Nimrod era una de las últimas fortalezas que seguía
en pie después de las guerras. Era una espléndida ciudadela regida por un noble
señor. Antiguos sortilegios mantenían al lugar
y a sus habitantes protegidos por
medio de una barrera mágica . Tres niños crecían al amparo de aquel refugio,
alejados de la desventura del exterior, los tres habían conformado una
cofradía, habían perdido a sus familias
pero se tenían unos a los otros.
Atherion era un joven príncipe heredero, que había perdido a su familia
y su reino. Beltan era el hijo de un noble guerrero y la pequeña Naivé, la
protegida de una sacerdotisa. Los tres habían salvado sus vidas milagrosamente,
y las secuelas que la guerra había dejado en ellos parecían curarse en la tranquilidad
de Nimrod.
Los muchachos de diez años y la pequeña de
cinco, crecían día a día amparados por los tutores que los habían rescatado. Un
viejo maestro había rescatado al príncipe del castillo en ruinas, un guerrero
había cuidado a Beltan tras el asesinato de sus padres y la sacerdotisa había
cuidado de Naivé desde que era un bebé ya que la habían abandonado recién
nacida. Cada uno de ellos continuaba con su educación dentro de la fortaleza,
pero como estaban tan unidos sus tutores les enseñaban a los tres por igual. El
viejo Karon les enseñaba a leer, escribir , historia y ciencias. Lerac les enseñaba a usar las armas y a pelear,
incluso la pequeña Naivé manejaba con habilidad el arco y la espada. Y Fenya les enseñaba todo sobre las hierbas y prácticos
conjuros para la vida cotidiana.
Mientras los años pasaban, sus personalidades se definían cada vez más,
así también sus estudios se volvían más específicos. Atherion dedicaba muchas
horas al estudio y la reflexión ya que pronto llegaría el día de reivindicar
sus derechos como legitimo rey, era un muchacho callado y sereno , que
recapacitaba antes de actuar y que poseía un encanto innato. Beltan manejaba las espadas como una extensión de su
propio cuerpo, era fuerte e impulsivo y tenía una mirada profunda que parecía
traspasar el alma de cualquiera que lo enfrentara. Había algo salvaje en él,
sin embargo era noble de espíritu y afectuoso con los que quería.
Naivé era hermosa e irradiaba calidez, todos se sentían seguros
con ella, la risa de Atherion brotaba con facilidad y la ferocidad de Beltan se
aquietaba cuando la muchacha estaba cerca. La joven de quince años parecía un
cervatillo despreocupado y alegre, sin embargo su mirada ámbar poseía una
sabiduría ancestral que encandilaba a cuantos la conocían.
Habían dejado de ser niños, pero seguían tan
amigos como siempre, eran compañeros de aventuras, confidentes y daban alegría
a toda la comunidad de Nimrod con su vitalidad.
Los
muchachos estudiaban las lecciones de Karon cuando una lluvia de piedritas
contra la ventana los interrumpió, asomaron sus cabezas y vieron a Naivé que
los esperaba debajo de la ventana con un enorme cesto.
-¡Vamos es un día hermoso, los invito a
almorzar al bosque! – propuso la joven-
Ninguno de los dos se hizo rogar y salieron
disparados para unirse a la muchacha.
La canasta contenía todas las delicias que
podían conseguirse en la ciudadela, era un día primaveral y los tres
disfrutaron de la comida al aire libre. Beltan estaba recostado en una de las
ramas bajas de los robles que trepaban de niños, Atherion estaba apoyado en el
tronco disfrutando un trozo de pastel, y Naivé resplandecía bajo el sol
observando pensativa a sus amigos. De repente Beltan saltó del árbol y la
abrazó.
-Podrías rescatarnos de Karon más seguido,
gracias por el almuerzo.
Luego de estas palabras besó su frente y se
quedó observándola. El gesto tomó desprevenida a la muchacha y se sonrojó, una
expresión extraña cruzó fugazmente la mirada de Atherion.
El príncipe los miró y luego con una
traviesa sonrisa comentó
-Eres un tramposo, ahora sé cómo consigues pedazos más
grandes de pastel.
Los tres amigos largaron una carcajada, sin
embargo cada vez era más evidente la cercanía entre Naivé y Beltan. Quizá ellos
aún no fueran conscientes de sus verdaderos
sentimientos pero Atherion y los demás habitantes de Nimrod, comenzaban a notar
la mutua atracción entre los jóvenes.
Beltan la rondaba como un celoso guardián y
cuando estaba con ella su carácter se suavizaba y sus malos recuerdos se
diluían. Ella quería a los dos muchachos, sin embargo, sólo cuando el joven
guerrero la acompañaba se sentía completa. Quería al príncipe como a un hermano
y en el pasado había sentido lo mismo por Beltan, sin embargo, últimamente sus
sentimientos habían cambiado.
Los
cambios de Naivé tampoco pasaban desapercibidos para Fenya, pero la sacerdotisa
no sólo adivinaba los sentimientos entre los jóvenes , sino que también
percibía el poder que despuntaba en la muchacha.
Pronto sería el momento de tomar una decisión
y lo mejor sería apartar a la joven del guerrero antes de que fuera demasiado
tarde.
Naivé despertó sobresaltada y su grito hizo que Fenya acudiera a su
lado. Últimamente sus sueños eran turbulentos y se parecían más a visiones que
a otra cosa.
-Calma niña, ya estás despierta, ya pasó.
- No... recién comienza, algo se acerca
Fenya, algo malo. Puedo verlo....yo.... No era solo un sueño
-Lo sé, pero trata de descansar, aquello que
deba pasar, pasará. Aún nadie puede impedirlo.
La sacerdotisa, acunó a la joven contra sí,
hasta que recuperó el sueño tranquilo, pero la mirada de Fenya se volvió
misteriosa. El tiempo se acortaba.
Atherion debía rendir unos exámenes que Karon había preparado para él,
así que Beltan y Naivé se encontraban
vagando solos por el bosque. Usualmente la muchacha era vivaz, pero aquel día parecía taciturna y
lejana. Beltan caminaba preocupado a su lado hasta que se decidió a sacarla de
su ensoñación.
-¿Qué sucede Naivé? ¿Puedo ayudarte?
La joven se volvió a mirarlo con dulzura
- Sólo sueños, nada importante
- De nuevo has tenido pesadillas ¿verdad?
- No parecían sueños comunes, era como si
pudiera verlo... algo malo acercándose y mucho dolor en Nimrod.
Él la tomó por los hombros y la miró
seriamente, sus ojos parecieron bucear en la mirada femenina.
-Nada malo va a pasar, yo no voy a dejar que
suceda. Voy a protegerte, lo sabes... no voy a permitir que nada te dañe. -
Algo demasiado intenso nubló la mirada del joven- Yo... yo te amo Naivé
Ninguno de los dos esperaba aquella
declaración repentina, sin embargo, en su interior sabían que era lo que debía
ser, que no existía otra posibilidad. En la mirada de ella se reflejó
aceptación y la misma calidez que tenían los ojos de él.
-Yo también te amo Beltan, por eso sé que
son solo sueños porque a tu lado estoy a salvo
Él se inclinó y tomándola entre sus brazos
la besó dulcemente .
No contaron a nadie de su nueva relación, sólo Atherion era cómplice de
aquel amor. El joven príncipe se sentía extraño ya que muchas veces se sentía como un intruso.
Los días pasaron y aunque Naivé era muy feliz, las pesadillas
perturbaban su mundo.
Una vez más la oscuridad se cernía sobre
ellos, estaba de pie en un páramo desierto, no podía ver nada pero una
presencia maligna la acechaba, el aire era denso y le costaba respirar. Llamaba
a Beltan pero él no respondía De pronto a lo lejos distinguía dos siluetas,
eran Beltan y Atherion que a pesar de su llamado se alejaban de ella.
Quería correr detrás de ellos, pero
estaba inmovilizada, de pronto la oscuridad los tragaba y desaparecían en las
tinieblas.
La muchacha despertó agitada, los sueños
eran cada vez más reales. Recordó que tenía una cita con Beltan en el bosque,
así que se levantó despacio para no despertar a Fenya, se cubrió con una gruesa
capa y salió.
El aire de la madrugada le ayudó a
despejarse de los funestos presentimientos. Debajo del viejo roble vio a Beltan
que la esperaba ansioso.
La abrazó con fuerza cuando llegó a él y
ella agradeció el refugio de aquella calidez.
-Bueno, ahora vas a decirme que te traes
entre manos para hacerme venir a esta hora.
Él le dirigió una pícara sonrisa
-Quería verte a solas.
-Beltan...
Podías haber esperado hasta mañana
-En realidad no podía esperar ni un minuto
más y quería tener a las estrellas por testigos
-¿Testigos?..
El joven extrajo una pequeña bolsa de
terciopelo de su chaqueta, luego Naivé alcanzó a distinguir un pálido brillo
entre los dedos de él.
-Naivé... ¿te gustaría ser mi esposa?
Tras pronunciar estas palabras extendió
hacia ella un delicado anillo, eran pequeñas rosas de Arden entrelazadas con
pequeñas gemas verdes. Era una obra de arte digna de una reina.
La joven quedó sin palabras, miró al
muchacho con amor y le dio la mano para que le pusiera el anillo.
-Sí.. –dijo después de unos instantes-
quiero pasar contigo el resto de mi vida.
Entonces él la besó apasionadamente
sintiendo que por fin era suya, suya para siempre.
Naivé volvió sigilosamente a su cuarto, sin embargo, Fenya estaba
sentada en un alto sillón esperándola, aún en la semipenumbra la mujer distinguió el brillo de la sortija en
el dedo de la muchacha.
-No puede ser, debes alejarte de él, antes
de que esto vaya más lejos– afirmó con rudeza
-¿De qué hablas?
-No puedes ser su mujer, ni de nadie, ese no
es tu camino... Debes dejarlo mientras estés a tiempo.
-No. Nos amamos, yo nunca voy a dejarlo. No
hice ningún voto, yo no soy sacerdotisa, ni quiero serlo. Lo único que deseo es
ser la esposa de Beltan.
- Sé que no eres sacerdotisa, eres algo más
grande que eso. El poder se está despertando en ti. Las visiones son sólo la
primera señal. Ni siquiera puedes imaginar la grandeza de tu don. Pero un poder
como ese exige un precio y el precio es que solo vivas para servirle.. y la
soledad, no podrás ser de nadie. Tienes que elegir.
