¿Era posible que en su cabeza
estuviera sonando una melodía romántica?
Es que aquello, lo había deseado
más de una vez y por fin lo estaba viviendo ¡Era maravilloso! Era como vivir
uno de sus sueños. Parecía que volaba bajo las estrellas abrazada a Ramón.
Cuando en verdad, iban pasando bajo las luces navideñas que adornaban las
calles de Londres, pero eso sí, abrazada
a él.
De acuerdo que no era el mismo motivo del de
sus sueños. Él no iba a besarla ni declararle su amor. Simplemente se había ofrecido a llevarla a su
casa por haber perdido el autobús.
Suspiró encantada y apretándose un poco más a
él. Ni siquiera tenía frío, su espalda era como tener una manta eléctrica. ¿Por
favor, no podía vivir ella en el fin del mundo?
Y definitivamente, le gustaba
montar en moto, pero siempre y cuando la condujera Ramón. Ponía la mano en el
fuego, a que no sentiría lo mismo si fuera abrazada a la cintura de otro
motorista. Además, estaba siendo muy considerado con ella al no ir rápido, para
asustarla.
¡Bien, otro semáforo en rojo!
Aquello suponían unos minutos más
agregados de placer, antes de llegara su
casa. Pensó sonriendo como una tonta.
-¿En qué calle vives? –La sacó de
su mundo de fantasía.
-En la misma calle Lambert ¿Sabes
llegar? –Gritó un poco, para que la escuchara bien.
-Sí –Respondió moviendo con gesto
afirmativo la cabeza-. Tengo un amigo que vive ahí, en el numero 107.
-¡Vaya! –Se sorprendió-. Ese es mi
bloque –Realmente no se esperaba una coincidencia como aquella-. Yo vivo en la
tercera planta.
-¿Me lo estas diciendo en serio?
–Preguntó incrédulo-. ¡Dios mío, tú eres pequeño ángel!
-¿Perdona?
Preguntó al no comprender a qué se
refería, pero no pudo explicarle nada más dado que el semáforo volvió a cambiar
de color y provocando que el coche que iba detrás de ellos, hiciera sonar el
claxon.
Pasados unos doscientos metros más
abajo, Ramón giró en su calle y paró delante de su casa. Apagó el motor y se
quitó el casco, causando unas enormes ganas en ella de alzar su mano hacia su
cabeza y recolocarle el cabello despeinado. Pero en vez de ello, tuvo que
morderse el labio y bajarse de la moto de una forma poco elegante, por la falta
de práctica.
¡Que demonios, era su primera vez!
Pensó algo molesta mientras
buscaba con sus dedos nerviosos, el maldito anclaje para poder desprenderse del
casco, pero no había modo de desengancharlo.
-Espera –Sonrió Ramón dejando su
propio casco en el sillón y quitándose los guantes, para poder desabrocharle
con suma facilidad el de ella.
Una vez que sonó el esperado,
“click”. Fue él mismo, quien le deslizó el casco hacia arriba con delicadeza.
-Gracias –Sonrió ella, colocándose
su melena bien y mirándolo seguidamente con cierta timidez-. Realmente no ha
estado mal –Parecía una jovencita de quince años en su primera cita. Que
patético. Gruñó mentalmente, sabiendo que en aquel momento un agente podría
multarle por exceso de velocidad en sus pulsaciones.
-Pues cuando quieras, puedo
llevarte a dar una verdadera vuelta –Le indicó sonriente.
-Mmm… -Hizo cierto puchero con los
labios-. Muchas gracias, pero no me gusta ser una molestia –Le indicó con tono
sincero-. No quiero que ahora te sientas obligado.
Ramón mostró una radiante sonrisa.
-Puedes estar tranquila, que para
mi no va ha resultar ninguna obligación –Señaló guiñando en el proceso un ojo.
-Muy bien –Se sonrojó un poco-. Es
una coincidencia, que tú amigo viva en mí bloque.
