miércoles, 30 de julio de 2014

Becaria Pueblerina 17

¿Era posible que en su cabeza estuviera sonando una melodía romántica?

Es que aquello, lo había deseado más de una vez y por fin lo estaba viviendo ¡Era maravilloso! Era como vivir uno de sus sueños. Parecía que volaba bajo las estrellas abrazada a Ramón. Cuando en verdad, iban pasando bajo las luces navideñas que adornaban las calles de Londres, pero eso sí,  abrazada a él.


De acuerdo que no era el mismo motivo del de sus sueños. Él no iba a besarla ni declararle su amor.  Simplemente se había ofrecido a llevarla a su casa por haber perdido el autobús.

Suspiró encantada y apretándose un poco más a él. Ni siquiera tenía frío, su espalda era como tener una manta eléctrica. ¿Por favor, no podía vivir ella en el fin del mundo?

Y definitivamente, le gustaba montar en moto, pero siempre y cuando la condujera Ramón. Ponía la mano en el fuego, a que no sentiría lo mismo si fuera abrazada a la cintura de otro motorista. Además, estaba siendo muy considerado con ella al no ir rápido, para asustarla.

¡Bien, otro semáforo en rojo!

Aquello suponían unos minutos más agregados de placer, antes de llegara  su casa. Pensó sonriendo como una tonta.

-¿En qué calle vives? –La sacó de su mundo de fantasía.

-En la misma calle Lambert ¿Sabes llegar? –Gritó un poco, para que la escuchara bien.

-Sí –Respondió moviendo con gesto afirmativo la cabeza-. Tengo un amigo que vive ahí, en el numero 107.

-¡Vaya! –Se sorprendió-. Ese es mi bloque –Realmente no se esperaba una coincidencia como aquella-. Yo vivo en la tercera planta.

-¿Me lo estas diciendo en serio? –Preguntó incrédulo-. ¡Dios mío, tú eres pequeño ángel!

-¿Perdona?

Preguntó al no comprender a qué se refería, pero no pudo explicarle nada más dado que el semáforo volvió a cambiar de color y provocando que el coche que iba detrás de ellos, hiciera sonar el claxon.

Pasados unos doscientos metros más abajo, Ramón giró en su calle y paró delante de su casa. Apagó el motor y se quitó el casco, causando unas enormes ganas en ella de alzar su mano hacia su cabeza y recolocarle el cabello despeinado. Pero en vez de ello, tuvo que morderse el labio y bajarse de la moto de una forma poco elegante, por la falta de práctica.

¡Que demonios, era su primera vez!

Pensó algo molesta mientras buscaba con sus dedos nerviosos, el maldito anclaje para poder desprenderse del casco, pero no había modo de desengancharlo.

-Espera –Sonrió Ramón dejando su propio casco en el sillón y quitándose los guantes, para poder desabrocharle con suma facilidad el de ella.

Una vez que sonó el esperado, “click”. Fue él mismo, quien le deslizó el casco hacia arriba con delicadeza.

-Gracias –Sonrió ella, colocándose su melena bien y mirándolo seguidamente con cierta timidez-. Realmente no ha estado mal –Parecía una jovencita de quince años en su primera cita. Que patético. Gruñó mentalmente, sabiendo que en aquel momento un agente podría multarle por exceso de velocidad en sus pulsaciones.

-Pues cuando quieras, puedo llevarte a dar una verdadera vuelta –Le indicó sonriente.

-Mmm… -Hizo cierto puchero con los labios-. Muchas gracias, pero no me gusta ser una molestia –Le indicó con tono sincero-. No quiero que ahora te sientas obligado.

Ramón mostró una radiante sonrisa.

-Puedes estar tranquila, que para mi no va ha resultar ninguna obligación –Señaló guiñando en el proceso un ojo.

-Muy bien –Se sonrojó un poco-. Es una coincidencia, que tú amigo viva en mí bloque.

-Sí –Rió-. Y tú lo conoces. Es tú vecino de puerta.

-¡Sean es tú amigo! –Exclamó sorprendida, porque su amigo fuera su vecino de sesenta años.

-Principalmente es amigo de mí padre de toda la vida –Explicó-. Y para mí, es como un tío. Siempre que tengo tiempo, vengo a jugar al ajedrez con él –Explicó sonriendo-. Y tú, eres la vecina que vigila que se cuide. Eres su pequeño ángel.  Bueno, así es como te llama él, siempre que me habla de ti.

-No lo sabía –Se sentía completamente cohibida.

-Muchas gracias por preocuparte por él –Agradeció con tono suave-. Aunque me sorprende descubrir, que tú seas ese ángel, después de conocer también el carácter que gastas en el trabajo –Rió con una sonora carcajada.

-¡Oye! –Protestó pegándole en el brazo-. No te pases de listo. Ten por un día a Thom de jefe y luego me dices, como acabarías de humor.

-Él solo mira por tu bien, respecto a ese admirador secreto –Lo defendió.

-Él, simplemente esta compitiendo con todos los chicos –alzó una ceja-. Y lo del admirador secreto, yo no le daría ninguna importancia, créeme… -Se alzó de hombros-. Creo que es demasiada casualidad que sea justo ahora.

-¿Qué quieres indicar con todo eso? –No pudo evitar su curiosidad.

-Veamos –Resopló-. Es un poco raro, pero es la verdad. Sabes que Karolaine es la niña pequeña de Thom –Ramón asintió-. Pues digamos que todos los chicos menos él, se están comportando en plan casamenteros con ella. De modo que Thom se ha enfadado un poco por ello –Achinó sus ojos-. Y ha decidido hacer lo mismo que el grupo de locos. Tocandome por desgracia ser el blanco de esa operación Cupido. Sospechando que él, se esconde tras mi admirador secreto.