- Yo no quiero ningún poder y ya elegí.
-No puedes rechazar ese don...
-Rechazaría a las mismas estrellas por
Beltan. La joven miró desafiante a su tutora, la mujer la miró resignada
-Entonces, estaremos perdidos.
Había tristeza en su voz y la muchacha
sintió ganas de llorar cuando Fenya se
retiró del cuarto. Toda la felicidad de las horas previas se evaporó.
Tal vez porque Beltan la conocía
muy bien y descubriría que algo le pasaba o simplemente porque no quería
mentirle, Naivé le contó la conversación que había tenido con Fenya. El
muchacho la miró hosco y se alejó de ella.
-¿Qué harás?- preguntó con dureza.
Naivé salvó la distancia que los separaba y
lo abrazó con fuerza, luego lo miró seria
-¿Acaso no sabes que te amo, que nada que me
ofrezcan se compara a ti? Tú eres mi elección Beltan, ahora y siempre.
-Pero...
-No hay peros, no importa lo que venga, lo
enfrentaremos juntos.
El joven estaba conmovido ante la decisión
de ella, se veía tan pequeña entre sus brazos, sin embargo, tenía más fuerza
que él. Por un momento había temido perderla, pero al mirarla a los ojos supo
que ella hablaba en serio
Y el delicado anillo en la pequeña mano,
confirmaba todas las promesas que se habían hecho mutuamente.
- En un mes, cuando la luna cambie nos casaremos.-murmuró
ella, y él asintió con una sonrisa que le iluminó el alma.
Diez días pasaron desde aquel encuentro y las noticias que llegaron a
Nimrod alteraron a todos sus habitantes, en especial a Naivé.
-La guerra ha recomenzado y se acerca a nosotros-
dijo el Señor de Nimrod en el concilio- me temo que tendremos que combatir, ni
siquiera los poderes que nos protegen podrán impedir el combate.
Naivé escuchaba las voces desde lejos,
estaba absorta contemplando a Beltan y Atherion, había fuego en sus miradas,
ellos iban a combatir.
-Es esto, es mi sueño... -pensaba ella- y
sentía que la cabeza le daba vueltas, todo parecía una ilusión.
De golpe la voz de Beltan la despabiló
- Yo iré al combate, mi espada está al
servicio de Nimrod, mi señor .
- También yo iré... -proclamó Atherion y
miró con orgullo a su amigo.
La gente que estaba presente estalló en
vítores, con aquellos nobles guerreros defendiendo Nimrod nada podía pasar,
sólo una muchacha quedó en silencio. Pálida y aturdida, Naivé sintió que la
felicidad se le escapaba de las manos y que los presagios se convertían en
realidad.
- Debo hacerlo, Naivé. Fui educado para este
día, los que están atacando son los mismos que mataron a mis padres, no quiero
que vuelva a pasar, no si yo puedo hacer algo. Te imaginas si entraran a
Nimrod... no permitiré que eso pase.
La
voz segura de Beltan y sus razonamientos no lograban calmarla
- Pero... mis sueños Beltan, no lo entiendes
están sucediendo. Ni Atherion ni tú deben ir.
- Dijiste que no le temías a los sueños, mi
amor... tengo que ir, ni siquiera podría mirarte a la cara si me quedo aquí
como un cobarde. También Atherion debe ir,
es nuestra hora. Te prometo que volveré pronto y nos casaremos, pero sin
que nada amenace nuestra tranquilidad.
Naivé sabía que nada de lo que dijese podría detener a los dos hombres
que más quería, “es nuestra hora” había dicho Beltan, pero algo en su interior
le decía que era un camino hacia la muerte.
En pocos días la compañía de Nimrod se
organizó y se preparó para la partida.
Atherion se acercó para despedirse. Miró a
la joven con ternura y tomó las pequeñas manos entre las suyas.
- No temas Naivé, estaremos bien y prometo
que traeré al bravucón de regreso para que cumpla su palabra. Le dirigió
una sonrisa y la besó en la frente.
El corazón de la joven se estremeció cuando
Beltan se despidió de ella.
Le prometió que volvería pronto, sin
embargo, el beso que le dio tenía sabor a adiós, a última vez. Los ojos
ambarinos de la joven brillaron con impotencia y se le quedó grabada la imagen
de los dos muchachos alejándose de Nimrod, alejándose de ella.
Los días pasaron y las noticias de la batalla eran confusas, nada
certero se sabía sobre el príncipe y el guerrero. Cada día que pasaba la
desesperación de la muchacha crecía. La noche en que la luna cambió , fecha en
la debía casarse con Beltan tuvo una nueva pesadilla, una espada se clavaba en
ella y al mirarse veía que la sangre cubría su anillo y que Atherion yacía
herido en su regazo.
Despertó con un grito de terror y percibió
ruidos de cascos de caballos que ingresaban a la ciudadela, había gritos y
llantos. La compañía estaba de regreso y antes de que se lo confirmaran Naivé supo que el príncipe estaba mortalmente
herido.
Se vistió y salió presurosa, ya habían llevado
a Atherion a su dormitorio cuando ella llegó, Beltan estaba junto a él. Lucía
taciturno y demacrado. Se echó a sus brazos, agradecida de que estuviera a
salvo, sin embargo, la pena por Atherion era demasiado grande. Una espada había
atravesado su pecho, y estaba muriendo desangrado, sólo su enorme fortaleza lo
había mantenido vivo hasta llegar a Nimrod.
Beltan parecía estar en trance y repetía una
y otra vez la misma frase
-“No pude ayudarle, no hice nada...”No pude
ayudarle...
Naivé acarició su mejilla y lo miró
seriamente, su voz sonaba autoritaria y dulce al mismo tiempo
-No fue tu culpa, escuchas. Tú no tienes la
culpa.
Sólo entonces él pareció verdaderamente
consciente de su presencia y la miró con tristeza.
- No me di cuenta cuando lo atacaron y no
pude hacer nada, fue muy extraño, como si él fuera el blanco de todo el ataque.
Eran demasiados para él. No pude llegar a tiempo. Sólo alcancé a ver la espada
clavándose en su pecho, luego pude sacarlo de allí, pero era demasiado tarde.
Entonces el llamado febril de Atherion los
interrumpió
-Naivé...Naivé...
La muchacha corrió a su lado, mientras los
médicos de Nimrod descartaban toda esperanza.
-Aquí estoy, Atherion, junto a ti- sostuvo
la desfallecida mano con gentileza y la llevó a su corazón-. Mi querido
príncipe, me prometiste que te cuidarías...
Entonces el llanto quebró su voz y Beltan se
acercó a ella poniendo sus manos sobre sus hombros.
- Lo hemos perdido.. – dijo el señor de
Nimrod y miró con tristeza al viejo Karon que velaba junto al joven .
-Aún no – la voz de Fenya sonó imperiosa-
Todos la miraron esperando que la
sacerdotisa obrara un milagro.
- No soy yo quien puede ayudarlo – dijo
mirando a Naivé.
La joven la miró interrogante
- Yo...no puedo..
- Tienes el don , sólo tu puede, si quieres.
Pero debes pagar el precio
Naivé vio el cuerpo agonizante de Atherion y
la profunda mirada azul de Beltan . En su interior supo que la sacerdotisa
tenía razón y que no había tiempo para dudar.
-¿Qué debo hacer?
- Sólo deja que el poder fluya y que tus sentimientos
por el príncipe te guíen.
Todos parecían confundidos por la
conversación de las dos mujeres, sólo
Beltan empezaba a entender, pero se negaba a aceptar lo que estaba
sucediendo.
La joven pidió a todos que le hicieran
lugar, luego se arrodilló juntó al príncipe , descorrió las vendas que cubrían
la herida y puso sus manos sobre ella, la sangre manchó su pálida piel . Luego
cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas que él viviera. Entonces sintió
una enorme energía crecer en su interior
y una gran calidez que se desprendía de sus manos. Sin darse cuenta
entonó salmos en una lengua antigua y
olvidada, que ella desconocía hasta entonces.
Los
demás vieron con asombro como una intensa luz se desprendía de sus manos y la
herida empezaba a cerrarse prodigiosamente. Cuanto terminó de recitar, abrió
los ojos y vio que no quedaban rastros
de la herida y que la respiración de Atherion tenía un ritmo regular .Ella
tenía lágrimas en los ojos, no sabía qué sentir, miró incrédula a Beltan. Al
mirarlo vio un dolor indecible en los ojos masculinos y sólo entonces fue
plenamente consciente del precio que había pagado y el camino que había
elegido. Luego intentó levantarse y cayó desvanecida.
Estaba en su cuarto cuando despertó y Fenya
la cuidaba
-¿Qué pasó...él está bien?.
- Él está bien, si te refieres al príncipe,
recuperó la conciencia y espera verte . En cambio tú agotaste todas tus
fuerzas, supongo que fue demasiado, pero era importante que lo hicieras. Solo
tú podías, ahora todo estará bien.
-No es verdad.
De pronto la mirada de la muchacha se
ensombreció.
-Beltan estará bien, con el tiempo
entenderá. Te trajo hasta aquí. Y aunque no lo dijo se preocupó mucho.
-Tengo que verlo
-Quizá sea mejor que dejes pasar un tiempo.
-Para qué, de todas formas ya no hay vuelta
atrás ¿verdad?, yo elegí .Pero quiero despedirme de él, explicarle.
Cuando se sintió suficientemente fuerte fue a
buscarlo, lo encontró en la torre norte
mirando el ocaso.
-Bel..
Cuando se volvió a mirarla, ella sintió un
terrible dolor en el pecho, había en sus ojos una frialdad que antes no
existía. También su voz era diferente, despojada de ternura y calidez.
-Este es el adiós ,supongo. No debiste
molestarte en venir.
Ella esperaba que la comprendiese, pero él
estaba enojado.
-Beltan tuve que hacerlo...tú lo entiendes .
Debía salvarle la vida.
-Y me sacrificaste a mí...
Eso era totalmente injusto y ella también se
enojó. Había perdido más que todos , no tenía opción y de golpe era la
culpable...era demasiado
-¡No seas injusto!.Era la vida de Atherion y
debía salvarlo, sin importar el precio. Tú hubieras hecho lo mismo y lo
sabes.... Crees que no me duele, te amo...te amo y ya no puedo tenerte.
