domingo, 1 de mayo de 2016

Sólo por ti 24° - Gaby Ruiz



Lucian se cruzó de brazos con despreocupación. No había imaginado lo libre que se sentiría después de decirle a Beth lo que sentía. En realidad, quizás esas conversaciones siempre deberían ser por teléfono, lo hacía todo mucho más fácil. No había visto la expresión que Beth tendría y, lo que era aún más perfecto, ella no había notado su absoluta y total sorpresa por las palabras que habían salido de sus labios. Oh si, él no había pensado que le diría que la amaba. Porque no lo pensaba. No sabía que la amaba. Solo que era diferente… ¿pero amor?

No, él no había pensado en esa posibilidad. Él no era dado a pensar demasiado en sus sentimientos, aún más en el medio en el que estaba. Debía actuar calmadamente, tomarlo todo con absoluto escepticismo y una pizca de humor o no sobreviviría. Solo que Beth, con ella nada había sido como… como podría haber sido.
Ella no lo conocía. Para Beth, él era solo Lucian Beckett. No tenía otra personalidad más que la que ella conocía en esos momentos. No buscaba a otro en él, no soñaba con alguien que no existía como su personaje Donato. Beth era… simplemente era demasiado buena para ser verdad.
Ahora, cuando le había confesado lo que no había pensado que sentía, esperaba que ella… ¿le dijera lo mismo? ¿le interrogara?
Realmente no lo sabía. Había perdido práctica en eso de los sentimientos. De sus labios, en los últimos 4 años habían salido cientos de veces la palabra amor… en realidad, de los labios de Donato, no de él propiamente. Su personaje era, bueno, no le molestaba hablar apasionadamente de amar a una mujer así como de su increíble afición a los autos. Él compartía esa afición pero lo de hablar de amor… no. Nunca.
Él solo era capaz de bromear, de reír y ni se había planteado tomar algo enserio. Desde el mismo instante que su vida cambió, sabía que no podría dejarse llevar demasiado por el corazón. Pero esta vez, ni siquiera había notado lo que sucedía. Era… curioso, por decir lo menos.
Si, su incredulidad ante lo que todos parecían ver menos él, estaba justificada. No sabía que lo que sentía por Beth era amor, no le daba ese nombre. Sentía algo, no lo dudaba, pero ¿amor? ¿¿Amor??
Quizás se había precipitado, podía ser. Pero él se sentía curiosamente bien. Y con un increíblemente grande temor: ¿y si Beth no lo amaba?
Sonrió levemente cuando Beth entró en la misma cafetería en la que se habían reencontrado el día anterior. Estaba preciosa, con su cabello rubio suelto y lo buscaba con sus ojos verdes increíblemente grandes. ¿Una mujer así podría sentir algo por él? ¿Había la posibilidad?
- Lucian –Beth tenía un rostro majestuoso, siempre arrogante pero suavizado por una hermosa sonrisa- ¿dormiste?
- No mucho –suspiró con cansancio- ¿se nota tanto?
- No demasiado, aunque podría evitar preguntar si no me hubieras despertado en la madrugada –ironizó.
- Lo lamento –soltó en un tono que demostraba claramente que no lo sentía.
- Seguro –Beth se sentó frente a él- ¿has ordenado algo ya?
- Te esperaba –Lucian colocó su rostro entre las manos, apoyando los codos sobre la mesa y la miró fijamente.
- ¿Sabes que eso es de mala educación? –Beth soltó pero una sonrisa volvía a jugar en sus labios.
- Lo sé, pero me gusta tu actitud de mujer de sociedad.
- ¿Y tú no eres un hombre de sociedad? –preguntó y él negó- ¿entonces?
- No podría llamarle al mundo en el que estoy una sociedad –rió él- aunque, corrijo lo dicho, actitud de mujer de alta sociedad.
- ¿Heredera de la alta sociedad? –ayudó Beth con sarcasmo.
- Puede ser… ¿realmente heredarás mucho? –la provocó.
- ¡Lucian! Eres terrible –Beth negó lentamente y esbozó una amplia sonrisa- no sé cuanto heredaré. Tengo una fortuna propia ¿sabes?
- ¿Ah sí? Eres un partido cada vez mejor –bromeó Lucian.
