Emma había tenido un día divertidísimo. Y extraño. Sí, esa sería la palabra más acertada. ¿Verdad? No todos los días ella llamaba la atención de alguien y recibía halagos sobre su persona. ¿Quién reparaba en ella alguna vez con otras tantas mujeres a su alrededor más lindas e interesantes?
Pero había pasado. Y no una vez, sino dos. Lo de los halagos. Tanto Nick como Mike le habían dicho que se veía bien. No, más que bien. Nick le había dicho que estaba preciosa… y Mike en el transcurso de la tarde también había mencionado algo parecido un par de veces. ¡Ah, a veces era bueno el cambio!
Y no estaba muy segura pero creía… pensaba… ¿imaginaba?
No, sí que lo había hecho. Mike le había pedido una cita. ¡¡Una cita!! ¡A ella!
Claro que había salido antes y había tenido sus historias, pero hacía tanto que no iba a una cita espontáneamente (con alguien nuevo) y, a juzgar por las miradas de Becca y Rachel, peligroso. Muy peligroso.
¿Debía sentir temor? Sí, definitivamente. ¿Estaba asustada? No, no lo estaba. Quería algo de emoción. Sabía que podía doler pero ¿qué más daba? ¿Qué iba a perder?
No era como si estuviera saliendo con alguien más… arriesgarse.
Definitivamente no había peligro. Porque no involucraría su corazón. Así que, lo haría. Saldría con Mike.
***
- Ah eso… no fue nada –contestó Nick, elevando sus ojos verdes risueños hacia Emma, quien se limitó a poner en blanco los ojos- te lo dije. No era una cita.
- Claro… cierto –Emma sonrió. Le encantaba tomar un café con Nick las tardes de los jueves. Era casi un ritual de un tiempo hacia aquí- ¿y cuántas “no citas” ya van?
- No, eso no es justo –se encogió de hombros- Abby ya no está aquí.
- Ah, eso lo explica todo.
- Al contrario, ya era tiempo. Se me estaban terminando las excusas.
Emma rió junto con Nick. Aquellos ojos verdes contenían una picardía única y su sonrisa solo lo acentuaba.
Suspiró.
- Eres tan diferente y a la vez no lo eres… -Emma ladeó la cabeza.
- ¿Ah? ¿A qué te refieres? –inquirió Nick confundido.
- No lo sé exactamente. Tienes más facetas de las que pensé en un inicio.
- ¿De verdad? ¿Por qué? –interrogó Nick curioso.
- No lo sé –repitió Emma encogiéndose de hombros mientras reía levemente- parecías de ese tipo…
- ¿De qué tipo? –insistió Nick intrigado. ¿Qué había pensado Emma?
- Rebelde, guapo y acostumbrado a que las cosas se hagan a su manera.
- Sí, bastante cerca a lo que soy –contestó en tono ¿decepcionado?
- No he dicho que eso sea lo que vi después… o veo ahora –aclaró Emma y él entrecerró los ojos- bueno… tendía a prejuzgar con facilidad en el pasado.
- ¡No me digas! –exclamó Nick teatralmente y Emma rió.
- Lo sé, lo sé… eres muy consciente de eso –soltó sonriendo aún- de alguna manera, al ser actor, solo podía imaginarte como chico malo. Ya sabes… miles de chicas, chaqueta de cuero, una moto y tatuajes.
- ¿Tatuajes? –habló en tono burlón Nick por el estereotipo- ¿creías que todos los actores eran así?
- No, solo tú… -Emma soltó lentamente- no sé por qué.
- Bueno, lamento decepcionarte… -Nick suspiró y se llevó una mano al corazón con gesto pesaroso- soy lo que ves.
- Entonces ¿no hay miles de chicas?
- No en un largo tiempo –restó importancia, risueño.
- ¿Chaqueta de cuero? –siguió la broma Emma.
- Igual que las chicas.
- ¿La moto? –preguntó con curiosidad. Los ojos verdes de Nick confesaron por él y Emma rió- ¿sí?
- Sí. Es bastante práctica y menos llamativa cuando quiero salir y escapar de asuntos indeseados –se refería a la prensa y Emma asintió- además, difícilmente me reconoce nadie con el casco.
- Sí, supongo que sí –confirmó Emma.
- ¿Alguna vez te gustaría dar un paseo? –ofreció con una gran sonrisa. Emma negó con censura, sabiendo que la provocaba a propósito.
- No, no podría hacerlo –Emma sintió un escalofrío.
- Temía esa respuesta –Nick la miraba fijamente y Emma carraspeó.
- ¿Qué falta? ¡Ah, los tatuajes! –Emma tamborileó los dedos- ¿alguno?
- No –Nick sacudió la cabeza- al menos no uno que pueda mostrarte.
- ¡¿Qué?! –Emma sintió como una creciente ola de incomodidad la embargaba, sobre todo porque… ¡tenía curiosidad! No, no iba a preguntar… pero, si tan solo…
- ¿Emma? –Nick rió a carcajadas ante su mortificación- estaba bromeando.
- ¿Sí? –Emma soltó el aire contenido- claro que sí.
- Sí, seguro que sí –la sonrisa de Nick le decía que nunca se lo diría. Y la intrigó aún más. Le golpeó el hombro con una risita. Nick atrapó su mano antes de que lograra su objetivo- ríes mucho, Emma.
- Contigo sí –se encogió de hombros- no puedo evitarlo. Tu alegría es contagiosa.
- ¿Ah sí? Yo pensé que tú eras quien me contagiaba alegría. Qué curioso.
- ¡Nick! –ella lo empujó con la mano libre levemente, riendo. Él se llevó una mano al corazón teatralmente- ¡basta! –pidió al borde de las lágrimas por la risa.
Él rió a carcajadas al ver a Emma retorciéndose de la risa. No pudo dejar de mirarla. Era encantadora. Era, indudablemente, preciosa.
- ¿Ya te he dicho que me encanta cuando ríes? –Nick apretó los dedos de la mano de Emma que aún sostenía- ¿quieres más café?
- ¿Estás bromeando? ¡Me he tomado dos tazas ya! ¿Cómo dormiré luego?
- ¿No tienes guardia hoy? –preguntó frunciendo el ceño ligeramente.
- ¡Dios, tienes razón! –Emma se levantó, limpiándose con las yemas de los dedos el borde de sus ojos- tienes una memoria privilegiada.
- Es necesario. El trabajo –restó importancia Nick- lo que me recuerda, que la semana que viene empezaremos a grabar el episodio especial de “Destino”.
- ¡Oh, Nick! –Emma agitó los brazos, como si no pudiera soportar la noticia- ¿ya lo leíste? ¿Lo has memorizado ya? ¡¿Qué dice?! ¿Por qué no me lo habías dicho?
Nick volvió a reír mientras Emma cruzaba los brazos enfurruñada. ¡Ah, se veía adorable! Sacudió la cabeza, últimamente tenía pensamientos muy curiosos sobre Emma.
Exactamente, desde hacía un par de meses, cuando se habían reencontrado. No, no había sido así al inicio. De unas semanas para el presente… sí, quizás… pero ¿por qué? No tenía explicación. No tenía razón de ser…
- ¿Nick? ¿hola? –Emma agitó su mano frente a los ojos verdes que lucían una mirada perdida- debo irme ya. ¿Sales hoy? –negó riendo- olvídalo, ya me contarás. Adiós.
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