Cole mantuvo su
palabra, no buscó el enfrentamiento directo con Malone, pero comenzó otro tipo
de batalla. Empezó a perseguirlo de la misma manera que el otro había hecho, se
dedicó a obstaculizar sus negocios, a desenterrar sus trapos sucios y a demostrarle
que podía jugar ,tan bien como él , aquel maldito juego.
En aquellos días estuvo tan ocupado que tuvo poco tiempo para dedicarle a
Abigail, además quería resolver aquel conflicto antes de pedirle casamiento.
Y cada vez que él
no volvía a almorzar o demoraba en
regresar, Aby temía que algo le hubiese sucedido.
Aquella noche había
tormenta y Cole no volvía, la joven no aguantó la impaciencia y salió a esperarlo.
-Entra o te
enfermarás- insistió Antoniette y ella se negó.
-Estoy bien
abrigada – dijo señalando la gruesa capa que había usado para cubrirse.
-Dime niña, ¿qué
crees que hará ese hombre si te enfermas, eh? No llegará más rápido si estás
aquí – dijo y eso la convenció. Sin embargo, al día siguiente, la lluvia fría
hizo mella y terminó afiebrada y con un Cole bastante preocupado.
-¿Cómo se te
ocurrió estar bajo la lluvia? – la increpó cuando la sintió estornudar y
comprobó que estaba con fiebre.
-Demorabas…-
respondió ella.
-Bart fue por el
médico, luego de que te vea, irás a tu
casa a descansar.
-Cole, estás
exagerando, no necesito ni un médico, ni ir a casa. Me repondré pronto.- dijo
algo inquieta y Cole recordó algo que ya había olvidado, cuando no tenías
dinero uno le restaba importancia a la propia salud, y la atención médica era un lujo. Él tenía
muchas cicatrices en el cuerpo que
hablaban de curarse solo como un animal callejero.
-Medico, remedios y
descanso- dijo implacable frunciendo el ceño, estaba decidido a cuidarla. Aquel
dinero que había acumulado en forma casi revanchista, por fin tenía un
propósito noble, asegurarse que Abigail no pasase por ninguna necesidad, nunca
más.
Si el doctor se
sorprendió de que lo llamaran a aquella mansión para atender a una sirvienta,
lo disimuló.
Efectivamente era
solo un resfriado, además de un remedio, el médico le aconsejó que se asegurara
de ingerir muchos alimentos frescos para fortalecer su constitución.
Aby se rió de aquella recomendación y aseguró
ser fuerte como un toro, pero Cole la envió a su casa para que descansara un
par de días y tan pronto regresó la recibió con una cantidad excesiva de frutas
y verduras para que comiera.
-Antoniette, esto
es demasiado…- dijo ella cuando la mujer le presentó una variedad de platos y
le entregó el mensaje que había dejado su jefe para que comiera.
-Te dije que era
mala idea esperarlo en la lluvia – dijo la francesa- Y no estaría mal que
estuvieras menos delgada. La verdad que no sé de dónde sacas tanta energía
-Soy un pajarillo
recuerdas, ¿has visto alguno que coma grandes cantidades?
-Tú, porque en esta
pelea estoy del lado del jefe.- dijo la mujer y Aby hizo una mueca de disgusto-
Vamos niña, come. Que necesitarás todas tus fuerzas si quieres manejar a ese
hombre.
Abigail dejó de
discutir y comió , ella no quería preocupar a Cole Bayley, quería ser quien le
diera fuerzas y apoyo. Quería mantenerlo a salvo, sin rastros de oscuridad.
Y en su afán de
protegerse mutuamente, ninguno de los dos pensó
que había más gente involucrada en aquella relación y que no la veían de
la misma manera.
Pocos días después,
cuando llegó a la mansión, le anunciaron
a Cole que alguien lo esperaba en su despacho.
-¿Alguna otra madre
de un supuesto hijo?
-En realidad es una
madre, la de Abigail .Dijo que quería hablar contigo y la hice pasar a tu
despacho – dijo Bart y por alguna razón que le hablara informalmente lo
preocupó, el hombre sólo volvía a hablar
de aquella manera cuando algo le parecía importante. En un gesto casi
inconsciente , Cole se acomodó el cabello y la ropa, y luego entró a su
despacho para recibir a su invitada.
La mujer se puso de
pie al verlo entrar y él se sintió incómodo, no había esperado que su primer
encuentro fuese así.
