Fernando circulaba
con cansancio por las calles de la ciudad.
El tráfico estaba terrible por la lluvia que de a poco cesaba pero
amenazaba con volver. ¡Demonios! -murmuró cuando un auto le rebasó con
violencia- ¡Es una infracción, imbé…! -estaba diciendo y se calló al recordar que
iba acompañado del pequeño. Suspiró
resignado y decidió tomar aquellas callecitas alternas que casi nadie
usaba. Sí, saldría de la avenida
principal y manejaría por ahí.
Efectivamente, tal
como lo había pensando, había muy pocos autos.
Un auto venía en sentido contrario al suyo y empapó totalmente a una
joven que caminaba por la acera. Pero,
¡Dios! ¿A quién se le ocurría caminar con ese clima? Miró como la joven apretaba los puños y… ¡zas! Como un rayo, él supo que era ella… ¿Cuánto tiempo…? ¡No, no podía estar imaginándolo!
Disminuyó la
velocidad del auto para avanzar lentamente, necesitaba volver a respirar… -se recordó y soltó el aire contenido- su
primer impulso fue descender del auto y correr detrás de… pero no lo hizo. Orilló el coche cuando la joven se detuvo
frente a una puerta. Bajó la ventanilla
y… puso en palabras sus desordenados pensamientos…
- Carolina…
-pronunció con deliberada lentitud e incredulidad. Ella detuvo sus movimientos… de hecho, las
llaves resbalaron de sus manos.
Ella dijo algo que no
logró entender. Parecía no haberlo
escuchado. Y sin sentirlo… lo repitió:
- ¡¿Carolina?!
-porque aún no estaba tan convencido de que fuera ella.
Pasado un instante,
la mujer negó… y finalmente lo encaró.
- Fernando…
-musitó y a él se le detuvo el corazón.
La lluvia se desató
con furia pero Caro no se movió. Fernando
tardó en reaccionar pero se bajó del auto y la tomó en brazos. Se estrecharon bajo la lluvia… tan
emocionados… no sentían nada alrededor… solo estaban ellos… los dos… después de
tanto tiempo…
Él se separó un poco,
solo lo suficiente como para mirar nuevamente su empapado rostro y la abrazó
una vez más. Las lágrimas se mezclaban
con la lluvia… pero los dos sabían que estaban profundamente conmovidos… se
notaban en los ligeros temblores que recorrían sus cuerpos… extrañas corrientes
de reconocimiento y anhelo.
- Caro… mi Caro… no puedo… yo no puedo… -susurró contra su cabello y con extrema
dulzura le tomó el rostro entre sus manos y lo elevó hacia él… sus labios
sabían a gloria… sabían a paraíso… tanto
tiempo sin vivir… sabían a ella… si,
finalmente era su Caro…
Ella le correspondió
como si se le fuera la vida en ello. Lo
besó con todo lo que había guardado en su alma durante esos cuatro años… ternura… dolor… tristeza… pasión… anhelo… AMOR…
Se devoraron sin
darse tregua. Él la estrechó aún más… ¡cuánto la había añorado! ¿Estaría soñando… otra vez?
Caro se abrazó a él,
pasándole los brazos por el cuello.
Acarició su cabello e introdujo sus dedos en él. ¡Era su Fernando! ¿Cómo podía ser posible?
Finalmente dejaron de
besarse. Él le rozó la punta de la nariz
con su nariz y la miró. Esos ojos negros
como la noche… mirándolo con miles de
emociones reflejados en ellos.
- ¿Cómo es posible? -pronunció Caro tocando su rostro. Había cambiado… no era el mismo Fernando del
que se había separado. Se notaba tan
serio como de costumbre… pero muy maduro.
Si, definitivamente ahora sus rasgos denotaban seriedad, madurez y…
estaba muy guapo. Esos ojos verdes tan
dulces cuando la miraba… esos labios… y… ¡ese cuerpo! -cayó en cuenta cuando se apoyó un poco más
en ese pecho fuerte y tocó con lentitud esos brazos… aún temía que se desvaneciera… suspiró.
- Todo es posible… -contestó sencillamente Fernando- ahora lo creo…
- Fernando, yo… -¡qué situación tan increíble! ¿quién le iba a decir que hoy encontraría a
Fernando? ¡Y en Italia,
precisamente!- ¿Qué haces en Italia?
- Vivo en Italia. He vivido aquí… tres años ya…
-contestó.
- ¿Tres años?
-preguntó extrañada. Hacía 4 años
que había desaparecido.
- Si… tres años
-confirmó él y la conocía tanto que…-
el primer año lo pasé en Estados Unidos en una maestría. A partir del segundo año me trasladé a vivir
a Italia. ¿Y tú qué haces aquí?
- Decidí vivir aquí porque… ¿recuerdas a Danny verdad? -él asintió-
ella vino acá y se quedó a vivir aquí… aunque… si Stefano es tu amigo…
conoces a su padre Leonardo, entonces…
-Caro dijo y él volvió a asentir-
sabes toda la historia supongo…
- Sí, básicamente. Ahora Stefano es feliz con Mandy y Leonardo
se casó con Danna y son felices también.
He visitado muy poco a Stefano últimamente…
- Ah… y como te decía, tengo un contrato en un
instituto de esta bella ciudad. Estoy
dando clases de español -sonrió.
- ¿Te gusta vivir aquí? -preguntó él.
- Me encanta
-afirmó ella- ¿Y a ti?
- Sí, es un bello país... aunque extraño
Ecuador… -y a ti… especialmente a ti.
- Yo también… a veces…
- ¿Eres feliz, Caro? -soltó Fernando de pronto- dime… tú…
- Yo…
-Carolina se quedó muda. La
respuesta hace unos días hubiera sido no… no soy feliz pero… ¿por qué ahora
dudaba? Una imagen se dibujó en su mente… ¡Flavio!
- Caro… yo te extrañé tanto… mi vida… -empezó a confesar Fernando- te…
Una voz proveniente
del interior del vehículo interrumpió la confesión.
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