A
decir verdad, cuando abrió la puerta enorme de su granero y entró solo en
compañía de su prima, que se dio cuenta de lo bien que habían captado el
mensaje los peones captores de Alex. Se hallaba todo perfecto y precioso…
Alucinaba
y su prima Elisabeth también, por su mirada asombrada.
Pero
se hallaba sentado de forma enfurruñada en la silla, debajo de todo un precioso
alumbrado de cables y bombillas de diferentes tamaños, atadas por el techo y
por las columnas. Digno de una noche de baile de verano.
Sí,
todas iban a estar cómodas en el lugar, además de poder sentarse en las más de
treinta sillas que habían dispuestas delante del joven, sin dejar de contar los
fardos de paja que habían por ahí discretos.
El
ruido de la enorme puerta al volver abrirse, hizo que se voltearan para ver
como los peones, traían los dos tanques de nevera que empleaban en las
barbacoas, repletos de frescas bebidas.
Sí,
en cuanto llegaran los otros dos chicos… Su despedida de soltera daba comienzo.
-Creo
que mi juego, no tiene ni punto de comparación con lo que estas preparando aquí
–Habló Alex, empleando cierto tono tosco-. Ojo con la represalia que pueda
acarrearte.
Silvia,
se volteó con Elisabeth a escucharlo, pero quien respondió con gran
socarronería, fue uno de los peones que había traído el tanque frigorífico.
-Chaval
–Soltó riéndose-. Creo que cuando acabe ésta noche, se te quitaran las ganas de
devolverle su propia venganza –Meneó la cabeza con sonrisa torcida-. Con
decirte, que vamos a quedarnos aquí, para divertirnos un rato.
Alex,
juntó las cejas y alzó sus dos manos con el dedo corazón estirado hacia el
hombre, para después volver a prestarle atención a las dos mujeres.
-Tú
misma –Se alzó de hombros-. Que luego no te carcoma la culpabilidad, por
hacerle eso a un miembro de tú familia.
-¡Que
va! –Se rió ella-. Puedes estar tranquilo, pues solo debes mirarlo, como el
ritual de bienvenida a mí propia unidad familiar –Soltó con un guiño de ojos,
para darse la vuelta al oír como daban varios golpes a la puerta-. Veamos, si
han llegado los acompañantes de Alex, sino, se tratará de calmar a la marabunta
–Informó caminando a la salida, pero a casi dos metros de llegar a la puerta
sus pies se clavaron en seco en el suelo arenoso del lugar, cuando sus ojos
vieron entrar a dos agentes de policía.
Por
un momento, se miraron petrificadas hallando en el lugar al chico atado y
semi-desnudo, claramente en contra de su voluntad.
-Dime
que los has contratado tú –Siseó acojonada Silvia a su prima, pero apto para
los oídos de Alex.
-Ni
de coña –Respondió entre dientes con la espalda tensa-. Pedí a cuatro vaqueros,
con el torso desnudo, para que éste listo, no se sintiera como el grupo de
Village People…
-Pues,
creo que tenemos un problema –Su voz temblaba nerviosa, mientras éstos iban
hacia ellas con las manos en sus cinturones y revisando, todo el lugar con ojo
de halcón.
-¿Crees
que haya podido ser tú madre? –Soltó incrédula.
-Es
posible… -Se encogió de hombros-. ¿Srs. agentes, en qué podemos ayudarles?
-
¡A dejarme en libertad listillas! –Rió en éxtasis el hombre-. ¡Srs. Agentes!
–Los llamó a pleno pulmón y eufórico-. Me tienen en mi contra, para no sé qué
ritual…
Tanto
Sabrina como Elisabeth, soltaron un profundo suspiro. Por saber, que empezaba
un pequeño desastre.
-Ahí
va, mi mal ejemplo a mis gemelos –Se quejó por lo bajo Elisabeth-. Mi marido me
mata.
-Y
yo mataré a mi madre, como haya sido ella –Gruñó por lo bajo Sabrina, en espera
de que éstos dijeran algo.
-Buenas
noches –saludó el agente con más mando-, la dueña o dueño, por favor –Demandó
con tono calmado, tras haber mirado un instante al maniatado de Alex.
