- Gracias –sonrió Beth y él la miró con curiosidad-
por el rescate.
- ¿El rescate? –rió Lucian- ¿te he rescatado?
- Y sin proponértelo –asintió Beth- quería salir de
ahí.
- ¿Solo por eso has venido conmigo? –preguntó él, con
un toque de decepción e ironía en su voz- tan mal ¿eh?
Beth rió y negó con vehemencia, aunque tenía un
brillo de diversión en sus ojos verdes.
- Un poco –se encogió de hombros- demasiado ruido.
Necesito tranquilidad –pronunció y se arrepintió al instante. Seguro sonaba
como una anciana y él, se veía tan americano, que debía encantarle ese tipo de fiestas.
- Lo sé –concordó Lucian para su sorpresa- demasiadas
personas ¿verdad? Me pregunto a cuántas de ellas realmente conoce la
cumpleañera –él sonrió ante su extrañeza- aquí siempre llegan más personas de
lo planeado, a quienes… bueno, no conoces y no sabes quién invitó.
- Ya veo… -Beth fijó sus ojos en él. Era guapo e
inteligente. ¿Estaría soñando? Seguro que si, algo malo debía tener-
¿americano?
- Por supuesto –él asintió y pensaba preguntarle de
dónde era, pero se le ocurrió, al mirarla, que ella debía conocerlo. ¿Tenía
que… verdad? ¡Imposible que no!- Eh… ¿Elizabeth?
- Beth, si prefieres –sonrió ella.
- Beth –la recorrió con su mirada- ¿me conoces
cierto?
- ¿Cómo? –ella rió- explícate, por favor.
- ¿No sabes quién soy? –repitió extrañado- ¿no me has
visto antes?
- ¿Debería? –preguntó curiosa- creo que no. ¿Por qué,
Lucian? ¿Quién eres?
- La eterna pregunta… -él se colocó detrás de ella.
Miraba al frente, significativamente. Beth se giró.
- ¿Qué sucede? –susurró y él se quedó perdido en su rostro.
Era bellísima… y su voz…- ¿Lucian?
- Lo siento
–murmuró él y atrapó sus labios. No lo sentía en absoluto, pero fue la única
frase que se le vino a la mente. ¡No había podido resistirlo! La gloria… por
instantes.
- ¿Qué rayos haces? –Beth lo empujó, tras un momento-
¿te has vuelto loco?
- ¿Por qué? –Lucian sabía que no debió hacerlo pero
no pudo resistir el impulso- me gustas… mucho.
- ¿Y eso qué? ¿Vas besando por ahí a todas las
mujeres que te gustan? –preguntó molesta Beth.
- No –negó él- solo a las que no puedo resistirme
- ¿Te pasa mucho? –su voz afilada.
- Nunca antes de ti –la tomó de los hombros y elevó
una ceja- lo lamento. No el haberte besado… solo él no haber podido resistir lo
suficiente.
- ¿Lo suficiente? –dijo arqueando una ceja.
- Por supuesto. Te aseguro que no te hubieras opuesto
más adelante, Beth.
- ¿No? –ella rió- arrogante –y lo abrazó por la
cintura- ¿sabes? Tienes razón, ¿por qué negarlo? Eres muy guapo.
- ¿Te parece? –soltó complacido pero secretamente
molesto- ¿qué más? ¿famoso? ¿adinerado? ¿rompecorazones?
Beth lo miró como si se hubiera vuelto loco.
- Si así te gusta considerarte, no soy quien para
desmentirte. Pero lo que yo he visto y puedo decir es que eres: guapo,
arrogante e inteligente. Letal combinación ¿sabes?
Él sonrió. ¿Inteligente? Eso sí que le había gustado.
Hace años que no escuchaba a alguien llamarlo así y no era que lo necesitara.
Solo que estaba cansado de la superficialidad.
- Lucian… -llamó Beth con una sonrisa- ¿qué mirabas?
Él puso sus ojos en blanco y la giró. Espero. Beth
miró su rostro con confusión, y volvió a mirar a sus espaldas. La ciudad se
extendía ante ella y había edificios, anuncios, luces y ruido. Repasó todo con
atención. Un enorme anuncio de un chocolate, otro de una serie de tv, dos
edificios que le tapaba la vista y… Regresó su mirada al cartel de la serie.
