jueves, 19 de mayo de 2016

Aprendiendo A Seducir -EPILOGO PARTE V-

Apagaba solamente la pantalla de su ordenador, para evitar a cualquiera que entrara no husmeara de forma directa, en lo que llevaba avanzado de su novela. Necesitaba tomar un descanso, se ordenó así misma levantando su trasero de la silla y desperezando su cuerpo aletargado.


Su reloj marcaba casi la una del mediodía, solo faltaban unos minutos, aquello significaba que si su madre había vuelto de la ciudad, a lo que hubiese ido. Estaría ayudando a Camila con la comida.

Pero a pocos pasos de ella, detuvo sus pies y se quedó sin respirar unos segundos. Le pareció oír su nombre… Y conociéndola, primero era mejor asegurarse.

Y tenía razón… Se hallaban cuchicheando, cosa que pronosticaba algo, cosa que ella aún parecer aún no debía saber. Dios, se acercaba una tormenta al parecer.

Trató de dar un paso hacia ellas sigiloso, pero acabó dando un salto y siendo descubierta por su prima Elisabeth, que rápido asomó la cabeza, cuando su móvil rompió el silencio pro una llamada entrante de Donvan.

Con la cara sonrojada y sonrisa pillina, se alejó apresurada de allí descolgando la llamada

-Hola –Lo saludó con la voz entrecortada por el susto y el salir corriendo de la casa.

-Hola… -Saludó con aire contrariado-. ¿No te estarás tocando, por curiosidad?

Silvia, frenó de golpe su caminar para apartar el teléfono de su oreja y mirarlo con el ceño fruncido.

-Perdona, pero acabas tal vez de preguntarme si me estoy tocando en… -Se sentía avergonzada.

-Sí –La interrumpió-. ¿Te estás masturbando? ¿Conociéndote? ¿Quitándote la frustración?

A medida que él preguntaba, la boca de ella se abría más por el asombro-. Dado que llevamos siendo interrumpidos y nos quedan más veces aún y tú voz, sonaba con falta de aliento.

-¡No! –Le gritó algo violenta-. ¿Y qué es eso de más veces?

-No te enfades cielo –Soltó con voz sensual-, yo puedo darte clases particulares de cómo hacerlo, cuando quieras.

-¡Donovan! -Le riñó, sin poder esconder del todo su risa.

-Necesito verte –Aquello hizo que su corazón diera un vuelco-. Quiero contarte algo que acabo de descubrir. Es como un complot…

-Algo así, acabo casi de descubrir –Informó algo decepcionada, al ver que solo quería verla para contarle eso.

-¿Podrías escabullirte y venir sin que nadie te viera?

-Dame quince minutos –Indicó dando media vuelta para volver hacia la casa.

-Y cielo… -Pronunció con cariño-. Procuraremos darte esas clases hoy.

El hombre colgó la llamada, dejando a una Silvia con la respiración acelerada por lo que acababa de escuchar… Si aquello era cierto, no iba  a tardar quince minutos. Antes, tenía que pasar por la ducha y por su cajón de ropa interior de encaje.


Salía del dormitorio, con su misma indumentaria polvorosa, para no levantar sospechas. Pero bajo sus acostumbradas prendas de diario, te hallabas con un conjunto morado de satén y su piel perfumada, con la fragancia de las dulces flores de las lilas.

Tenía que parecer todo muy normal, no quería que nadie supiera a donde iba. Y menos que llegara a los oídos de Alex, lo difícil a conseguir, si éste se hallaba en casa de Donovan en aquel momento.

Por ello, que detuvo sus pasos en el marco de la puerta de la cocina, y asomó su cabeza con una pequeña sonrisa.

-¡Me voy! –Mostró total normalidad en su voz y mirada-. Cualquier cosa, me dais un toque a mí móvil.

-¿Dónde vas tesoro? –Preguntó su madre, dejando por un momento de pelar las judías que tenía en sus manos.

-A la ciudad –Sus mejillas se sonrojaron un poco-, quiero mirar unas cosas para mí.

