-¡Joder,
joder! – Estalló Meredith, justo cuando su hermano Colt llamaba de forma seca a
la puerta de su despacho y entraba, para alzar las cejas por las palabras
insultantes de boca de su hermana pequeña-. Odio, cuando todo se tuerce justo
en el último minuto –Resopló mirándolo con el teléfono móvil apoyado en su
mejilla, tras haber colgado aquella frustrante llamada telefónica-. Hola
hermano… -Lo saludó completamente desanimada, mientras caminaba de un lado a
otro de su despacho.
Ella,
detuvo sus pasos histéricos para mirarlo por un segundo en silencio al tiempo
que parecía relinchar como un caballo, toda la frustración que cargaba en aquel
momento sobre los hombros.
-Ángel,
me acaba de fallar a su palabra –Confesó con los ánimos desinflados.
Colt,
juntó su ceño extrañado por aquel dato, dado que el amigo gay que tenían en
común desde la infancia, jamás fallaba a su palabra.
-¿Y
eso? –Seguía sin creérselo, preguntó con su mirada gris atenta sobre su hermana
pequeña.
-Conseguí
que aceptara posar para un proyecto –Comenzó hablar, pero la risa de su hermano
hizo que se interrumpiera y lo mirara con cierto fastidio, hasta que terminara
de su reacción divertida.
-Perdona
–Cogió aire con fuerza en sus pulmones, para dejar de reír-. Pero me hace
gracia, saber que nuestro amigo gay, ha aceptado posar como modelo para tus
portadas de novelas románticas de mujeres.
Meredith
chascó la lengua con fastidio, al tiempo que le lanzaba un bolígrafo que había
cerca de ella en el escritorio.
-No
seas tan egocéntrico –Le replicó-. Y admite, que no es el hecho de que pose lo que
te hace risa, sino más bien, el tema del amor –Alzó las cejas con actitud algo
exasperante-. A diferencia de ti, nuestro amigo también cree en el amor. Y no
ve solo problemas en una mujer.
Su
hermano, revoloteó la mirada hacia el techo por aquel comentario puntilloso.
Mientras soltaba un profundo suspiro, sabiendo que nunca iban a llegar a un
punto intermedio sobre aquel tema.
-Déjalo
hermanita –juntó las manos en una súplica-, hoy no tengo ganas de pelear. Solo
vine a traerte la invitación, para que me acompañes a la gala del sábado –Intentó
volver apaciguar la marea.
-Cuando
dejarás tus malditas probetas y tus ratas blancas de laboratorio, para darte
cuenta que no todas las mujeres son iguales –Inquirió con esperanza-. Solo
conozco, que hayas tenido aventuras con mujeres cuando estabas en la
universidad. Después, ya no sé nada más de tu vida privada –Comenzó hablar de
forma abstraída-. A éste paso, creo que todo el mundo cree que eres gay.
-Eso,
queda entre mí alcoba y yo –Soltó con tono burlón, sabiendo que la sacaría aún
un poco más de quicio.
-¡OH
por favor, no me creo que un hombre que está tan de rechupete como tú, aguante
sin sexo por más de una semana! –Explotó ya fuera de sí la joven mujer.
-¿A
qué diantres viene ahora tanto interés en mi vida privada y sexual? –Rió divertido.
Meredith,
se quedó por unos segundos callada observando a su hermano de arriba abajo en silencio,
causando que él entrecerrara la mirada,
sabiendo que algo tramaba la joven.
-Tú
vas a ocupar el puesto de Ángel –Soltó en
una sentencia así sin más la chica, levantándose del sillón, para abrir la
puerta y llamar a su secretaria. Mientras dejaba a su hermano sumido por un
segundo en la sorpresa, sin mediar aún palabra alguna-. ¡Karen! –Vociferó con
tono cantarín-. Avisa a los de vestuario, que en cinco minutos bajo con el
modelo.
Esperó
a que volviera a cerrar la puerta tras su espalda, para alzarse del sillón y
encaminarse hacia la salida. Pero como sospechaba, en menos que cantaba un
gallo, su querida hermana lo estaba agarrando con cierta fuerza del puño de su
americana, mientras lo miraba con cierto desafío.
-Si
decides cruzar por esa puerta –comenzó a señalar con tono amenazante-, juro que
te verás solo este fin de semana para la gala que tienes –Soltó con sonrisa
astuta, dado que sabía iba a cantar victoriosa con aquella amenaza.
