viernes, 8 de enero de 2016

Cenicienta por un día 2°



William había esperado ansioso el llamado de Anya, pero durante dos días no había tenido ninguna noticia. Así que cuando Liam entró a hablar con él no estaba de muy buen humor.
-¿No se sabe nada de la señora de Bella por un día?
-No, y créeme aún no sé si agradecerte o darte un golpe por haberme metido en este embrollo.
-No te compliques tanto, si ella no acepta no es algo grave, era una buena idea pero no es esencial para nosotros.
-Lo sé, pero ahora estoy interesado, mucho.
-¿En el negocio o en ella?
-No tientes tu suerte, Liam.
-¿Es tan linda como se ve en la televisión?
-Mucho más – dijo brevemente, no había podido dejar de pensar en ella. Ciertamente , no necesitaba una sociedad con la señorita Bari, él se había encargado de que su compañía fuera un éxito, pero aún así quería probar que salía de aquella unión, de la misma manera que quería explorar lo que podía suceder entre ellos.

-Es una pena que no tengamos ninguna mujer a mano que pueda pedir cita en su negocio – mencionó su amigo.
-No estoy tan desesperado.
-Por cierto, ¿has sabido algo de Sora?
-¿Qué tiene que ver mi hermana con todo esto? – preguntó Will sospechoso.
-Nada, sólo preguntaba.- se excusó.
-Liam, ve a trabajar. No me des excusas para despedirte.
-¡Cielos! Envíale flores – dijo y se marchó.

Anya estaba con su amiga Claire cuando la secretaria le trajo el arreglo floral que acababa de llegar. El centro era una rosa y luego había capas de distintas flores, la mayoría silvestres.
-¿Quién las envía? – preguntó su amiga ansiosa y ella tomó la tarjeta.La caligrafía era clara y elegante.

“La belleza es relativa, depende de nuestra forma de verla, pero estoy aprendiendo a mirar con más atención y descubrir que la belleza nos rodea y que está recubierta de humildad y no de la vanidad que le criticamos. Espero que me permita aprender mucho más”
W.K

-¿Y quién es W.K? –preguntó Claire que había leído sobre su hombro.
-William Kincaid – respondió Anya escuetamente, estaba más conmocionada de lo que quería admitir.
-¿ El de los zapatos KC?
-Sí, él.
-Dijiste que lo habías visto por negocios, pero esto...desembucha Anya, ¿qué está pasando con ese hombre?
-Nada.
-¿Nada? Anya, ¡te acaba de enviar flores! Obviamente te está cortejando, ¿no piensas darle una oportunidad? ¿No es atractivo?
-Lo es – respondió la joven pensando el aquel hombre alto de cabello y ojos oscuros.
-¿Entonces?
-Él es demasiado intimidante.- respondió.
-¡¿Intimidante?! A ti no te intimidan tan fácilmente, menos un hombre.
-Lo sé, y eso es lo que me inquieta – respondió en voz baja.
-Anya, querida – expresó su amiga y sus palabras estaban tan cargadas de emoción que la hizo sonreír, era increíble como dos palabras de alguien querido significaban mil cosas a la vez.
-Son lindas – musitó Anya observando la variedad de flores, cada una era diferente y tenía su propia belleza, quizas Kincaid si la hubiera escuchado atentamente.
-Creo que deberías tener en cuenta trabajar con él, sus zapatos son en verdad impresionantes.
-Y caros, y exclusivos...son un objeto de lujo -refutó a su amiga.
-Estoy segura que tú y él pueden llegar a algún acuerdo, se ve interesado – mencionó en tono ligero.
-¡Claire!
- Sería genial que las clientas pudieran usar esos zapatos, quizás las que vienen para alguna ocasión especial, una boda, un cumpleaños...No te eches atrás y no te escondas, no es típico de ti – le dijo y la joven rubia suspiró. ¿Acaso eso había hecho al no responder a William Kincaid? ¿Se estaba escondiendo?
-Además tendrás que contactarlo para agradecerle las flores, lo sabes.
-Sí, lo sé. Y estoy segura que él contaba con eso.

