Beth sonrió. No era la primera
persona que hacía esa observación sobre algún miembro de su familia. Era una
historia familiar bastante complicada en ciertos tramos, por lo que intentó explicarle
brevemente a Lucian.
- Su padre, Stefano, es mi
hermano. Para ser más precisa, es mi hermanastro. Mi padre tuvo un hijo muy
joven, mucho antes de casarse con mi madre, y como Stefano también se casó muy
joven, tuvo hijos antes y… por eso, Marcos si es, en efecto, mi sobrino. Aunque
preferimos llamarnos primos o algo por el estilo, para evitar las explicaciones
complicadas –rió Beth- aunque agradezco que no fuera Rose quien estuviera aquí
–Lucian lucía bastante confundido- la gemela de Marcos, mi sobrina también.
- Complicado… -soltó el aire
lentamente Lucian- tu familia es… ¿numerosa?
- Podría decirse que sí –Beth
sonrió- ¿sabes lo que estaba a punto de hacer antes de que me llamaras?
- ¿Irte a algún lugar muy lejos
de mí? –bromeó.
- No, estaba a punto de tomar un
avión privado para ir a verte.
- ¿Qué? –Lucian exclamó
sorprendido- ¿tienes un avión privado?
- Yo no… -negó Beth- el mejor
amigo de mi padre, sí.
- ¿Él también es parte de tu
familia? –preguntó curioso.
- Como si lo fuera. Lo recuerdo
desde que era una niña, presente en nuestra casa, la hermana de él quería
casarse con mi padre, antes de sus dos matrimonios lo intentó.
- ¿Los dos matrimonios de tu
padre? –Lucian inquirió y Beth asintió- por supuesto, tu madre fue su primera
esposa y su actual esposa es la segunda.
- Si, Danna. Como era una niña
cuando se casaron y la quería mucho, es prácticamente como mi madre también.
- Si que es una historia
interesante la de tu familia –sonrió- digna de una telenovela. ¿No te parece?
- No me gustaría verla en
pantalla –se quejó aunque sonreía también- y hay muchas cosas más que no tienes
ni idea.
-
Creo que ha sido suficiente información por el momento –suspiró Lucian cerrando
los ojos por un momento- me gustaría conocerlos y de ahí estaré dispuesto a
escuchar más historias.
- Tú lo pediste –Beth se burló-
conocerlos… no imagino por qué…
- Pero los conoceré, ¿verdad?
–preguntó con desconfianza.
- ¡Claro que si, Lucian! ¿Qué
piensas? ¿Qué organizaré una boda secreta para que así nadie más sepa que
existes y que nos casamos?
- Podría pasar –él contestó, y
parecía que lo creía en verdad. Beth puso en blanco los ojos- pero recuerda que
si no los conozco, no habrá boda.
- ¿Serías capaz de dejarme
plantada en el altar?
- Si –respondió velozmente y
Beth abrió la boca con sorpresa- no pongas esa cara, te advertí que habían
condiciones.
- Pues aquí te va una
advertencia –Beth habló muy seria- si me dejas ahí… no vivirás para contarlo.
Lucian soltó una carcajada de
diversión pero de inmediato negó firmemente. Beth suspiró exasperada, sabiendo
que los ojos brillantes de Lucian solo podía significar que estaba conteniendo
la risa. No le veía la gracia.
***
Menos de una semana después,
Beth tenía todo listo para la gran fiesta de compromiso de la noche. Sus padres
habían estado sorprendidos, por decirlo ligeramente, aunque tenían sus
sospechas sobre la vida privada que llevaba en secreto, pero no entendían por
qué lo hacía. Ella sí. No les había mencionado la profesión tan particular de
Lucian. Sabía que tarde o temprano tendría que hacerlo, alguien lo reconocería…
Suspiró mientras miraba
evaluadoramente el vestido que llevaba para esa noche. Había ido de compras con
Danaé, su hermana y Danna su madre esa misma tarde para el gran acontecimiento.
Se sentía nerviosa y se alegraba, sorprendentemente, de que Lucian pidiera
primero una fiesta con su círculo amplio de amistades porque así, no tendría
que someterse de primera a la evaluación minuciosa de su gran familia.
Él no tenía ni idea de lo que le
esperaba cuando fuera la cena familiar. Beth sintió que le recorrió un
escalofrío. Ella tampoco sabía que esperar.
A
su llegada, había saludado con sus padres mientras esperaba que llegara Lucian,
quien había ido a recoger a su madre. Sus hermanos, André y Danaé estaban
cerca, pero luego Danaé desapareció de su vista y André… bueno, él estaba con
una nueva chica y eso no era nada nuevo, lastimosamente.