-¡Estás
de broma! –Gruñó entre dientes-. No hay color con lo tuyo y lo mío –Protestó indignado.
Meredith
solo supo alzarse de hombros, mientras presumía de sonrisa.
-Tú
verás, verte rodeado de hambrientas mujeres que van tras tu fortuna y algunas
tras intentar descubrir si eres gay –Alzó la comisura de sus labios-. O posar
para la portada de una novela, siendo respaldado en la gala por mí como tu
guardaespaldas.
-Pero…
-Intentó protestar con cierto puchero en los labios-. Me niego a posar semi-desnudo
–Imploró incrédulo de verse metido en aquella trampa por su hermana-. Que luego
habrá más de uno que me reconozca seguramente –Soltó en un quejido moribundo,
mientras se dejaba arrastrar por su hermana a la zona de vestuarios.
Treinta
minutos después, salían las chicas de vestuarios con aspecto agotado pero con
cierta sonrisa de victoria en el rostro. Para buscar a Meredith, quien se
hallaba al lado Hada su jefa, acabando de dar los últimos detalles al bosquejo
que llevaban en las manos, pero que no dejaban de estar atentas al resultado de
ellas.
Teresa,
la que más mando tenía de las chicas se acercó hasta allí con el dedo pulgar
alzado.
-Ha
sido difícil pero nada desagradable –Confesó con cierto suspiro anhelante-. Al
final, hemos conseguido ponerle el chaleco de vaquero sin nada debajo, tras
darle ciertas amenazas como nos dijiste y confieso, que algún que otro pellizco
en su trasero como nos aventuraste también por si se complicaba el asunto –Explicó
con cierto guiño de ojos.
-¿Y
por qué no ha salido de ahí dentro? –Se aventuró a preguntar Hada, al ver el
revuelo que había causado en las mujeres y no pudiendo calmar su curiosidad,
por el amigo gay que había conseguido Meredith para la nueva novela.
Teresa,
solo supo reírse y mirar a Meredith, con cierta sonrisa conspiratoria.
-Creo
que a nosotras ya nos tiene bien pilladas entre ceja y ceja… -Suspiró-. Mejor
ves tú, que por ello eres su amiga.
Meredith,
soltó una risilla por lo bajo sin llegar a confesar aún, quien era
verdaderamente el hombre que había en el vestuario.
Con
cierto nerviosismo pero si con actitud determinada, caminó hasta el vestuario y
allí corrió la cortina, para hallar a su hermano sentado en el taburete con
cara de niño enfadado.
Muy
enfadado…
-Esas
arpías… -Comenzó a quejarse en un gruñido-. ¡Me he sentido violado por dios! –Soltó
completamente exasperado, alzando las manos al aire-. Y encima se han llevado
toda mi ropa –Recriminó furioso, sabiendo que aquello tenía que venir de ella.
-Yo…
Intentó
disculparse, por el acoso que había recibido en aquel pequeño espacio por tres
mujeres, pero una vez más éste no le dejó terminar.
-¡No
tiene ni punto de comparación con lo mío! –Masculló entre dientes poniéndose en
pie, para hacer sentir a su hermana algo amenazada por su altura.
Pero
a pesar de ser hermanastros desde la adolescencia, podía decirse que parecían
hermanos de siempre, dado el mismo carácter que tenían los dos.
-¡Pero
tú me has pedido muchos más favores que yo a ti! –Replicó amenazándolo con el
dedo índice, consiguiendo que éste callara de inmediato.
-Juro,
que si te los cobrarás siempre así, no te pido ni uno más como tampoco te haré
nunca más ninguno –Masculló cruzándose de brazos.
Meredith,
ante aquella amenaza solo supo reírse para alzarse seguidamente y depositar un
beso en la mejilla rasposa del hombre, con mucho cariño como siempre había
hecho.
-Eso,
no te lo crees ni tú –Le apretó el brazo con cariño-. Sabes que soy tu ojito
derecho –Le confesó con guiño de ojos.
-Pero
confieso que hoy te estás ganando todas las papeletas para que deje de ser así –Soltó
con cierta sonrisa torcida, mientras con las manos se señalaba así mismo-. Me
prometiste que no llevaría el torso desnudo.
Su
hermana, se mordió el labio mientras pensaba una respuesta que resultara
convincente.
-Y
así es, llevas un chaleco de piel –Se aguantó la risa-. No estás del todo
desnudo.
Colt
volteó los ojos al techo, para resoplar como haría un toro de rancho.