-Yo hubiera dado mi vida por él y no te reprocho lo que hiciste, pero no me
pidas que lo acepte. No puedo, te perdí para siempre, hoy deberías ser mi
esposa y ni siquiera puedo acercarme a ti.
Además, hay algo que me tortura....dime
¿cuándo tomaste tu decisión? ¿Cuándo Atherion agonizaba o cuando jurabas que yo
era más importante que cualquier cosa que Fenya te ofreciera?
-¡Qué dices!.¿Crees que te mentí, qué
elegí esto, antes que a ti?. Creo que ni
siquiera me permitieron decidir...hubiera preferido morir, antes de que algo
les sucediera a alguno de ustedes.
-De todos modos ya no importa ...
Beltan la miró durante un tiempo y se
marchó.
Naivé se quedó en la torre mientras las
lágrimas caían sin que pudiera detenerlas. El dolor que había visto en aquella
mirada era demasiado profundo. Beltan había perdido mucho y una vez más el
destino lo despojaba de todo lo que amaba. De niño había visto como
mataban a su familia, luego había
encontrado un hogar en Nimrod y Atherion y ella se habían convertido en su
familia. Ahora no sólo la perdía a ella, también perdía a su mejor amigo y a
Nimrod. Nada sería igual y de golpe volvía a ser expulsado del paraíso.
Era aquella revelación la que más hería
a Naivé. Lentamente la muchacha deslizó
el anillo de su dedo y lo aferró con fuerza contra su corazón.
-Entra Beltan . La voz de Fenya delataba que
esperaba la visita del muchacho tarde o temprano.
-Necesito saber algo –la furia de él era
casi tangible.
-Te escucho.
-Cuando le dijiste a Naivé que una vez que
tomara una decisión era irreversible,¿ decías la verdad o sólo querías alejarla
de mí porque no te agrado?
-Era
verdad, ella siempre tuvo el poder por eso la crié, pero aceptarlo y ejercerlo
implica no poder volver atrás.
Su don es único, las visiones y el poder de
curación son sólo el principio, ella podrá hacer cosas que ni tú ni yo
imaginamos , el poder estará a su servicio pero exige la misma devoción. Será
su ama y su esclava, ningún interés mundano puede apartarla de su camino, ni
familia, ni un hombre, nada.
-Atherion está curado, ¿qué sucede si ella
reniega del don?
-La consumirá. Ella lo aceptó, el poder y su
energía vital son lo mismo ahora. Debes olvidarla muchacho, este siempre fue su
destino, lo de ustedes no debió suceder.
Beltan sonrió maliciosamente
- Es curioso, yo opino que su destino es
estar junto a mí y que esto es lo que jamás debió suceder. Pero mi opinión no
cuenta.
Luego
se retiró y dejó a Fenya con un extraño sentimiento de culpa.
Naivé se asomó tímidamente a las
habitaciones del príncipe.
-Atherion ¿cómo te sientes?
-Estoy mejor, ven siéntate a mi lado
La joven se sentó junto a él y el príncipe
le tomó la mano.
-Te debo la vida, además tengo entendido que
sacrificaste mucho para salvarme.
La joven no contestó sólo bajó la mirada y
eso bastó para que Atherion estallara .
-¡Diablos!, entonces es verdad...tú y Beltan
ya no.....debí haber muerto.
-¡No! No digas eso, yo no hubiera soportado
que algo te pasara. Fue mi decisión Atherion, además ahora soy bastante
poderosa- ella intentó esbozar una sonrisa juguetona, pero le fue imposible.
-A ti jamás te importó el poder
-Nadie rechaza un don como este....
-Nadie rechaza el verdadero amor Naivé, y tú
lo hiciste por mí.
Ella no pudo contenerse y comenzó a sollozar
, el príncipe la abrazó y la retuvo contra su pecho hasta que ella recobró la
calma.
Atherion pensó que si la espada no lo había matado, ver a sus amigos con
el corazón roto si lo haría. Ahora era
Beltan quien estaba junto a él.
-Veo que ya estás repuesto
-Sí, yo quisiera levantarme, pero no me
dejan.
-Tienes que recuperarte totalmente. Quiero
irme sabiendo que estás bien
-¿Irte?
-Sí, ya no
pertenezco aquí
- ¿Por qué no se lo impediste Beltan? No es
justo, yo no quiero estar vivo por ese precio.
-No era mi decisión. Además....
Beltan dejó de rehuir la mirada de su amigo
y lo miró con afecto
- Quiero que sepas que no me arrepiento de
que vivas y pase lo que pase eso no
cambiará. No te culpo a ti de lo que sucedió
-Pero yo sí.
- Olvida eso Atherion, sabes que tú hubieras
hecho lo mismo por cualquiera de nosotros. Tú no eres responsable de que yo la
pierda.
La mirada del príncipe se volvió distante
-Los dos la perdemos....
Beltan lo miró sorprendido. El príncipe
habló en voz baja
-Sabes que siempre la amé.
-Lo imaginaba
-Pero ella no me quiere de esa forma, así
que juré jamás interponerme entre
ustedes. De verdad me alegraba verlos juntos y felices. La vida es irónica
¿verdad?, de todas maneras los separé.
- Tal vez simplemente cada uno de nosotros
tenga caminos diferentes. Sea cual sea el tuyo te deseo suerte, majestad.
-También a ti .
Ninguno de los dos era bueno para las
despedidas, y aquella era muy particular. Los dos se querían pero los lazos
entre ellos se habían roto.
Al día siguiente Naivé vio desde la torre norte como Beltan se marchaba
sin despedirse de ella. Solo, sin mirar atrás atravesó las puertas de Nimrod.
-También tú te vas- dijo Atherion con
desencanto.
-Sí, Fenya dice que debo aprender a manejar
este poder y para ello debemos irnos.
-Este lugar va a estar muy solo. Yo voy a
estar muy solo
-Con todo lo que está pasando en el mundo ,
vas a estar muy ocupado. Creo que pronto deberás ocupar tu lugar como rey. Ese
será un gran día amigo mío y yo seré muy feliz.
-Ahora no lo eres- evaluó con pesar.
En el mismo instante de pronunciar aquella
frase, Atherion se arrepintió y se sintió muy tonto. Desde la partida de
Beltan, ella había deambulado como una sombra .No , no era feliz y tal vez
nunca volviera a serlo.
-Han sido días muy extraños, Atherion y creo
que un cambio me hará bien. Han pasado demasiadas cosas, la gente de aquí me
trata diferente , no sé si quieren quemarme por bruja o reverenciarme como
diosa, pero ya nada es igual.
-Yo daría cualquier cosa porque fueras
feliz.....mataría sin pensarlo a cualquiera que te dañara, y he sido yo quien
más daño te ha hecho. Supongo la única forma de pagar mi deuda es vivir y hacer
algo útil.
La voz del joven sonaba muy
triste y Naivé se sintió conmovida.
-Fuimos muy felices aquí Atherion. Ahora
creo que todo fue un artificio, mientras el mundo estaba en ruinas nosotros
crecimos al amparo de Nimrod y jugamos y reímos...tal vez estaba destinado a no durar. Aún así,
agradezco mi tiempo en este lugar . Dijiste que me debías la vida, entonces
vive Atherion , sé feliz y cuídate mi querido príncipe.
Era
el adiós ,los dos estaban en la galería iluminados por la luz de la mañana.
Ella lucía hermosa y melancólica, entonces él hizo algo que nunca antes había hecho: la besó suavemente en los
labios y le sonrió con ternura.
-Cuídate
mi dulce amor.
Sin decir nada más se marchó, dejando a
Naivé azorada y sin palabras.
Aquella misma mañana Fenya y Naivé partieron. La muchacha pensó que
desde su llegada a la ciudadela siendo un bebé jamás había salido al mundo
exterior, no conocía el mundo fuera de Nimrod. Afortunadamente las guerras
habían cesado y pudieron realizar un viaje tranquilo.
Veinte días tardaron en llegar a su destino,
era un antiguo santuario donde Fenya se había instruido .Era un lugar muy
grande consagrado a los antiguos dioses.
Aquel sería su hogar de ahora en más, allí
los eruditos y sacerdotes le enseñarían a manejar sus poderes. Había muchos
habitantes y la mayoría de ellos tenían dones especiales.
Un hombre muy anciano les dio la bienvenida.
-Fenya...has vuelto y la trajiste contigo.
La mirada del anciano se posó en Naivé y la
muchacha sintió que lo conocía desde siempre.
-Sí, Dercan ella es Naivé. Naivé él es el
patriarca de este lugar y mi maestro.
- Es un gusto conocerlo.
-También a ti niña, te esperamos desde hace
mucho. Pensé que no llegaría a conocerte. Supongo que la hora ha llegado. Vamos
entren.
Extrañamente
la muchacha se sintió cómoda en aquel lugar. Era como si allí tuviera la
posibilidad de recobrar su paz. Sin embargo una semana después de su llegada
Fenya le anunció que se marcharía y eso la perturbó.
-¿Te vas? ¿dónde?
-El círculo se cierra, tú ya encontraste tu
camino. Ahora yo debo continuar el mío. Iba al sur cuando te hallé, y ese es el
rumbo que tomaré. El mundo está cambiando Naivé, tus sueños decían la verdad ,
vienen tiempos oscuros y cada uno de nosotros tiene un papel que cumplir. Soy
necesaria allí, aquel es mi puesto de lucha...tú estarás bien aquí.
-Lo sé..Pero pensé que estaríamos juntas.
Siempre hemos estado juntas.
-También a mí me cuesta dejarte. Créeme
Naivé, nunca quise hacerte daño.
La sacerdotisa le dio un beso en la mejilla
y se quedó observándola. Le dolía dejarla sola, después de todo era solo una
niña. Una niña que había pasado mucho y que a pesar de su fortaleza necesitaba
cariño y cuidados.
-¿Nos volveremos a ver?
-No lo sé, pero espero que sí, y que nuestro
reencuentro sea en tiempos de dicha.
Dercan acompañó a la joven a despedir a Fenya,
hasta las puertas del santuario. Eran muchos cambios. Naivé pensó que tenía una
nueva vida, de pronto todo lo que conocía y las personas que quería eran parte
del pasado. Casi como si nunca hubiesen existido. Casi ...le recordó el frío
del anillo que llevaba colgado al cuello.