-Yo
misma –Pronunció con la boca seca, y sintiéndose peor que si te llevaban al
despacho del director.
-Verá
–Empezó hablar con tono serio y calmado-, no solemos acudir a los avisos de
ésta zona, pero hoy su comisaría tuvo que acudir a un jaleo, en donde se
chocaron dos camiones con conductores ilesos, pero el ganado de los dos se
desperdigó.
-¡HO,
vaya! –Soltaron las dos a la vez con tono harmonioso.
-¿Necesitan
ayuda? –Saltó veloz Silvia-. Puedo hacerles llegar a mis hombres con caballo…
-¡Me
apunto! –Vociferó Alex-. ¡A qué esperan señores! –soltó algo exasperado.
Elisabeth,
se giró a fulminarlo con la mirada. Pero éste sonrió con chulería y volvió
alzar su dedo de forma insultante.
-Muchas
gracias –Sonrió el agente con amabilidad-, pero creo que ya se ofreció gente
suficiente…
-¡Oh,
que maravilla! –Sonrió Silvia-. Aquí somos como una gran comunidad, rápido
estamos para echar una mano…
Alex
volvió a cortar sus palabras.
-Eso
quiero hacerle a tu prima en su lindo cuello… -Rió con un guiño-. Echarle la
mano.
-Capullo
–siseó la mujer, recibiendo un codazo en las costillas por parte de Silvia-.
¡Pero si es que es verdad! –Se quejó sin poder comportarse más-. Srs. agentes,
esto parece una cosa, pero en verdad no lo es.
-¡Y
un cuerno! –Ladró Alex-. En mi ciudad, se cataloga como Secuestro.
-Un
segundo por favor –Volvió hablar el agente, alzando las palmas para infundir
calma-. Nosotros acudimos por la queja de un vecino, de que había un enorme
tráfico de coches con música alta… Éste, temía que fueran a montar una fiesta
en algún pasto de alguna propiedad, como una especie de macro-fiesta sin
permiso…
-Oh
–soltó en un gemido Silvia.
-Pero
se han topado con un secuestro –Acabó de decir Alex-. Vas a tener que besarme
el culo Elisabeth, para que no te pongan las esposas –Soltó con una gran
risotada.
-Cierto
que me gustaría saber a qué se debe
tener atado a ése hombre –Confesó con una media sonrisa, y llevando su mano
cerca de su pistola, que descansaba en su cinturón marrón chocolate-. Quien no
para de proclamar libertad.
-¡Jodete
Elisabeth! –Volvió a reír-. Te dije que mi trasero es peludo….
-Dilo,
antes de que lo mate y me acusen de asesinato en primer grado –Declaró
Elisabeth con tono amenazante.
-A
nada tan rebuscado a cómo pueda llegar a imaginar su mente –Intentó indicar con
tono claro-. No se trata de un secuestro de ésos…
-Pero
entonces, me está afirmando que es un secuestro.
-Sí,
pero…
-¡No,
no señor agente! –Saltó enérgica Elisabeth, con cierto tono exasperante-. Mi
prima, no se ha sabido explicar de forma adecuada –intervino con sonrisa
nerviosa y ceño fruncido seguidamente-. Y no logro entenderlo, siendo quien
carajo es… -Masculló entre dientes-. Creo que la falta de cierta descarga
física de adrenalina, la está dejando atolondrada.
-¡Oye!
–Protestó Silvia ofendida-. Es solo que no me habéis dejado acabar de explicar
esto –Protestó con cierto enfurruñamiento, mientras embarcaba el espacio
envolvente con sus brazos.
-Pues
aclárenos ya la situación –soltó comenzando hallarse impaciente y confuso.
-Bien
–Asintió con un gesto afirmativo de cabeza-. Se halla ahí maniatado y
semi-desnudo, porque ofrecí cierta recompensa compensatoria a quien me lo
capturara y…
-Kevin
–Habló con tono enérgico el agente-, desata al joven –Ordenó, mientras extraía
sus esposas del lateral derecho de su cinturón y miraba, a una Silvia confusa
por su actuación-. Sus manos tras la espalda.
