Durante los días
siguientes, Cole, Bart , los abogados y toda la gente que trabajaba para
él se dedicaron en cuerpo y alma a
limpiar su nombre y calmar los rumores. Y en ese tiempo, Abigail se encargó de
que comiera lo suficiente y durmiera las horas necesarias. También le leyó para
distraerlo e incluso un día prácticamente lo arrastró al parque para un picnic.
Y él se relajó,
dejó que ella lo contuviera y lo
cuidara, disfrutó ver los esfuerzos de Abigail por animarlo y se prometió a sí
mismo salir fortalecido para ser quien
cuidara de ella para siempre.
Cuando la calma
parecía retornar, se vio en medio idea nueva tormenta. Una mujer llegó hasta la
puerta de la mansión reclamando tener un hijo suyo.
Si él quedó azorado
cuando anunciaron la visita y la mujer se presentó con un niño de unos cinco
años, peor fue la sorpresa que se llevó Aby. Llevaba a uno de los gatos en
brazos y quedó congelada en su lugar al escuchar el anuncio que hizo la mujer.
Cole la observó un
segundo a su pajarillo , sus grandes ojos estaban llenos de pena y decepción.
-Antoniette llévate
a Abigail, por favor. Bart, lleva al niño a jugar afuera, mientras hablo con la
señora en mi estudio- dijo Cole y su voz sonó áspera. Lo cierto era que apenas
podía controlar la furia que bullía en
su interior.
Pero había un niño
presente y él mejor que nadie sabía lo frágil que era el espíritu infantil, si
levantaba su tono de voz o actuaba impulsivamente el niño saldría herido.
Guió en silencio a
la mujer hasta la biblioteca, tras
entrar y cerrar la puerta, la enfrentó.
-Ahora quizás
puedas explicarme como puedo ser el padre de tu hijo si es la primera vez que
te veo en mi vida- dijo y la mujer pudo percibir el aura amenazante de Cole.
Instintivamente retrocedió hacia la puerta, pero él se le acercó y la hizo
sentarse.
Fue una
conversación larga, y cuando la mujer salió
se le notaban rastros de haber llorado.
Bart la acompañó a
la salida y luego entró a ver a su jefe.
-¿Está todo bien?
-Sí, aunque luego
deberemos contactarla. Y me temo que nos costará bastante dinero.
-Si se puede
arreglar con dinero, supongo que no es un problema.
-Ahora que tengo
mucho, es lo menos importante. Creí que estabas con el niño, ¿se asustó?
-Antoniette se
encargó de él, yo no soy muy bueno con los niños.
-¿Y Abigail? –
preguntó Cole alarmado. Y su nerviosismo creció más al no obtener una respuesta
inmediata- Bart, ¿ella se fue?
-No, está
esperándolo – respondió finalmente y Cole salió apresurado del despacho para
encontrar a Abigail sentada en las escaleras. Se la veía tan frágil que quiso
correr a abrazarla, pero algo en la mirada de ella lo detuvo, estaba herida.
Entonces notó la forma en que estaba sentada, abrazándose las rodillas, como si
se protegiera, como si intentara ser valiente cuando no lo era. Se le acercó
despacio y se sentó a su lado.
-No es mi hijo.
-¿Estás seguro? –
preguntó ella.
-Sí.
-Puede pasar,
quiero decir…y no me molestaría si tuvieras un hijo, pero…
-Estoy seguro
porque no conozco a esa mujer. Sabes que no he tenido una vida de santo – dijo
y se sintió muy avergonzado, era muy extraño que poco tiempo atrás se hubiese
exhibido con una de sus amantes delante de Aby y que ahora eso fuese una
tortura. Era extraño como el papel de alguien en nuestra vida podía cambiar
tanto en tan poco tiempo- pero a pesar de eso, recuerdo a las mujeres con
quienes me acosté. Y siempre he sido muy cuidadoso, me abandonaron, así que lo
último que haría sería dejar un hijo abandonado. Estoy seguro que no tengo
hijos dando vueltas por allí, créeme.
-¿Seguro? – dijo
ella levantando la mirada hacia él, por primera vez.
- Si alguna vez
tengo hijos, quiero que se sientan amados y protegidos, no que sean fruto de un
accidente o que se pregunten por qué existen – dijo pensando en sí mismo.
-¿Te gustaría tener
hijos? – preguntó ella.
-Sí, alguna vez.
-Tengamos muchos,
entonces, me gustan los niños – dijo ella sorprendiéndolo. Tenía ese talento
para desconcertarlo.
