sábado, 27 de agosto de 2016

No puede ser amor 11- Gaby Ruiz



Los amigos de Marcos era una excelente compañía como de costumbre.  De a poco, Danaé se encontró muy animada, bailando y sonriendo como de costumbre. Le alegraba encontrar personas que no la trataran como una niña. 
En el jardín, la fiesta se extendía también y Danaé paseaba con un joven alto, de cálidos ojos verdes y sonrisa deslumbrante. Kyle había llegado de intercambio y esta era su primera gran cena en Italia. Danaé se encontró verdaderamente interesada en él y su país, Canadá.  Además, él no conocía a su familia ni a su padre ni hermano ni nadie, era libre de quienes buscaban dinero o fama, o algún escándalo.  Sí, nunca se estaba suficientemente prevenida.
–¿Danaé? –la llamó Kyle sonriendo– ¿te estoy aburriendo?

–No, claro que no –le correspondió con una enorme sonrisa– tan solo pensaba en cuanto debes extrañar tu hogar.
Él se quedó pensando mientras miraba una pequeña banqueta del jardín y le pedía que se sentaran.
–Sí, lo extrañaba.  Ya no tanto –añadió mirándola con intensidad y Danaé se sintió repentinamente incómoda– ahí no hay mujeres tan bellas como aquí.
–Seguro que sí –se encogió de hombros, intentando parecer calmada– y varias interesadas en ti, ¿cierto?
–Tal vez… –le restó importancia– pero hasta el momento, no he encontrado a nadie tan interesante como tú, ni tan bella.
Danaé se rió ampliamente.  Él la miró con extrañeza, como conteniendo una sonrisa y una mirada de espanto.
–Lo siento –se disculpó rápidamente y tratando de no sonreír– es que eso de la belleza, ¿estás tratando de conquistarme?
–No soy muy bueno, ¿no? –se rió él y ella negó con la cabeza.
–Lo haces bien, lo admito. Pero no me gusta lo típico. No estoy acostumbrada, no a mí.
–¿A ti? –él la miró con detenimiento– eres una de las chicas más hermosas que he conocido Danaé, te lo puedo asegurar. Y sin lugar a dudas, una de las más interesantes e inteligentes. Eres graciosa, ingeniosa y una compañía envidiable. No puedo creer que no lo sepas…
Ella hizo un ademán despreocupado con la cabeza, meditando las palabras de Kyle.  Jamás había pensado que alguien podría mirarla de esa manera. A sus 16 años, ella aún era tratada como una niña y así era como se sentía muchas de las veces. Había tenido muchos noviazgos o intentos de pero nada había funcionado. En parte porque todos buscaban a la “heredera Ferraz” y no a Danaé, no les interesaba conocerla a ella y por otra parte siempre había estado presente. Alex…
–Digamos que tengo mis dudas naturales –ella le sostuvo la mirada, sintiéndose segura y realmente dejándose llevar por la calidez de él– tú eres un encantador natural.
Esta vez fue él quien rió con fuerza.  Ser llamado un “encantador natural” era extraño, tal vez aún no comprendía del todo el italiano.
–¿Crees que soy un… chico malo? –preguntó él directamente.
–Exacto –afirmó Danaé– los he visto.  ¡Vivo con uno de ellos! –soltó con vehemencia y él la miró con asombro– me refiero a mi hermano, André –aclaró y él respiró de nuevo.  Ella volvió a reír con fuerza.
–Me encanta tu manera de reír –observó–. Es tan real, tan nítida.
Danaé sintió que se sonrojaba y miró hacia otro lado.  Nunca había sido muy buena con el romance aunque su cabeza estuviera llena de escenas de este tipo, solo que…
Él le tomó la mano. Sintió un ligero cosquilleo que la sorprendió.  Jamás había imaginado que podría sentir algo, por muy leve que fuera, con alguien que no fuera Alex.
Sacudió la cabeza intentando alejarlo de su mente.  Kyle interpretó esa señal erróneamente y le soltó la mano. Se levantaron para seguir caminando. No sabía en qué momento pero tenían sus manos entrelazadas; y, por muy rápido que pareciera ir todo, ella no se retiró.  Por primera vez, se sentía bien. No “intentado sentirse bien”, solo bien.
Alex bailó por horas con la joven pelirroja.  Ya ni recordaba su nombre, solo cerraba los ojos e intentaba imaginar que era Aurora a quien tenía con él.  Tomó mucho más de lo que acostumbraba, que era muy poco y en raras ocasiones.  Simplemente intentaba olvidar. Si todo fuera tan fácil como pedir otro trago más.
Se dejó arrastrar por ella hasta uno de los jardines cercanos.  Se besaron con gran pasión y a él realmente poco le importaba lo que estaba haciendo.  Él necesitaba sentir que era alguien. Que a pesar de todo, de que Aurora no lo mirara, él si existía.
La chica susurró algo que él no alcanzó a entender o tal vez no le interesaba, simplemente. La besó un poco más y se alejó. Quería a Aurora con él y esa no era la mejor manera de conseguirlo, precisamente.
Se sentía mareado y desorientado. Escuchaba la música a lo lejos y no tenía ánimo de festejar nada. Intentó ubicarse en esos interminables y confusos jardines pero no tenía éxito alguno.
Cerró los ojos, inspirando profundamente y escuchó una voz tan dulce que pronunciaba su nombre.
–¿Alex? ¡Alex! –se escuchaba alarmada. Él intentó hablar pero se sentía somnoliento– ¿Estás bien?
–Creo que debemos llamar a alguien –escuchó la voz de un hombre.  Claro, jamás estaría sola.
–Yo me quedaré con él. ¿Tú podrías llamar a alguien? –pidió con presteza y pudo sentir la preocupación en su voz. ¿Acaso estaría soñando?
Intentó incorporarse y sintió una fragancia tan suave y encantadora, tenía que ser Aurora.  No lo pensó. Simplemente la besó.
Danaé saltó con los ojos como platos al sentir los labios de Alex sobre ella.  Estaba estática, helada, sorprendida. No podía describirlo.  ¡Alex la estaba besando!
Alex esperaba que Christopher ya se hubiera ido. O mejor que mirara que Aurora no le pertenecía. Sentir sus delicados labios solo hacía que él la amara mucho más. 
Sintió que era empujado y susurró: Aurora… –se quedó finalmente dormido.
–¿Danaé? –preguntó Kyle mirando la aún espantada expresión de ella.
–Me ha besado –susurró llevándose la mano a los labios. Esto no podía haber sucedido. Alex le había besado y luego había dicho algo y se había quedado dormido. Ella estaba en shock–. No le puedes decir a nadie –le miró alarmada a Kyle– debes prometerme que no lo dirás.

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