Ahora sí, les dejo la continuación...
Al subir sintió como sus propios pasos retumbaban y fue consciente del
vacío en aquella casa enorme y del vacío que aún había en su vida. De la misma
forma en que subía los escalones había escalado desde el fondo de sí mismo, había dejado los callejones y
era un hombre rico y temido. Aún cuando le dirigían miradas de desprecio nadie
se atrevía a enfrentarlo directamente, sabían que era peligroso.
Sin embargo algo seguía faltando, tercamente pensaba que era una esposa,
una de alta sociedad, cuando la consiguiera todo estaría bien. Eso era lo que faltaba, la mujer adecuada a su lado,
la que pudiera llenar aquella casa y hacer que dejara de tener pesadillas con
los días del pasado.
Para alejar aquellos pensamientos se dio un largo baño y luego bajó a su estudio para revisar unos
papeles y por el ron que le había
prometido Bart.
-Creo que tendremos que contratar a alguien, esta es la última semana de
Gertie con nosotros – le dijo el hombre
cuando dejó la bandeja con la bebida y unos aperitivos.
-Es verdad, es una lástima, ha estado mucho tiempo con nosotros.- evaluó
refiriéndose a la mujer que había estado a cargo de las tareas hogareñas
durante todos esos años, ahora su hija mayor la había invitado a irse a vivir
con ella y la mujer había aceptado.
-Sí, y Antoniette no puede encargarse de todo sola – explicó sobre la
otra mujer que hasta hace poco había trabajado bajo las órdenes de la vieja Gertie
y que ahora ocuparía su lugar.
-De acuerdo, contrata a alguien.
-¿Algún requisito en especial?
-No, sólo alguien que trabaje bien. Estoy seguro que sabrás elegir a alguien – dijo esbozando una sonrisa,
alguna vez aquel hombre había sido un
famoso peleador de puños rápidos y
peligrosos, alguien que había estado a su lado en innumerables luchas
cuidándole las espaldas, era extraño verlo en su papel de administrador y sin
embargo parecía haber nacido para ello. Era como contemplar a un animal feroz
domesticado, era obvio que los años y la
vida dura habían hecho mella en él.De
todas formas seguida siendo su mano derecha, era un hombre muy capaz. Y sobre
todas las cosas agradecía que aún se mantuviera lealmente a su lado como en los
viejos días. Probablemente, Bart era lo más cercano a una familia que tenía.
-De acuerdo, me encargaré de ello mañana, señor. Trate de descansar un
poco.- dijo y él asintió. Algunas veces pensaba que llevaba sin descansar los
últimos veinte años, siempre alerta, siempre con la guardia alta, siempre
preocupado por sobrevivir. Cole se preguntó si llegaría un día en que dejara de
luchar para disfrutar verdaderamente de lo que había conseguido.
A la semana siguiente, al regresar del banco se topó con la nueva
adquisición de Bart y pensó que había sido muy mala idea darle vía libre para
contratar empleados.
-¿Quién es? – preguntó contemplando a la muchacha que estaba en su casa.
-La nueva empleada, señor – respondió con tranquilidad y él frunció el
ceño.
-¿Ella? – dijo mirando a la muchacha de arriba abajo, era delgada y
baja, con el pelo recogido con un pañuelo, un vestido que daba pena por lo
gastado y unos extraños mitones tejidos
que le cubrían las manos. Parecía un pajarito desplumado más que alguien
preparado para las tareas domésticas.
-Ven y preséntate, él es el Señor Cole, el dueño de la casa – la llamó
Bart y la chica se acercó presurosa.
-Mi nombre es Abigail Myrtle Owen,
pero puede decirme Aby como todos. Voy a trabajar muy duro – dijo ella con una
amplia sonrisa mientras extendía su mano. Él la saludó ligeramente y luego miró
a Bart.
-Sígueme.- ordenó y se dirigió a su estudio. Bart entró detrás de él y
cerró la puerta.
-¿Qué sucede? – preguntó
- ¿De dónde sacaste a esa cosita? No creo que pueda trabajar dos horas
sin quebrarse.
- Ella y su madre se han mudado hace poco a la calle de abajo, ya sabe cual – dijo
refiriéndose a las calles de la periferia, no muy lejos de la mansión- Lavan
ropa para afuera y trabajan de lo que se puede. Vino a pedir trabajo y la
contraté, es una buena chica.