-Sí –Rió-. Y tú lo conoces. Es tú
vecino de puerta.
-¡Sean es tú amigo! –Exclamó
sorprendida, porque su amigo fuera su vecino de sesenta años.
-Principalmente es amigo de mí
padre de toda la vida –Explicó-. Y para mí, es como un tío. Siempre que tengo
tiempo, vengo a jugar al ajedrez con él –Explicó sonriendo-. Y tú, eres la
vecina que vigila que se cuide. Eres su pequeño ángel. Bueno, así es como te llama él, siempre que
me habla de ti.
-No lo sabía –Se sentía
completamente cohibida.
-Muchas gracias por preocuparte
por él –Agradeció con tono suave-. Aunque me sorprende descubrir, que tú seas
ese ángel, después de conocer también el carácter que gastas en el trabajo –Rió
con una sonora carcajada.
-¡Oye! –Protestó pegándole en el
brazo-. No te pases de listo. Ten por un día a Thom de jefe y luego me dices,
como acabarías de humor.
-Él solo mira por tu bien, respecto
a ese admirador secreto –Lo defendió.
-Él, simplemente esta compitiendo
con todos los chicos –alzó una ceja-. Y lo del admirador secreto, yo no le
daría ninguna importancia, créeme… -Se alzó de hombros-. Creo que es demasiada
casualidad que sea justo ahora.
-¿Qué quieres indicar con todo
eso? –No pudo evitar su curiosidad.
-Veamos –Resopló-. Es un poco
raro, pero es la verdad. Sabes que Karolaine es la niña pequeña de Thom –Ramón
asintió-. Pues digamos que todos los chicos menos él, se están comportando en
plan casamenteros con ella. De modo que Thom se ha enfadado un poco por ello
–Achinó sus ojos-. Y ha decidido hacer lo mismo que el grupo de locos.
Tocandome por desgracia ser el blanco de esa operación Cupido. Sospechando que
él, se esconde tras mi admirador secreto.
-Espera un segundo ¿Qué tiene que
ver lo del admirador secreto? –Alzó las cejas sin comprender aún.
-Pues… -Se sonrojó bastante antes
de coger aire y decirle lo siguiente-. Lo siento mucho Ramón, pero más vale que
hables con él. Creo que quiere emparejarnos.
-¡Qué!
¡Joder, parece que le vaya a dar
un infarto!
Pensó con fastidio al ver la
expresión de horror en el rostro del hombre. ¿Tan mala resultaba la idea de
querer emparejarlo con ella?
No era una gran belleza, pero
tampoco estaba mal. Aunque ciertamente, no se conocían mucho. Bueno, ella de él
un poco más por Susan y por el interés que sentía hacia él, desde el primer día
que lo vio aparecer por las oficinas. Cambiando su carácter solo con él, para que
no notara su atracción.
-Comprendo tu expresión –Dijo,
obligándose a reír.- Pero quiero que me creas en mis quejas hacia mi jefe.
Ramón cogió aspiró un poco del
frío aire de invierno.
-¿Estas segura de ello? –Preguntó aún
sorprendido.
-Sí –Soltó un suspiro con gran
resignación.
-¿Pero por qué? –Volvió aparecer
la curiosidad del hombre.
-Ni idea –Se apresuró en responder
algo nerviosa-. Supongo que me ha tocado con las solteras que hay en la oficina
–Mostró una sonrisa con cierta mueca-. Y por despecho, a lo que van hacer los
chicos con Karolaine.
-¿Y es capaz de llegar a un plan
tan rebuscado, poniéndote un acosador? –Señaló incrédulo-. Sí –Respondió él
mismo con cierta mueca-. Creo que ahora encajan ciertas cosas –Soltó tras
meditar unos segundos.
-Gracias –Dijo agradecida a que la
creyera.