Dercan estaba muriendo y Naivé cuidaba de él. La voz del anciano era
débil pero serena
-No te preocupes niña, he vivido mucho más
que cualquier mortal. Agradezco haber vivido lo suficiente para conocerte. Ha
sido maravilloso ser tu maestro durante estos tres años.
-No te vayas Dercan. ¿Por qué no puedo
curarte?
-Porque es mi hora pequeña....ya no tengo
fuerzas y mi cuerpo es demasiado viejo, más de lo que tú crees. Además quiero partir.
-¿Qué haré ahora?
-Tú quedas a cargo Naivé, este lugar y sus
habitantes dependen de ti . No te temas, lo harás bien, tú siempre has sido la
protectora .
Naivé hizo silencio y se quedó junto a él
hasta que se marchó.
La
guerra había recomenzado, los escuadrones oscuros atacaban los poblados y los
devastaban . El causante de aquellos ataques residía en el oeste pero su
identidad y sus objetivos permanecían ocultos. Naivé sabía que el mal estaba
cobrando fuerzas. Había distintos puntos de resistencia a lo largo de toda la
tierra. Los guerreros y magos combatían la oscuridad incesantemente.
La luz iluminaba plenamente las amplias galerías mientras Naivé curaba
las heridas de una joven del poblado de Arach. Los pocos sobrevivientes se
habían refugiado en el santuario , la barrera que Naivé había instalado siete
años atrás los mantenía protegidos de cualquier ataque. Una joven sacerdotisa
se acercó a Naivé.
- ¿Me llamabas mi señora?
-Sí Kaly , ¿puedes acompañar a Mila al
comedor?, no debe esforzar mucho su pierna.
-Sí señora.¿ Está todo bien?
-Pronto llegaran más Kaly, muchos buscarán
nuestra protección- comentó apesadumbrada
-Y se la daremos señora, toda nuestra
comunidad está preparada.
Naivé sonrió en forma de agradecimiento. Era
cierto, todos estaban preparados para brindar ayuda y no se sentía tan sola en
su tarea. En los últimos años la comunidad del santuario había crecido mucho,
sacerdotisas, hechiceros, aprendices y todo tipo de gente vivía allí.
Había armonía y vitalidad en aquel lugar,
sin embargo Naivé sentía el dolor y la muerte que se extendía por el mundo. La
sensación se hacía más fuerte con el tiempo y agobiaba el corazón de la
muchacha. ¿Durante cuánto tiempo podría proteger a los suyos?.
Los niños jugaban , los mozos se encargaban
de las tareas matinales y la gente iba y venía, de pronto aquella visión
cotidiana se mezcló con otra no menos real. Naivé vio venir a dos jinetes, en
su mente la imagen era clara, dos hombres venían a Merydath . Los dos guiaban
ejércitos, los dos eran letales y magníficos. Eran diferentes y sin embargo muy
parecidos. Venían por caminos separados , tenían heridas, estaban cansados, y
sin saberlo venían a ella.
La visión se desvaneció y Naivé quedó con la
mirada perdida. Pronto llegarían
-Jefe, necesitamos descansar y encontrar un refugio . Los hombres están
heridos, y tú también. Si las patrullas nos encuentran así, acabarán con
nosotros.
-Tienes razón Skat
- Estamos cerca del Santuario de Merydath
escuché que ese lugar tiene una barrera contra el mal, estaremos seguros allí y
podremos reponernos.
El hombre lo miró turbado, tenía una profunda
herida en el hombro, el cabello oscuro enmarañado y parecía exhausto.
-Está bien, avísale a los hombres,
trataremos de llegar a Merydath y espero que den refugio a un grupo de
forajidos como nosotros -dijo sonriendo ligeramente.
Cuando Skat se alejó, el hombre entrecerró
los ojos y se apoyó contra las rocas, en verdad estaba muy cansado.
La batalla había sido muy dura y desigual,
aquellos soldados eran incansables. Parecían invencibles eran rápidos ,
mortíferos, como si nada los distrajera de su objetivo.
Ningún hombre normal peleaba así, sin
embargo él pensaba que no eran normales. Había algo antinatural en ellos y para
ser sincero le había costado salir con vida.
Descansaron el tiempo necesario para
recuperar fuerzas para el viaje. El líder vendó su hombro con fuerza y
agradeció que la herida hubiera dejado de sangrar. Tenía que resistir, al menos
para guiar a su gente a un lugar seguro.
No le gustaba depender de nadie ni que nadie
dependiera de él , pero los hombres junto a los que luchaba eran su responsabilidad.
Confiaban en él y no los defraudaría.
Todos estaban agotados y el camino se les
hizo difícil. Anduvieron por tierras yermas , pasaron por pueblos asolados y
tres días después, al amanecer divisaron a Merydath.
El santuario era extenso y se erguía
deslumbrante en medio de la tierra devastada. Parecía una joya perdida, estaba
rodeado por una muralla baja y cuando llegaron a sus puertas vieron que no
había guardias custodiándolas.
Por un momento temieron que no serían
recibidos, sin embargo las puertas se abrieron solas y les permitieron la
entrada al maravilloso refugio.
Un edificio grande se levantaba en el
centro, alrededor había caballerizas y estructuras menores. Además había un
extenso parque que rodeaba las construcciones y que se encontraba poblado por
una diversidad de tiendas.
Había gente yendo de un lado para otro y
nadie parecía reparar en los recién llegados. Había soldados de distintos
ejércitos y reinos, muchos hombres estaban heridos.
Descendieron de los caballos sin saber a donde
debían dirigirse. Un hombre anciano con
un jovencito se les acercó y les indicó que lo siguieran.
- Venga, iremos a la sala central. Allí
están atendiendo a los heridos. No se preocupen por los caballos, mi nieto se
encargará de ellos.
Sin bajar la guardia siguieron al anciano.
Más gente estaba llegando al santuario, por lo visto todos habían ido a
Merydath a buscar auxilio.
La sala central era un amplio espacio
cubierto de mármol claro, había heridos por todos lados. Múltiples camillas
cubrían el suelo, otros estaban recostados contra la pared mientras esperaban
asistencia. Hombres y mujeres corrían de un lado al otro, asistiendo a los lesionados.
Los recién llegados avanzaron para pedir ayudar, su líder sintió
humedad en su brazo y supo que la herida estaba abierta , el viaje había sido
un gran esfuerzo. Permitió que sus hombres se adelantaran porque la debilidad
lo vencía. Se apoyó en una columna y se dejó caer
Beltan estaba sentado en el suelo , recostado sobre la columna, la
herida en su hombro era profunda y había vuelto a sangrar, cerró los ojos y se
adormiló. Una mujer cubierta con una larga capucha que ocultaba su rostro se
acercó a él. Corrió la camisa del guerrero para revisar su herida, cuando se
acercó para tocar el hombro, la mano del hombre asió la suya con fuerza para
detenerla. Ella emitió un gemido de dolor y estupor por aquella reacción
inesperada.
-¡No me toques! – gruñó él sin mirarla- He
pasado diez años tratando de olvidarte para que lo arruines, además no necesito
tu ayuda.
El se levantó rápidamente sin soltar la mano
femenina, se enfrentó a ella y bajó la capucha que le cubría el rostro. Los
ojos azules se clavaron en los de ella
-Naivé, deberías saber cuanto desprecio tu
don, estoy seguro que hay gente aquí que lo necesita .Yo no.
Le soltó la mano y
se alejó bruscamente sin darle tiempo a contestar.
Ese era su primer encuentro después de
diez años, no sabía qué esperar sin embargo la frialdad de él la hería. Lo
había visto claramente en sus visiones, un hombre adulto, decepcionado , intimidante , sin rastros del
jovencito alegre, pero no estaba preparada para tenerlo frente a ella. Al
contemplarlo lastimado había sentido la
necesidad de protegerlo, pero no era posible, nada era posible entre ellos
. Lo que más la lastimaba era que ,a
pesar de todo, aún lo amaba.
Era más hermosa aún de lo que recordaba.
La última vez que la había visto era solo una niña, ahora era una mujer plena y
deslumbrante. Beltan había conocido muchas mujeres, incluso más bellas que Naivé,
sin embargo ninguna lo había conmovido como ella. La había reconocido sin
verla, había sentido su presencia junto a él. Había pasado años huyendo de su
recuerdo para ir a caer a sus manos, estaba refugiado en su hogar . No sabía si
sería capaz de soportarlo. Iba ensimismado en sus pensamientos cuando una voz
lo detuvo:
-Estás herido,
necesitas ayuda.
El viaje al pasado
estaba completo, cuando Beltan se volvió vio a Atherion detrás de él. También
el príncipe había cambiado, su aspecto era tan malo como el de él.
-Atherion...
-Parece que
volvemos a encontrarnos, vamos necesitas curarte esa herida y apuesto que unos
tragos no te vendrían mal.
En
el parque había numerosas tiendas en las que se había acomodado
provisoriamente la gente que había llegado a Merydath. Los aposentos no daban
abasto y los heridos estaban siendo atendidos en la sala central del santuario.
Atherion guió a
Beltan a una de las tiendas
-Bueno, quédate
aquí mientras busco a alguien que te cure.
-No , no necesito
a nadie…
-Déjate de
tonterías.
Lo dejó recostado en un catre y salió. Beltan temía
que Atherion trajera a Naivé, sin embargo el príncipe volvió un rato después
con una muchacha desconocida. Ella traía vendas y una canasta, Atherion la guió
junto a él.
-Mi nombre es
Mattia, señor, no se preocupe en un momento curaré su herida.
-No debes
molestarte – contestó él débilmente.
- No es molestia,
estamos curando a los heridos y por lo visto
su herida es delicada.
Las fuerzas lo
abandonaban , así que Beltan debió rendirse.
Con la ayuda de
Atherion, la chica le quitó la camisa, limpió la herida, le aplicó un ungüento
y lo vendó.
-Muy bien, creo
que se recuperará, de todos modos le diré a la señora que pase a mirarlo.
-No- respondió
bruscamente- estaré bien, no es necesario molestarla, hay heridos mas graves
que yo.
-Eso es verdad,
bueno ahora necesita descansar- ella se dirigió a Atherion- cualquier cosa
búsqueme.
-Está bien, muchas
gracias.
-Ah me olvidaba-
dijo la muchacha extendiéndole una
pequeña bolsita- esto es por si levanta fiebre.
Después se retiró
-Por lo visto
sigues tan testarudo como siempre.
-Bueno creo que
eso no tiene cura.
