-No
estoy enfadada por el golpe en mí coche, sino más bien por quien me lo dio
–Respondió totalmente ofuscada, y dejando su bolso encima de una silla-. Fue
Cristian Doyle.
-¡OH!
–Se sorprendió-. Eso sí que es casualidad… ¿Y qué ha ocurrido?
-Nada
–Se alzó de hombros-. Simplemente no dejé que desplegara su encanto conmigo.
-¡Eres
tonta de remate! –La regañó su amiga-. Tienes la oportunidad de hablar con un
magnífico ejemplar y…
-Que
resulta ser mi enemigo –Recordó aún enfadada.
-Perdona
preciosa –Se rió-. Enemigo durante el trabajo, en la cama no.
-Por
favor, no comiences tú también –Alzó los ojos al techo-. ¿Me puedes informar
entonces de alguna cosa?
-Sí,
básicamente van hacer una campaña sencilla para autobuses y paradas de ellos
–Buscó una carpeta y se la entregó-. Ves, son fotos de cada uno de ellos en
solitario, sujetando un cartel con el horario del programa.
-¿En
serio? –Se entretubo mirando las fotografías de cada uno, para detenerse más tiempo en la de su enemigo.
Para
que negarlo. El muy condenado, estaba de rechupete… ¿Cómo no había sabido nada
de él hasta el momento, si tan conocido era? ¿Tendría razón su hermana?
¿Llevaría mucho tiempo sin hacerle caso a los hombres?
-Puede
que hagan más campañas –Respondió Sandra-. No lo sé aún, pues tan empezando
como bien sabes. ¿Me la devuelves, o te hago una fotocopia para la almohada?
–Rió, al ver que miraba al hombre detenidamente.
-Ni
loca –Puso cara de hasco y le entregó la carpeta.
-No
sabes lo que te pierdes –Soltó un suspiro profundo-. Es muy amable y divertido
y…
-No
deja de ser otro creído, que le gusta que las mujeres le rodeen y babeen por
él.
-¿Cómo
tú hace unos segundos? –Soltó con cierta picardía, obtuviendo unna mirada
recelosa por parte de la chica-. ¿Crees qué serán un problema los nuevos fichajes?
-Dylan
se halla muy enfadado –Suspiró mientras se reclinaba en la silla.
-Entonces
es que sí… Y yo también lo creo… Al menos en tu espacio –La miró con cierto
abatimiento-. Es tambien muy admirado.
-Eso
me han dicho mis chicos –Admitió con pesar-. Yo no sabía quién era él, hasta el
día de hoy. Y ya me cae mal…
-¿Pero
en qué mundo vives? –Rió su amiga-. Tienes que salir de fiesta. ¿Cuánto hace
que no sales por ahí?
-Bastante
–Soltó en un lamento.
-Y
supongo, que también hace bastante que no tienes una cita.
-¿Y
eso, qué tiene que ver ahora? –Soltó un tanto molesta.
-¡Mucho!
–Se levantó de la silla -. ¡No puedes seguir así!
-Quien
fue hablar –Soltó acusadora-. ¿Cuánto hace que tú no tienes una cita?
-Pero
yo salgo alguna vez de fiesta… -Se defendió-. Así, más o menos estoy al día
sobre los solteros de nuestra ciudad.
-Por
favor sandra –rió -, tú saldrás como mucho dos veces cada medio año. Admitelo,
eres como yo. Y no entiendo por qué, trabajando en una agencia de publicidad
tienes mucha más ventaja…
-No
te creas que mucha –Gimoteó cómicamente-.
La mayoría, suelen ser muy pagados de sí mismos, y no suelen salir con chicas
corrientes como yo.
-¡Bingo!
–Se descoyuntó de la risa-. Ves como tenía razón…
-¡No!
Tú, tú si que tendrias oportunidad de que se fijaran en ti… Eres alguien, pero
ocultas que lo eres…
-Tú
tambien puedes ser ese alguien –Dijo enfadada-. Por eso, no me gustan estos
hombres. Por eso dejé de salir, son unos interesados…
-¡No
me seas monja! –La calló-. Sabes, que solo tienes que ir conociendo gente. No
todos son iguales.
-No
tengo ganas para ello.
