sábado, 7 de junio de 2014

Gabriela Ruiz " Si Supieras" 13

Nina era consciente de que aprender a decirle que no a Cameron era una necesidad más que imperante. Y lo era en ese instante porque, de haberse negado, no habría pasado cuatro horas caminando por la ciudad en busca del servicio de catering adecuado para la boda que Kristen tenía en mente, el que obviamente, no encontrarían en su pequeña ciudad.

Cameron tenía una entrevista de trabajo y le había rogado que fuera con Kristen. No era su forma ideal de pasar un viernes pero había accedido. Es que, en verdad, ¿por qué su mente no había podido ser más rápida y creativa en una excusa? ¡No, había tenido que quedarse callada, poner mala cara y asentir! Él había hecho trampa, sabía que tomarla por sorpresa no le permitiría pensar en algo que decir, era pésima improvisando.


Siguió mirando el vaso prácticamente vacío en su mesa. Kristen había salido a atender una llamada hacía varios minutos y, previamente, se había pasado mirando como Nina comía porque “era obvio que ella no podía comer nada si quería entrar en su vestido de novia” y “¿cómo se atrevía Nina a sugerir que se detuvieran a comer si apenas pasaba de las 2 de la tarde?”. Inspiró hondo, intentando no mirar a la barra. No era como si no lo hubiera visto llegar. Tenía que suceder. Si ella iba a la ciudad y se detenía a comer, Caleb estaría ahí.

Golpeteó suavemente la mesa, con manifiesta impaciencia. Si Kristen no regresaba, se marcharía. ¿Qué le pasaba? Aparte de dejarla comiendo sola, se iba a hablar por teléfono por un tiempo excesivamente largo. Era tan descortés.

Elevó sus ojos castaños y se encontró con la mirada de Caleb, que se dirigía hacia ella. Cada vez más cerca… cerró los ojos por un instante, esto se ponía interesante.

                                                                      ***

Caleb no estaba de ánimo para salir a comer con sus compañeros de trabajo, por lo que se tardó más de la cuenta aquel día en que, por celebraciones internas, se decidió que trabajarían hasta el mediodía. Y él se había quedado hasta que pasaba de la 1 de la tarde, aliviado de que nadie estuviera alrededor. Pero era evidente que se había equivocado. Marisa, una de sus colegas, aún se encontraba por ahí.

- ¡Caleb, qué coincidencia que los dos nos quedáramos hasta más tarde!

- Sí, gran coincidencia –soltó con tono seco y continuó caminando.

- ¡Espera, Caleb! Los demás aguardan en el restaurante para la celebración, a un par de cuadras de aquí.

- No estoy de ánimo para celebrar, pero gracias por avisarme.

- ¿Avisarte? –rió la mujer- No y no, Caleb. ¿Crees que dejaré que te marches? Vamos juntos –se colgó de su brazo.

- Marisa, he dicho que no voy –se sacudió un poco pero ella se aferró a él.

- Y yo he dicho que espero que me acompañes –sonrió y lo arrastró. Caleb iba a resistirse, pero comprendió que era vano hacerlo. Tendría que ir, quedarse un par de minutos y a la primera oportunidad, huiría.

Observó la mesa dispuesta para su llegada, comprendiendo demasiado tarde que había caído en una trampa. Todos habían abandonado el lugar o, lo más probable, nunca había sido ese el lugar de la celebración en primer lugar.

- ¿Crees que lo hayan cambiado a último minuto? Nadie me ha dicho nada –exclamó con sorpresa Marisa. Caleb la miró con incredulidad.

- ¿De verdad? ¿Y por qué hay una mesa reservada a tu nombre?

- Vamos, hay que tomarla –apresuró Marisa, sin responderle.

- Gracias, pero no –dijo Caleb con frialdad y se detuvo de golpe- no quiero comer nada.

- ¿Por qué no? –frunció el ceño- ¿comiste ya? ¿sin mí?

- Solo tomaré algo –la ignoró y se encaminó a la barra- tú puedes hacer lo que quieras.

- No sé como puedes ser así –Marisa clavó sus ojos en él- ¡quiero salir contigo! ¿Qué parte no entiendes? –soltó con frustración.

- Tú eres la que no comprende –replicó con calma Caleb- yo no estoy interesado.

- ¿Por qué no? ¿Qué tengo de malo? –bufó con cansancio.