-¿Quieres que te acompañe? –Se ofreció su prima Elisabeth.

-Mejor no –entrecerró la mirada-, esperando que se la creyeran-. Que seguro tú me liarías con lo que quiero, haciendo que escoja lo que en verdad no quiero. Necesito concentración para ésta parte de mi novela.

-Tranquila cielo –Le guiñó un ojo su madre-, no te preocupes y sal a buscar inspiración, que por aquí nos las arreglaremos si surge algo.

-Pero mañana te necesitamos por un rato –Le sonrió su tía-. Hay que mirar vestidos para todas, hoy por la tarde me traen los catálogos.

-De acuerdo –Soltó en un leve gruñido, al tiempo que sus ojos volteaban hacia el techo al saber que aquella tarea se convertiría en un infierno. Pero dando saltitos de alegría internamente, al comprobar que ninguna de las mujeres que había en la cocina, había sospechado de su marcha repentina.


Ahora, a coger su jeep y dirigirse en busca de su vaquero sexy.


Apagaba el motor de su coche, con un gran revoleteo de mariposas por todo su sistema nervioso, al ver como su hombre acudía hacia ella con paso tranquilo y sonrisa en sus carnosos labios.

También le detectaba algo de impaciencia, en verdad habían transcurrido cuarenta minutos, desde que le había colgado la llamada. ¿Cómo lo sospechaba? Por su mirada fija en ella, absorbiendo todo sus movimientos y tratando de vislumbrar lo que llevaba bajo su camisa.

-Hola vaquero –Lo saludó con una sonrisa, mientras cerraba la puerta y éste, paraba a un paso de ella para alargar sus brazos y conducirlos de forma posesiva a su cadera.

-Has tardado mucho pequeña –Señaló, presionando en su piel para arrastrarla contra su cuerpo cálido.

-OH –Gimió por el leve choque contra sus fuertes músculos.

Después, con una sonrisa nerviosa por no creerse aún, que él fuera al fin suyo, alzó su mirada para toparse con la de él, pero éste tenía los ojos cerrados.

-hueles de maravilla –Gimió aún sin abrir sus ojos-. Si es la causa de tu tardanza, estas perdonada –Dijo mirándola al fin, con una sombra de deseo-. Pero ahora, han cambiado mis prioridades. Primero, iremos arriba a mi dormitorio, para que comprobar si sabes igual de dulce a como hueles…

Silvia, solo supo soltar una pequeña risita nerviosa de impaciencia, dejándose conducir al interior por él. 


¿Nerviosa?

Como un flan en manos de un niño de dos años.

Pero aún así, le superaba el ansia del deseo por dejarse llevar al mundo de la pasión. En aquel momento, era como una adolescente en su noche de baile, que había decidido estrenarse con su novio del instituto.

Pero lo bueno, que no era una adolescente y no debía reprimirse en sus movimientos. Ni como él, iba a resultar preocupado en como si fallaba y la trataba de forma incompleta, por no ser un adulto y sexy vaquero.

Entraron en la casa, y en vez de coger las escaleras hacia el dormitorio,  Donovan la condujo por el pasillo hacia su despacho. Aquello la confundió un poco, pues lo normal sería ir en busca de la cama, como había dicho hacía unos momentos. Pero el sofá de su despacho no era nada incómodo, tal vez pequeño para las piernas largas del hombre, pero bien mullido.

-Acaso intentas recrear alguna marrana fantasía en tu despacho, de cuando me quedé a dormir en él –Habló con tono risueño, logrando arrancarle una carcajada al hombre.

-No preciosa –Detuvo sus piernas, para dar un suave tirón del brazo por donde la tenía cogida, para volver a pegarla a su duro y caliente cuerpo-. Dejé mi walkie ahí y sabes, que un vaquero siempre debe llevarlo encima – Informó acercando sus carnosos labios a los de ella, para darle un suave beso, repetido por una secuencia de cinco más y aumentando cada vez su presión-. ¡Dios! –Gruñó con voz ronca pro el deseo que le consumía-. Dame cinco minutos, para confirmar unas cosas con mi capataz y subimos a mi dormitorio –Le dio un último beso-. A nuestro futuro dormitorio –Señalizó henchido de felicidad, soltando un profundo suspiro, para sujetarla nuevamente de la mano y entrar en el despacho tras haber recorrido los dos metros que les faltaban.

