–Y… Caleb llamó –comentó en tono casual Cameron. Nina
siguió cerrando sobres, sin mirarlo– de alguna manera, ya sabía que mi boda
sería cancelada.
–Cameron, lo siento. Eso ha sido mi culpa –admitió Nina
sonrojándose– ni siquiera lo pensé cuando ya…
–Lo sé. No tiene importancia –le sonrió tranquilizador.
–¿Cómo lo supiste? ¡Qué tonta! Si yo era la única que lo
sabía.
–Sí, pero… él mismo me lo dijo.
–¿Qué te dijo?
–Le pregunté si llamaba por ti y me dijo que: “¿Sinceramente?
Sí.” Fue extraño…
–¿Qué más te dijo?
–Pensé que no te interesaba…
–No me interesa.
–¿Y por qué lo preguntas, entonces?
–Cameron… –Nina resopló con impaciencia y cruzó los
brazos.
–Nina… –pronunció en idéntico tono, replicando su
posición.
–No lograrás nada así.
–Ya sonreíste.
–Claro que no.
–Por supuesto que sí. Esa es una sonrisa, sin duda.
–¡Cameron! –Nina agitó los brazos en el aire con
impaciencia, pero no pudo evitar sonreír. Cameron la estrechó con fuerza–
Cameron…
–Permítemelo. Pronto no podré hacerlo.
–¿De qué hablas? –frunció el ceño confusa.
–Tú lo sabes muy bien, Nina.
–No hagas que me vuelva a enfadar contigo, Cameron.
–No es conmigo con quien estás enfadada, Nina.
–¿Ah no? –Nina volvió a cruzar los brazos con terquedad–
entonces ¿con quién?
–¿Por qué presiento que siempre quedaré en la mitad del
campo de batalla?
–Tú estás viendo visiones, Cameron. Y unas que nunca
pasarán, puedo añadir.
–Me gustaría tener la mitad de la seguridad con la que
hablas, Nina.
Ella lo fulminó con la mirada y continuó cerrando los
pocos sobres que quedaban abiertos. ¿Cómo es que se había vuelto tan transparente
de repente? No, eso no era cierto. Cameron siempre la había conocido. Y él solo
quería verla feliz, como él a ella.
–Entonces… tú crees que yo debo buscarlo.
–No exactamente –él no fue con rodeos– solo pienso que
deberías intentar decirle lo que sientes. Uno de los dos debe hacerlo.
–¿Y por qué no él?
–¿Te gustaría escuchar lo que Caleb siente antes de
decirle lo que tú sientes?
–Sí.
–Cobarde –retó Cameron burlón.
–No es cierto.
–Claro que sí. ¿No dijiste que te arriesgabas?
–Sí, pero…
–Que tú eras firme en lo que querías y arriesgada y…
–¡Cameron, yo no quiero a Caleb!
–Seguro que no –sonrió divertido.
–¿Por qué estás haciendo esto?
–No lo sé. Quizás porque tú hiciste lo mismo por mí.
–¿Qué hice? ¿Fastidiarte hasta que dejaste a Kristen?
–No. Intentar razonar por todos los medios conmigo hasta
que despertara.
–Yo estoy despierta, Cameron.
–Bien, Nina. No voy a insistir. Depende de ustedes.
–¡No hay nada que decir, Cameron!
–Tu vida, tu decisión, mí querida mejor amiga.
–Algunas veces, siento que podría odiarte, Cameron.
–Pero no me odias.
–No, eres demasiado lindo. Eres demasiado mío… de alguna
manera, no puedo enfadarme contigo por mucho tiempo.
–Nunca nos hemos enfadado –soltó pensativo Cameron.
–Me parece que no.
–Y no quiero que empecemos ahora –Cameron se levantó y
tomó los sobres– gracias Nina, debo entregárselos a Kristen.
–¿Aún te habla, Cameron?
–No lo sé, no la he visto desde que le aseguré que
hablaba muy en serio.
–Mmm… –Nina se levantó y salió con él– ¿Qué harás
después?
–No lo he decidido aún. ¿Quieres invitarme a una cita,
Nina?
–Perdiste tu oportunidad, Cameron –contestó Nina
conteniendo una sonrisa. Cameron se llevó una mano dramáticamente al corazón.
–No haces más que romper mi corazón, Nina –inspiró hondo
y sonrió ampliamente– ¿quieres ir por un helado?
–Sí, leíste mis pensamientos.
–¿Y cuándo no lo he hecho?
–Siempre… siempre sabes qué hacer o decir.
–Solo necesito lograr que algunas veces, me escuches.
–Siempre te escucho, Cameron. Solo que no haré lo que me
dices todo el tiempo.
–No he dicho que debas –él se encogió de hombros y
empezaron a caminar hasta el parque cercano, donde estaba la heladería que
frecuentaban desde que eran niños– me gusta hablar contigo, Nina. Nunca debo
cuidar lo que digo.
–¡Lo sé! A mí me pasa igual –confirmó.
–Últimamente… –Cameron entrecerró los ojos– ¿por qué no
me dices qué sucede?
–Creí que leías mis pensamientos, Cameron.
–Estás enamorada –afirmó.
–Sí.
–Estaba muy preocupado cuando empecé a notarlo, Nina.
Temía que te hiciera daño, que pudieras destruirte a su lado… son tan opuestos.
Pero, me equivoqué.
–Cameron… –Nina le acarició el rostro con suavidad.
–Te amo, Nina. Y nada, absolutamente nada, me haría más
feliz que verte feliz también.
–Lo sé, yo siento lo mismo acerca de ti.
–Nina, Nina… –Cameron le besó en la mejilla– ¿qué sabor
de helado elegirás?
–¿No compartiremos uno? ¡Cameron, pensé que habías vuelto
a ser tú!
Él rió y le pasó el brazo por los hombros. Caminaron así
el tramo que faltaba hasta llegar al lugar y continuaron charlando por largo
tiempo.
Aaaaaaah Nata!!!!
ResponderEliminarPero bueno... ¿por qué lo dejas asi? Me quedé igual.
Quiero maaaaas jajajaja
Gracias pero quiero mas Nata jijiji, besitos
Jajaj culpen a Gaby...ella dividió así los capis de su historia...yo sólo soy el "mensajero"
EliminarBesos Yola
Jajajaja vale Nata jajajaja
Eliminar"Aaaaaaah Gaby!!!!
Pero bueno... ¿por qué lo dejas asi? Me quedé igual.
Quiero maaaaas jajajaja
Gracias pero quiero mas Gaby jijiji, besitos"
Besitos para la mensajera jijiji
Hola Yola! Debo confesar que no ha sido mi intención dejarlo hasta ahí pero en aquel entonces cada capítulo que escribía tenía la misma extensión así que al llegar al "límite" saltaba a un nuevo capítulo jaja.
Eliminar¡Me alegra mucho que quieras más!
Besos para ti y para Nata!!
Jajajajaja
ResponderEliminarDáselos a miguitas chiquitas Nata!!!!! Me gusta, me gusta
jajajjajaja