-Toma esto- dijo
el príncipe alcanzándole una copa.
El cuerpo cansado
de Beltan agradeció el vino con especias y miel.
-Gracias, me hacía
falta. Está muy bueno
-Aquí tienen buen
servicio, tenemos suerte. Ahora descansa, te ves fatal, luego hablaremos.
-Tú no te ves
mejor, pero necesito que le avises a mi
lugarteniente que estoy bien, su nombre es Skat.
Beltan describió
al hombre y cuando Atherion prometió que lo buscaría, se relajó y se quedó
dormido. Su mente y su corazón agradecieron la tregua del sueño.
Cuando despertó ,
Atherion y Skat estaban conversando junto a él, según parecía intercambiaban
noticias de sus últimas batallas.
Le dolía un poco
la cabeza y el hombro pero se sentía mucho mejor. La joven Mattia sabía lo que
hacía y la herida no se había infectado.
Los hombres
notaron que estaba despierto y se dirigieron a él.
-Hola jefe, ¿cómo
te sientes?
-Mejor, aunque no
creo que pueda hacer acrobacias . ¿Tú y los hombres cómo están?
-Bien ,no te
preocupes. Nos curaron y nos dieron comida. Además nos acomodaron muy bien. Y
hay mujeres hermosas , creo que puedo acostumbrarme a este lugar.
-Imagino que sí.
-Deberías ver a la
señora del lugar, Beltan, te quita el aliento.
- Ya lo creo
-contestó con ironía-¿ Tú la has visto Atherion?
-No ,todavía no.
Quería acomodar bien a mis hombres antes de rendirle mis respetos y darle las
gracias.
-Entonces... no
sabes quien es
-No creo
conocerla.
Beltan lo miró
fijamente y le contó
-Es Naivé
-¡Naivé!- el
rostro del príncipe cambió bruscamente.-¿Ella está aquí? .¿Hablaste con ella?
-Algo así, no me
hizo mucha gracia encontrarla.
-¿Está
bien?-preguntó el príncipe ignorando su último comentario.
-Sí, creo que sí.
Pero deberás averiguarlo por ti mismo. Yo pienso largarme de este lugar tan
pronto pueda montar y manejar mi espada.
-Jefe...
- Lo siento, Skat,
pero no nos quedaremos mucho tiempo.
En ese momento un
joven entró a la tienda y haciendo una reverencia habló.
-Su majestad
Atherion, mi señora solicita verlo, me
envía a preguntar cuando cree posible encontrarse con ella.
-Dile que cuando
lo desee yo estoy a sus órdenes.
-Está bien.
Él joven se
retiró, Beltan cerró los ojos y se hizo
el dormido.
No soportaba la evidente
alegría de Atherion y no quería hablar más de ella.
Atherion la esperaba en la sala de
conferencias. La joven aún recordaba su último encuentro con el príncipe cuando
él le había revelado sus verdaderos sentimientos, habían pasado diez años.
Muchas cosas habían cambiado y no sabía qué esperar. Además su reunión con
Beltan la había perturbado, los reencuentros no estaban resultando gratos y
temía pasar otro mal momento con Atherion.
Él la esperaba en el centro de la sala, había
cambiado, había una rudeza en su mirada que reemplazaba a su habitual cortesía.
Supo que él había crecido y no sólo físicamente , sin embargo sonrió
cálidamente cuando la vio entrar y ella comprendió que todo estaría bien.
-Naivé..-él se
adelantó y la estrechó contra sí antes de que ella pudiera reaccionar- me da
gusto ver que estás bien
-También a mi me
da gusto verte, Atherion- respondió ella cuando él aflojó el abrazo.
-Según parece
nuestros caminos vuelven a cruzarse y otra vez me ayudas.
-Sí- contestó con
melancolía pero entonces cambio su tono de voz y comentó divertida- creo que se
te está haciendo costumbre, príncipe.
Él rió con ganas
-Ven siéntate,
tenemos mucho que hablar
Por el momento los
dos evitaron mencionar a Beltan y se relataron los últimos diez años de su
vida.
- Cuando Nimrod
cayó...-él la miró interrogante-
-Sí me enteré, y
una parte de mí también cayó con la
ciudadela.
-Fue terrible, las
barreras mágicas fueron vencidas y no pudimos contrarrestar el ataque. Con la
bendición de los dioses salvamos nuestras vidas, en fin ,luego de eso intenté
recuperar mi trono. Mi reino está invadido y me fue imposible derrocar al
tirano que lo gobierna, así que me dediqué a combatir a los invasores a lo
largo de varios territorios, tratando de sumar fuerzas para mi causa. He pasado
los últimos seis años errando, hasta que mi última batalla me trajo aquí.
Busqué refugio y te encontré.
La muchacha se
sonrojó bajo la intensa mirada de él. También ella le contó sobre su llegada a Merydath, la partida de
Fenya, los años bajo la tutela de Dercan y
la vida actual en el santuario.
-Parece que has
estado ocupada.
-Un poco, pero
estoy bien aquí...ahora lo siento mi hogar , además muchos dependen de mí.
-Eso me recuerda,
que debo agradecerte formalmente tu ayuda y la de tu gente. Mis hombres y yo
hemos sido curados, alimentados y bien atendidos, ya casi hemos recuperado
nuestras fuerzas para la siguiente embestida.
-Me alegra que así
sea, pero no te apresures a dar batalla Atherion. Deben recuperase
completamente, mucha gente está llegando a Merydath y podrías encontrar
refuerzos. Además creo que no tendremos que esperar mucho hasta que la batalla
venga a nosotros.
-¿Atacarán al
santuario?
-Eso me temo,
estamos protegidos por una barrera, sin embargo pronto tendremos que defendernos.
-Sabes que yo
estaré aquí.
-Sí y creo
que esa es la razón por la que has
llegado. Tú me agradeciste la ayuda, creo que yo también estaré en deuda
contigo.
-Eso jamás, yo te
debo la vida y nunca lo olvidaré- dijo él apasionadamente-
Un antiguo dolor
brilló en la mirada de Naivé y Atherion cambio de tema.
-Hablaste de una
barrera, ¿es del mismo tipo que la de Nimrod?
-De hecho es muy
similar, Dercan me enseñó el hechizó y yo lo fortalecí. También nuestros
enemigos tienen magia y no sé que tan resistente puede ser la barrera.
-¿Eres tú verdad?,
quiero decir que la fuerza de la barrera está vinculada a ti. De alguna forma
tu presencia se percibe en Merydath, como si tu energía circulará por todo el
lugar. No sé como no lo descubrí antes.
-Sí, la barrera se alimenta de mí poder, en cierta
forma es una extensión de mí misma.
-Lo sabía.
Una muchacha los
interrumpió para traerles una bandeja con comida.
-¿Qué te pareces
si almorzamos?
-Me encantaría,
amiga mía.
“Amiga”, Naivé
pensó que era reconfortante tener el apoyo de Atherion, era como recuperar una parte de sí misma que
creía perdida para siempre.
Ella no se animó a
preguntar por Beltan y Atherion no lo mencionó para no herirla.
La joven sabía que
lo habían curado y que estaba bien pero no había vuelto a verlo.
Ella estaba mezclando hierbas en un mortero
para hacer medicina, el número de
heridos estaba superando lo que esperaban. Estaba concentrada en su tarea, por
eso no percibió su presencia hasta que él habló. Estaba en el umbral de la
puerta y su figura bloqueaba completamente la entrada.
-Me dijeron que
estabas aquí – dijo ásperamente.
Un montón de
emociones la invadían, se preguntó si alguna vez su cercanía dejaría de
conmoverla pero lo que más temía era una nueva agresión.
-Dime Beltan, ¿necesitas
algo?- Preguntó irguiéndose altiva frente a él
- Sólo quería
disculparme, por la forma en que me comporté el otro día. Sé que sólo querías
ayudarme, también tengo que agradecer la
hospitalidad que me han brindado a mi y a mis hombres. Prometo que cuando nos
recuperemos nos iremos y mientras esté aquí trataré de incomodarte lo menos
posible. Eso es todo.
Él habló sin
parar, como si hubiera memorizado él discurso. Una vez que terminó titubeó como si no supiera
que hacer.
-No te preocupes,
entiendo que te sorprendió encontrarme. Además no tienes nada que agradecer, en
Merydath brindamos refugio a todo aquel que lucha contra el mal. Puedes
quedarte todo el tiempo que necesites.
-Gracias.
Sin más él se
retiró. Al ver el umbral de la puerta
despejado, ella pensó que había un vacío, sin él todo estaba vacío y un
escalofrío la estremeció.
Había sido una disculpa muy torpe , pero era
lo mejor que podía hacer. En su cabeza aún resonaban las palabras de Atherion:
“Ella ya no ríe Beltan, Naivé perdió su risa”.
El príncipe lo había dicho con tristeza
y ahora él entendía la razón.
El guerrero pensó
que lo que su amigo había comentado era
verdad, parecía preocupada y demasiado seria. Tenía responsabilidades y estar
atendiendo a tantos heridos, seguramente no la ayudaba, pero le dolía que ella
hubiese dejado de reír. En Nimrod, todos amaban su risa, su alegría siempre era
un consuelo. Como si fuera poco él había sido cruel con ella, pero no podía
evitarlo, tenerla tan cerca y saberla perdida lo enfurecía. Y esa furia era la
única defensa que tenía contra el dolor.
Beltan la observó.
Cada vez que estaba cerca de ella se desataba una tormenta en su interior.
Estaba en el patio
interior con un niño pequeño en brazos,
la luz del sol daba de lleno en ella y confería un aspecto deslumbrante a su
cabello. Lucía despreocupada y sostenía
a la criatura con ternura mientras hablaba con la madre
Ella no sabía que
él la observaba desde el corredor. El guerrero no adivinaba que traería el
futuro, si todo resultaría bien o si moriría en combate era un misterio, pero
desde su llegada cada movimiento, cada gesto de ella, cada imagen, se le
grababa a fuego en su corazón. Y aquella escena en particular lo impresionaba
profundamente, le recordaba sus anhelos truncados. Por momentos tenía ganas de
irse corriendo de allí, aunque fuera para lanzarse directamente al infierno , pero las ganas de
tenerla cerca eran más fuertes.