-Soy Beatriz Owen –
se presentó la mujer.
-Lo sé, Sra. Owen,,
siéntese por favor- dijo luego de saludarla
con una confusa reverencia luego de darle la mano, estaba muy nervioso-
Sé que debí ser quien la visitara primero, lo siento mucho. Siéntese por favor.
¿Quiere una taza de té?
-No es necesario –
dijo la mujer en todo adusto y Cole la observó con detenimiento. Era menuda
como Aby, también tenía el cabello claro
y un parecido notable con su hija, sin embargo el rostro de la Sra. Owen
denotaba que había vivido una vida difícil. Parecía haberse marchitado, hasta
su mirada parecía apagada. En Abigail todo era energía y optimismo, su madre en
cambio, parecía haber sido vencida por la hostilidad de la vida. Aún así, tenía
un aura de dignidad y elegancia que lo hacía sentir incómodo, casi intimidado.
No recordaba haberse sentido así frente
a los padres de Victoria, pero esta mujer tan seria, con un viejo y
gastado vestido marrón oscuro, sin joya alguna, lo cohibía.
-Abigail no está
aquí hoy, ¿sucedió algo? – preguntó asustado, la chica había pedido el día
libre, pero no había mencionado sobre
una posible visita de su madre.
- Sí, lo sé. Le
pedí que hiciera algunos mandados para
mí. Quería hablarle a solas, sin que ella supiera. Abigail no sabe que vine a
verlo.
-Entiendo – dijo
Cole y sintió que sus nervios estaban justificados- Dígame, ¿en qué puedo
ayudarla?
-Sr. Bayley, quiero
que deje de ver a mi hija –pidió.
De alguna forma, él
había presentido que diría aquellas palabras, sin embargo, no dejaron de ser
impactantes.
-La quiero y ella a
mí – dijo con la misma seriedad.
-He escuchado
demasiado rumores sobre usted, y mi hija no deja de ser su empleada. Hace unos
días llegó con los ojos hinchados de llorar, luego llegó enferma por estar en
la lluvia.
-Señora…
- Mucha gente los
ha visto juntos en la calle, incluso yo.
¿Sabe lo que eso hace con la reputación de una muchacha?¿Acaso va a casarse con
ella? – preguntó sin dejarlo hablar.
-Sí- dijo él
pensando en el anillo que tenía guardado esperando la oportunidad.
-Sinceramente
espero que no lo haga, Sr. Bayley. Y tampoco daré mi aprobación. Tengo un
marido preso, y sé lo que se sufre ser señalada y vivir en la incertidumbre.
¿Dinero? No es importante, así como se tiene se puede perder, no garantiza
nada- dijo ella y Cole sonrió burlón, el dinero cambiaba muchas cosas, él lo
sabía mejor que nadie. La mujer continuó hablando- Yo quiero otra cosa para
Abigail, quiero que tenga un marido común que la quiera, aunque deban trabajar
y esforzarse para ganar el dinero, quiero que tenga una vida normal, paz y no
que viva preocupada o en peligro. Esa niña ha sufrido demasiado, y siempre ha
tratado de ser fuerte por mí, no quiero que viva toda su vida así, siendo
fuerte y tolerando embates como si nada sucediera, quiero una vida normal para
ella, libre de sombras. ¿Puede darle eso, Sr. Bayley? – preguntó y él no pudo
responder- Si de verdad la quiere como dice, estoy segura que hará lo correcto
y la dejará ir.Se lo ruego- sentenció y antes de dejarlo hablar se levantó ,
hizo una breve inclinación como saludo y se marchó. Cole ni siquiera pudo
reaccionar.
En los últimos
años, había tenido una sola meta, una mujer digna de él que compensara todas
sus falencias, alguien que le diera estatus y
reafirmara su posición, alguien que borrar los rastros de su
marginalidad.
Abigail no era nada
de eso, era algo más valioso, era quien podía devolverle la fe y la humanidad,
y por eso mismo, sentía que era indigno de ella. Abigail merecería algo mejor,
merecía aquello que su madre quería para ella, una vida tranquila, sin oscuros
pasados, sin miedos, sin preocupaciones. Merecía un hombre que pudiera ver la
vida con los mismos ojos que ella.
Ahora sabía que la
amaba más que a sí mismo, y por ello iba a dejarla ir. Su pajarillo merecía
alas.
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