sábado, 14 de noviembre de 2015

Aún te amo 21° Gaby Ruiz



Ni aunque le hubiera caído agua helada a Carolina en ese momento, le habría hecho sentir tanto frío como el que experimentaba en ese preciso instante.  Una ráfaga helada la recorría entera y se ensañaba con su corazón… lo resquebrajó en más de mil pedazos… ¡cómo podía estar tan equivocada!
-  Carolina… yo no quería que…  -Fernando se sentía como un completo estúpido… un maldito y hacerle esto a Carolina… era más de lo que él podía soportar-  Caro, tienes que entender que a veces las cosas no son como desearíamos…
-  Desear…  en este momento mis deseos…  -Caro se cortó bruscamente y lo miró con odio-  No quiero verte nunca más Fernando… te abrí mi corazón y tú, tú no pudiste haberlo hecho peor.  Sí querías alejarme… lo has conseguido.  ¡Hasta nunca! 
-  Es lo mejor para…  -Fernando intentó decir.

-  ¡Para ti, sin duda!  ¡Quédate con la viuda de tu primo y que seas muy feliz!  No quiero saber nada más de ti…  -Caro maldijo y lo miró-  solo siento odio por ti Fernando.
-  ¿Yo te di esperanzas?  -Fernando sabía que estaba empeorándolo todo pero no quería dejarla ir.  Era un imbécil egoísta… ¿y?  Él quería mirarla a su lado el mayor tiempo posible- Carolina, en este momento yo no soy un hombre al que puedas amar…
-  Tienes razón.  No, no te amo.  Seguramente no conozco lo suficiente mi corazón y estoy confundida.  Y claro… -lo miró irónica-  te eximo de toda culpa.  Yo sola me di esperanzas… como siempre, todo lo hice yo sola.  Pensé ver en ti… algo que evidentemente no eres.
-  ¿Te vas?  -Fernando preguntó estúpidamente.
-  Sí, y deberías hacer lo mismo.  Tienes una boda a la que asistir.
Dicho esto, Carolina no miró ni una sola vez atrás.  Caminó con la cabeza erguida hasta dar vuelta a la esquina, donde tomó un taxi y se alejó con lágrimas recorriendo sus mejillas.
Fernando se quedó parado, estático e impotente mirando como la felicidad se escapaba de sus manos.  Odio la muerte prematura de su primo, odió a Carolina por ponerlo en esa posición, odió a Deborah por chantajearlo… pero más se odió a sí mismo por no ser tan valiente como para decirle a Caro la verdad.  Pero… ¿y si ella le convencía que no se casara?  Ella podía… si él le decía que le amaba con toda su alma, que así sería toda su vida, ella podría… lo convencería.  Y él se sentiría culpable de dejar a su sobrino a merced de Deborah… no podría vivir con la culpa. Pero ahora… ¿Podría vivir sin amor?  ¿Era posible la vida sin la persona que hacía que su mundo girara y adquiriera sentido?
Podría haberle pedido un año… tal vez Caro entendería.  Pero no podía hacerlo, no quería comprometerla a esperarle más tiempo… no quería que sufriera y resintiera de él… Entonces, ¿qué acababa de hacer?
-  ¿Fernando vienes?  -la voz de Stefano interrumpió sus lamentaciones-  ¿has tomado una decisión?  -preguntó indeciso al no ver a Caro por ningún lado.
-  Sí, yo…  -Fernando lo miró-  ¿tú sabías que Caro estaba aquí?
-  Fernando, amigo…  -Stefano lo miró-  si, lo sabía.  ¿Dónde está?
- ¿Cómo pudiste hacerme esto?  -Fernando lo miró furioso y le asestó un puñetazo en pleno rostro a su mejor amigo.
La fuerza de la furia de Fernando y el hecho de que Stefano no se lo esperaba, hizo que perdiera el equilibrio y cayera directamente en la hierba fuera de la iglesia.
- ¿Te has vuelto loco? –dijo Stefano mirándolo incrédulo, dolorido y ofendido-  ¿Qué demonios te sucede?
-  ¿Qué se te pasaba por la cabeza al traer a Carolina hasta aquí?  Porque sin duda tú ayudaste ¿no?  -el resentimiento se podía palpar en la voz de Fernando.
-  ¡Por supuesto Fernando! –gritó Stefano y un hilillo de sangre recorrió desde su labio-  ¡Eres un completo idiota! 
-  ¿Y tú que sabes?  ¡No entiendes nada!
-  Lo suficiente para saber que dejaste ir a la mujer de tu vida.  ¿Cómo alguien puede ser tan estúpido?  No logro entenderlo…
-  Tú no eres el mejor ejemplo precisamente… -se burló Fernando.
-  Tienes razón.  No lo soy… casi dejo escapar a la mujer de mi vida… -susurró mirando a las personas que se precipitaban fuera de la iglesia y sosteniendo la mirada en una mujer en especial-  Fernando, por experiencia, piensa bien lo que estás haciendo…
- No sabes ni una maldita cosa…  -apretó los dientes ante la ola de preguntas y sorpresa en los invitados.
Mandy se acercó rápidamente hasta su esposo Stefano y secó la sangre de su labio.  Lo miró ceñuda y preocupada, pero él se limitó a sonreír y llevarla de regreso al interior de la iglesia.  Ahí se encontraron con Leonardo y Danna que también lo miraron con preocupación.
-  ¿Qué ha sucedido?  -preguntó Leonardo.
-  Fernando que no quiere escuchar razones y se ha desquitado conmigo…
-  Pero… -decía Leonardo y fue interrumpido por Danna.
-  ¿Dónde está Carolina?  -interrogó y Mandy junto con Leonardo la miraron como si estuviera loca.
-  No tengo la menor idea… supongo que se fue…
-  ¡Debo ir tras ella!  -pronunció Danna y salió sin más de la iglesia.


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