-Te
quedaras soltera.
-Mejor,
así siempre tendré la tapa del water bajada –Le replicó con humor.
-¡Tonta!
–Rió su amiga-. ¿Entonces? –Inquirió volviendo a sentarse en la silla.
-¿Entonces
qué? –Frunció el ceño sin comprender por donde iba ahora.
-¿Cuándo
salimos juntas de fiesta? –Preguntó con travesura-. Por favor… Además, tú
puedes entrar libre en mejores discotecas que las mías… Déjate de tonterías, y
dime que sí… -Revoloteó sus pestañas.
-Ya
me lo pensaré –Le guiñó un ojo-. Por lo pronto, eh tenido una idea… Voy a
llamar un momento a Dylan.
Veinte
minutos después…
-Gabriela,
no tenemos todo el día –Resopló Sandra-. Sal de ahí dentro ahora mismo…
-No
estoy muy segura –La voz le temblaba, mientras se miraba en el espejo insegura.
Iba simplemente vestida con aquel albornof blanco, que ella misma había pedido…
¡Era idiota!
-¡Como
no puedes estar segura, si la idea la has dado tú! –Habló su amiga un tanto
exasperada pro la situación.
-¿Cómo
siendo mi amiga, me dejas hacer éstas cosas? –Le reprochó abriendo la cortina
del provador.
-Lo
que no entiendo, es como no se me ocurrió antes –Indicó un tanto molesta-. Se
supne que ese es mí trabajo. ¿Estaré teneindo una crisis de creatividad?
-No
digas memeces –Rió Gabriela-. Te recuerdo, que no vine buscando trabajo. Solo
er ainformación… Y se me ocurrió esto… -Se señaló el albornof.
-Que
ha sido una idea genial –La empujó hacía la sala, donde un fotografo la estaba
esperando-. Pero, que nadie debe saber aún. Sino, me juego mi reputación al
igual que Jasper.
-Lo
sé –Suspiró-. Hasta que los anuncios de ellos, no lleven un día en la calle, no
pueden salir lso nuestros… Pero, no se si esperarme a la última y ver como
quedan los trabajos de mis compañeros…
-¡No
me seas cobarde! –La sujetó por lso hombros la chica-. Venga, que el tiempo
corre… ¡Dios, que sexy vas a quedar! –No pudo evitar decir con gran excitación.
-¡Tampoco
quiero ese efecto! –Protestó alarmada-. ¡Y lo sabes!
-Camina
y calla… -Ordenó su amiga.
***
Aparcó
su abollado coche, en su plaza de parquin de la emisora. Cuando lo había movido
aquella mañana de allí, no se esperaba que fueran haber tantos acontecimientos.
Si hubiera sabido por adelantado todo aquel alboroto, para nada abría sacado un
pie fuera de su cómoda cama. Apoyó la frente en el volante, mientras soltaba un
profundo suspiro.
No quería subir y ver a su jefe, ni tampoco a ninguno de sus
compañeros… Miró un segundo al sillón del copiloto, para soltar un sollozo al
ver allí la llamativa carpeta roja. ¡Por favor, si hasta el propio color de ésta
ya anunciaba el desastre! Desastre, solo para ella. Porque tanto como Sandra y
Jasper, estaban encantados con lo que habían puesto dentro de aquella carpeta.
Pero
ella no.
Y ahora, le tocaba aguantarse por bocazas. Eso le pasaba, por no detenerse antes a pensar un segundo en sus acciones.
Lo que había en aquella carpeta roja, era una acción más del papel que representaba en aquella emisora. Era la seducción y pasión, en aquellas cuatro paredes. ¡Pero ella no era así en verdad! Hacía mucho tiempo, que no sabía lo que era la pasión… Simplemente, era una mujer más que le gustaba pasar la noche del viernes y sábado, en casa o saliendo a pasear. No era una amiga de las discotecas… Todo lo contrario, que reflejaba aquella maldita carpeta roja.
¿Y sí la extraviaba qué ocurriría? Que Sandra, estaría encantada de pasarle el trabajo realizado a su jefe Dylan. Lo dicho, aquel día se tenía que haber quedado durmiendo.
