Caleb realizó el trayecto hacia el departamento en
silencio. Había dejado a Caitlin en su casa y, aunque lo había invitado a
pasar, él no se sentía de ánimo alguno. Lo único que quería era llegar a su
habitación y recostarse en la cama. Necesitaba dormir. En la noche, no había
logrado dormir nada después de hablar con Nina. Había tantas cosas que le
hubiera gustado decirle… y no importaba lo egoísta que hubiera sido decirlo, porque
él necesitaba que lo supiera.
Ya era tiempo. Debió decirle a Nina lo que sentía por
ella, no podría dejarlo atrás si no le confesaba lo que durante años había
guardado para sí. ¿Cuál sería su reacción?
Era evidente que no sería amor. Ella no lo amaba. Amaba a
Cameron, finalmente lo había admitido. Y le dolía. No era tan generoso como
para alegrarse de que, después de todo, iban a estar juntos y felices. No se
suponía que debía ser así. ¿Y él qué?
Sentía que en parte había sido su culpa también. Tenía
que haberse arriesgado, insistir con Nina, pasar más tiempo a su lado…
demostrarle que podía amarla como nadie más podría.
Lo único que recordaba cada vez que cerraba los ojos era
a Nina, dormida en su departamento. Aquel día había sido increíble. La había
amado aún más porque se había dado cuenta que eran perfectos el uno para el
otro. Era como debía ser.
Si tan solo Nina sintiera lo mismo… si hubiera una manera
de que ella lo amara. Pero, no existía. En su mundo perfecto, quizás sí. En
este real, no.
Necesitaba alejarse de ella, pero no sabía cómo hacerlo.
Durante 4 años había vivido en otra ciudad, escasamente la veía y esa distancia
física no había sido suficiente para que su corazón dejara de latir
erráticamente cada vez que ella estaba cerca, que escuchaba su nombre o que
sentía su perfume en alguna mujer anónima. ¿Por qué no podía olvidarla?
No se suponía que debería amar de esa manera. Nada
extraordinario había sucedido entre ellos, ni siquiera algo ordinario que
hiciera posible un acercamiento diferente. No. Simplemente la había besado.
Brevemente, muy levemente. Y eso era todo lo que requirió. La amó. Así de
sencillo.
Se levantó de golpe y fue hasta su escritorio. Tenía
algunos documentos que había postergado, un viaje de negocios que no le tomaría
más que un par de días. Y, podría tomarse unas vacaciones. Le hacían falta y,
tras 4 años de no haber tomado ninguna, nadie se lo reprocharía en la empresa.
Estaba decidido. Viajaría, arreglaría el trato y se
perdería por un buen tiempo. Lejos de todo. Lejos de Nina.
–Hola Caleb, ¿comemos hoy? –preguntó al pasar Caitlin por
su oficina en la mañana. Él asintió– perfecto. ¿Conoces un buen lugar cerca?
–Sí, conozco uno que será perfecto –confirmó él y se
dirigieron a la sala de juntas.
A mediodía, Caleb y sus compañeros de trabajo se
dirigieron al restaurante que quedaba cerca pues iban a celebrar la culminación
de las negociaciones. Marisa frunció el ceño cuando vio a Caitlin colgada del
brazo de Caleb. Él se limitó a ignorarla.
–Veo que no soy la única que está interesada en ti.
–¿Tienes un interés en mí, Caitlin? –se burló Caleb.
–¿Acaso no se nota, Caleb? –ella clavó sus ojos verdes en
él– por supuesto que tengo un interés en ti.
–Me encantaría corresponderte –contestó con sinceridad.
–Pero no me correspondes.
–No.
–¿Crees que eso cambie… eventualmente?
–Quizás.
Caitlin entrecerró sus ojos con suspicacia, lo miró
largamente y suspiró.
–¿Te gusta alguien más?
–Sí. Marisa –dijo con tono sarcástico Caleb y ella puso
los ojos en blanco.
–Estoy hablando en serio, Caleb.
–Pues me gustan muchas mujeres, Caitlin. No estoy ciego.
–¿Una en especial?
–Depende.
–¿De qué, Caleb? –inquirió perdiendo la paciencia.
–De a qué te refieras, Caitlin.