Lucian…
- Tú… -Beth
señaló confusa. Miraba el anuncio y lo miraba a él… varias veces. Por una vez,
se encontraba sin coherencia suficiente para hablar- ¿eres tú? Tú…
Lucian rió. No era muy frecuente que alguien no
supiera quién era y Beth, realmente, no lo sabía. Eso le hizo dibujar una gran
sonrisa. Entonces, ella… no podía ser americana. Ya lo sabía, su acento. Pero,
si no era americana. ¿Se mudaría apenas? ¿No sería la… italiana?
- Soy yo –afirmó él tras un momento de silencio. Beth
lo miró fijamente- juro que soy yo –pronunció solemnemente y ella rió.
- Ah… ¿estoy frente a una estrella? –soltó con un
dejo de burla- ahora lo entiendo… famoso, adinerado, rompecorazones… ¿es tu
personaje?
- Lo es –asintió él, satisfecho que alguien no
buscara a “Donato” en él. No había sabido lo mucho que le molestaba eso, hasta
el momento presente.
- ¿Y no tienes nada de él en la vida real? –Beth
sonrió traviesa.
- Hummm… imagino que, el hecho de ser hombres –bromeó
y ella negó- bien, quizás… antes –contestó con cautela.
- ¿Antes? –Beth arqueó una ceja- ¿Cuánto antes?
- Bastante antes –dijo con sencillez.
- Aja…
- He estado años en el medio… hay momentos en que te
dejas llevar.
- Lo imagino –asintió ella- ¿y qué haces? Es decir…
- Sí. Bueno, soy italiano –contestó y ella lo miró
con sorpresa- mi personaje ama a Italia, las mujeres y los autos veloces.
- Ah, eres todo un italiano –se burló Beth- mi
hermano André calza perfectamente con tu descripción –rió.
- ¿Realmente? Debería conocerlo solo para darle más
realismo a mi actuación ¿no? –ofreció con una sonrisa y Beth negó.
- Estoy segura que lo haces muy bien –encogió un
hombro- ser italiano…
- ¿Será? –Lucian la estrechó contra él- puedo decir
unas palabras en italiano… -susurró en su oído.
- Ah… -Beth
se quedó quieta. Su voz le acariciaba el alma y sentía como suaves vibraciones
le recorrían el cuerpo entero- ¿solo sabes esas palabras? Las mejores, creo…
Lucian rió. La giró y le dio un beso en la comisura
de los labios.
- La verdad es que hablo italiano, con fluidez podría
decir. Aunque contigo aquí, tal vez no lograría articular ni una frase –clavó
sus ojos en los labios de Beth- tú eres una distracción particularmente hermosa
y bienvenida.
- ¿Distracción? –Beth arqueó una ceja ofendida-
¿crees que soy una de tus compañeras que se derrite por ti? ¿Una fan? –negó
soltándose de él.
- No quise decir eso –Lucian se acercó despacio- solo
necesitaba a alguien como tú.
- ¿Me necesitabas? ¿Por qué dices eso?
- ¿Por qué? No lo sé… simplemente sentí que era lo
correcto.
- ¿Qué necesitas alguien como yo? –Beth rió- ni
siquiera me conoces. No sabes quién soy. ¿Cómo podrías necesitarme?
- Bien, siendo así, necesito saber quién eres, qué te
gusta, de dónde eres, por cuanto tiempo te quedarás y si es posible que
dediques unos minutos, horas o días a estar junto a mí –pidió Lucian.
- ¿Capítulo en particular? –Beth sonrió traviesa.
- Tercera temporada, capítulo 20 –contestó Lucian
automáticamente con una gran sonrisa fresca- ¿te gustó?
- Me encantó –contestó Beth fascinada- repítelo para
mí, pero en italiano. Veamos que tan fluido es…
Lucian puso los ojos en blanco, divertido, pero se lo
repitió con gusto solo para ver esa gran sonrisa iluminar sus preciosos ojos
verdes. Era bellísima… estaba con él. No iba a dejarla escapar.
Ni… en… mil… años.
Beth miraba incrédula a Lucian, que sostenía su mano
y la miraba a los ojos, como si las palabras le nacieran del fondo del corazón.
Ahora entendía porque seguramente fascinaba en su serie. Él podía hablar con la
mirada. Lucian… ¿quién lo diría?
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