naturalidad– estaba pasando por aquí y me parece una verdadera lástima que se pierdan la fiesta. 
–¡Tenías que ser tú! –Kyle giró furioso– ¿por qué rayos no te ocupas de tus asuntos y nos dejas en paz de una buena vez?
–En realidad, eso es lo que pienso hacer.  Pero claro, escuché mi nombre e imagino que mis “asuntos” también están aquí –miró a Danaé– ¿estás bien, Danaé?
–¿Yo? Eh… sí –contestó, sin saber cómo había hallado su voz.
–Que bueno, porque debemos hablar –su tono serio de repente. Le ofreció la mano y ella se la miró, extrañada– ¿me acompañas? –pidió.
Danaé giró hacia Kyle, indecisa. Él estaba furioso y su mano en un puño.  Esto se saldría de control en cualquier momento. Ella tenía que hacer algo. ¿Qué? ¿Qué iba a hacer? No se veía con fuerza suficiente para enfrentar a Kyle… y ni hablar de Alex. ¡Necesitaba pensar!
–No –negó Danaé– necesito estar sola.  Ahora –pidió.
Kyle la miró con lástima. Por los dos, por lo que podía ser. Asintió y le besó ligeramente en la mejilla.
–Vuelvo a la fiesta –informó y ella agradeció.
–¿Alex? –su tono era de petición.
–Yo no me iré a ningún lugar hasta que hablemos, Danaé.
–Pero Alex, yo realmente necesito…
–Y yo necesito que me digas por qué me mentiste. ¿Qué tal?
Danaé lo miró aprensiva. Él no tenía ni una idea de lo que ella había pasado. ¡Él jamás lo entendería! 
–Yo no… –se detuvo y aspiró hondo. Dos peleas en una noche no eran propio de ella. Debía calmarse, lo necesitaba. Pero Alex no lo entendía.  ¿Por qué lo entendería? ¡Él no la conocía!–  Como siempre Alex –empezó– tú solo miras por ti y nadie más. Lo que tú quieres, lo que tú necesitas, lo que tú deseas.  ¿Por qué, para variar, no ves más allá de ti? ¡Yo no te debo nada! Yo no tengo por qué decirte nada, Alex.  ¡Tú ni siquiera recordabas! ¿Acaso pensaste que no supe que creíste que era Aurora? ¡Era tan lógico! Tú solo veías lo que querías ver, vivías en una fantasía que tú creaste y no eras capaz de mirar más allá de ese límite que te fijaste. ¿Si me dolió? ¡Pero claro que sí! ¿A ti no te dolería que alguien que amas tanto, Aurora, te dijera que eres como su hermano? ¿Qué ella jamás sentiría algo por ti? ¿Qué sentirías Alex si alguien te mira con espanto mientras pronuncia: yo no siento nada por ti? ¡Es un milagro que te hable! Deberías estar agradecido y dejarme tranquila, sin remover el pasado.
Alex cerró la boca de golpe, al notar que estaba boquiabierto. Danaé lo había dejado sin palabras, como si eso fuera una novedad.  Esa persona frente a él, sin duda no era la Danaé de hacía unos meses, mucho menos la Danaé de dieciséis años.  No. Ella era una mujer fuerte, decidida y segura. Firme y elegante, única.  Y él la miró, fascinado.
¿Por qué no se había dado cuenta antes? ¿Cómo pudo no saberlo?
Y ahí estaba.  Parado como un idiota mientras ella le ponía en su lugar.  Él necesitaba una mujer así. No, la necesitaba a ella. A nadie más que a ella.  Pero… como lo había acusado. Las palabras que ella había pronunciado se le clavaron en el corazón y en su mente. 
Sabía lo que debía hacer. Debía dejarla ir. Ella lo necesitaba. Pero eso era tan difícil. Él no quería perderla. Ahora que la había descubierto en su vida no podía dejarla escapar. Danaé…
–Danaé –habló él calmado, despacio– lo siento tanto. Solo… –la tomó suavemente– si te pido que te quedes, ¿lo harías? –pidió clavando sus ojos azules clarísimos en los ojos dorados de ella– ¿te quedarías conmigo?

1 comentario:

  1. un placer leerte en la madrugada de un viernes.Gacias por compartir lo que escribes

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