-Realmente en esa oficina, estáis
todos un poco majaretas últimamente –rió mirándola a la cara con cierta muestra
de cariño-. ¿Acaso le habéis robado a alguien algún tónico del amor y lo habéis
esparcido a todas en el café?
-No digas tonterías –Rió-. Todos
sois iguales, veis un poco de amor a vuestro alrededor y oléis la palabra
peligro.
-Un poco –Se rió con cierto
sarcasmo-. Pero si desde Septiembre se han casado tres, y estáis corriendo para
que haya una cuarta… Perdona cinco –Le guiñó un ojo-. Se me olvidaba contarnos
a nosotros, tras el plan de Thom.
-Cuatro –Gruñó ella con los ojos
entrecerrados-. Las majaderías de Thom, no sirven en el conteo.
-¿Seguro? –Volvió a bromear-.
Quien sabe si aparte del tónico, ha conseguido arrebatarle a Cupido su arco y
una flecha.
-Tú te lo tomas a diversión –Resopló
cruzándose de brazos-. Pero realmente mi jefe es muy pesado y persistente,
cuando algo se le ha cruzado en mente.
-Bueno –Se alzó éste de hombros
con gran sonrisa-. Por el momento, déjalo que se divierta un rato.
-¡Estas loco! –Protestó enseguida.
-Mujer –Rió-. Tú déjale que monte
sus tretas y se frote las manos con su esperada victoria –Clarise lo miraba con
el ceño fruncido-. Que luego, nosotros también cantaremos victoria cuando lo
hagamos sufrir un poco con algo que se nos ocurra.
-¡OH! –Exclamó sorprendida-.
Quieres vengarte.
-Solo un poco –Señaló con el
pulgar y el índice-. Para que vea que un amigo no es tonto –Se encogió de
hombros-. ¿Qué me dices?
-Eso, va ha significar que tendré
que fingir mi interés hacia ti –Señaló simulando aburrimiento.
-¿Tan duro te va ha resultar de
simular deseo por un hombre tan sexy como yo? –Volvió a bromear levantando sus
bíceps.
-No que hubieras sido seleccionado
el hombre más sexy del año –Volteó los ojos.- Pero acepto el plan. Se que me lo
voy a pasar bien, pudiendo devolverle la pesadilla a mi jefe –Miró un segundo
la moto-. Creo que va siendo hora de subir a mi casa. Hace frío y tú, aún
tienes que llegar a la tuya.
-Mmm… Sí, claro –Rió.
-Gracias por la experiencia –Dijo con
tono dulce-. Ha sido muy emocionante.
-De nada, pero si quieres puedo
recogerte por la mañana y llevarte al trabajo –Ofreció con tono nervioso.
-Yo… No se… -Seguro que tenía las
mejillas ardiendo-. No quiero resultar una molestia, ni una obligación.
-Ni me resultas una molestia ni
una obligación –Señaló con voz sedosa-. Me pillas de camino y así, comenzamos
con nuestra maniobra hacia Thom.
Claro, la maniobra…
¡Por qué diantres iba a ser sino!
Mira que pensar que podía haber otro motivo, para que quisiera pasarse a
buscarla. Aquello iba ha resultar un gran tormento, y todo por culpa de su
jefe.
Iba ha tener que hablar con Helen,
si no quería cometer ningún asesinato en un pequeño arrebato.
-Esta bien –Aceptó con cierta
timidez.
-Te esperaré aquí abajo sobre las
ocho –Le guiñó un ojo y se puso el casco para montarse nuevamente en la moto,
arrancarle y alejarse de ella en un santiamén.
Aaaaaaaa que guay!!!!
ResponderEliminarEsto se pone interesante jijiji
Gracias EJ, besitos
Interesante!! Oye brujis nos estás dando dos novelas en una....Me gusta.
ResponderEliminarAunque sabes que sigo en ascuas con Karoline!!! Mi niño no salgas travieso como tu madre, pleaseeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!