-Espera un segundo ¿Qué tiene que ver lo del admirador secreto? –Alzó las cejas sin comprender aún.

-Pues… -Se sonrojó bastante antes de coger aire y decirle lo siguiente-. Lo siento mucho Ramón, pero más vale que hables con él. Creo que quiere emparejarnos.

-¡Qué!

¡Joder, parece que le vaya a dar un infarto!

Pensó con fastidio al ver la expresión de horror en el rostro del hombre. ¿Tan mala resultaba la idea de querer emparejarlo con ella?

No era una gran belleza, pero tampoco estaba mal. Aunque ciertamente, no se conocían mucho. Bueno, ella de él un poco más por Susan y por el interés que sentía hacia él, desde el primer día que lo vio aparecer por las oficinas. Cambiando su carácter solo con él, para que no notara su atracción.

-Comprendo tu expresión –Dijo, obligándose a reír.- Pero quiero que me creas en mis quejas hacia mi jefe.

Ramón cogió aspiró un poco del frío aire de invierno.

-¿Estas segura de ello? –Preguntó aún sorprendido.

-Sí –Soltó un suspiro con gran resignación.

-¿Pero por qué? –Volvió aparecer la curiosidad del hombre.

-Ni idea –Se apresuró en responder algo nerviosa-. Supongo que me ha tocado con las solteras que hay en la oficina –Mostró una sonrisa con cierta mueca-. Y por despecho, a lo que van hacer los chicos con Karolaine.

-¿Y es capaz de llegar a un plan tan rebuscado, poniéndote un acosador? –Señaló incrédulo-. Sí –Respondió él mismo con cierta mueca-. Creo que ahora encajan ciertas cosas –Soltó tras meditar unos segundos.

-Gracias –Dijo agradecida a que la creyera.

-Realmente en esa oficina, estáis todos un poco majaretas últimamente –rió mirándola a la cara con cierta muestra de cariño-. ¿Acaso le habéis robado a alguien algún tónico del amor y lo habéis esparcido a todas en el café?

-No digas tonterías –Rió-. Todos sois iguales, veis un poco de amor a vuestro alrededor y oléis la palabra peligro.

-Un poco –Se rió con cierto sarcasmo-. Pero si desde Septiembre se han casado tres, y estáis corriendo para que haya una cuarta… Perdona cinco –Le guiñó un ojo-. Se me olvidaba contarnos a nosotros, tras el plan de Thom.

-Cuatro –Gruñó ella con los ojos entrecerrados-. Las majaderías de Thom, no sirven en el conteo.

-¿Seguro? –Volvió a bromear-. Quien sabe si aparte del tónico, ha conseguido arrebatarle a Cupido su arco y una flecha.

-Tú te lo tomas a diversión –Resopló cruzándose de brazos-. Pero realmente mi jefe es muy pesado y persistente, cuando algo se le ha cruzado en mente.

-Bueno –Se alzó éste de hombros con gran sonrisa-. Por el momento, déjalo que se divierta un rato.

-¡Estas loco! –Protestó enseguida.

-Mujer –Rió-. Tú déjale que monte sus tretas y se frote las manos con su esperada victoria –Clarise lo miraba con el ceño fruncido-. Que luego, nosotros también cantaremos victoria cuando lo hagamos sufrir un poco con algo que se nos ocurra.

-¡OH! –Exclamó sorprendida-. Quieres vengarte.

-Solo un poco –Señaló con el pulgar y el índice-. Para que vea que un amigo no es tonto –Se encogió de hombros-. ¿Qué me dices?

-Eso, va ha significar que tendré que fingir mi interés hacia ti –Señaló simulando aburrimiento.

-¿Tan duro te va ha resultar de simular deseo por un hombre tan sexy como yo? –Volvió a bromear levantando sus bíceps.

-No que hubieras sido seleccionado el hombre más sexy del año –Volteó los ojos.- Pero acepto el plan. Se que me lo voy a pasar bien, pudiendo devolverle la pesadilla a mi jefe –Miró un segundo la moto-. Creo que va siendo hora de subir a mi casa. Hace frío y tú, aún tienes que llegar a la tuya.

-Mmm… Sí, claro –Rió.

-Gracias por la experiencia –Dijo con tono dulce-. Ha sido muy emocionante.

-De nada, pero si quieres puedo recogerte por la mañana y llevarte al trabajo –Ofreció con tono nervioso.

-Yo… No se… -Seguro que tenía las mejillas ardiendo-. No quiero resultar una molestia, ni una obligación.

-Ni me resultas una molestia ni una obligación –Señaló con voz sedosa-. Me pillas de camino y así, comenzamos con nuestra maniobra hacia Thom.

Claro, la maniobra…

¡Por qué diantres iba a ser sino! Mira que pensar que podía haber otro motivo, para que quisiera pasarse a buscarla. Aquello iba ha resultar un gran tormento, y todo por culpa de su jefe.

Iba ha tener que hablar con Helen, si no quería cometer ningún asesinato en un pequeño arrebato.

-Esta bien –Aceptó con cierta timidez.


-Te esperaré aquí abajo sobre las ocho –Le guiñó un ojo y se puso el casco para montarse nuevamente en la moto, arrancarle y alejarse de ella en un santiamén. 

2 comentarios:

  1. Aaaaaaaa que guay!!!!
    Esto se pone interesante jijiji
    Gracias EJ, besitos

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  2. Interesante!! Oye brujis nos estás dando dos novelas en una....Me gusta.
    Aunque sabes que sigo en ascuas con Karoline!!! Mi niño no salgas travieso como tu madre, pleaseeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!

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