Anya no era una cobarde, de hecho siempre había sido valiente para enfrentar todo pero sus dedos temblaron al marcar el número de William Kincaid.
-Señorita Bari – respondió  él del otro lado y aquella voz firme, llena de matices profundos la desestabilizó, tardó unos segundos en hablar. Su discurso fue apresurado por temor a que se le notara el nerviosismo.
-Quería agradecerle las flores, un gesto muy amable de su parte, también si mañana tiene tiempo quería invitarlo a “Bellas por un día” para que vea cómo trabajamos.
-Será un placer ¿A qué hora le conviene que vaya?
-¿A las 10 le parece bien? Tenemos varias clientas en ese horario.
-De acuerdo. Nos vemos mañana.

A las 10, puntualmente, William llegó a “Bella por un día” y Anya salió a su encuentro. Esta vez llevaba un vestido azul estampado con flores, con una fila de botoncitos y un gran lazo en el cuello, se la veía muy juvenil pero aquel moño le hizo pensar en desatarlo y luego seguir desabrochándolo. Definitivamente esa mujer tenía un efecto nocivo en él, pero apenas si había logrado volver a verla, debía avocarse a su deber. Y su deber era lograr trabajar juntos.
Se saludaron y luego  ella  se dirigió a él con su mejor tono profesional, era como si todo el tiempo tratara de recordarle su lugar.
- Ya  le pregunté a algunas de las clientas si no las incomodaba que usted estuviera presente en algunas etapas de su sesión y aceptaron, así que si me acompaña – lo invitó y Will la siguió.
Primero , Anya le presentó a las tres clientas que estaban siendo atendidas, tenían diferentes edades, una adolescente con un flequillo largo y ropa demasiado amplia como si tratara de ocultarse, una mujer de unos treinta años vestida con ropa demasiado formal y una señora mayor. Ninguna de las tres destacaba, se veían como mujeres comunes, y estaba seguro que no eran del tipo que atrajeran las miradas masculinas al entrar a un lugar, a diferencia de la rubia que estaba a su lado, que no dejaba de impresionarlo. Luego se despidieron por el momento y lo llevó a recorrer las instalaciones y a conocer a algunos de los profesionales que trabajaban allí. Y más tarde fueron viendo a pequeños intervalos a las mujeres que había conocido inicialmente.
William vio como le cortaban el cabello a la adolescente, como  le ensañaban a maquillarse a la treinteañera y como asesoraban a la señora para elegir un vestuario adecuado a su figura. A lo largo de dos horas fue viendo por etapas la transformación de cada una de ellas, cuando la gente de Bella por un día terminó su trabajo, Anya se excuso con él y fue a tener una charla en privado con cada una de sus clientas. Y cuando aquellas mujeres finalmente estuvieron listas, casi no pudo reconocerlas.
Era fascinante como detalles pequeños podían cambiar completamente a una persona.
La joven adolescente tenía un nuevo corte de cabello que permitía ver su cara, tenía unos hermosos ojos de un castaño claro que habían sido resaltados levemente con maquillaje y  le cambiaban completamente la expresión, su ropa seguía siendo algo amplia, pero más clara, además  era su rostro lo que  atraía la atención.
La mujer  se veía mucho más atractiva con ropa más informal y liviana, además llevaba el pelo con grandes ondas .Y la última clienta llevaba el pelo de otro color, se la veía mucho más joven. Pero el cambio más significativo estaba en la nueva energía que desprendían, se veían más seguras como si en aquel cambio hubieran descubierto un secreto sobre sí mismas, algo que las hacía brillar. Estaba seguro que ese cambio, fuera lo que fuera tenía que ver con la charla que habían tenido con Anya.
Empezaba a entender, como el atractivo de una mujer no tenía que ver sólo con su exterior, sino con una seguridad interna.
Aquellas mujeres habían sido transformadas en un par de horas por el talentoso personal de Bella por un día pero William creía que el cambio que se había producido dentro de ellas perduraría aún cuando el maquillaje se hubiese desvanecido.
Le dijo un cumplido a cada una de ellas siendo sincero y caballeroso, después miró a Anya con admiración.
-Creo que ya sé quien es usted...- susurró y ella lo miró confusa.
-¿Disculpe?
-Es el Hada madrina – le dijo sonriendo y sin darse cuenta ella devolvió la sonrisa.
Ambos se alejaron y se reunieron en la oficina de Anya.
-¿Ahora entiende mejor cómo trabajamos? – preguntó ella y una vez más Will creyó sentir que lo estaban rechazando.
-Sí, mucho mejor. Por eso tengo otra propuesta.
-¿Cuál?
-Una línea de zapatos exclusiva de KC para “Bella por un día”- dijo él y ella arqueó una ceja como si no viera el beneficio de aquella propuesta.
- ¿Una línea barata o de qué habla?
-Hablo de la línea “Cenicienta” y no, no zapatos baratos ni de menos calidad, serán de menor costo sí pero es algo que puede hacerse. Diseñaremos una línea completa, y quiero que usted sea la asesora y nos explique lo que las mujeres buscan, qué es lo que debe tener un zapato para ejercer la magia que ilumina el interior de alguien.¿No le parece una buena idea?
-Señor Kincaid...
-Inténtelo, no pierde nada. Si lo que resulta no le gusta, no los usa en su negocio y ya, pero si le gustan, si logramos algo que pueda hacer felices a sus clientas y a las mías, será algo bueno para ambos, ¿verdad? – preguntó inclinándose levemente hacia ella y Anya frunció el ceño.
-¿Usted diseña zapatos? – preguntó ella y William soltó el aire.
-No, hace mucho que no lo hago. Aprendí a hacerlo porque mi abuelo, quien fundó la compañía los hacía y mi padre, pero ahora tenemos un gran equipo de diseñadores y yo me encargo de la administración. Mi hermana está estudiando y algún día se unirá al equipo. Pero aún así conozco el oficio y puedo darle todas las garantías que quiera, señorita Bari. Si me habla sobre sus dudas y reservas, podemos resolverlo.
-Yo no quiero que Bella por un día se asocie a algo exclusivo, ya le dije que la idea detrás de este emprendimiento es que todas las mujeres pueden ser hermosas.Y además una colección de zapatos es algo muy limitante, nosotros buscamos lo mejor para cada una porque cada una es diferente y ahí está el secreto de la belleza. Sin embargo lo que usted propone se trata de estandarizar.
-Esta vez es usted quien me malinterpreta, quiero que nos ayude a desarrollar zapatos para las mujeres reales con las que usted trabaja día a día, y  de hecho podemos pensar en zapatos con ciertas características generales y luego personalizarlos. ¿Qué le parece visitar nuestra fábrica? Podría hablar con los diseñadores y luego decidir- insistió ya que no estaba dispuesto a dejarla escapar tan fácilmente.
-De acuerdo, hoy ya es viernes, ¿qué le parece el lunes? – aceptó Anya
-Me parece perfecto. Ya casi es mediodía, supongo que tiene que comer, pero si la invito a almorzar, ¿volverá a rechazarme, verdad?
-Lo siento.- se disculpo y él sonrió resignado. Pero no iba a darse por vencido.
-Nos veremos el lunes, entonces – se despidió pero el destino tenía sus propios trucos.

