- Pasa Fernando ¡qué sorpresa verte! -decía Caro abriendo la puerta.
- Sí, no quería molestarte y solo pasaba un
momento porque… -se calló al ver que un
hombre salía de un lugar del departamento-
¿estabas comiendo? -fue lo único
que se le ocurrió decir.
- Sí, con un colega de la academia -asintió Caro nerviosa y sintiendo que le
faltaba el aire. Se apoyó ligeramente en
la pared y continuó- Fernando, él es Flavio.
Flavio, él es Fernando… un amigo de Ecuador -añadió.
Los dos hombres se
evaluaron rápidamente y se dieron la mano.
Flavio sabía quién era ese tal Fernando.
Fernando solo
sospechaba quién podría ser ese Flavio… ¿tendría algo que ver con Caro? -el solo pensamiento…
- ¿Quieres unirte a nuestra comida? -preguntó torpemente Caro y su error fue
obvio cuando los dos hombres le miraron con extrañeza.
- No, creo que no es lo mejor. Pero, gracias por la invitación. Yo solo quise entregarte esto… -y le extendió la chaqueta que ella le había
prestado el día anterior- gracias y debo
irme -salió rápidamente que Caro no tuvo
tiempo ni de decir adiós.
Flavio comentó algo
de que maleducado era… pero Caro ya no estaba.
Había salido tras Fernando.
Caro recorrió
rápidamente el pasillo y abrió la puerta que daba a la calle. Parecía que Fernando había corrido esa
distancia porque no lo había alcanzado. Echó
un vistazo al exterior justo a tiempo de mirar a Fernando abriendo la puerta de
su coche. Ella se dirigió hacia él…
quedándose congelada al percatarse que… Fernando no estaba solo. Lo acompañaba una mujer, a la que también se
le congeló la sonrisa al ver quien salía de esa puerta por la que Fernando
había entrado hace unos minutos…
Fernando observó las
miradas que cruzaron las dos mujeres que eran parte de su vida. Caro, ella era su pasado… y Deborah, su
futuro. O eso había creído, hasta que
halló a Caro nuevamente. Y él… él se
encontró que no podía cumplir con su compromiso… con su autoimpuesta obligación
con Deborah. ¡Carolina había vuelto a su
vida! No importaba la razón de su
regreso… pero él la quería de vuelta. No
importaba cómo ni sobre quien pasara… nadie lo iba a impedir.
- Caro…
-pronunció finalmente Fernando saliendo de sus reflexiones- te presentó a Deborah. Debbie, ella es Caro.
La mujer, Deborah,
asintió y le ofreció a Carolina una sonrisa artificial. Caro le devolvió una gélida sonrisa y se
dirigió hacia la puerta de su departamento, para volver a entrar.
- Caro, espera…
-Fernando le alcanzó- yo quería
hablar contigo. Quiero saber… muchas
cosas están por decir Caro…
- Fernando, creo que te esperan… -le espetó ella.
- Deborah no significa nada en mi vida… ella es
solo… la madre de Christopher… -explicó
Fernando y Caro lo miró sonriente- Caro,
en verdad necesito estar a tu lado, yo…
- Sí Fernando… yo también… -Caro aceptó.
Sabía que debía negarse porque pensaría mejor sola que en compañía de
Fernando pero… no pudo resistirse- ¿te
parece si hablamos por teléfono y quedamos?
Creo que ahora mismo… tenemos otros asuntos que atender… -dijo y miró hacia Deborah.
Fernando aceptó de
mala gana. Le tendió su tarjeta con su
teléfono y anotó el teléfono de Caro. No
pudo resistirse y le dio un beso en la comisura de los labios, despidiéndose
con un gran abrazo y unas palabras susurradas en el oído de Caro.
Ella sintió que se
derretía ante el contacto de Fernando.
Era tan dulce… con tanta suavidad
y ternura… y al mismo tiempo, insinuaba la gran pasión que Caro sabía escondía
Fernando en su interior.
Cruzaron una última
mirada que significó más que mil palabras, antes que Fernando abordara su auto
y se alejara mientras Caro recorría el pasillo hasta su departamento… lenta…
muy lentamente. Como saboreando cada
instante… y recordando el día de ayer…
como Fernando la había estrechado en sus brazos, una y otra vez, besándola con
gran ímpetu… con el deseo dibujado en
sus ojos y con cada músculo tenso… ella se
había estremecido de deseo también.
Justamente como lo hacía en ese preciso instante. Solo sabía una cosa… había extrañado a Fernando. No importaba lo qué sentía o ya no sentía por
él. Lo había extrañado… y eso, eso nunca lo podría negar.
- ¿Qué pasó Caro? -preguntó Flavio el mismo instante en que
Carolina atravesó la puerta del departamento y él miro por sobre Caro… buscaba
al hombre que se había marchado, obviamente.
- ¿Qué pasó?
-repitió Caro- No entiendo a qué
te refieres, Flavio… mejor continuemos con la comida…
- ¿Estás enfadada? -insistió él-
Porque yo no he hecho nada y no me parece justo que…
- No, no estoy enfadada. ¿Vamos a comer o no?
- Tú no eres así…
- No me conoces…
- Ya veo…
¿no quieres hablar cierto?
- ¡Brillante!
-Caro sabía que estaba siendo odiosa pero no podía evitarlo- no, no quiero.
- Entonces, creo que lo mejor es dejarte
sola. Adiós Caro.
- Adiós Flavio
-lo acompañó silenciosamente hasta la puerta y se despidió con un breve
beso en la mejilla.
Mirándolo partir, se
sintió una completa tonta. Las cosas no
habían funcionado con Fernando… con Flavio apenas empezaba. ¿Qué debía hacer?
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