martes, 4 de agosto de 2015

Sorpresa De Navidad III


Por un momento, en la semioscuridad del dormitorio, observó atentamente como Colin con ojos entrecerrados, estudiaba la rota cremallera de la falda. Para seguidamente suspirar con cierta determinación, e intentar tirar hacia abajo de ella sin estar ya la cabeza del enganche.

Pero tras varios tirones y jirones de la maldita prenda, lo vio mover la cabeza con movimiento negativo al tiempo que soltaba una pequeña risa.

-¿Es muy valiosa?-Alzó su mirada para posarla en la mirada nerviosa de ella.


Abie se encogió de hombros.

-Es de Paige –Informó mordiéndose el labio, al verse perdida ante aquella pregunta.

-Bien… -Suspiró-. Yo solo le veo unas tres soluciones –Dijo chascando la lengua, para tratar de no soltar una carcajada ante la apurada joven, pero siendo imposible de ocultarle su atractiva sonrisa.

-Dime –Su corazón latía impaciente.

-Oh, duermes con ella y esperas a que decida mañana tú amiga, sobre el destino de prenda tan llamativa –Le guiñó un ojo, mientras le transmitía humor a la situación con su tono de voz-. Oh, utilizamos unas tijeras…

-¡No por dios! –Lo interrumpió alarmada, viendo como éste hacía un amago de mueca.

-Oh –Calló por un segundo-. Nena, la agarro fuerte con mis manos y probamos a desatascarla de tu cuerpo con un buen tirón.

Dando otro mordisco fuerte a su labio, cerró los ojos al tiempo que alzaba su rostro al techo y profería un gruñido, cargado de alta frustración.

Estaba destinada a sufrir una tras otra, bochornosas situaciones en los peores momentos. Como en aquel, que su escena de seducción se iba por el retrete.

-¿Abie?

Inquirió él, poco antes de ver como ella cogía aire profundamente y tras asentir dos veces con energía con su cabeza, le cedía el poder a la buenaventura.

-Adelante.

Colt, llevó sus manos al bajo de la falda, para tirar de ella tras haberla sujetado de forma apretada. Pero la suerte no les sonrió, al revés… Más bien, se rió de ellos.

-Deja que pruebe sujetándola por la cintura –Indicó con voz ahogada por el esfuerzo y el sudor.

Tenía que confesar, que aquello no le estaba sentando nada bien a su líbido.

Allí, en el dormitorio de ella con la grande cama tras ellos, invitándolo todo el rato a que tumbara a la joven. Por no decir también, que se sentía algo impaciente por ver qué ocurría  tras quitarle aquella prenda.

¿Llevaría ropa de encaje seductora, como el resto de la indumentaria?

¡Colt!

Se reprendió molesto, agarrando la prenda por la cinturilla y no pudiendo, evitar sentir la suave piel con sus nudillos. Y creía, haber escuchado un gemido ahogado en labios de ella.

No se equivocaba por completo.

Pues no era un gemido, sino más bien un amago de risa. Lo comprendió, al ver como su estomago se encogía cada vez que lo tocaba.


-Cosquillas –Señaló ella con boca pequeña.


Colt, ya no pudo aguantarse más y rompió en carcajadas, sin saber que con aquel gesto ya le dejaba los ánimos por el suelo a la joven.

-Pues vas a tener que mirar de aguantarte un poco –Habló con tono calmado nuevamente-. Porque eso está muy agarrado a ti.

-Lo intentaré –Dijo en apenas un susurro.

Increíble, si se creía que le iba a resultar tarea fácil. A quien quería engañar, si tenía desde hacía un buen rato toda su concentración puesta en no dejar de morderse la lengua, y confesar su atracción y el deseo que sentía por él. Sin contar con el hecho de que se acrecentaba aún más, por estar en su dormitorio.


Iba a resultar casi imposible el aguantarse las cosquillas, concluyó con pesar.

Y pocos segundos después, quedó comprobado al retorcerse ella por las cosquillas producidas de los nudillos de él en su barriga, y rompiendo en fuertes risas. Causando, que Colt soltara un suspiro entre divertido y frustrado, mientras se reclinaba hacia atrás y la observaba detenidamente.

Realmente, a él le daba igual ya llegados aquel extremo, lo que le ocurriera a aquella prenda.

Pues entre el roce, la cama, sus respiraciones aceleradas y entrecortas por el deseo… Su lívido le estaba gritando, que le agarrara la falda por el bajo y se la subiera para arriba para poseerla en el lecho.

Pero no.

Tenía que ser fuerte. Abie no estaba preparada para un ataque como aquel.

De modo, que había que vencer a la falda, se ordenó con gran determinación, justo cuando conducía sus manos a los bajos de dicha prenda, y sin avisar a la chica daba el mayor tirón hacía él.

Y por gran asombro, la maldita prenda salió victoriosa una vez más, a pesar de haber empleado gran fuerza.

