Por
un momento, en la semioscuridad del dormitorio, observó atentamente como Colin
con ojos entrecerrados, estudiaba la rota cremallera de la falda. Para
seguidamente suspirar con cierta determinación, e intentar tirar hacia abajo de
ella sin estar ya la cabeza del enganche.
Pero
tras varios tirones y jirones de la maldita prenda, lo vio mover la cabeza con
movimiento negativo al tiempo que soltaba una pequeña risa.
-¿Es
muy valiosa?-Alzó su mirada para posarla en la mirada nerviosa de ella.
Abie
se encogió de hombros.
-Es
de Paige –Informó mordiéndose el labio, al verse perdida ante aquella pregunta.
-Bien…
-Suspiró-. Yo solo le veo unas tres soluciones –Dijo chascando la lengua, para
tratar de no soltar una carcajada ante la apurada joven, pero siendo imposible
de ocultarle su atractiva sonrisa.
-Dime
–Su corazón latía impaciente.
-Oh,
duermes con ella y esperas a que decida mañana tú amiga, sobre el destino de
prenda tan llamativa –Le guiñó un ojo, mientras le transmitía humor a la
situación con su tono de voz-. Oh, utilizamos unas tijeras…
-¡No
por dios! –Lo interrumpió alarmada, viendo como éste hacía un amago de mueca.
-Oh
–Calló por un segundo-. Nena, la agarro fuerte con mis manos y probamos a
desatascarla de tu cuerpo con un buen tirón.
Dando
otro mordisco fuerte a su labio, cerró los ojos al tiempo que alzaba su rostro
al techo y profería un gruñido, cargado de alta frustración.
Estaba
destinada a sufrir una tras otra, bochornosas situaciones en los peores
momentos. Como en aquel, que su escena de seducción se iba por el retrete.
-¿Abie?
Inquirió
él, poco antes de ver como ella cogía aire profundamente y tras asentir dos
veces con energía con su cabeza, le cedía el poder a la buenaventura.
-Adelante.
Colt,
llevó sus manos al bajo de la falda, para tirar de ella tras haberla sujetado
de forma apretada. Pero la suerte no les sonrió, al revés… Más bien, se rió de
ellos.
-Deja
que pruebe sujetándola por la cintura –Indicó con voz ahogada por el esfuerzo y
el sudor.
Tenía
que confesar, que aquello no le estaba sentando nada bien a su líbido.
Allí,
en el dormitorio de ella con la grande cama tras ellos, invitándolo todo el
rato a que tumbara a la joven. Por no decir también, que se sentía algo
impaciente por ver qué ocurría tras
quitarle aquella prenda.
¿Llevaría
ropa de encaje seductora, como el resto de la indumentaria?
¡Colt!
Se
reprendió molesto, agarrando la prenda por la cinturilla y no pudiendo, evitar
sentir la suave piel con sus nudillos. Y creía, haber escuchado un gemido
ahogado en labios de ella.
No
se equivocaba por completo.
Pues
no era un gemido, sino más bien un amago de risa. Lo comprendió, al ver como su
estomago se encogía cada vez que lo tocaba.
-Cosquillas
–Señaló ella con boca pequeña.
Colt,
ya no pudo aguantarse más y rompió en carcajadas, sin saber que con aquel gesto
ya le dejaba los ánimos por el suelo a la joven.
-Pues
vas a tener que mirar de aguantarte un poco –Habló con tono calmado
nuevamente-. Porque eso está muy agarrado a ti.
-Lo
intentaré –Dijo en apenas un susurro.
Increíble,
si se creía que le iba a resultar tarea fácil. A quien quería engañar, si tenía
desde hacía un buen rato toda su concentración puesta en no dejar de morderse
la lengua, y confesar su atracción y el deseo que sentía por él. Sin contar con
el hecho de que se acrecentaba aún más, por estar en su dormitorio.
Iba
a resultar casi imposible el aguantarse las cosquillas, concluyó con pesar.
Y
pocos segundos después, quedó comprobado al retorcerse ella por las cosquillas
producidas de los nudillos de él en su barriga, y rompiendo en fuertes risas.
Causando, que Colt soltara un suspiro entre divertido y frustrado, mientras se
reclinaba hacia atrás y la observaba detenidamente.
Realmente,
a él le daba igual ya llegados aquel extremo, lo que le ocurriera a aquella
prenda.
Pues
entre el roce, la cama, sus respiraciones aceleradas y entrecortas por el
deseo… Su lívido le estaba gritando, que le agarrara la falda por el bajo y se
la subiera para arriba para poseerla en el lecho.
Pero
no.
Tenía
que ser fuerte. Abie no estaba preparada para un ataque como aquel.
De
modo, que había que vencer a la falda, se ordenó con gran determinación, justo
cuando conducía sus manos a los bajos de dicha prenda, y sin avisar a la chica
daba el mayor tirón hacía él.
Y
por gran asombro, la maldita prenda salió victoriosa una vez más, a pesar de
haber empleado gran fuerza.