-Meredith…
-Dijo su nombre con cierto pragmatismo.
-Y
lo guapo y sexy que estas –Rió dando un paso atrás.- Si pudiera verte Ángel,
fijo que dejaba de ser tu amigo de toda la vida para violarte aquí mismo.
Éste,
meneó la cabeza con cierta negatividad.
-Qué
diantres te pasa con el sexo éstos días –Se aventuró a señalar su hermano
divertido-. Lo metes hasta en la sopa.
Ella
suspiró primero, para después sonreír con travesura.
-No
creo que a mi hermano mayor, le guste saber que ando escasa de un buen orgasmo
desde hace bastante tiempo –Soltó la perorata a bocajarro, pillándolo desprevenido
y saturándolo con aquella información.
-Ok
–Alzó sus manos, para que no explicara más-. Pues en vez de perder el tiempo en
intentar averiguar de la mía, date por intentar alegrar más la tuya listilla –Expuso
con un guiño travieso de ojos-. Puedo presentarte algún que otro compañero de
laboratorio…
-¡Una
rata de laboratorio como tú! –Lo interrumpió con cierto énfasis y pavor en sus
palabras-. Ni hablar –Negó con cierta efusividad-. Creo que tú debes de ser el
único pastelillo de chocolate con nata, que hay en ese laboratorio.
-¿Meredith?
–Los interrumpió la voz ronca de Hada, en el pasillo sin atreverse aventurarse
al cuartillo que hacía de vestuario-. ¿Va todo bien?
-Sí,
sí –Afirmó de manera atropellada mirando
a su hermano retadoramente a los ojos-. Ya salimos, ves posicionando a la
modelo.
-Lo
que tiene qué hacer uno por sus hermanos, dios… -Se quejó por lo bajo Colt,
dejándose arrastrar fuera de aquel cubículo, para llevarlo a la sala de
torturas.
-Ídem,
querido Colt –Sonrió Meredith, mientras lo adentraba a una enorme sala en donde
habían unas diez personas, mirando hacia la puerta esperando su entrada.
El
sentirse observado por todos aquellos pares de ojos, siendo él mostrado de
aquella guisa, en vez de ser mostrado como el científico que era, debería de
haberle hecho sentirse cohibido o enfurecido.
Pero
no tuvo tiempo de que su cuerpo llegara a experimentar aquellas sensaciones,
pues se quedó bloqueado en un solo par de ojos de color verde. Pertenecientes,
a lo que para él era, la cosa más preciosa que nunca había visto.
No,
no era gay. Solo era un poco exigente con sus gustos y forma de vivir.
Tampoco
había que indicar, que su vida pudiera ser comparada con la de un monje
budista, dado que no era así.
Pero
sí que era cierto, que le gustaba guardar su intimidad con cierto recelo y eran
contadas con una mano, las amantes que podían ser así.
Pero
por el salto que había dado su corazón y cierto punto tirando al sud de su
cuerpo, podía decirse que había encontrado aquello que tanto le decían su
hermana y amigo, que debía de encontrar.
Ella,
tenía que ser suya.
De
ellos tres, siempre había resultado el más serio. Pero por su profesión y por
su forma de ver la vida.
No
le gustaba ir tras el amor, sabía que vendría algún día a él, si así tenía que
ser.
Y
por fin, así era.
Y
sin querer resultar presumido, sabía que ella también sentía interés por él.
Dado que de forma tímida, no paraba de observarlo atentamente pero
discretamente.
¿Quién
era? ¿Acaso la modelo para la portada?
Increíble,
jamás se hubiera esperado que su media naranja fuera una modelo, siendo él un
renombrado científico. No es que el estilo de vida de cada uno, compaginara mucho…
-Anda,
ve y siéntate sobre ese montón de heno –Le ordenó su hermana, dándole un
empellón suave a su espalda.
Éste
sonrió un poco por aquella orden, pues en vez de sentarse lo que le gustaría
era darse un revolcón con la castaña de ojos verdes.
Sin
querer pensar en lo que suponía aquel favor, para su reputación en el mundo de
la ciencia, le dio orden a sus piernas para que se acercara al lugar y
procediera a plantar su trasero allí.
Solo
esperaba, que la mujer castaña fuera su compañera.
Pero
no. Tuvo la mala suerte, que no era ella quien tenía que salir en aquella portada.
Si no, la pelirroja pechugona que no paraba de mirarlo de forma provocativa.
