domingo, 22 de mayo de 2016

Sólo por ti 27° - Gaby Ruiz



Beth estaba decidida. Llegaría a América aún si tuviera que ir en barco, lo cual por supuesto, no sería nada productivo porque llegaría demasiado tarde. Pero estaba dispuesta, y haría lo que fuera necesario. Incluso si eso conllevaba pedir prestado un avión privado a alguien.
Sebastien Lucerni era su padrino de bautizo, un gran amigo de su padre y prácticamente parte de su familia desde que ella recordaba. Siempre le había tendido la mano y mantenían una relación muy estrecha. Y él tenía un avión privado, nada más y nada menos. Así que bien podría pedírselo… ¿podría hacer que despegara inmediatamente, nada más llegar a Italia?
Había llamado y Sebastien le había dicho que no habría problema. Que le informara en cuanto estuviera lista y él, personalmente, lo dispondría todo. Cerró los ojos, pidiendo para sí, que funcionara.
Cuando llegó, el piloto le informó que Sebastien estaba en camino, posiblemente viajaría también y debían esperar. Beth suspiró, ¿qué podía hacer si él era el dueño del avión?
Extrañada, respondió su teléfono. Era Sylvie quien le llamaba.
- ¿Si?
- ¡Beth, debes quedarte en Italia! –gritó.
- ¿Qué? ¿Por qué? –Beth contestó extrañada- de hecho, estoy a punto de…
- En verdad, debes quedarte –insistió.
- Pero… es una locura, Sylvie. ¿Apenas recibieron mi mensaje de que la fiesta no se cancelaba? ¡Estaré ahí, lo prometo!
- No lo entiendes, debes quedarte en Italia –repitió con cansancio.
Beth suspiró poniendo los ojos en blanco con impaciencia. Primero se retrasaba su vuelo porque Sebastien había decidido que también iría a América, a L.A. la sede de su empresa seguramente. Ahora, una de sus amigas insistía en que no debía ir. ¿Qué les pasaba a todos?
***
Lucian tomó su maleta y prendió su teléfono antes de salir del aeropuerto. Tenía varios mensajes de voz de Sylvie, en los que le pedía que le llamara. Sonaba urgente. ¿Ahora qué?
- ¿Cuál es la emergencia? –rió él y Sylvie gritó.
- ¡¡Lucian!!
- No hace falta que me dejes sordo –bromeó- te escucho claramente.
- ¡Finalmente! Debes llamar a Beth.
- ¿Qué? Pero yo…
- ¡Ahora!
- Sylvie, deberías calmarte y…
- ¡Solo hazme caso, ahora! –insistió y colgó. Lucian suspiró exasperado. Definitivamente, las mujeres eran un enigma.
- Hola Beth –saludó Lucian jovialmente.
- ¿¡Lucian!? –su asombro era evidente- ¡Qué…!
- ¿Sorpresa? –sugirió él mientras Beth permanecía en silencio- no entendí bien por qué pero… ¿dónde estás?
- ¿Qué? ¿De qué estás hablando? –si él no entendía, Beth mucho menos.
- Necesito que hagas algo por mí, Beth.
- ¿Por ti? ¿Qué necesitas, Lucian?
- Ve al aeropuerto –pidió.
- ¿Qué? Pero ¿por qué yo…?
- ¿Podrías, por una vez no preguntar, y solo… hacerlo?
- Pero, es que tú no lo entiendes, yo estoy a punto de…
- Beth, escucha –Lucian soltó con impaciencia- haz lo que te pido.
- No me gusta esto –se quejó Beth- ¿y qué se supone que buscaré?
- Te encontrarán –respondió y colgó.
Beth se resignó a que, como los días anteriores, nada le saldría tal como había planeado. ¿Qué se suponía debía esperar en el aeropuerto? Además, aun existía la posibilidad de que Lucian se hubiera enterado y, sencillamente, no la quisiera ver. Por eso Sylvie había insistido tanto en que no fuera y Lucian le había pedido… bueno, le había pedido algo totalmente extraño.
¿Qué iba a hacer? Ir al aeropuerto a esperar algo que no sabía o tomar el avión que prácticamente estaba listo e ir al encuentro de Lucian. La decisión aparentaba ser fácil. Quizás demasiado fácil.
Mientras entraba en el aeropuerto, Beth le envió un mensaje agradeciéndole a Sebastien y disculpándose por el tiempo que le había hecho perder. Esperaba que él si viajara o todo sería en vano. Le había dicho a la asistente de él que le avisara pero ella se sentía en la obligación de enviarle aun cuando fuera un mensaje. Podría hablar con él más tarde, ahora dejó su celular y miró a su alrededor, analizando cada posible espacio.