- ¿Estás persiguiendo mi dinero? –Beth entrecerró los ojos, intentando mantenerse seria- ¿lo haces?
- Hum… no lo sé. ¿Tú qué crees? –Lucian sonrió.
- Yo creo que… -Beth elevó sus ojos verdes y clavó su mirada en los ojos azules de él- que ayer no me dijiste toda la verdad.
- ¿La verdad? –Lucian se incorporó en su silla- ¿qué verdad?
- Bien, quizás no me contaste todo…
- ¿Todo, qué? –interrogó impaciente.
- Tú y Mary –soltó concisamente- ¿qué hay o hubo entre ustedes?
- ¿Mary y yo? ¿Eso que tiene que ver? –preguntó extrañado.
- Lucian –Beth se puso seria- si vamos a iniciar una relación y, nota que uso el “si” –enfatizó- necesito saber que hay entre ustedes.
- ¿Mary y yo? –repitió confuso Lucian- ¿por qué preguntas eso?
- ¿Por qué no me contestas? –inquirió Beth- ¿ocultas algo?
- No, por supuesto que no –Lucian puso en blanco los ojos, con impaciencia- es solo que no me lo esperaba.
- ¿No? ¿No te lo esperabas?
- Claro que no. ¿Después de nuestra conversación de anoche, de lo que te dije y tú quieres saber de Mary?
- No, no de ella. De ti y ella. Quiero saber que hay entre ustedes.
- Absolutamente nada –exclamó exasperado- ¿por qué lo crees?
- ¿Por qué no? Pasabas mucho tiempo con ella, la abrazabas y reías mientras estabas a su lado, siempre estaba cerca de ti y…
- ¡Porque era una guionista!
- ¿Solo eso? –Beth esbozó una sonrisa irónica- sé cómo te veía. Lo noté. Por eso… te dejé, como tú lo llamas.
- ¿Te fuiste porque pensaste que entre Mary y yo había algo? –Lucian estaba incrédulo- ¿y no pensaste en preguntarme siquiera?
- ¿Para qué? Si fuera verdad, no lo habrías admitido. Si lo negabas, no te habría creído. ¿Cuál era el punto?
- ¡Qué deberías creer en mí, Beth! ¿Por qué te mentiría? ¡No tenía ningún motivo para mentir!
- No lo sé, Lucian. El mundo en el que tú estás…
- ¿Podrías dejar de poner excusas? –la cortó él- estoy cansado de que encuentres, según tú, razones válidas para que esto no funcione. Para mí, solo son excusas. Primero fue la fama, “mi mundo”, la edad, el hecho de ser actor, la diferencia cultural… ¡Beth, por favor! –pidió.
- Es que tú no lo entiendes… -Beth suspiró- todo lo que nombraste, para mí, no son excusas. Eran motivos absolutamente válidos para que nada entre nosotros existiera. Podíamos divertirnos pero siempre se complicaría. ¿Sabes? ¡Los medios no te dejan tranquilo!
- Hay miles de personas que viven día a día con eso, Beth. ¿Tú nunca lo has hecho? Estoy seguro que has salido en revistas de sociedad y te han hecho entrevistas. ¿O no?
- Eso es diferente…
- No, no lo es. Y aunque lo fuera, cuando uno quiere algo con otra persona, debe estar dispuesto a renunciar a ciertas cosas, a sacrificios por el bien de los dos. De una posible relación…
- Lucian, yo no sé como terminamos en esto…
- Yo sí. No quiero a Mary. No la amo, nunca la amé. Si, alguna vez me gustó, pensé que la quería pero no era así. Me atrajo en el pasado, no te lo voy a negar –Lucian clavó sus ojos azules burlones- ¿y sabes qué? ¡Tenías razón! Mary me dijo que sentía algo más profundo por mí que una simple amistad, que estaba celosa del tiempo que pasaba contigo, que me quería para ella…
Beth se sorprendió por la confesión. ¡Sabía que esa Mary no era de fiar! ¿Y qué había hecho Lucian? ¿Habían estado juntos después de eso?
- Naturalmente –continuó él- le dije que no. Habíamos asistido el día anterior a una fiesta en la que estaban tus amigas también. Nos tomamos unas fotos y al final el resto de los chicos no aparecieron. Mary lo planeó todo, me confesó lo que te he dicho y… ¡me sorprendí! ¿Qué esperaba que hiciera yo con eso?
- Y… ¿qué hiciste? –Beth elevó sus ojos hacia él- ¿qué le dijiste Lucian?
- Lo único que podía decirle Beth, la verdad. Yo no la amo.
- Lucian… -Beth tomó su mano sobre la mesa. Él la miró de inmediato- también te amo. ¿Sabes?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...