-¡Qué!
–Soltó confusa y observando como su prima, se llevaba dos dedos al puente de la
nariz y hacía un gesto negativo de cabeza-. Un momento, no me dejó terminar…
-Creo
que ya escuché más que suficiente y viendo lo que hay aquí –Soltó tosco-.
Quiero sus manos tras la espalda.
Silvia,
se quedaba paralizada mientras el agente le sujetaba con poca delicadeza, para
amarrarla por las muñecas con las frías esposas.
No
salía de su estupor, que estuviera ocurriéndole algo como aquello.
¡Era
cosa impensable! Se suponía que en un rato, debía acudir al encuentro con
Donovan en su dormitorio.
Alguien
debía estar robándole su suerte. No se explicaba los embrollos que tenía
últimamente.
Cuando
notaba el frío metal, abrazarle las muñecas, es cuando tenía a un Alex,
bailando la danza de la victoria enfrente suyo. Mientras el tal Kevin, se
acercaba hacer lo propio con sus esposas a una resignada Elisabeth, con deseos
asesinos en la mirada hacia el bailarín culpable.
-Eres
hombre muerto –siseó Elisabeth-, cuando se entere mi marido de todo.
Alex,
solo supo giñarle un ojo comenzando a caminar hacia la salida, y diciendo adiós
con su mano.
-¡Vigo,
ya estas soltando a mi hija si no quiere que lo nuestro termine! –Exclamó en
una orden Margaret, mirando al agente de policía con más mando.
-¡Margaret!
–Dio un brinco en el sitio sorprendido-. ¿Es tú hija?
-Sí
–Asintió con la cabeza-. Estas cometiendo un gran error –Caminó hacia ellos-.
Se trata de una despedida de soltera de mi hija –Buscó con la mirada a Alex,
quien se hallaba quieto y mostrando cierta desconfianza-. Él, se buscó
convertirse en parte del espectáculo, mascota de la noche y pasando a ser,
parte de un sorteo benéfico. En donde la premiada, lo tendrá por un día entero
–Dijo con gran convicción-. Es solo, que él no supo aceptar el perder.
Un
minuto de silencio, donde Kevin esperaba ordenes. Margaret miraba a su agente y
Silvia, miraba a su madre con el ceño fruncido. Mientras que Alex, entrecerraba
la mirada a la sonrisa pícara de Elisabeth… Y Vigo, meditaba mirando al suelo.
-Kevin,
devuelve al joven tal como estaba –Dijo, abriéndole las esposas a Silvia, pero
dejándoselas aún puestas en sus muñecas, para ir a reprender a Margaret-. Estas
cosas se avisan, mujer –soltó un profundo suspiro.
-¡Me
niego a ser un títere! –Soltó Alex, cuando Kevin se le acercaba con las esposas
en la mano, causando que éste arrancara a correr hacia la puerta, pero
deteniendo sus pasos una vez que olió la noche de verano que hacia-. Pero qué
cojones… -Pronunció asombrado ante la marabunta de mujeres que había afuera,
antes de que el joven agente, lo tumbara con un fuerte placaje y lo amarrara de
las muñecas con las esposas.
Dos
minutos después, Alex volvía a entrar todo lleno de polvo y el pelo revuelto,
dejando que Kevin lo anudara casi como al principio.
-En
éste pueblo no andáis muy bien de cordura –Masculló con cierto resoplo,
observando como Elisabeth se le acercaba toda sonriente-. ¡Mi consejo, es que
te muerdas la lengua, pequeña víbora! –Soltó ofuscado y mirada llena de
reproche.
-Oh,
pobrecito –Soltó con tono de burla-. El poderoso Alex, se siente enfadado…
-¡Silvia,
llévatela porque no me hago responsable, cuando me soltéis! –Exclamó con los
nervios revolucionados.
-Por
qué eres así conmigo –Siguió con tono de puchero-, con lo mucho que te quiero –Dijo
lo último con cierto tono de confabulador.
-Seguro
que me ponen al lado una enorme serpiente y a ti una pala en la mano, y soy yo
el que acaba apaleado –Señalizó con sarcasmo.
