Gianfranco tomó con
desgana el celular que sonaba , leyó el escueto mensaje de texto que aparecía
en la pantalla “Estoy en camino amor, llego en minutos” y molesto apagó el teléfono dejándolo nuevamente sobre su escritorio.
-¿Quién era? –
preguntó la rubia que lo miraba
-Nadie importante
–respondió él -¿En qué estábamos? –preguntó con una sonrisa seductora y atrajo
a la mujer hacia él. La besó apasionadamente al tiempo que le desabrochaba la
blusa .Dejó que ella le desabrochara la camisa, al tiempo que en su mente
calculaba el tiempo.
La arrastró consigo
y la subió al escritorio mientras le
quitaba la blusa y el sostén, para después acomodarse entre las piernas
de la mujer. Volvió a besarla con profundidad sin dejar de acariciar la piel
desnuda, podía sentir los fuertes latidos de ella, pero más que eso adivinaba
el ruido de los pasos que se acercaban a la puerta de su oficina.
Con sus expertas
caricias hizo jadear a la mujer antes de volver a callarla con un beso.
Entonces sintió que la puerta se abría, sintió a la rubia tensarse en sus
brazos y sintió el grito de otra mujer que los observaba incrédula.
-¡Dios mío!-
exclamó Cecilia al observar la escena
que tenía frente a ella.
La mujer rubia se
separó un poco de Gian y la miró confusa, con los ojos aun cargados de pasión,
apenas si amagó con cubrir su torso desnudo. Él ni siquiera la miró
inmediatamente, sólo un instante después al notar la incomodidad de su amante
levantó la mirada y la dirigió a Cecilia. No había culpa, ni vergüenza, ni nada
en sus ojos dorados, trasmitían frialdad y la contemplaban como si ella no
significase nada más que una interrupción molesta.
La contempló
impávido como si no tuvieran ninguna relación y ella no pudo hacer otra cosa
que salir corriendo mientras las lágrimas le nublaban los ojos.
Gianfranco se
separó bruscamente de la mujer con la que un rato antes se había mostrado
apasionado, se prendió la camisa y le alcanzó la ropa a ella.
-Vístete y sal - dijo solamente
-Pero…-
-Ya terminó
–contestó él y la miró con tanta frialdad
que ella no lo reconoció
-Vete al infierno –
contestó mientras se vestía
-Hacia allí voy
–respondió él con una sonrisa lobuna y luego tomó el teléfono.
-Señor – respondió
una voz a su llamada.
-La señorita Brams está saliendo del edificio, asegúrate
que no le pase nada y que llegue a salvo a su casa.
-Sí señor
-respondió el hombre y después de cortar la comunicación Gianfranco se dejó
caer en el sillón mientras la rubia salía de su oficina.
Ahora sabía lo que
querían decir con lo de un corazón roto, aunque no era sólo su corazón, toda
ella estaba rota después de haber presenciado la traición de Gian. Al menos si
hubiese tratado de explicarle, de seguirla…pero no, se había quedado allí con
ese aire de indiferencia que había terminado de romperla.
Las lágrimas no la
dejaban ver con claridad, tampoco pensaba con lucidez cuando se lanzó a cruzar
la calle. Entonces unos fuertes brazos la envolvieron y la tiraron de nuevo
hacia la vereda impidiendo que se pusiera delante de un auto.
Levantó la mirada esperando
ver el rostro de Gian pero lo que encontró fue a Marco, la mano derecha de su
novio. Ex novio, mejor dicho.
El hombre la miraba
lleno de preocupación.
-¿Se encuentra
bien?.
-Sí, sí – contestó
ella en un murmullo. No podía dejar de temblar
-Vamos la llevaré a
su casa – dijo él tomándola de un brazo.
-No..no es
necesario.
-Por favor, no se
encuentra bien y estaría más tranquilo. Al menos déjeme acompañarla en un taxi.
Cecilia iba a negar
nuevamente pero sintió que sus piernas flaqueaban, la conmoción era tal que no
era capaz de sostenerse. Asintió con un leve movimiento de cabeza.
El hombre consiguió
un taxi y la acompañó hasta su departamento, luego se marchó.
Cecilia ni siquiera
encendió las luces, caminó a oscuras hasta llegar a su dormitorio, allí se dejó
caer en la cama. La claridad que entraba por la ventana iluminaba el violín que
estaba sobre el escritorio.Ver el instrumento que amaba le recordó su primer
encuentro con Gianfranco, ¿cómo su amada música podía haberla guiado a alguien capaz
de herirla así?
Empezamos a sufrir jajaja.
ResponderEliminar¿Esto fue un entrante a lo que está por venir? Me dejastes con la miel en los labios, bueno, chocolate jajaja.
Gracias Nata, como vez, estaré esperando por más jijiji. Besitos
Me alegra que te gustara...y trataré de ir con más ritmo!!! Besos
EliminarEspera, espera....
ResponderEliminarque me parto de la risa.
te acabas de quejar ahora mismo, en mi cuento, de que te dejamos con el ohhhhhh!!!!!
y qué me dices a éste capitulo?
Por qué creo que es más de lo mismo...
Tiene un fuerte OHHHHHHHHHHHHHHHHHHhh
Malandra!!!! Quiero más!!!! Ya coge ese maldito boli y escribe
PD:
ResponderEliminarYo solo sigo el ejemplo de mis sises mayores
jajajajjaja
JAJAJAJAA dejen de pelear y yo tb quiero mas, pero luego si lo digo asi abiertamente, me reclaman.. asi que mejor me callo
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