Algo, que no le atraía para nada. Ni aunque llevara una copa de más.
Con
cierto pesar, le sonrió con falsedad mientras procedía a escuchar al fotógrafo como
debían posicionarse.
-Mira
que el mundo está mal hecho –Confesó en un susurro Hada a Meredith, mientras se
hallaban en un rincón observando como les daban el último retoque, antes de
comenzar con la sesión fotográfica-. Los más guapos, siempre son de la acera de
enfrente –Dijo soltando un profundo suspiro con mirada anhelante.
Ella,
solo supo girarse a mirarla con las mejillas algo encendidas pues aún no había
sacado a nadie de su error. Pero sabiendo lo receloso que era su hermano con su
entorno profesional, había creído que por el momento si se salvaguardaba el
secreto…
Pero
ella era su jefa. Una mujer y amiga leal, quien era mejor decirle la verdad.
-Hada,
veras…
-¡Hada!
–Exclamó el fotógrafo a pleno pulmón en tono de socorro, no dándole tiempo a
confesar.
Así
que ella era el mando allí. Pensó Colt más animado, al ver como la castaña de
ojos verdes se acercaba con sus tacones y falda de tubo en un paso apresurado
sin apenas mirarlo por más de un segundo a los ojos.
Sí,
ella también sentía la atracción. Observó sonriendo de forma felina.
-¡Eso,
joder es lo que quiero! –Exclamó el fotógrafo de sopetón, tras haber captado la
sonrisa en su rostro.
Y
deteniendo así los pasos de la mujer, al ver que ya no hacía falta de su
presencia. O eso creía.
-Hada,
ya te estás desabrochando los dos botones de la camisa y sentándote en la
pierna de él –Ordenó con gran emoción el hombre.
-¿Perdona?
–Logró pronunciar incrédula por las palabras que había creído escuchar de su fotógrafo.
-Esos
dos botones de remilgada fuera, cariño –Volvió a ordenar pero añadiendo un
guiño perverso-. Y Siéntate en sus rodillas.
Oh
sí, aquella pesadilla ya no iba pareciéndose al infierno. Pensó Colt en
silencio, observando de forma intensa a Hada.
Mmm…
Hasta su nombre resultaba dulce.
-Ralph,
creo que quien da las órdenes y contrata a la gente soy yo –Se atrevió a
mencionar, poniendo los brazos en jarra-. Y la modelo, es esa joven.
El
fotógrafo, se irguió sin miedo alguno para reivindicar su respuesta con la
misma sonrisa aún.
-Y
quien hace que las portadas de tus novelas obtengan premios, soy yo –Soltó con
gran orgullo-. Y tú querida amiga, haces magia con él.
-Pero…
-Intentó protestar, pero la asistente de Ralph se posicionó delante desabrochándole los dos botones pedidos y empujándola
seguidamente a las piernas del amigo de Meredith.
-Hola
–La saludó él con una voz sexy y ronca, causando que miles de mariposas le recorrieran
por todo el cuerpo, al tiempo que se sentía atrapada por sus ojos grises.
-¡Perfecto!
–Volvió a exclamar Ralph extasiado-. ¡No os mováis!
Si
era por ella, no creía tener las suficientes fuerzas en sus piernas para
hacerlo. A parte, de sentirse atrapada, cazada o enamorada.
¡Dios mío! Había dicho enamorada… Pensó
soltando un gemido con su garganta, al reconocer que aquello no era buena idea.
Era el amigo gay de Meredith.
-Por
qué tienes que ser gay –Le susurró sin dejar de mirarlo a los ojos.
-Quien
ha dicho qué lo soy –Habló sonriendo de forma avasalladora justo antes de
atrapar sus labios en un beso cargado de pasión.
OH CIELOSSSSSSSSSSSSSSSSS!! Eso es igual a ME HA ENCANTADO quiero más pronto o te acosaré día y noche por todos los medios...se nota tu gusto por los vaqueros porque este te ha quedado sexyyyyyyyyyyy. ¿Ya dije que me gustó? La historia es divertida, ellos pura química y quiero más
ResponderEliminarera sólo un post!!!!!!!!!!!!!!!
Eliminarjajajajaja Pero bueno, haré el cuento. avisó que será corto.
papanatas jejeje
ohhh nueva historia?! me gusta, me gusta, me gusta! :D
ResponderEliminarporque tu también lo dices, lo hago a cuento. soys malas dándome más trabajo.
Eliminarjajajajajaja
besazos