Únicamente, logró derribar a Abie, quien se dio un buen golpe en la cabeza contra el suelo. Dando mil gracias a la moqueta que tenía éste.

Y todo, porque trastabilló al ser zarandeada de forma brusca sin previo aviso por él.

-¡Abie! –Exclamó asustado por el ruido fuerte de su cabeza, acudiendo a su lado.

-¡Auch! –Se quejó con los ojos cerrados y enormes ganas de llorar.

-¿Estás bien, Abie? –Preguntó de pronto la voz de su amiga al otro lado de la puerta, sorprendiendo a los dos al ver como se movía la manija y aparecía allí, con cara de sorpresa su amiga Paige.

Aquello, ya fue la gota que colmó el vaso. Causando que soltara sus lágrimas contenidas. Al ver que no tenía arreglo. Su vida era conducida por una serie de episodios caóticos, en donde no había cabida para los hombres.

-¡Abie! –Exclamó alarmada y sorprendida la joven, al encontrarla en aquella situación con el hombre a su lado.

-Sí –Logró gemir, mientras era ayudada por los dos a levantarse del suelo.

Una vez en pie, se quedaron por un momento los tres en una especie de silencio incomodo, por el tipo de situación.

Mejor comenzaba ella a decir algo para aclarar el asunto, pues era obvio que ellos se hallaban desconfiando el uno del otro.

-Colt me acompañó a casa –Dijo empezando con un tono algo apagado-. No me sentía a gusto hoy en el pub, vestida así –Se señaló así misma, mientras Paige escuchaba atenta-. Lo invité a un café por agradecerle el gesto –Hizo una mueca con el labio-, digamos que en cosa de pocos días a pasado a ser como un amigo –Retorció sus dedos nerviosa, porque temía que su amiga hablara de más.

-Sí, recuerdo haberlo visto en la tienda –Dijo con tono calmado-. ¿Pero qué ha ocurrido? Me pareció escuchar un buen golpe –Volvió a mirarlo con cierta altanería.

Aquella vez, ellos dos se miraron un momento para sonreírse mutuamente como compartiendo un momento especial.

-Se trata de que nos gustaría saber si ésta falda es muy importante para ti –Indicó con tono desesperado Abie, consiguiendo qué la otra chica los mirara a los dos confundida.

-No –Se alzó de hombros-. Tengo varios modelos parecidos.

Entonces, los dos soltaron un profundo suspiro de alivio al tiempo que él le guiñaba un ojo de forma sexy.

-Dime dónde encuentro unas tijeras nena –Habló veloz encaminándose ya fuera del dormitorio.

-Trae cualquiera de la cocina –Exclamó ella con tono apresurado, justo cuando él desaparecía por el marco de la puerta.

Después, se giró a ver a su amiga quien la observaba atentamente con los brazos cruzados en espera de una respuesta.

-Ahora no, Paige –Soltó en un quejido-. No ha salido nada bien y no quiero recordarlo tan pronto –Se mordió el labio, para entrecerrar los ojos-. ¿Qué haces tan pronto en casa?

-Ahora mismo, lo que menos me importa es encerrarme en mi dormitorio con un tal Paolo –Confesó con tono confabulador acercándose a ella-. Dime qué ha ocurrido, y como es que tienes a ese adonis aún vestido –Siseó mirando de forma furtiva hacia la puerta-. Porque estoy segura, que hoy ibas hacer algo grande –Volvió a susurrar pero aquella vez con tono esperanzado.

-Tú tienes la culpa –Masculló entre dientes-. Si me hubieras dejado vestirme con mis ropas –La acusó con enfado, causando que la joven diera un paso atrás confusa.

-No comprendo –Meneó la cabeza en sentido negativo.

-Tu falda se atascó, cuando iba a cambiarme por algo más cómodo y salir al comedor a intentar….
Calló, cuando su presunta víctima entraba por la puerta con la herramienta esperanzadora en sus manos.

-¡Bien, vamos a cortar esa maldita prenda! –Sentenció con voz amenazadora y mirada entrecerrada.

-Me debes algo a cambio guapo –Dijo Paige divertida y guiñándole al chico un ojo, mientras se encaminaba fuera del dormitorio causando alerta en Abie.

-¿Dónde vas? –Había cierta desesperación en su voz.


-Creo que Colt, sabrá apañárselas muy bien –Alzó una ceja divertida-. Yo, estaré afuera con Paolo. Voy a ver si quiere un café... –Dijo guiñándole un ojo con una enorme sonrisa, para después cerrar la puerta y dejarlos nuevamente solos, con la enorme cama justo a un paso de ellos.

1 comentario:

  1. Al fin puedo leerla! me ha gustado muchísimo y mira que me has hecho esperar por esta historia, agradece que me has dado un sobrino tan bello y eso evita que te acose incansablemente!! Pero no me hagas esperar demasiado por el siguiente

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