- Es que ya salgo con alguien, Marisa –contestó Caleb, sabiendo que en su corazón, eso no era una mentira. Él no quería a nadie más. No necesitaba a nadie más que a Nina.

- ¿Qué? Pero si solo te dedicas a trabajar y…. –Marisa estrechó los ojos- ¿qué estás mirando? –le sacudió el brazo.

- Pues que es una gran coincidencia –habló alegremente Caleb- ha llegado Nina.

- ¿Quién es Nina? ¡Caleb! –siseó furiosa pero él la ignoró y se alejó.

Caleb caminó hacia Nina con firmeza, sin dejar de mirarla ni un instante. Tras un momento, ella elevó su rostro y sus miradas se encontraron. Observó que Nina cerró brevemente sus ojos y para sorpresa suya, los abrió y sonrió.

Eso era una muy buena señal. Sabía que estaba entrando en un juego peligroso al hacer lo que iba a hacer pero, sinceramente, prefería pensar en todo lo malo que sería… después.

- Nina –Caleb le sonrió. Nina contuvo el aliento y abrió mucho los ojos- hola.

- Caleb… -Nina sintió que él le tomaba la mano y hacía que se pusiera de pie, para luego estrecharla contra sí. No pudo evitarlo, recostó la cabeza en su pecho.

- Lo siento, necesito tu ayuda –bajó la cabeza Caleb para susurrarle en el oído- te prometo que estaré en deuda contigo y haré lo que me pidas.

- ¿Lo que sea? –preguntó Nina dudosa y él asintió- bien, pero explícame, ¿tiene algo que ver con este abrazo?

- Sí –y no, pensó. Daría la vida por no dejar que se escapara de sus brazos nunca más.

- Creo que tendrás que contarme a breves rasgos ¿verdad? –inquirió cuando empezaron a caminar hacia la barra, donde Caleb había estado con una mujer.

- Estamos saliendo –soltó Caleb con algo de brusquedad. Nina elevó sus ojos hacia él y se separó un poco- ¡no, no ella y yo! –siseó Caleb apretándola contra su costado- tú y yo.

- ¿Qué? –Nina ahogó un grito de sorpresa. Caleb arqueó una ceja- debes admitir que eso no es algo que yo esperaría de ti.

- No me refiero a salir en verdad –se sintió ofendido pero inspiró hondo. Había sido su idea, debía continuar con ella- solo que ella lo crea así.

- ¿Por qué? ¿Te sientes acosado? –lo fastidió Nina y él torció el gesto.

- Solo… dime que lo harás y apoyarás lo que digo.

- Trataré. No soy muy buena actriz –comentó pensativa.

- No hay problema, tú solo asiente a lo que yo diga –aseveró Caleb, pensando que él se había imaginado tantas veces como sería salir con Nina, si se hubieran conocido en circunstancias diferentes, si se hubiera atrevido a confesarle que lo que sentía…

Nina se encogió de hombros y no había sido consciente de lo cerca que estaba de Caleb hasta que su hombro rozó el brazo con el que él la mantenía estrechamente a su lado. Inspiró hondo y pensó que esa sensación de bienestar era extraña y fuera de lugar. No quería sentirse segura ni protegida con Caleb. Mucho menos feliz de estar ahí.

- Marisa, te presento a Nina –Caleb le dedicó una mirada cargada de ternura y Nina sintió que se derretía- Nina, ella es Marisa, una compañera de trabajo.

Nina se sintió incómoda ante la despectiva inspección a la que le sometió esa mujer con la mirada. Era completamente claro que: uno, estaba atraída por Caleb; dos, había planeado que estuvieran juntos y su llegada lo había arruinado; y, tres, la odiaba por eso y por existir en el mundo, imaginaba. Sonrió satisfecha, sin saber por qué.

- Un gusto, Marisa –Nina empleó su sonrisa más dulce, lo que provocó que la mujer se removiera con incomodidad y tuviera que sonreír levemente en respuesta.

- No sabía que vendrías hoy a la ciudad, pero me alegro tanto –Caleb le acarició el brazo con suavidad, pasando sus dedos lentamente- te extrañé, Nina.


1 comentario:

  1. Quiero maaaas EJ, quiero maaas!!!
    Gaby, esto está mejorando pero EJ nos deja con las ganas buuuaaaa buaaaaa
    Jiji
    Gracias y muchos besitos

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