-Muchos – musitó él
y ella le sonrió ligeramente, como un leve rayo de sol asomándose entre un
cielo oscurecido.
Había temido que
huyera, que no le creyera, que lo
repudiara por su pasado libertino, y allí estaba ella pensando en darle muchos
hijos.
Tomó el rostro de la
joven entre sus manos y la besó apasionadamente, se llenó de la calidez de
Abigail, y recordó la sensación del cuerpo menudo de ella debajo de él y de su
piel suave la vez que la había asustado en su habitación. Se separó con la
respiración agitada, controlándose difícilmente.
-Abigail Myrtle
Owen, me vuelves loco- susurró y apoyó su cabeza en el hombro de ella.
- Ya somos dos –
murmuró Aby cuando pudo hablar y su voz aún sonaba temblorosa después del beso.
Cole pasó un brazo por la cintura femenina y la acercó más a él, no quería
soltarla.
Pero los días
buenos parecían negarse a llegar, una semana después, Cole debió enfrentarse a
un incendio en uno de los depósitos del puerto donde había artículos importados
que había comprado para su próximo emprendimiento.
La pérdida monetaria era enorme, pero más allá de eso, la investigación había concluido que el incendio había sido intencional. Estaba seguro que era Malone y cada nuevo ataque lo iba empujando a su antiguo yo, al que quería ir a arreglar las cuentas por sí mismo, sin contemplar las leyes, pero lo detenía su pajarillo.
La pérdida monetaria era enorme, pero más allá de eso, la investigación había concluido que el incendio había sido intencional. Estaba seguro que era Malone y cada nuevo ataque lo iba empujando a su antiguo yo, al que quería ir a arreglar las cuentas por sí mismo, sin contemplar las leyes, pero lo detenía su pajarillo.
Ahora Abigail
estaba en su vida, y quería hacerlo bien con ella. No se salía del infierno
directo a la luz, se transitaba un largo camino de penumbras hasta ver la luz .
Aby era esa luz, y él quería ir hacia ella.
Hizo una denuncia
formal ante las autoridades para que se encargaran de investigar, y le pidió a
Bart que consiguiera gente que mantuviera vigilados los movimientos de Malone.
Iba a reunir las pruebas necesarias de que ese granuja era el responsable de
todos sus recientes problemas, desde las denuncias, hasta el supuesto hijo y
los incendios.
La mujer que se había presentado reclamando la paternidad no le había dado mucha información, le había mencionado que un hombre la había contactado en el burdel donde trabajaba para ofrecerle que hiciera aquello, supuestamente también debería hablar con la prensa, y ella acosada por la necesidad, lo había hecho. El hombre no era Malone, pero Cole estaba seguro que si investigaban podría encontrar la conexión.
La mujer que se había presentado reclamando la paternidad no le había dado mucha información, le había mencionado que un hombre la había contactado en el burdel donde trabajaba para ofrecerle que hiciera aquello, supuestamente también debería hablar con la prensa, y ella acosada por la necesidad, lo había hecho. El hombre no era Malone, pero Cole estaba seguro que si investigaban podría encontrar la conexión.
Fueron días
complicados, días en que incluso volvió a tener pesadillas y despertarse
sobresaltado.
Sus negocios en el
campo requirieron que se ausentara un
par de días, el administrador de la hacienda necesitaba tratar con él directamente, estuvo muy
tentado de pedirle a Abigail que lo acompañara, pero sabía bien que no era lo
correcto, así que se resignó a no verla por un par de días.
El tiempo que
estuvo afuera, se sintió inquieto y ansioso, y no podía dejar de imaginar a
Abigail junto a él. Quería mostrarle aquellas tierras, hablar con ella sobre
sus planes o simplemente compartir un atardecer.
El viaje de regreso
le pareció una eternidad y apenas cruzó el umbral de entrada, buscó a Aby. La
chica venía bajando la escalera y apenas lo vio su expresión cambió, Cole pensó
que podría irse un par de días cada tanto si lo recibían con una alegría tan
sincera, no recordaba que alguien lo hubiese mirado así antes. Corrió hacia
ella y la levantó en brazos para besarla antes de que ella
pudiera decir una palabra. Cabía perfectamente entre sus brazos, toda ella se
adaptaba a él.
-Te extrañé- le susurró Aby cuando se separaron.
-Y yo.
-¿Todo salió bien?
– preguntó mientras él la sostenía aún abrazada cerca.