Un minuto después, volvió a verse libre del cálido agarre de su mano, cuando tuvo que agarrar el hombre un plano de su terreno mientras hablaba por el walkie.

Se retiró un par de pasos, para poder deleitarse con total atención y libertad, del maravilloso cuerpo del hombre… Rezumaba sexo por todos los poros… Desde su mirada, pasando por su ancho cuello y bajando por aquellos largos y fuertes brazos, medio tapados por aquella camisa verde oscuro de mangas cortas, que se hallaba apresada en aquella estrecha cadera, que tapaban sus desgastados tejanos.

Sin darse cuenta, aspiró con gran anhelo. Sin apartar su mirada de la presilla de los tejanos, mientras Donovan seguía hablando ajeno al escrutinio que estaba siendo sometido.

¿Que, qué pasaba por su mente? Por favor, lo más normal de una situación como aquella.


¿Estaría su sexo listo, para ser acariciado?

Dio un paso hacia él, pero volvió a detenerse con cierta duda ¿Y si no le gustaba que ella decidiera tantear el terreno?

Volvió a mirar el trasero apretado del hombre y luego, fijó la vista en la presilla de la cremallera, y sin darse cuenta tragaba saliva.

¡Tonterías!

Sonrió de forma traviesa, volviendo a dar un paso y luego otro, hasta posicionarse junto a él, causando que notara su presencia y se volteara a mirarla con una sonrisa, que borró al instante cuando ella le guiñó un ojo poco antes de propinarle un pellizco suave, en su apretado trasero.

Donovan alzó una ceja, mientras escuchaba hablar a su hombre.

A Silvia, se le escapó una casi silenciosa risa, al descubrir lo divertido de la situación. Consiguiendo envalentonarse  y decidiendo investigar…

Alzó su cuerpo de puntillas, para darle un casto beso en la mejilla, luego no tan casto en el lóbulo de su oreja y terminando en la base palpitante de su cuello.

Donovan, carraspeó un poco mientras intentaba detenerla con la mirada y daba, un paso atrás.

Aquello, causó que Silvia se mordiera el labio para no soltar ninguna carcajada y avanzara el paso que él, había interpuesto de separación, para sorprender al hombre inesperadamente al agacharse enfrente suyo y dejar un dulce beso en su bragueta.

Donovan, cogió aire de forma exagerada mientras cerraba los ojos con fuerza, debido al gesto atrevido y sensual de la joven. Teniendo que carraspear fuerte, antes de hablarle a su capataz.

-Perdona Soul –Volvió a carraspear, al tiempo que le sonreía a Silvia y le hacía un gesto negativo con la cabeza-. Puedes repetirme lo último –Dijo soltando el botón del walkie que tenía presionado con su dedo índice y fijando, la mirada en su dulce joven prometida-. Tú pequeño bicho travieso, no hagas travesuras si no… -Calló, cuando su capataz volvía a repetir lo dicho anteriormente.

¿Qué no hiciera travesuras? ¿En serio, con lo divertido que era y lo desinhibida que se sentía por primera vez?

-No –Susurró, alzando aquella vez sus manos a la cintura de los pantalones y alegrándose, porque éste no llevara cinturón. Solo botón de metal y cremallera, quien por cierto se veía notoriamente abultada-. Me lo debes pro todo lo que me has hecho pasar –Soltó con cierto puchero al tiempo que le soltaba el botón y sonreía, al ver como la cremallera cedía un poco por la presión que ocasionaba el sexo de Donovan.