Únicamente,
logró derribar a Abie, quien se dio un buen golpe en la cabeza contra el suelo.
Dando mil gracias a la moqueta que tenía éste.
Y
todo, porque trastabilló al ser zarandeada de forma brusca sin previo aviso por
él.
-¡Abie!
–Exclamó asustado por el ruido fuerte de su cabeza, acudiendo a su lado.
-¡Auch!
–Se quejó con los ojos cerrados y enormes ganas de llorar.
-¿Estás
bien, Abie? –Preguntó de pronto la voz de su amiga al otro lado de la puerta,
sorprendiendo a los dos al ver como se movía la manija y aparecía allí, con
cara de sorpresa su amiga Paige.
Aquello,
ya fue la gota que colmó el vaso. Causando que soltara sus lágrimas contenidas.
Al ver que no tenía arreglo. Su vida era conducida por una serie de episodios
caóticos, en donde no había cabida para los hombres.
-¡Abie!
–Exclamó alarmada y sorprendida la joven, al encontrarla en aquella situación
con el hombre a su lado.
-Sí
–Logró gemir, mientras era ayudada por los dos a levantarse del suelo.
Una
vez en pie, se quedaron por un momento los tres en una especie de silencio
incomodo, por el tipo de situación.
Mejor
comenzaba ella a decir algo para aclarar el asunto, pues era obvio que ellos se
hallaban desconfiando el uno del otro.
-Colt
me acompañó a casa –Dijo empezando con un tono algo apagado-. No me sentía a gusto
hoy en el pub, vestida así –Se señaló así misma, mientras Paige escuchaba
atenta-. Lo invité a un café por agradecerle el gesto –Hizo una mueca con el
labio-, digamos que en cosa de pocos días a pasado a ser como un amigo –Retorció
sus dedos nerviosa, porque temía que su amiga hablara de más.
-Sí,
recuerdo haberlo visto en la tienda –Dijo con tono calmado-. ¿Pero qué ha
ocurrido? Me pareció escuchar un buen golpe –Volvió a mirarlo con cierta
altanería.
Aquella
vez, ellos dos se miraron un momento para sonreírse mutuamente como
compartiendo un momento especial.
-Se
trata de que nos gustaría saber si ésta falda es muy importante para ti –Indicó
con tono desesperado Abie, consiguiendo qué la otra chica los mirara a los dos confundida.
-No
–Se alzó de hombros-. Tengo varios modelos parecidos.
Entonces,
los dos soltaron un profundo suspiro de alivio al tiempo que él le guiñaba un
ojo de forma sexy.
-Dime
dónde encuentro unas tijeras nena –Habló veloz encaminándose ya fuera del
dormitorio.
-Trae
cualquiera de la cocina –Exclamó ella con tono apresurado, justo cuando él
desaparecía por el marco de la puerta.
Después,
se giró a ver a su amiga quien la observaba atentamente con los brazos cruzados
en espera de una respuesta.
-Ahora
no, Paige –Soltó en un quejido-. No ha salido nada bien y no quiero recordarlo
tan pronto –Se mordió el labio, para entrecerrar los ojos-. ¿Qué haces tan
pronto en casa?
-Ahora
mismo, lo que menos me importa es encerrarme en mi dormitorio con un tal Paolo –Confesó
con tono confabulador acercándose a ella-. Dime qué ha ocurrido, y como es que
tienes a ese adonis aún vestido –Siseó mirando de forma furtiva hacia la
puerta-. Porque estoy segura, que hoy ibas hacer algo grande –Volvió a susurrar
pero aquella vez con tono esperanzado.
-Tú
tienes la culpa –Masculló entre dientes-. Si me hubieras dejado vestirme con
mis ropas –La acusó con enfado, causando que la joven diera un paso atrás
confusa.
-No
comprendo –Meneó la cabeza en sentido negativo.
-Tu
falda se atascó, cuando iba a cambiarme por algo más cómodo y salir al comedor
a intentar….
Calló,
cuando su presunta víctima entraba por la puerta con la herramienta
esperanzadora en sus manos.
-¡Bien,
vamos a cortar esa maldita prenda! –Sentenció con voz amenazadora y mirada entrecerrada.
-Me
debes algo a cambio guapo –Dijo Paige divertida y guiñándole al chico un ojo,
mientras se encaminaba fuera del dormitorio causando alerta en Abie.
-¿Dónde
vas? –Había cierta desesperación en su voz.
-Creo
que Colt, sabrá apañárselas muy bien –Alzó una ceja divertida-. Yo, estaré
afuera con Paolo. Voy a ver si quiere un café... –Dijo guiñándole un ojo con una
enorme sonrisa, para después cerrar la puerta y dejarlos nuevamente solos, con
la enorme cama justo a un paso de ellos.
Al fin puedo leerla! me ha gustado muchísimo y mira que me has hecho esperar por esta historia, agradece que me has dado un sobrino tan bello y eso evita que te acose incansablemente!! Pero no me hagas esperar demasiado por el siguiente
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