-Sí, ¿todo estuvo
bien aquí?
-Sí, aunque
faltabas tú y tu encantadora presencia – dijo ella bromeando, necesitaba
relajar el ambiente porque en verdad, cuando Cole había corrido hacia ella y la había besado,
se había sentido abrumada, pero además, había sentido una intensa necesidad de
aferrarse y no dejarlo ir. La sensación de que si dejaba pasar el instante, lo
perdería.
-Puedo ser
encantador, o al menos lo estoy intentando con todas mis fuerzas, los cielos
son mi testigo. Y todo por un pajarillo que disfruta incordiándome.- dijo y solo cuando había dicho las palabras se dio
cuenta de lo fácil que le resultaba
decir aquellas cosas, ya no le importaba resguardarse, sólo quería que ella
supiera lo mucho que le importaba.
-Lo eres, eres absolutamente
encantador Cole Bailey. ¿Cenaste ya?
-No, iré a
cambiarme la ropa y bajo.- dijo él y una vez más aquella situación cotidiana,
aquella familiaridad lo llenó de anhelos.
-Está bien, le diré
a Antoniette- dijo ella y bajó. Cole la observó descender y curiosamente su
mirada se detuvo en el viejo vestido de Abigail. Hubiera querido poder
comprarle ropa nueva, y todo lo que ella quisiera, pero antes tendría que poner
un anillo en su dedo. Y pensaba hacerlo pronto, muy pronto.
Hubo días
tranquilos en los que fueron felices y
ambos creyeron que todo era posible. Pasaron tiempo juntos, plantaron el jardín
de lirios, aunque Cole dijo que el jardinero debía hacerlo, Abigail lo
convenció de hacerlo juntos. Así que después de mucho tiempo regresó al trabajo
pesado y no le molestó ensuciar su ropa cara con tierra.
-Se verá muy bonito
cuando estén todos florecidos- comentó
encantada cuando terminaron la tarea. Cole gruñó en respuesta pero la atrajo
hacia sí y se sentaron juntos en la tierra
para contemplar su pequeño
jardín.
-¿Hay algo más que
quieras?- preguntó Cole entrelazando sus dedos con los de ella, la joven ya no
usaba sus guantes, pero era reacia a mostrar sus manos quemadas. Sólo cuando
tocaba el piano o lo acariciaba parecía olvidarse, él la acarició los dedos con
delicadeza.
-No despertarme-
musitó Abigail y se reclinó contra él.
-¿Despertarte?
-Esto es un sueño, un precioso sueño del que no quiero
despertarme- dijo ella suavemente.
-No es un sueño,
Abigail. Es la primera vez que lo pienso , pero es una realidad y es mucho
mejor que cualquier sueño.- Dijo él y lo creía, de hecho había empezado a
pensar que todos sus sufrimientos del pasado tenían que ver con este momento,
eran una forma de equilibrar su
felicidad actual y la que vendría en los días futuros.
Al día siguiente
fue a comprar el anillo con el que le pediría matrimonio a Abigail Myrtle Owen,
pero a la tarde los castillos en el aire empezaron a derrumbarse.
Bart llegó herido a
la mansión, había realizado unos trámites en el banco a pedido de Cole y al
salir, había sido asaltado. Y aunque tratara de restarle importancia al hecho,
ambos hombres sabían que aquello no había tenido nada de accidental.
La herida no ponía
en peligro su vida, pero al menos tenía un par de costillas rotas y un tajo
importante en el abdomen.
-Descansa. - dijo
Cole después de que el médico lo atendiera.
-No tienes que
preocuparte, estoy bien- insistió el hombre.
-Y estarás mejor si
descansa- insistió antes de salir de la habitación.
-Cole…- lo llamó
Bart y él se volvió a mirarlo- No hagas ninguna estupidez, estoy bien.
-Pero podrías no
estarlo, no te preocupes, solo voy a parar esto.- dijo saliendo.
-¡Maldición!-
masculló Bart y a pesar del dolor se
paró y salió al pasillo a llamar a Abigail. La chica se apresuró a ir hacia él
y lo urgió a que regresara a la cama.
-Detenlo- no
importa lo que debas hacer pero detenlo – le dijo y su tono de voz fue tal que
la muchacha salió corriendo sin pedir ninguna explicación. Alcanzó a Cole justo
antes de que subiera al coche.
-Cole…- lo llamó
y se colgó a su brazo.
-Entra Abigail, y
no salgas hasta que regrese.
-No. No vayas.