Lucian hizo su entrada del brazo
de su madre y estaba guapísimo. Llevaba un traje que le calzaba a la perfección
y su cabello estaba cuidadosamente peinado mientras sus ojos azules brillaban
con diversión. ¿Cómo era posible que no estuviera ni un poco nervioso? Ella,
que siempre era firme, sentía que temblaba y él… ¡parecía tan cómodo!
Hicieron las presentaciones
respectivas, sus padres saludaron a la madre de Lucian, intercambiaron breves
comentarios antes de realizar el brindis del caso. Beth ni siquiera había
notado cuando ya estaban compartiendo con los invitados, personalmente y habían
dejado de ser el centro de atención porque ya no se encontraban en el lugar más
notorio del salón. Suspiró aliviada mientras sus pasos los dirigían hasta un
grupo de jóvenes que conversaban alegremente.
- Luciano –empezó Beth, para
fastidiarlo y él puso los ojos en blanco- ya has conocido a mi sobrino –dijo
señalando al hombre que los había encontrado en el restaurante- Marcos y, ella
es Rose, mi prima Aurora –Aurora sonrió- mi hermano André, y un amigo de la
familia Christopher. Esta es mi hermanita menor, Danaé –aludió a la joven que
se acercaba. Lucian sonrió.
- Mucho gusto, Luciano –Danaé lo
miro detenidamente, como analizando cada rasgo de su rostro- ¿Te conozco de
alguna parte? ¿Eres italiano? -preguntó con curiosidad.
Lucian empezó a abrir la boca
para contestarle pero Beth se adelantó, negando la posibilidad de que se
conocieran porque no era italiano, justificó al final. Él se sintió un tanto
irritado pero decidió que ya llegaría el momento en que tendría que decirles a
todos quien era, y lo haría la misma Beth, así que no debía enfadarse
demasiado.
Beth sintió un ligero escalofrío
recorrerla ante la perspectiva de que Danaé pudiera conocer a Lucian. Su
carrera, no sabía porque le era tan difícil aceptarlo pero lo era. Suspiró
cuando Danaé abrió nuevamente sus labios.
- Beth, ¿hablaremos luego?
–pidió con una pequeña sonrisa su hermana menor- tengo algo importante que
contarte, pero no ahora.
Beth puso los ojos en blanco,
pero asintió. Sabía que ella le interrogaría, era su especialidad, después de
todo y estaba acostumbrada.
-
¿Y cómo se conocieron? –intervino André con una sonrisa divertida- ¿se puede
saber cómo convenciste a mi hermanita de casarse?
- Lo dices como si fuera… tú
–Beth clavó sus ojos verdes en él- yo no tengo ningún problema en comprometerme
y estar con una sola persona.
- Yo no… -André amplió la
sonrisa- ¿para qué negarlo? ¡Tiene razón!
Todos soltaron una carcajada y
Lucian se sorprendió. Había pensado que discutían, pero al parecer, era una
especie de broma. ¡Qué sentido del humor tan particular!
- Nuestras circunstancias fueron
particulares –contestó Lucian a André- la conocí en su fiesta de cumpleaños.
- Americano –habló Rose
mirándolo con curiosidad- creo también haberte visto por algún lado.
- Yo ya lo había visto –Marcos
señaló y todos lo miraron- pero tampoco conozco la historia, en absoluto.
- Una lástima, al parecer es muy
interesante –intervino Christopher y Beth suspiró con fastidio. Lucian los
ubicaba rápidamente, intentando seguir el desarrollo de la conversación en un
italiano bastante rápido para su gusto.
- ¿Hablas italiano fluidamente?
–preguntó con educación Aurora, con una leve sonrisa- la costumbre hace que
olvidemos el preguntar para que puedas participar activamente en nuestras
desordenadas conversaciones.
- Hablo italiano, había pensado
que fluidamente pero si me pierdo un poco –confesó Lucian agradecido- sin
embargo, continúen, es muy entretenido. Solo una precisión –todos lo miraron-
soy Lucian, no Luciano como Beth tan amablemente me ha presentado.
- ¿Ni siquiera sabes su nombre?
–exclamó horrorizado André mientras Beth le daba un ligero golpe en el costado
con el codo, que él esquivó con rapidez- olvidas que te conozco, hermanita.
- Odia que lo llame así –Beth
los miró a todos con una sonrisa divertida- pero a mí me fascina fastidiarlo.
Eso es todo, sé cuál es su nombre. Lucian Beckett, ¿lo ves? –clavó sus ojos en
André con intención.
- ¡Lucian Beckett! –escuchó él
que pronunciaban a sus espaldas- ¡sabía que te había visto en otro lugar! –giró
y se encontró con una joven de ojos dorados y cabello negro, que al parecer,
todos conocían también, menos él.
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