-No nos dedicamos a hacer beneficencia, Bart
- No es beneficencia señor, tiene mucha energía, es responsable y tiene
determinación. Usted mejor que nadie sabe lo importarme que es la
determinación, dijo que contratara a quién me pareciera. Creo que ella es la
indicada para el trabajo.
-Llegué a donde estoy gracias a mi intuición y esa muchacha causará problemas.
- No puedo despedirla por su intuición. Primero deberíamos darle una
oportunidad, quiere trabajar y necesita hacerlo, esa es la mejor recomendación
para mí.
-Diablos, Bart, de acuerdo. Me rindo. Veamos si ese pajarillo puede
hacer un buen trabajo.
Cole había tenido una mañana complicada, la noche anterior un grupo de
hombres había armado un escándalo en uno de sus salones, eran malvivientes de poca monta que intentaban
desafiarlo metiéndose con sus negocios. No quería volver a los viejos días,
había doblado la cantidad de hombres que
cuidaban la seguridad de sus locales y había ido a hablar con un jefe de
policía al que conocía bastante bien. No estaba dispuesto a echarse al fango
por un grupo de inadaptados, tenía mejores planes para sí mismo, aún así no iba
a dejar que lo perjudicaran, mucho tiempo atrás había decidido que ya no se
dejaría pisotear por nadie.
Su humor no era el mejor cuando llegó a la casa y vio a la joven
sirvienta levantando la tapa del piano.
-¡¿Qué haces?!
-¿Oh, sólo quería verlo. Es un piano tan bonito – dijo ella sobresaltada
y soltando la tapa de golpe, demasiado, el ruido hizo gruñir a Cole.
-No vuelvas a tocarlo, es de mi esposa.
-No sabía que tuviera esposa, el Señor Bart no me lo dijo.
-No tengo, me refería a mi futura esposa – mencionó contrariado, la
verdad que era difícil explicar lo que había querido decir.
-¡Ah, su prometida! Antoniette me dijo que tenía una prometida,
¿entonces este piano es de ella? ¿O va a regalárselo al casarse?
-¡Por todos los diablos no es asunto tuyo! ¡Sólo mantén tus manos lejos
del maldito piano! – estalló él y ella retrocedió.
-Lo siento – dijo apenada- sólo que me dio pena verlo. Parecía
abandonado. No iba a dañarlo de todos modos, sólo quería verlo. Y dudo que sea
un maldito piano si tanto le importa – dijo ella sin bajar la mirada, la
mayoría de los hombres que conocía no podían hacerlo, eso hizo que le prestara
atención a la muchachita. Tenía más valor del que parecía.
-Ya vuelve a tu trabajo – dijo haciendo un gesto vago con la mano y no
pudo evitar pensar que algo en ella le recordaba a sí mismo.
- Es blanco – dijo Abigail y él se giró a mirarla sin entender. Ella continuó
explicando- El piano es blanco así que va a llenarse de polvo fácilmente, ¿se
supone que lo limpie o no? Dijo que me alejara de él. Pero si no lo limpio
cuando se ensucie no estaré haciendo mi trabajo, ¿verdad?
- Niña, soy tu jefe, no se supone que te comportes de esa manera. ¿Es
que quieres que te eche a la calle?
-Eso sería injusto, no he hecho nada para que me eche. Y la verdad es la
primera vez que trabajo en una casa, así que no sé bien las reglas. Sólo
pregunto para entender, fue su culpa por confundirme.
-¿Quieres claridad? Desaparece de mi vista, hoy no es buen día para que
seas ingeniosa. Sólo vete.
-Sí, señor – respondió ella y haciendo una ligera reverencia se marchó.
Cole sacudió la cabeza, sabía que había sido una mala idea contratarla.
Jajja... lei el primer capitulo y no recordaba haberlo leido, luego veo la fecha y mas abajo un comentario mio...que mala memoria tengo, me alegro que vuelvas a retomar esta historia. Gracias
ResponderEliminarLa culpa es míiiiiiaaaaaaaa, la tuve mucho tiempo esperando. Mis disculpas y GRACIAS por leerla ( y dos veces). Iré más rápido!!!
EliminarDime que la chica es la del.corazón. ..no espera... me largo a leer el siguiente capítulo para ver ...
ResponderEliminarPero espero se vuelva más manso. Pues no me gusta su carácter. Carajo.. fue también pobre... por qué es así ahora grrr
Déjame que le atize en el culo... seguro es Prieto jijiji
Jajajaja ella es respondona!!! Eso es lo que él necesita y mucho. Me dio mucha risa la forma de encararlo. Menos mal ya hay mas caps...wii
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