Y ahora, le tocaba aguantarse por bocazas. Eso le pasaba, por no detenerse antes a pensar un segundo en sus acciones.
Lo que había en aquella carpeta roja, era una acción más del papel que representaba en aquella emisora. Era la seducción y pasión, en aquellas cuatro paredes. ¡Pero ella no era así en verdad! Hacía mucho tiempo, que no sabía lo que era la pasión… Simplemente, era una mujer más que le gustaba pasar la noche del viernes y sábado, en casa o saliendo a pasear. No era una amiga de las discotecas… Todo lo contrario, que reflejaba aquella maldita carpeta roja.
¿Y sí la extraviaba qué ocurriría? Que Sandra, estaría encantada de pasarle el trabajo realizado a su jefe Dylan. Lo dicho, aquel día se tenía que haber quedado durmiendo.
-¡Por
fín, ya volviste! –Apareció de golpe Steve.
-¡AH!
–Votó en el sillón por el susto.
-¡Joder!
–Rió divertido el chico, ante el susto de la joven-. Si que estabas lejos de
aquí mona… -Seguía riéndose, al ver que ella lo miraba con el ceño fruncido-.
Eh aparcado mi coche, dos plazas a la derecha… Hice ruido, así que no me culpes
por estar tu distraida. Fui a buscar comida china para todos nosotros.
-¿No
te has marchado a casa? –Le preguntó saliendo del coche con sus cosas y la
dichosa carpeta.
-No
–Sonrió-. Todos estamos curiosos, con esa campaña de publicidad que has
propuesto… ¿Cómo va a ser? ¿Está en esa carpeta? Déjame ver…
-Ahora
no –La apretó contra su pecho con fuerza, al tiempo que sus mejillas se teñían
de rosa-. Arriba, con los demás… -Habló nerviosa.
-¿Eso
es sonrojo? –Preguntó sorprendido y curioso-. ¡Dios, ahora estoy aún más
curioso! Venga, démonos prisa… ¡Tú coche! –Exclamó veloz, al mirar bien hacía
el vehículo.
-Me
han dado un golpe ésta mañana….
-¿Estás
bien? –Se acercó y le levantó la barbilla para inspeccionarla bien.
-Sí,
no te preocupes –Le sonrió por su preocupación y cariño-. Pero adivina quien me
dio… -Dijo con un poco de rabia.
-Ni
idea –Se alzó de hombros.
-Cristian
Doyle –Pronunció su nombre con retintín.
-¡Cómo!
¿En serio? –Su expresión era de total asombro-. ¿Y cómo fue?
-Es
mi enemigo, como quieres que fuera… -Respondió emprendiendo el camino al
ascensor, y escuchando la risa divertida de él.
Ya
en el ascensor, su compañero Steve no paraba de observarla a ella, y a la
dichosa carpeta. Aquello, solo estaba intensificando sus nervios. Lo único que
quería, era salir de allí y llevar una vida relajada. Pero sabía, que ahora iba
a ser imposible. La gente, simplemente conocía de ella su nombre de pila. Y
solo, el que sintonizaba su emisora. Lo cual, era un número bastante elevado de
gente. Pero no la conocían a ella físicamente. Jamás, había tenido que ir hacer
ningún reportaje, ni nada parecido.
Pero todo se iba al garete gracias a ella misma.
Pero todo se iba al garete gracias a ella misma.
¡Mentira!
Si toda su paz se iba al garete, era por culpa de aquel adonis, que ahora era
su enemigo público número uno. ¡Sí! Él, tenía la culpa de todo.
-Me
estas dando miedo, con esa mirada –Dijo Steve, mientras respiraba más relajado
al ver que ya llegaban a su planta, y las puertas se abrían.
-Perdona…
-Sonrió veloz-. Solo estaba pensando en mí contrincante…
-Pues
compadezco al pobre hombre –Silbó divertido de éste-. Nunca t eh visto tan
amenazante…
-Tampoco exageremos tanto Steve –Le dio un pequeño empujón.
-¡Bien,
ya era hora de que llegarais los dos! –Soltó impaciente Dylan-. A la sala de
reuniones ya… Que también tengo hambre
-Sí,
claro… -Agachó la cabeza avergonzada y hacía allí fue, junto con los dos
hombres.
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