Lucian se cruzó de brazos con
despreocupación. No había imaginado lo libre que se sentiría después de decirle
a Beth lo que sentía. En realidad, quizás esas conversaciones siempre deberían
ser por teléfono, lo hacía todo mucho más fácil. No había visto la expresión
que Beth tendría y, lo que era aún más perfecto, ella no había notado su
absoluta y total sorpresa por las palabras que habían salido de sus labios. Oh
si, él no había pensado que le diría que la amaba. Porque no lo pensaba. No
sabía que la amaba. Solo que era diferente… ¿pero amor?
No, él no había pensado en esa
posibilidad. Él no era dado a pensar demasiado en sus sentimientos, aún más en
el medio en el que estaba. Debía actuar calmadamente, tomarlo todo con absoluto
escepticismo y una pizca de humor o no sobreviviría. Solo que Beth, con ella
nada había sido como… como podría haber sido.
Ella no lo conocía. Para Beth,
él era solo Lucian Beckett. No tenía otra personalidad más que la que ella
conocía en esos momentos. No buscaba a otro en él, no soñaba con alguien que no
existía como su personaje Donato. Beth era… simplemente era demasiado buena
para ser verdad.
Ahora, cuando le había confesado
lo que no había pensado que sentía, esperaba que ella… ¿le dijera lo mismo? ¿le
interrogara?
Realmente no lo sabía. Había
perdido práctica en eso de los sentimientos. De sus labios, en los últimos 4
años habían salido cientos de veces la palabra amor… en realidad, de los labios
de Donato, no de él propiamente. Su personaje era, bueno, no le molestaba
hablar apasionadamente de amar a una mujer así como de su increíble afición a
los autos. Él compartía esa afición pero lo de hablar de amor… no. Nunca.
Él solo era capaz de bromear, de
reír y ni se había planteado tomar algo enserio. Desde el mismo instante que su
vida cambió, sabía que no podría dejarse llevar demasiado por el corazón. Pero
esta vez, ni siquiera había notado lo que sucedía. Era… curioso, por decir lo
menos.
Si, su incredulidad ante lo que
todos parecían ver menos él, estaba justificada. No sabía que lo que sentía por
Beth era amor, no le daba ese nombre. Sentía algo, no lo dudaba, pero ¿amor?
¿¿Amor??
Quizás se había precipitado,
podía ser. Pero él se sentía curiosamente bien. Y con un increíblemente grande
temor: ¿y si Beth no lo amaba?
Sonrió
levemente cuando Beth entró en la misma cafetería en la que se habían
reencontrado el día anterior. Estaba preciosa, con su cabello rubio suelto y lo
buscaba con sus ojos verdes increíblemente grandes. ¿Una mujer así podría
sentir algo por él? ¿Había la posibilidad?
- Lucian –Beth tenía un rostro
majestuoso, siempre arrogante pero suavizado por una hermosa sonrisa-
¿dormiste?
- No mucho –suspiró con
cansancio- ¿se nota tanto?
- No demasiado, aunque podría
evitar preguntar si no me hubieras despertado en la madrugada –ironizó.
- Lo lamento –soltó en un tono
que demostraba claramente que no lo sentía.
- Seguro –Beth se sentó frente a
él- ¿has ordenado algo ya?
- Te esperaba –Lucian colocó su
rostro entre las manos, apoyando los codos sobre la mesa y la miró fijamente.
- ¿Sabes que eso es de mala
educación? –Beth soltó pero una sonrisa volvía a jugar en sus labios.
- Lo sé, pero me gusta tu
actitud de mujer de sociedad.
- ¿Y tú no eres un hombre de
sociedad? –preguntó y él negó- ¿entonces?
- No podría llamarle al mundo en
el que estoy una sociedad –rió él- aunque, corrijo lo dicho, actitud de mujer
de alta sociedad.
- ¿Heredera de la alta sociedad?
–ayudó Beth con sarcasmo.
- Puede ser… ¿realmente
heredarás mucho? –la provocó.
- ¡Lucian! Eres terrible –Beth
negó lentamente y esbozó una amplia sonrisa- no sé cuanto heredaré. Tengo una
fortuna propia ¿sabes?
- ¿Ah sí? Eres un partido cada
vez mejor –bromeó Lucian.
- ¿Estás persiguiendo mi dinero?
–Beth entrecerró los ojos, intentando mantenerse seria- ¿lo haces?
- Hum… no lo sé. ¿Tú qué crees?
–Lucian sonrió.
