- ¿De verdad crees que ya te olvidó? -preguntó Danna con tono desinteresado
mientras revolvía su café.
- ¿Cómo que si lo creo? ¡Se va a casar! -desesperada gimió Caro- además, ¿de qué lado estás? ¿no que a favor de Flavio? ¿ahora defiendes a Fernando?
- No… no…
-repitió Danna con calma- No
estoy a favor de nadie… más que de lo que te haga feliz. Flavio está bien si te hace feliz o Fernando
si es tu elección. Pero, creo que ya lo
has decidido ¿o me equivoco?
- ¿Cómo?
Pero si acabo de…
- Sí, pero… ¿y qué harás?
- ¿Solo yo?
¿Y dónde quedas tú? -dijo Caro
con una ligera sonrisa- ¿Me ayudarás no?
- ¿A arruinar una boda? ¡Sí, estoy lista! -Danna sonrió con malicia.
- ¡Como en los viejos tiempos! ¡Planes locos! -Caro no lo podía creer. Había pasado de odiar a Fernando por lo que
estaba a punto de hacer… a darse cuenta que a pesar de todo… y todos… aún lo
amaba. Habían sido tres meses de desesperación,
confusión, rabia y dolor. Pero eso había
acabado… siempre que lo lograra... lograra que Fernando volviera a creer en que
era posible. Y… ahora… lo que necesitaba era un plan urgente para impedir una
boda… que tendría lugar dentro de…- ¿Cuándo es la boda?
- ¿Por qué supones que lo sé? -preguntó Danna extrañada- ¿crees que sería capaz de invitarme?
- No, a ti no.
Pero… -explicó cuando Danna la miró sin entender- creo que a tu “hijastro” Stefano si lo invitó…
¿son muy amigos o no?
- ¡Tienes razón! -dijo Danna chocando su palma contra la
frente- Lo había olvidado… hoy mismo les
hago una visita… y… -añadió levantándose a cancelar la
cuenta- ¡Stefano no es mi hijastro, por
amor de Dios!
- Pero si es hijo de tu esposo… -gritó Caro riendo mientras Danna agitaba la
cabeza. Definitivamente, esa historia de
Danna era increíble… nunca habría imaginado que Stefano pasaría de ser ex novio
a hijastro…. Solo a ellas les podía
suceder este tipo de cosas- ¡Bien que lo
quieres!
- Si sigues por ahí… -advirtió Danna- te voy a
matar. ¡Y se va al demonio el plan! -gritó y enseguida se ruborizó. Habían olvidado que estaban en una cafetería…
y no precisamente solitaria.
***
- ¿En verdad es este sábado ya? -Fernando continuó con su rostro impasible
mirando a lo lejos.
- Sí Fernando… ya es este sábado… -confirmó Debbie abrazándolo por detrás- Estoy tan feliz por ser tu esposa…
- ¿Dónde está Christopher? -preguntó él deshaciéndose con cuidado del
abrazo- Quiero verlo.
- ¡Christopher… Christopher! -explotó Deborah- siempre se trata de él… Fernando, ¿es qué acaso no sientes nada por
mí?
- No… -Fernando la miró- no preguntes algo cuya respuesta no quieres
escuchar… -evadió una respuesta directa-
¿entonces tendremos la custodia compartida verdad?
- Sí Fernando.
Así lo estipulaste… -confirmó Deborah desentendiéndose de él- Ahora debo salir. Adiós Fernandito.
- ¡Maldición!
-masculló él por lo bajo. Deborah
sabía que odiaba que lo llamara así… ¿era esto lo que iba a aceptar el resto de
su vida? ¡estaba definitivamente loco!
Pero había una razón… todo tenía una razón.
- ¡Fernando!
¿y esa cara? -saludaba un alegre
Stefano a su contrariado amigo- no
pareces un hombre que se va a casar… sino condenado a la horca. Pensándolo bien… es exactamente eso lo que
vas a hacer…
- Gracias por los ánimos, Stefano. ¡Justo las palabras que necesito escuchar de
un amigo! -Fernando se dejó caer en el
sofá.
- Deja la ironía… ¡sí son las palabras que
necesitas escuchar! -Stefano clavó sus
ojos celestes en él- ¡Estás dando un
paso enorme por si no lo has notado! Y…
pues yo estoy casi seguro que esto no es lo que tú quieres. No es Deborah. No fue para tu primo… no entiendo porque tú
te empeñas en cometer el mismo error…
- ¡No! A
mí no me interesa esa clase de relación con ella -explicó Fernando- y tú lo sabes. Debbie siempre será la esposa de mi primo y…
- Y ¿entonces qué demonios estás haciendo con
tu vida? -intentó Stefano en vano, ya
había perdido la cuenta de las veces que había intentado que Fernando entrara
en razón- ¿hay alguien que pueda hacerte
entender?
- Caro…
-suspiró Fernando y enseguida carraspeó-
no sé a qué te refieres.
- Yo sí… yo sí…
-dijo Stefano- bueno, debo
irme. Saludos a todos.
- Bien, saludos a Mandy y los gemelos. Adiós
-contestó Fernando distraído y sin notar que había revelado más de lo
que hubiera querido.
***
- Flavio… yo sé que te lo prometí pero… no
puedo engañarme y engañarte más…
-recitaba una vez más Caro frente al espejo mientras Lauren reía- ¡no te burles!
- Es que… ¡suenas tan artificial! -Lauren fue hasta el lavabo- no, Flavio te escuchará pero si le hablas con
franqueza… no inventándole castillitos en el aire… -dijo la rubia menuda.
- Bien, gracias por tu recomendación –Caro
revoleó sus ojos y lo volvió a intentar-
Flavio, estos meses han sido maravillosos pero... –Caro se rindió- ¿cómo
le diré que soy yo y no él?
- ¡Dios!
Eso es peor aún… -gimió Lauren-
estás en graves problemas... –rió.
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