– ¿Es por la amiga de tu hermano no? –Caitlin frunció los
labios– noté como la mirabas. No podías alejarte de ella. ¿Es así?
–Si tú viste eso… ¿qué puedo decir yo para negarlo?
–¡Dime si tienes una relación con ella!
–Por supuesto que no.
–¿La tuviste?
–¿Qué? ¿Acaso se te olvidó que fuimos novios hace años
atrás? No tengo que darte explicaciones, Caitlin.
–No es lo que estaba pidiéndote, Caleb. Simplemente
conversábamos.
–Pues conversemos de algo más. No tengo ánimo de seguir
con ese tema.
Caitlin asintió con frustración mal disimulada. Sentía
que había llegado junto a Caleb demasiado tarde y no le gustaba esa sensación
en absoluto.
–Brindemos por el éxito de este nuevo trato –pronunció
uno de los compañeros y los presentes elevaron sus copas.
–¿Y dónde está tu novia, Caleb? –Marisa se acercó y le
puso una mano en el brazo. Él la miró con impaciencia.
–En casa, supongo. No sé dónde está ella todo el tiempo,
Marisa.
–¿Y no le importa que estés con otra mujer?
–No estoy con otra mujer. Estoy con otras mujeres ¿ves la
diferencia? –sonrió con desdén– y todas de mi trabajo. No estoy ni remotamente
interesado en ninguna.
–Eres tan malvado, Caleb –rió tontamente Marisa– me
gustas así.
–Marisa, debo ir a hacer una llamada –se retiró Caleb
cansado. Esto se estaba volviendo insoportable. ¿Acaso tenía un letrero de
desesperado en la frente?
Antes de notar lo que hacía, marcó el número de teléfono
y esperó. Contestaron.
–Hola hermanito ¿cómo va tu boda?
–¿Caleb? –la voz de Cameron denotaba absoluta sorpresa–
¿tú llamándome para saber de mi boda? Eso es extraño.
–No, es que tuve noticias de que ya no se realizaría. ¿Es
cierto? ¿Dejarás a Kristen plantada en el altar?
–No. Tú eres el cruel de la familia, no yo.
–¡Qué dolor me da escuchar tus palabras, hermanito!
–soltó burlón Caleb y Cameron bufó del otro lado de la línea– pero no he
llamado para discutir.
–Evidentemente –murmuró incrédulo aún– ¿llamaste por
Nina, cierto?
–¿Quieres que sea sincero? Sí, es por ella.
–Ah. ¿Así que lo admites?
–¿Qué cosa?
–Lo que sientes.
–Mmm… no –Caleb rió con burla– simplemente que fue ella
quien dijo que no te casarías. ¿Es cierto?
–¿Por qué te interesa?
–Porque debo salir de viaje. Y no me perdería tu boda
voluntariamente, Cameron.
–Pensé que no te importaría.
–Quizás será la única boda a la que realmente estaré
obligado a asistir para evitar dar explicaciones. Así que… ¿te casas o no?
–Si fueras un hermano cualquiera, me preguntarías las
razones ¿no?
–No, eso lo haría si fuera un buen hermano.
–Y no lo eres.
–No.
Se quedaron en silencio por varios segundos. Caleb pensó
que era una pérdida de tiempo. Cameron no le contestaría. Pero sí lo hizo.
–De hecho, hoy empezaremos a mandar notificaciones sobre
la cancelación de la boda, para la devolución de los obsequios y demás
formalidades.
–Perfecto. Siendo así… felicidades hermanito.
–Caleb…
–¿Sí?
–¡Cállate de una vez!
Caleb rió en cuanto Cameron le colgó. No importaba
demasiado. Solo que, ahora sí, podría preparar su viaje sin remordimiento
alguno.
¡¡Hola!! Te hemos nominado :D http://teenbookslibrosadolescentes.blogspot.com.es/2014/09/segundo-premio-dardos.html ¡¡Besitos!! <3
ResponderEliminarNoooooooo! ¿Y ahora se va de viaje? Señor, me tiro de los pelos aaaaaa. Pero, ¿por qué se rinde tan pronto?
ResponderEliminarNo me hagas esperar mucho, Nata. Quiero maaaaas jijiji
Besitos