- Yo creo que… -Beth elevó sus
ojos verdes y clavó su mirada en los ojos azules de él- que ayer no me dijiste
toda la verdad.
-
¿La verdad? –Lucian se incorporó en su silla- ¿qué verdad?
- Bien, quizás no me contaste
todo…
- ¿Todo, qué? –interrogó
impaciente.
- Tú y Mary –soltó concisamente-
¿qué hay o hubo entre ustedes?
- ¿Mary y yo? ¿Eso que tiene que
ver? –preguntó extrañado.
- Lucian –Beth se puso seria- si
vamos a iniciar una relación y, nota que uso el “si” –enfatizó- necesito saber
que hay entre ustedes.
- ¿Mary y yo? –repitió confuso
Lucian- ¿por qué preguntas eso?
- ¿Por qué no me contestas?
–inquirió Beth- ¿ocultas algo?
- No, por supuesto que no
–Lucian puso en blanco los ojos, con impaciencia- es solo que no me lo
esperaba.
- ¿No? ¿No te lo esperabas?
- Claro que no. ¿Después de
nuestra conversación de anoche, de lo que te dije y tú quieres saber de Mary?
- No, no de ella. De ti y ella.
Quiero saber que hay entre ustedes.
- Absolutamente nada –exclamó
exasperado- ¿por qué lo crees?
- ¿Por qué no? Pasabas mucho
tiempo con ella, la abrazabas y reías mientras estabas a su lado, siempre
estaba cerca de ti y…
- ¡Porque era una guionista!
- ¿Solo eso? –Beth esbozó una
sonrisa irónica- sé cómo te veía. Lo noté. Por eso… te dejé, como tú lo llamas.
- ¿Te fuiste porque pensaste que
entre Mary y yo había algo? –Lucian estaba incrédulo- ¿y no pensaste en
preguntarme siquiera?
- ¿Para qué? Si fuera verdad, no
lo habrías admitido. Si lo negabas, no te habría creído. ¿Cuál era el punto?
- ¡Qué deberías creer en mí,
Beth! ¿Por qué te mentiría? ¡No tenía ningún motivo para mentir!
- No lo sé, Lucian. El mundo en
el que tú estás…
-
¿Podrías dejar de poner excusas? –la cortó él- estoy cansado de que encuentres,
según tú, razones válidas para que esto no funcione. Para mí, solo son excusas.
Primero fue la fama, “mi mundo”, la edad, el hecho de ser actor, la diferencia
cultural… ¡Beth, por favor! –pidió.
- Es que tú no lo entiendes…
-Beth suspiró- todo lo que nombraste, para mí, no son excusas. Eran motivos
absolutamente válidos para que nada entre nosotros existiera. Podíamos
divertirnos pero siempre se complicaría. ¿Sabes? ¡Los medios no te dejan
tranquilo!
- Hay miles de personas que viven
día a día con eso, Beth. ¿Tú nunca lo has hecho? Estoy seguro que has salido en
revistas de sociedad y te han hecho entrevistas. ¿O no?
- Eso es diferente…
- No, no lo es. Y aunque lo
fuera, cuando uno quiere algo con otra persona, debe estar dispuesto a
renunciar a ciertas cosas, a sacrificios por el bien de los dos. De una posible
relación…
- Lucian, yo no sé como
terminamos en esto…
- Yo sí. No quiero a Mary. No la
amo, nunca la amé. Si, alguna vez me gustó, pensé que la quería pero no era
así. Me atrajo en el pasado, no te lo voy a negar –Lucian clavó sus ojos azules
burlones- ¿y sabes qué? ¡Tenías razón! Mary me dijo que sentía algo más
profundo por mí que una simple amistad, que estaba celosa del tiempo que pasaba
contigo, que me quería para ella…
Beth se sorprendió por la
confesión. ¡Sabía que esa Mary no era de fiar! ¿Y qué había hecho Lucian?
¿Habían estado juntos después de eso?
- Naturalmente –continuó él- le
dije que no. Habíamos asistido el día anterior a una fiesta en la que estaban tus
amigas también. Nos tomamos unas fotos y al final el resto de los chicos no
aparecieron. Mary lo planeó todo, me confesó lo que te he dicho y… ¡me
sorprendí! ¿Qué esperaba que hiciera yo con eso?
- Y… ¿qué hiciste? –Beth elevó
sus ojos hacia él- ¿qué le dijiste Lucian?
- Lo único que podía decirle
Beth, la verdad. Yo no la amo.
- Lucian… -Beth tomó su mano
sobre la mesa. Él la miró de inmediato- también te amo. ¿Sabes?
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