William vio a Anya mucho antes. El día sábado a la noche asistió a una fiesta de gala organizada por una revista de moda, era en los jardines de un Castillo que estaba fuera de la ciudad.
Su cuerpo la reconoció antes que su mente porque sintió  que todo su ser se ponía en alerta delante de la mujer que paseaba junto a la piscina. Inmediatamente descubrió que era ella.
Estaba seguro de que las modelos que estaban reunidas allí palidecían frente a ella, llevaba su espesa melena suelta como siempre aunque con una delicada tiara brillante que le daba un aire majestuoso. Su vestido era blanco y largo hasta el suelo con mangas de gasa y perlas en el cuello, siempre iba demasiado vestida para su gusto. Él hubiera preferido que llevara una bikini, pero con aquel vestido de noche parecía salida de alguna película. Tenía una elegancia innata que realzaba su belleza natural.
Se le acercó despacio y justo cuando estaba por llegar a ella, empezaron los fuegos artificiales, el estruendo debió sorprender a la joven porque retrocedió sin medir sus pasos, él llego a tiempo para atraparla por la cintura antes que cayera al agua. En ese instante el cielo se iluminó y William pudo ver la expresión de ella, era de terror puro. No sabía por qué pero Anya Bari se había aterrado.




2 comentarios:

  1. Que paso??? por que se aterra ella... y quiero zapatos de esa linea.... muchos, ¿donde los venden??? XDDD
    J.

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  2. jajajajajaja

    Me gusta el tira y afloja para quedar.

    y a éstepaso, van a darse cuenta que en vez de tanto no. tienen más cosas en común de lo que creen.

    Pero por qué del terror de ella

    sigue!!!!

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