Cerraba
la puerta de la entrada principal, para expulsar una enorme exhalación, tras
haber estado prácticamente toda la comida con los nervios burbujeando como lava
en un volcán.
Ahora,
necesitaba paz.
Suerte,
que Harry no tenía nada que hacer aquella tarde y se quedaba a cargo de todos
los pequeños, brindándole la oportunidad de poner la máxima distancia posible
con Gregory, utilizando como excusa que necesitaba ir a la biblioteca del
campus.
Se
montó en el coche e introdujo la llave en el arranque, pero aún no lo accionó.
Por unos segundos, su mente volvió a proyectarle la mirada verde intensa del
hombre, que no le había quitado ojo en toda la comida. Logrando que más de una
vez, casi se atragantara y apenas comiera.
Desde
luego, éste sabía hacerle pasar momentos incómodos, pues no había podido evitar
el vigilar a toda la familia de reojo, por si también veían aquello.
Pero
tan sólo, había captado una picaresca sonrisa a Elisa. A quien pensaba
arrinconar aquella noche y sonsacarle información.
Soltó
una vez más un profundo suspiro, para accionar el encendido del motor, cuando
se interrumpió de hacerlo al captar un movimiento por el retrovisor interno.
Fijó
su vista allí, notando como sus pulsaciones volvían al mismo ritmo, que habían
tenido durante la comida. Al no ver nada, giró veloz sus ojos hacía su puerta y
al no captar tampoco nada, decidió mirar por el retrovisor derecho.
Pero
comprendió demasiado tarde, que fue lenta.
En
unas milésimas de segundo, tenía sentado dentro del coche a su lado un
sonriente Gregory.
-Pero
qué… -Soltó con ojos asustados.
-Hola
–le guiñó un ojo-, decidí acompañarte, pues necesito consultar cierta
información…
-Tienes
internet –Le reprochó con la mirada entrecerrada y tono brusco.
-Tú
también –Se alzó de hombros-. Pero hay un par de libros…
-Eres
mayor para ir a la biblioteca del campus-. Escupió sin pensar, viendo como el
hombre entrecerraba la mirada.
-¿Me
estas llamando viejo? –Inquirió algo indignado.
-Yo
no he dicho eso –soltó empezando a sentirse confusa-, pero seamos realistas. No
creo que te encuentres con nadie de tú…
-Vuelves
hacerlo –La interrumpió éste, viendo como lograba sacarla de sus casillas.
-¡ARG!
–Gruñó totalmente frustrada-, deja de neutralizar mi mente –Pidió con tono desesperado.
-¿Así
que te cuesta pensar, teniéndome a tú lado –Soltó de golpe con media sonrisa,
para volver a posicionar sus labios en una línea recta seguidamente-. ¿Me ves
en verdad tan viejo?
Megan
se quedó muda mirándolo por unos instantes, para después romper el silencio,
esquivando la respuesta.
-Creo
que eres bipolar –soltó empleando un tono neutro-, esos cambios de humor no son
muy normales.
Él,
la miró un momento y luego rompió en una carcajada.
-Así
que te gusta ser como el avestruz de Acme… -Indicó con cierta burla-. Es la
segunda vez, que me esquivas – de repente, inclinó su cuerpo hacia delante,
causando que Megan pegara el suyo a la puerta del piloto-. Pues que sepas, que
soy igual de perseverante que el Coyote.
-Entonces,
yo que tú iría mirándome un buen seguro médico y de vida –Se atrevió a
responder con sorna.
Gregory
volvió a sentarse de forma correcta.
-¿Tan
mala conductora eres, qué crees volver a accidentarme en un mismo día? –Alzó una
ceja.
-Sabes
que mis tiros no iban por ahí… -Arqueó sus cejas-. ¿Y bien, vas a bajarte del
coche?
-No
–Informó agarrando el cinturón de seguridad y abrochándoselo en un periquete,
con gran sonrisa feliz en el rostro-. Quiero ir a la biblioteca y perderme
entre las estanterías.
Megan
volvió a refunfuñar, abrochándose también el cinturón.
-Se
supone que ya debes haber adquirido conocimientos de todos ellos –Soltó con
cierta pulla.
-Y
así fue –habló con tono ronco-, pero me faltó experimentarlo de cierta manera y
creo que me ha llegado el momento. Digamos que me puse unas metas muy severas
en aquella época, sin poder tener tiempo para hacerlo como mis compañeros.
Aquello
solo consiguió que desconfiara aún más de él.
-¿Cómo
se supone que una mente joven debe interpretar eso? –Inquirió con gran
sarcasmo.
-Muy
graciosa –Mostró una sonrisa torcida-. Pero arranca el coche, si te ves
posibilitada ante mi presencia y tus neuronas… -Calló, cuando con mal humor la
joven arrancó el vehículo y emprendió la marcha.
Tras
haber logrado llegar al campus sin tener ningún accidente y sin lanzarlo por la
ventanilla, estacionó deseosa de bajar, para correr hacia el refugio de los
libros. Sabía que allí, por el silencio que se partía como orden estaría a
salvo.
-¿No
me esperas? –Corrió él hacia ella-. ¿Hasta qué hora vas a estar aquí?
-Que
yo sepa, tus padres solo me han contratado como canguro para tus hermanos
pequeños –Puntualizó abriendo la puerta del lugar y respirando con algo de más
seguridad o eso creía, hasta que él habló nuevamente con aquella forma que le
sacaba de quicio.
-Y
no sabes lo mucho que me gusta que no seas mí canguro –Pronunció con voz sexy y
un guiño de ojos-. Esa diferencia de edad, a mí me habría matado. Pues no se
vería nada bien a ojos de la gente –Vio como ella tensaba la espalda-. Bueno,
te dejo libre por un rato. Voy a saludar a alguien.
Megan
frunció una vez más el ceño.
-¿No
venías a mirar unos libros?
-Sí,
después que habrá menos gente deambulando por los pasillos, pequeña –Dijo guiñando
un ojo y desapareciendo por el lado contrario al que ella iba a coger.
¡Han vuelto! Muchas gracias...me ha gustado el capi ¿a quién irá a ver este chico? vaya que es provocador
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