Los días pasaron rápidamente, las
noticias que traían los que llegaban a Merydath eran cada vez peores, las
batallas habían recrudecido y todos los ejércitos, profesionales o no, que se
enfrentaban a las hordas oscuras eran vencidos. Los hechiceros tampoco podían
detenerlos, los enemigos vencían cualquier clase de conjuro o lo volvían contra
quien los usaba.
Las personas en
Merydath estaban inquietas, sabían que la batalla se aproximaba, en poco tiempo
llegarían a Merydath y siendo este lugar el bastión de la resistencia
descargarían toda su cólera contra el santuario.
Todos eran
conscientes del peligro y Atherion convocó un concilio para decidir medidas.
Los líderes de
todos los grupos que estaban en Merydath acudieron al llamado del príncipe.
Personas de distintos países y situaciones analizaron los hechos. Los
sobrevivientes de los distintos pueblos, nobles, guerreros, mercenarios,
hechiceros, sacerdotisas, todos acordaron que debían tomarse medidas y preparar
un único ejército que contrarrestara el ataque. Todos unirían sus fuerzas por
el bien común, asimismo se decidió que el príncipe lideraría el ataque.
Solo una voz opinó
diferente.
-Lo siento pero yo
no participaré en esta expedición, tampoco mis hombres- señaló Beltan- estamos
acostumbrados a luchar solos y esto no
resultará. Además, ¿qué te garantiza que no guiarás a toda esta gente a una
gran masacre Atherion? Hay muchos que no tienen experiencia en la lucha...y no
tenemos tiempo de prepararlos.
-Lamento que
opines así Beltan porque apreciaría tenerte
a mi lado y que tu espada luchara por nuestra causa, pero es tu
decisión. En verdad nada nos asegura la victoria , pero debemos luchar y estoy
seguro que toda la ayuda es valiosa sin importar si tienen experiencia o no. A
veces lo que decide una batalla es la voluntad y la pasión por una causa, y
ninguno de nosotros quiere que el mal venza.
-Entonces te deseo
buena suerte.
Un murmullo de
desaprobación invadió el recinto. Reprobaban a aquel guerrero que después de
recibir ayuda en Merydath se negaba a pagar su deuda.
Cuando Beltan dejó el concilio , Naivé salió detrás de él. Lo alcanzó en el pasillo
y lo tomó del brazo. Estaba exaltada
-¿Estás hablando
en serio Beltan, no vas a combatir?
-Ya escuchaste, no
me gusta seguir órdenes. Yo trabajo solo
-Atherion te
necesita, además yo los he visto combatir juntos... son insuperables. Él confía
en ti, y tú en él.
-Pareces que
olvidas la última vez que combatimos juntos. Confianza dices ...una espada
atravesó su pecho y yo no pude impedirlo.
Una mirada de
entendimiento se encendió en los ojos de Naivé
-Es eso, crees que
la historia va a repetirse. Tienes miedo de que algo suceda.
-No es así. Yo no
tengo miedo, mi peor temor se convirtió en realidad hace mucho tiempo y la
muerte no me asusta. Sólo que Atherion tiene su camino y yo el mío.
-Creí que eras el
mismo, pero me equivoqué. Te niegas a usar tu espada en una causa justa y te
estás comportando como un egoísta . Muy bien haz lo que quieras.
En ese momento
Atherion venía hacia ellos. Naivé se
dirigió a él muy decidida.
-Atherion, tienes
mi espada a tu servicio. Yo lucharé a tu lado
Los dos hombres la
miraron sorprendidos.
-¿Qué dices
Naivé?. No permitiré que hagas tal cosa.
-Si crees que no
haré nada para defender a mi gente, entonces, príncipe , no me conoces. Larec me enseñó a
usar la espada y también tengo otras habilidades muy útiles . –dijo sonriendo
maliciosamente-
-De ningún modo
harás algo así Naivé - casi gritó Beltan.
-Claro que no
–confirmó Atherion-
La joven se estaba
alejando de ellos, pero se volvió y habló con firmeza.
-Ustedes son los
que se equivocan. Aquí son sólo invitados, y puedo echarlos o impedir que
abandonen Merydath si lo deseo, sin embargo ustedes no pueden impedirme nada.
No olviden que yo pongo las reglas , y
ya me están cansando sus juegos infantiles. Hay vidas en peligro y yo haré todo
lo que esté en mis manos por defenderlas.
Estaba furiosa y
ellos podían percibirlo. Se marchó y los dos se quedaron mirándola, era una
mujer admirable. De repente Beltan empezó a reír.
-¡Cielos!, esa
mujer es un saco de problemas . Bien
Atherion, combatiré contigo antes de que Naivé me parta con un rayo o nos
convierta en algo desagradable.
Cuando Beltan entró a la estancia vio a
Naivé desenfundar una espada. La vaina estaba ricamente adornada y parecía
antigua, la hoja brillaba con la luz y estaba tallada con extrañas runas.
Parecía un arma poderosa , por su tamaño había sido forjada para un hombre, sin
embargo se adaptaba a las manos femeninas que la esgrimían. La muchacha no lo
había visto y Beltan habló suavemente
para no sobresaltarla.
-Es una hermosa
espada....¿estás segura de lo que harás?
Ella le contestó
pero sin dejar de mirar el arma que
empuñaba.
-Sí, estoy segura.
Dercan guardaba esta espada, aunque nunca la utilizó, es muy antigua y
poderosa. Mi maestro me dijo que perteneció al primer señor de Nimrod y que
tras su muerte fue traída aquí.
La muchacha recitó
dulcemente “Al’c
der gremac sawin tel victy we lokkya
mainé dakche
“ ,” Que la justicia guíe tu
espada y tu mano para diluir las tinieblas”, eso dicen estas runas. Solo espero
cumplir con este remoto mandato.
-Naivé ....yo soy
un mercenario, estoy acostumbrado a matar, además esos seres no me inspiran
ningún respeto, de hecho ni siquiera los considero humanos. Por lo tanto
atravesarlos con mi espada no me causará ningún remordimiento, pero tú eres distinta.
Las veces que has manchado tus manos de sangre ha sido tratando de salvar a
alguien no sé si estás preparada...
-¿Para matar? –
la fría voz de ella lo interrumpió-
Estoy preparada Beltan, esta lucha es mucho más importante de lo que supones, y
no estás del todo errado “esos seres” no son del todo humanos y tampoco me
importa matarlos, de hecho, debo hacerlo. Están movidos por la oscuridad. Una
oscuridad que crece día a día, aún no conozco el rostro de su líder pero se
hace cada vez más fuerte y debemos detenerlo. El equilibrio se ha roto y todos
corremos peligro si no detenemos a nuestros enemigos. Si eso implica que yo
debo esgrimir esta espada, lo haré y mi mano no temblará.
Hablaba decidida y
sus palabras confirmaban los peligros que él presentía desde hacía tiempo. Las luchas que había enfrentado los últimos años
no eran por territorio o poder político, había algo más y aquella muchacha
estaba dispuesta a enfrentar el peligro sin importar el precio.
-Si esa es tu
decisión, la respeto. Quiero que sepas que yo estaré contigo y con Atherion.
-Gracias –susurró
ella y esbozó una tímida sonrisa
Los tres caminaban por el pasillo
ultimando los detalles de la próxima campaña. Algo de la vieja camaradería
había vuelto, aunque nunca sería lo mismo. Naivé se sentía extraña escoltada
por aquellos dos hombres a los que tanto quería. Iba uno a cada lado de ella ,
se sentía pequeña y frágil junto a
ellos. Ambos eran muy altos, uno de cabello claro y el otro moreno, eran los
dos tan distintos y tan parecidos. Allí charlando parecían los dos muchachos de
Nimrod, los dos viejos amigos. Naivé
deseó que todo fuera como antes, de pronto una pregunta casual de Atherion la
trajo a la realidad.
-¿Los mensajeros
volvieron?
-Sí, en un rato
hablarán con nosotros.
Aún había ejércitos
de la resistencia fuera ,al sur de Merydath y Atherion había mandado una
pequeña expendición para solicitar su apoyo.
-¿Te adelantaron
algo?
-Sí, aceptaron
combatir a nuestro lado.
-Bien.
Un par de días después tuvieron noticias de los enemigos, estaban a
pocas horas de Merydath y se disponían a atacar, eso precipitó la batalla y el ejército del santuario se
preparó .
Atherion y Beltan
guiarían el ataque con las principales fuerzas y el resto los acompañaría.
También un grupo de hechiceros iba con ellos para contrarrestar la magia negra.
La mayoría de los
guerreros vestía ropa oscura para camuflarse, pero Naivé llevaba ropa clara de
montar y una capa con el emblema de Merydath. Llevaba el largo cabello atado en
una trenza y la magnifica espada prendida a su cintura. A pesar de la oposición
de sus amigos ella los acompañó en la vanguardia. Los tres salieron guiando al
heterogéneo batallón.
La tropa enemiga
era tenebrosa, vestían de negro y sus caballos eran oscuros, llevaban yelmos
que impedían ver su fisonomía y despedían un aura gélida y maligna. Ninguna de
las dos fuerzas se movió. Naivé percibió otra presencia entre las filas
enemigas, tres hechiceros totalmente encapuchados se hallaban en la
retaguardia.
Repentinamente una
oleada de flechas los sorprendió, la batalla había empezado. Un leve gesto de
Naivé formó un escudo invisible que detuvo
las saetas. Este hecho enardeció al enemigo que en una primera avanzada se lanzó contra ellos y
el choque de espadas resonó por todo el campo de batalla.
Beltan se movía
ágil entre las fuerzas oscuras, su espada realizaba movimientos elegantes y
precisos. Las estocadas de Atherion eran más bruscas pero igual de certeras.
Sin embargo, los adversarios parecían resistir el ataque sin agotar sus fuerzas. Naivé que también se
abría paso esgrimiendo su espada , advirtió que eran los hechiceros quienes
promovían la fuerza extraordinaria de
los soldados.
La joven hizo
señas a sus compañeros llamándolos .Los dos galoparon raudamente hasta la
muchacha.
-¡Cielos, son invencibles!-comentó
Beltan respirando agitado-
-Algo así, por eso
los llamé, debemos alcanzar a los hechiceros , ellos manejan este ejército.
-Pero está muy
protegidos, ¿tienes algún plan?
-Necesitamos
distracción Atherion y deshacernos de la tropa que los protege. Debemos
distraerlos.
-¿Qué se te
ocurre?- preguntó Beltan.
- Necesitamos que
nos cubran.