-Entra – insistió y
se soltó de su agarre. Abigail se puso delante de él, bloqueándole la puerta
del carruaje.
-Por favor, por
favor, Cole, no vayas.
-Tengo que
detenerlo.
-No vayas. Bart me
pidió que te detuviera, no hagas esto cuando él no desea que te manches las manos
por él. No lo hagas.
-Quítate Abigail –
le dijo y la furia que sentía en su
interior hacía que su voz fuera temblorosa.
-No- respondió ella
y lo miró con determinación. Cole trató de quitarla pero Abigail se abrazó a él
con todas sus fuerzas
-Quédate, quédate
conmigo. Tengo miedo, quédate.
-No dejaré que te
pase nada.
-Tengo miedo de
perderte, no vayas – dijo ella y Cole sintió como su voz se quebraba y empezaba
a llorar. Y eso lo detuvo.
-Ya puedes
soltarme, Abigail- le dijo palmeándole la espalda suavemente.
-No voy a soltarte
– insistió ella aún entre sollozos.
-No iré a ninguna
parte, pajarillo. Suéltame.
-No. Voy a quedarme
aquí.
-Entremos ,
Abigail. Ya es tarde, debes regresar a tu casa, prometo quedarme y no ir a
ningún lado esta noche.
-Voy a quedarme
contigo, no dejaré que hagas nada peligroso- insistió ella tercamente. Cole
gruñó suavemente, la chica era pequeñita pero estaba aferrada a él con fuerza,
tanta decisión para salvarlo lo conmovía., pero no podían quedarse así toda la
noche. La levantó en brazos y ella lanzó una exclamación de sorpresa.
-Entremos – dijo
cargándola hacia la casa y Aby enredó sus brazos con fuerza alrededor del
cuello masculino- Ya prometí quedarme,
¿no vas a soltarme? – preguntó y ella
negó moviendo la cabeza contra su hombro- ¿Tampoco piensas ir a casa?
-No…-susurró ella.
Cole la entró
cargando y fue con ella hasta la habitación de Bart.
-Bien hecho, aquí
estoy – le dijo al hombre que lo miró aliviado- Ahora dime, ¿vas a hacerte
cargo de la ruina de esta damita? Porque este terco pajarillo dice que se
quedará conmigo esta noche y que no regresará a su casa. Prometí quedarme,
pero ella insiste.
-Le pedí que te
detuviera, es absolutamente confiable.
-Es una insensata –
dijo él como si ella no estuviese presente.
-Cásate con ella,
lo vale.- dijo Bart.
-Por ahora la
enviaremos a casa- dijo Cole y la bajó al suelo. Aby seguía sin soltar su
cuello.
-Ya puedes soltarlo
muchacha, no irá a ningún lado. Su mirada ya cambió – dijo el hombre.
-¿Escuchaste? Seré
un buen chico esta noche, pajarillo, así que suéltame.- dijo suavemente y ella
finalmente lo hizo. Lo miró detenidamente para asegurarse que lo que decía Bart
era cierto, y comprobó que su mirada ya
no parecía la de un hombre enloquecido sino la de uno muy cansado.
Él acarició el rostro de la muchacha donde
estaban las huellas de las lágrimas.
-Ve a casa, dile a
Antoniette que te acompañe.
-Lo prometiste-
dijo ella recordándole que no hiciera nada peligroso.
-Lo sé. Ve a buscar
al chofer para que las lleve.- dijo y ella miró a Bart para estar segura de que
podía confiar en él.
-El jefe habla en
serio, ve niña. Estamos bien – dijo animándola y ella hizo un breve gesto de
asentimiento antes de retirarse.
-Me preocupa que te
haga más caso a ti que a mí.
-Yo la contraté,
después de todo. Y parezco más confiable- bromeó Bart.
-Tengo muchas cosas
que agradecerte, Bart, pero creo que
nunca será lo suficiente por
haber traído a Abigail.
-Bueno, no sonabas
muy contento en ese momento.
-Ya deja de hablar
y descansa, tienes que recuperarte pronto.
- Sabes que soy un
tipo duro, he recibido palizas peores que esto.
-Lo sé, pero
también sé que uno va perdiendo la costumbre de ser golpeado, nos estamos ablandando,
viejo amigo.
-No hagas
tonterías, Cole – le advirtió antes que se retirara de la habitación y él
asintió levemente.
Cole.. espero no se meta en problemas, un gusto saber más de esta bonita historia
ResponderEliminarsaludos