-Silvia por favor –Gruñía cargado de deseo y frustrado por no poder hacer nada-. Dame unos minutos, es muy importante –Suplicó dando un paso atrás nuevamente, pero al intentar dar el segundo, sus pies se clavaron en el suelo cuando la chica alargó una mano y le acarició por encima de la ropa interior-. Silvia –Gimió cerrando los ojos.

-Vaya… -Habló hipnotizada y haciendo caso omiso a las súplicas del hombre-. Es más dura y ancha que la de mí muñeco –Señalizó sin dejar de acariciar maravillada por encima de la tela.

-Por favor mujer –Dijo con cierto arrastre y ojos aún cerrados-. Quiero ser el primero en acariciarte, en darte placer, en hacerte llegar…

-¿Donovan? ¿Hola? –Interrumpió Soul, al haber vuelto a repetir todo y no recibir respuesta alguna.

-Joder –soltaba el improperio, cuando alzaba el walkie para responderle, pero el corazón le daba un enorme vuelco al introducir Silvia, la mano dentro de sus calzoncillos.

-OH que suavecita y calentita –Decía con tono inocente y ojos sorprendidos, como al regalarle a una niña un peluche nuevo.

-Jesús Silvia, juro me estas matando –Gimió Donovan, cuando ésta comenzó a hacer más presión en sus caricias.

-¡Vaya! –Exclamó con tono curioso-. Juraría que ha crecido un poco más.

-¡Vale! –Se escuchó a Soul-. Suficiente para mis oídos. ¡Suelta el botón Donovan!

-Mmmm –Gimió el hombre, con todos sus sentidos volcados en lo que le hacía la chica, para nada en la indicación de su capataz.

-¿Puedo probarla? –Siguió Silvia con su exploración, también ajena a nada que no fuera Donovan.

-¡Soltar el maldito botón! –Exclamó Soul con sufrimiento-. ¡No puedo apagar el walkie y quedarme incomunicado! ¡Además, estas en el canal abierto a todos los trabajadores, idiota!

Se sentía impaciente por saber, a qué sabía y ver si era como se describía en los libros que había leído. Pero también se sentía nerviosa, por no hacerlo bien y hacerle daño al hombre.

Iba a dar el paso definitivo, cuando un movimiento a su izquierda bajo el escritorio de Donovan, captó su atención.

Al instante, estaba reculando de culo hacia tras con los ojos desorbitados y gritando. Captando la total atención del vaquero, por la exclamación horrorizada de la chica.

-¡Es una serpiente! –Dijo pegando su espalda contra la puerta, mientras se escuchaba la voz de Soul de fondo pro el walkie.

-¡He dicho que no quiero detalles! ¡Cambiar el canal! –Gruñó con gran énfasis.

Donovan, ya captó las palabras de su capataz y frunció el entrecejo extrañado mirando entonces, que en todo momento había tenido el botón pulsado. Pero después, desvió los ojos hacia donde miraban los de ella y pasó de sentirse violento por lo sucedido allí, pasando también al terror al encontrarse con una enorme pitón bajo su escritorio.

-¡Mierda Soul! –Dijo volviendo apretar el botón-, avisa al sheriff de que ah aparecido la pitón de Jeff.

-Voy… Y espero estéis decentes por dios –Acabó cortando la comunicación con un gruñido.

-Tesoro, no te va hacer nada –Dijo con tono suave mientras se cerraba el botón y se subía la cremallera-. Te aseguro que es inocente.

-Me da igual, tú ayúdame a salir de aquí  por favor –Le suplicó, siendo incapaz de moverse de donde estaba.


-Tranquila, que me encantará ser tú vaquero montado en un corcel blanco –Soltó con cariño, al tiempo que se acercaba y la cogía en brazos, para llevarla fuera de allí y esperar que viniera el sheriff a buscar al pobre animal-. Pero tenemos que hablar, de cierta cosa que ha ocurrido ahí dentro y creo que no te gustará.



1 comentario:

  1. Jajajajajajaj!! Estás loca como cabra....qué risa ha sido esa transmisión por el Walkie y la serpiente qué inoporrunaaaaaaaaaa

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