-Está bien, yo me
encargo
El guerrero reunió
un grupo de personas que los cubrieran mientras Naivé realizaba un hechizo que
asombró a todos. Tres guerreros cobraron la forma de Beltan, Atherion y Naivé.
La muchacha sonrió satisfecha.
-Ellos llamarán su
atención, mientras nosotros tratamos de acercarnos.
De esta forma un
grupo partió con los impostores a la vanguardia del ataque, mientras Beltan y compañía se escabullían
cubiertos por una pequeña comitiva.
Cuando los
enemigos estaban por darles caza Naivé empezó
a recitar un conjuro. Los enemigos los perseguían encarnizadamente ,
Beltan alcanzó a oír la invocación y reconoció algunas palabras. Era un hechizo
que Fenya les había enseñado en la infancia, servía para encender fuego, sin
embargo el sortilegio presentaba ligeros
cambios. Los ojos de Naivé cambiaron del ámbar a un intenso dorado, tan intenso
como el fuego que brotó de la tierra. Las llamas surgieron a escasa distancia
de ellos, la distancia suficiente para permitirles escapar al tiempo que el
fuego cercaba al ejército oscuro.
-“No los detendrá
por mucho tiempo pero espero que sea suficiente”-reflexionó la muchacha-
Los hechiceros
realizaron un encantamiento para detener el ataque que se les aproximaba, pero
no advirtieron la presencia de Beltan que se les había acercado sigilosamente.
El joven los atacó con rapidez y alcanzó a herir a uno antes de que lo detuvieran con un ataque mágico.
Pero la joven había llegado con Atherion
y mientras el príncipe los distraía
con su ataque, la muchacha alcanzó a hundir su espada en otro de los
nigromantes. Antes de que pudieran hacer algo el tercero desapareció.
Atherion ayudó a
Beltan a incorporarse.
-El poder está
roto,- dijo Naivé con serenidad, señalando los cuerpos- sólo funciona si actúan
los tres conjuntamente y ahora es imposible.
De pronto vieron
que la batalla cambiaba y que los enemigos perdían fuerzas.
-Tal vez podemos
ganar- acotó sonriendo Beltan y se lanzó a toda carrera para incorporarse a la
batalla , sus amigos lo siguieron.
Ahora la lucha era
pareja, sus enemigos eran tan vulnerables como ellos y la pericia de Beltan y
Atherion comenzaba a inclinar la balanza a su favor.
Naivé vio como
herían a Skat y fue en su ayuda. El apuro la hizo bajar su defensa y no alcanzó
a detener una estocada que se clavó en su abdomen.
Un estremecimiento
alertó a Beltan y a la distancia alcanzó a ver como la joven era derrumbada,
fue implacable con sus enemigos y con veloces golpes de acero se abrió paso
hasta ella.
Levantó a la
muchacha del suelo y examinó la herida, Naivé estaba consciente pero muy
pálida.
-Estoy bien-
susurró al tiempo que presionaba su abdomen
-¿No puedes...?-
preguntó él con un gesto vago
-No- susurró ella
débilmente- no funciona así, no puedo curarme yo misma.
Repentinamente
aspiró fuerte y el dolor se plasmó en su rostro
-Me aseguraré que
estés bien- afirmó él y la subió a su montura
Atherion se
encontraba cerca de ellos y Beltan lo llamó con un grito feroz. Cuando el
príncipe llegó el joven le pidió que los cubriera mientras se llevaba a la
muchacha de allí. Atherion dejó a un lado su preocupación y cumplió con el
pedido siguiéndolos de cerca.
El ansia de
proteger a Naivé los ayudó a salir a salvo del campo de batalla y sin perder
tiempo Beltan se encaminó hacia Merydath.
Nada se
interpondría en su camino y con una rapidez asombrosa llegaron al
santuario, todos actuaron con resolución
y Naivé se encontró en su recamara atendida
por una multitud de personas.
Beltan y Atherion
esperaban ansiosos fuera del dormitorio hasta que una joven sacerdotisa salió a
su encuentro.
-¿Cómo está?
-Beltan no podía evitar que la voz le
temblara
-Controlamos la
hemorragia y estará bien, no se
preocupen, cuidaremos de ella. Necesita descansar, pero con nuestros cuidados
debe recuperarse. Pregunta por ustedes.
Los dos pasaron a verla, mientras hechiceros,
sacerdotisas y herbolarios desocupaban la habitación.
Naivé sonrió
trémula, pero estaba muy pálida. Beltan no sabía que decir, aún estaba muy
conmocionado, así que fue Atherion quien se adelantó.
-¿Cómo te sientes?
-Bien...gracias a
ustedes. Pero deben volver , los necesitan, aquí estaré cuidada , prometo
portarme bien y evitar las armas filosas.
-No me iré- dijo
Beltan.
La seguridad en la
voz del guerrero la conmovió profundamente, si
tan solo pudiera decirle que ella tampoco quería que se alejara jamás de
su lado.
-La batalla
continúa , y es decisiva. Saben que yo estaría allí, no importa que suceda
debemos ganar, porque sino todo estará perdido. Ya ni siquiera Merydath podrá
protegernos.
-Es verdad debemos
volver, pero promete que te cuidarás.
-Sí Atherion.
El joven tomó sus
manos y las besó cariñosamente
- No vuelvas a
asustarme – dijo y se alejó del cuarto.
Beltan aún se
mantenía distante , pero la miró serio
y se acercó decidido a ella.
-Les haré pagar
esto. Jamás debí permitir que fueras
-Beltan...
Antes de que
siguiera hablando él se inclinó sobre
ella y la besó en la frente. Después se alejó presuroso. Pero la forma en que
la había mirado decía más que mil palabras y aquel leve contacto le quitó el
aliento a Naivé más que la estocada que
había recibido.
Se sentía un poco
más fuerte y dormitaba tranquila , de golpe su placidez se vio interrumpida por
una visión.
Estaba
atrapado, había quedado indefenso y los enemigos se le acercaban. Una figura
oscura se erguía frente a él y al tratar de esquivarla , otro de los enemigos
lo alcanzaba y le hundía su espada en la espalda. Caía del caballo mientras sus atacantes se alejaban
para continuar la batalla. Estaba inerte en el suelo y su mirada se volvía
inexpresiva.
Lo perdía. Beltan estaba muriendo.
Naivé volvió en sí
con fuertes palpitaciones, sabía que aún
no había sucedido, pero sucedería y no había manera de avisarle. Sin embargo
debía intentarlo . Se levantó trabajosamente, tomó vendas nuevas y se fajó con fuerza, apoderándose de su ropa salió sigilosamente.
-¡Señora!-
El grito imperioso
la detuvo, era uno de los sanadores que
la había atendido
-¿Qué está usted
haciendo?.Debe volver al cuarto y hacer reposo antes de que la herida se abra.
Está delicada, casi sin fuerzas y si no regresa daré la voz de alerta.
-¿Cree que mi propia gente me atacaría?
-No, pero la
defenderían de usted misma .
-Lo siento pero no
van a detenerme.
-Se está
arriesgando
-Lo sé ...por
favor déjeme ir.
Sin embargo varias personas se habían acercado y trataron
de convencer a la joven, pero al ver su determinación no pudieron impedir que
se marchara.
Kaly miró con ojos
llenos de lágrimas a su señora.
-No lo haga por
favor...ninguno de nosotros puede oponerse a usted, pero no queremos que muera
-Tengo que hacerlo,
vamos ayúdame a montar.
Todos la vieron
alejarse al galope y rezaron a los dioses para que protegieran a la dama de
Merydath.
La batalla estaba en su momento culminante y
era difícil distinguir hacia donde debía ir, aún así la joven encontró el
camino de sus visiones.
Estaba quieto en el suelo y el corazón se le
comprimió al pensar que era demasiado tarde. Galopó hacia a él y descendió de
prisa.
Estaba
desangrándose, sin embargo aún vivía. Naivé lo abrazó con fuerza, puso sus
manos en la herida abierta y recitó el ancestral conjuro deseando que él
viviera. Una leve luz se desprendió de su tacto al tiempo que sentía que la
herida se cerraba lentamente bajo sus dedos, la fuerza la abandonaba pero debía
resistir. Sentía que su propia lesión se abría y comenzaba a sangrar, sin
embargo lo único que le importaba era que los signos vitales de Beltan se
reestablecían.
Cuando reaccionó Beltan vio que Naivé estaba
junto a él, y lo observaba preocupada.
-¿Qué sucedió?¿Qué
haces aquí?- preguntó confuso tratando de incorporarse, entonces fue consciente
de la respiración entrecortada de ella y su mirada vidriosa. La muchacha
respondió débilmente
-No te preocupes,
estarás bien.
Él la miró
detalladamente y vio que había sangre en su vestido, en ese momento recuperó la
lucidez y se percató de lo que ella había hecho. Había ido herida hasta allí
para socorrerlo, había curado la lesión
que le habían causado y le había salvado la vida.¿Qué precio había pagado ella
por eso?
-Naivé..-susurró
él con la voz temblorosa-¿ qué hiciste?
Ella trató de
pararse, entonces se tambaleó y cayó. Él apenas alcanzó a atraparla en sus
brazos y la sostuvo con fuerza.
- Vamos , tengo
que llevarte a Merydath, necesitas atención..
Ella sonrió
levemente
-No te preocupes
mi amor, ya no hay tiempo.
Su mente se negaba
a aceptar los hechos, ella había agotado sus fuerzas para salvarlo y en el
estado en que se encontraba aquel
esfuerzo era fatal
-No, ¡no!.. -gritó
desesperado al verla cerrar los ojos- estarás bien Naivé, tienes que quedarte
conmigo.
Ella abrió los
ojos y lo miró con aflicción.
-Bésame Beltan,
bésame una última vez
El la sostuvo con
fuerza contra sí y la besó con delicadeza, mientras la angustia le contraía el
pecho.
-¿Por qué...?
-Porque tú siempre
fuiste mi elección- susurró trabajosamente, al tiempo que levantaba una mano
para acariciarlo. La caricia fue tenue y luego la mano cayó pesadamente, la
respiración de ella se cortó y Beltan sintió como su vida se apagaba entre sus
brazos.
-Mi amor, mírame,
mi amor...por favor
Sacudió el cuerpo
femenino delicadamente pero no obtuvo respuesta, los ojos ambarinos se habían
cerrado para siempre.