Elisabeth
solo supo echarse a reír de forma escandalizada.
-Mira
que me haces pasar buenos momentos tontín –Confesó con mirada alegre-. Cuando
el sol vuelva aparecer en el horizonte –empezó hablarle casi en un susurro,
tras dar dos pasos y acercarse a su oído-, pensaras todo lo contrario de Silvia
y de mí –Confesó sincera y risueña, para alzarse y darle un beso en el aire con
la mano, dejando al hombre un tanto confuso-. ¡Hace falta agua, esta otra vez
muy sucio!
-Al
abrevadero otra vez no, por dios –Suplicó alzando los ojos al techo del
granero.
Pero
Silvia, se hallaba muy lejos de hacerle caso a los gritos de Alex.Ésta, aún se
hallaba quieta en el mismo lugar con la mirada clavada en su madre.
-Os
recuerdo que no estoy sorda –Dijo con cierto tono tosco, dirigiéndose también al
agente Vigo-. Ciega, parece que sí –Rebufó cruzándose de brazos-. Pero sorda,
ya os recalco que no –Dijo alzando una ceja en espera de una explicación.
-En
verdad, hasta hace unos minutos –Comenzó la mujer su explicación con cierta voz
nerviosa-. Era nuestro secreto –Soltó un profundo suspiro-. Aún, no teníamos
pensado decir nada…
-Eso
quiere decir, que estáis entonces juntos –Afirmó Silvia, mostrando una leve
sonrisa.
-Supongo
–Confesó mordiéndose el labio Margaret.
-¿Cómo
qué supones? –Reprochó la chica.
-¡Eso!
–Soltó divertido el agente Vigo.
-¡Hay
hija! –Soltó algo alterada -, no creo que sea el momento de hablar, con toda la
gente que hay esperando por entrar.
-¿Qué
ocurre ahora? –Preguntó Elisabeth, apareciendo con sonrisa en el rostro y
captando solo lo último dicho por Margaret.
-Aquí
mi madre –Empezó a chivarse con tono risueño, aunque su madre le dedicara una
mirada asesina-. Que por lo visto ha estado descargando su adrenalina acumulada
en los últimos días o meses –Alzó una ceja riendo-. A base de buenos polvos con
el agente Vigo –Rió-. Mientras su hija solo mordía el polvo del rancho. Ahora
comprendo algunas cosas.
-Pero
que calladito te lo tenías tía Margaret –Rió también la joven.
-¡Por
favor! –Volteó los ojos con las mejillas sonrojadas-. Vigo, será mejor que
vuelvas a…
-No
seas borde mamá con los invitados en nuestra casa –Rió Silvia, impidiendo que
el hombre se marchara, sabiendo que aquello exasperaría un poco más a la mujer-. Le apetece tomar algo fresquito,
para ésta alocada y acalorada noche… Total, creo que ya tenemos cierta confianza...
–Rió divertida-. Se acuesta con mi madre, a mí me ha esposado y creo, que
acabará por desposar a mi madre –Dijo, logrando que el hombre riera junto con
su prima, al tiempo que su madre agarraba al agente por el brazo y lo sacaba a
empujones de allí.
Tanto
Silvia y Elisabeth, seguían riéndose mientras su madre se llevaba arrastras al
buen hombre.
-Bueno
–Soltó un suspiro Silvia-. Creo que por fin podré ser la anfitriona de la
noche, dando lugar al comienzo de la fiesta, ya que todo vuelve a estar como se
planeó.
-¡OH!
–Exclamó su prima mirando sus manos y rompiendo a reír-. Fíjate si estaba
nervios a tu madre, que se lo ha llevado sin que el hombre pudiera llevarse las
esposas.
-Lo
sé –Le guiñó un ojo con aire picarón.
-Vaya,
vaya… -Siseó por lo bajo-. Veo que tienes planes para ésas esposas…
-Míralo,
como si estuviera realizando un estudio de campo para mi novela –Soltó traviesa,
caminando hacia la puerta y guardando las esposas, en su bolsillo derecho
trasero.
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