Pero seguía sin ver nada. ¿Qué estaba buscando? Quizás por eso no lo veía.
Empezó a impacientarse. Si esto era una broma… bueno, se lo merecía. De alguna manera, imaginaba, debía pagar el hecho de no estar con Lucian en su cumpleaños cuando se lo había prometido. ¿Por qué lo había hecho?
Si pudiera retroceder el tiempo, tenía la esperanza de que de alguna manera, habría tomado las decisiones correctas.
- Beth –escuchó a sus espaldas y estuvo a punto de desmayarse. Y ella, no era una mujer que se desmayara. No recordaba si alguna vez lo había hecho y… ¡estaba divagando!- Beth –repitió.
- Lucian –giró, sin poder creer lo que veía. ¡Era Lucian! Él estaba en Italia. ¡¡Lucian!! ¿Qué hacía ahí? Bueno, no le importaba demasiado. ¡Él estaba en Italia!- Lucian –susurró y lo abrazó. No le importó que estuvieran en un lugar público, a la vista de cientos de personas ni si él era famoso y podía ser reconocido por alguien. No, él era tan solo Lucian y estaba ahí, a su lado. No quería soltarlo jamás. ¡Cuánto lo amaba!
- ¿Eso quiere decir que me has extrañado? –se burló, pero le besó con delicadeza en la cabeza, aspirando el aroma de su cabello rubio suelto.
- ¡Lucian! ¡Estás aquí! –dijo una vez más, temiendo que se desvaneciera en cualquier momento. No tenía palabras… ¡estaba ahí!
- Sí, estoy aquí… -él le estrechó contra él- ¿me llevas a un hotel?
Beth se separó de inmediato y lo miró lentamente. Eso no había sido romántico en lo absoluto. Había algo más en su tono que era diferente, no parecía que todo hubiera pasado…
- Por supuesto –avergonzada miró brevemente a las maletas que él sostenía- ¿tienes alguno en especial? ¿una reservación?
- No, fue un viaje precipitado –ahí estaba la sonrisa despreocupada de Lucian, la que usaba con todos los demás, incluso frente a las cámaras. Eso no le gustó nada a Beth.
- Está bien –Beth esbozó una sonrisa normal, o al menos lo intentó. Caminaron en silencio hasta su auto y ahí se dirigieron al hotel en el que Lucian se había quedado varias veces antes.
- Cuando decidí venir a Italia… -empezó Lucian, observando a la ventana- en realidad, no lo había considerado hasta que me lo hicieron ver como una posibilidad. Donovan –explicó, mirándola brevemente con una sonrisa y desvió la mirada- no lo tomé enserio. ¿Por qué viajaría al lugar en que una de las personas más importantes de mi vida estaría cuando debió estar a mi lado? No pensé que lo haría. De hecho, tenía planes… diferentes –soltó con tono extraño y Beth resistió el impulso de mirarlo. Se obligó a observar fijamente a la carretera, escuchándolo atentamente y nada más- prácticamente lo había decidido. Te olvidaría y seguiría con mi vida.
Beth cerró los ojos un instante. Esta no era la mejor conversación mientras ella manejaba un auto en el que los dos iban. ¿No lo veía Lucian? ¡Su vida podía estar en peligro!
- ¿No me vas a matar hasta que termine de hablar, verdad? –preguntó divertido, pues captó su breve maniobra- ¿Beth?
- No, continúa que te escucho –le aseguró.
- No estaba seguro de querer eso ¿sabes? –Lucian esbozó una sonrisa triste- olvidarte y seguir… no era lo que había planeado. Quería estar contigo, para toda la vida. Desde que supe lo que sentía por ti, desde que noté que con nadie antes fue así, que tú eras la razón de todo… no podía simplemente dejarlo, rendirme por lo que pasó.
Beth asintió, esperando que continuara. Lucian no lo hizo. Beth pensó que quizás esperaba que dijera algo, pero no tenía mucho que decir.
Estacionó el auto y lo acompañó a registrarse en el hotel. Trató de leer algo más en su rostro pero Beth solo lo encontró vacío, sin emoción alguna.

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