Beltan sintió que las lágrimas caían por su cara, la
llamaba repetidamente y acariciaba su pálido rostro, no podía creer que ella
estuviera muerta.
Un débil destello
en el cuello de la muchacha llamó su atención, vio que llevaba el anillo de
compromiso en una cadena , jamás se había deshecho de la sortija. Beltan
entendió que ella nunca había renunciado a él, y ahora ese amor le costaba la
vida.
No sabía cuanto
tiempo había pasado, podían ser segundos o horas, sentía que el tiempo se había
detenido . La batalla continuaba pero al darlo por muerto se habían alejado de
él, sabía que Atherion y los demás se encontraban cerca. Debía ir, seguir
peleando, pero no quería dejarla . Caminó hasta un árbol cargándola y se quedó
allí con ella. Estaba aturdido y no sabía que hacer, las imágenes se agolpaban
en su mente. La veía pequeña siguiéndolos
en sus aventuras, riendo en los jardines de Nimrod, curando gente en
Merydath.
Beltan percibió un
movimiento delante de ellos, el aire
estaba formando extraños remolinos y una luz surgió frente al árbol. El espacio
vacío se vio repentinamente suplantado por una imagen femenina que cobraba
forma.
El guerrero apenas
podía creer lo que veía, pensó que era una visión causada por el shock, pero
una mujer hecha de luz se dirigía hacia él.
La mujer se detuvo y le habló con una voz profunda
- Te saludo Beltan
Keydan, ella fue muy valiente. La mujer intentó acariciar a Naivé, pero Beltan
la sostuvo contra sí impidiéndoselo.
-¿Quién eres y qué
deseas?- preguntó con brusquedad
-Alguna vez fui la
guardiana de Nimrod y solo deseo vuestro bien.
-No hay bien para
mí, esto no debió pasar- respondió él con fiereza
-Te equivocas esto
era parte de su destino
-¿Morir por mí?
-Sacrificarse por
ti y Atherion. Creísteis que debíais cuidarla pero ella siempre fue vuestra
protectora. El equilibrio dependía de eso. Esta es sólo la primera batalla
contra el mal , no la última y la victoria depende de la existencia del rey y
la vuestra. Hace años el mal intentó torcer el rumbo matando a Atherion, lo
intentó cuando era niño y luego en el campo de batalla, pero ella lo impidió.
Debían matarlo mientras aún fuera débil porque algún día la espada del rey
atravesará al líder de la oscuridad y lo vencerá. Y vos estaréis a su lado
guiando los ejércitos. Vosotros debíais vivir, porque ese es vuestro destino y
nuestro futuro depende de ello. Los dos lucharéis por la luz a lo largo de
vuestras vidas, y procrearéis linajes
que combatirán el mal sin tregua.
-¿Destino?. No
quiero ningún destino que implique su
sacrificio. Por mí el mundo puede destruirse, no me interesa. Si esto era parte
de algún plan divino, entonces lo maldigo.
-Es el dolor quien
habla, no vuestro corazón. El mundo conocerá el esplendor gracias a vosotros.
La mirada torva de
Beltan era toda la respuesta que ella recibió.
-El amor supremo
exige sacrificios- agregó ella dulcemente- pero también recompensa. Dije que
fundaríais un linaje pero falta algo para que ello sea posible. Porque el
destino de este mundo está en mano de tres, no de dos.
A continuación la
aparición entonó una extraña letanía y a pesar de la resistencia de Beltan se
acercó a Naivé y apoyó sus manos en la joven.
Luego desapareció
en medio de un fulgor que cegó momentáneamente al guerrero.
Un sonido cautivó
la atención de Beltan, los latidos eran débiles pero verdaderos. Apenas podía
creerlo pero Naivé vivía.
Su respiración era
imperceptible , pero cobraba fuerza, su cuerpo recuperaba su calidez y donde
estaba la mancha de sangre no había nada. Beltan rasgó el vestido y descubrió
que la herida había desaparecido.
Tal vez sí había
un destino, fuera lo que fuera agradecía el milagro a los dioses. Ya no le
importaba si tenía que apartarse de ella, que viviera era lo único que deseaba
aunque debieran estar separados para siempre. “Ya no” dijo una voz profunda en su mente , entonces Beltan
percibió el suave brillo en la mano de la muchacha, el anillo estaba colocado
en su dedo como señal de aprobación. Él sonrió y agradeció silenciosamente el
regalo a la antigua guardiana de Nimrod. Cargó nuevamente a la joven
inconsciente y empezó a caminar para conseguir un caballo.
La luz matinal, le hizo abrir los ojos.
Reconocía el lugar, era su habitación. Quería levantarse pero le costaba
moverse, pronto descubrió por qué. Beltan dormía a su lado y la tenía abrazada
impidiéndole el movimiento. No sabía cómo había llegado allí, recordaba
vagamente haber visto como herían a Beltan , ir a socorrerlo, las fuerzas que
la abandonaban y después...nada. Sí , recordaba algo más, una voz dulce de
mujer que la llamaba recitando las antiguas palabras y la obligaba a volver en
sí. También otra voz, él , él también la llamaba.
Intentó moverse
nuevamente y lo despertó.
La forma en que la
miró decía tanto que la emocionó. Antes de que pudiera hablar , él la besó
apasionadamente.
-Bienvenida mi
amor. No vuelvas a dejarme.
-Beltan...- ella
lo acarició con ternura porque él estaba llorando- ¿qué pasó?
-Ya ..enseguida
voy a contarte. Ahora sólo abrázame.
Naivé obedeció y
al extender sus brazos notó que llevaba puesto el anillo, la joya relucía en su
dedo.
-¿Cómo...?
-Después , prometo
contarte todo después.
Beltan le había contado todo, le parecía
increíble pero al mismo tiempo sabía que era verdad. Y reconocía el poder de la
guardiana de Nimrod, de alguna forma se sentía unida a ella. Y lo mejor era la
certeza de ser libre para amar a Beltan.
Había pasado dos
días inconsciente desde que él la llevara a Merydath, suponía que era porque su
cuerpo necesitaba recuperar fuerzas.
Beltan había
conseguido un caballo y la había llevado al santuario, no se había separado ni
un segundo de su lado. Atherion había
ganado la batalla y había tenido un ataque de furia cuando se había enterado de
lo ocurrido. La pataleta le había causado gracia a Beltan, ahora que sabía que
ella estaba a salvo le resultaba fácil
reírse. El príncipe también había
custodiado a la joven durante su
convalecencia pero manteniendo distancia. Sabía muy bien cual era su lugar
y haría todo lo que estuviera a su
alcance para que ellos fueran felices.
Poco a poco Beltan
flexibilizó su celoso cuidado y permitió
que ella recibiera visitas y saliera a dar pequeños paseos. La joven
insistía en que estaba bien, pero le gustaba que él la cuidara.
Todo estaba
tranquilo, sabían que aquella paz no
duraría por siempre, pero disfrutaban la armonía que se les ofrecía.
El guerrero se
acercó a Naivé y Atherion que almorzaban en la galería y los oyó reír. Le daba
gusto sentirla reír, finalmente Naivé había recuperado su risa.
Los pueblos
estaban siendo reconstruidos, el ejército oscuro había sido vencido. Sabían que
el mal aun existía, en algún lado su líder vivía y estaba juntando fuerzas.
Volvería a atacar pero ellos estarían preparados.
-¿Qué harás ahora
Atherion?
-Trataré de
recuperar mi trono, ya me cansé de andar vagando. Es hora de volver a casa
-Y yo iré contigo-
afirmó Beltan.
-No, claro que no.
Tu lugar está aquí junto a Naivé, ¿crees que me perdonaría volver a alejarlos?
-Vamos, ¿crees que
yo permitiría que él te dejara solo? Además creo que necesita divertirse un
poco, porque una vez que nos casemos no lo dejaré andar armando peleas por ahí.-
dijo Naivé desviando la mirada hacia el hombre que amaba.
- Admítelo
necesitas que alguien te cuide las espaldas y quién mejor que yo. Además
tenemos que atar todos los cabos antes de poder empezar una nueva vida. Así que
voy a encargarme de dejarte sentado en tu trono con una gran corona, muchos
sirvientes que te rindan pleitesía, y luego aprovechando tu ausencia voy a
casarme con la chica.
-Sabía que te
traías algo y ni siquiera piensas invitarme pastel de bodas-comentó Atherion
haciendo una cómica mueca y los tres rieron.
-Hablando en
serio, ¿qué piensan hacer?, ¿vivirán en Merydath?
-Solo por un
tiempo, hasta que todo esté en orden. Me aseguré de fortalecer la barrera y de
que siga funcionando sin mí, además tenemos buenos hechiceros que se encargaran
de eso. Sé que ellos estarán bien sin mí y necesito alejarme. Ahora tengo otra
prioridad- dijo ella mirando cautivada a Beltan.
-Sí, queremos
empezar de nuevo. Encontrar un lugar tranquilo para nosotros. Skat se encargará
de guiar a mi tropa de ahora en más. Nosotros buscaremos alguna estancia tranquila donde yo pueda practicar con mi espada y
Naivé hacer chispas y aparecer cosas. Sabes como son las mujeres
-Muy gracioso
Keydan, pero yo voy a reírme al último.
-Eso espero mi
amor- dijo él besándole la mano.
Días después
junto a sus ejércitos, Beltan y
Atherion partieron.
La despedida fue
emotiva, por un momento Naivé recordó otra despedida diez años atrás, pero así
como entonces había tenido un oscuro presentimiento, ahora sabía que todo
saldría bien.
Besó a Beltan
sabiendo que era la promesa de un futuro juntos y despidió a Atherion sintiendo
que asistía al nacimiento de una nueva era.
-Cuídate pequeña,
y recuerda: si te causa problemas llámame y se las verá con uno de su tamaño.
-Creo que me las
voy a arreglar. Asegúrate de cuidarte y no hacer ninguna locura.
-Gracias por todo
mi Naivé, deseo que sean muy felices.
-Lo sé, amigo mío.
Pronto volveremos a vernos. Alguna vez te dije que sería muy feliz cuando
fueras rey y así será.
Atherion la besó
en la frente y ella recitó en la lengua arcaica una bendición de buen viaje.
Luego los dos
jinetes seguidos por sus hombres se alejaron de Merydath.
Las
delicadas rosas de Arden no crecían en Merydath, sin embargo Naivé había
hecho trampa y ahora aquellas preciosas flores adornaban su cabello. La joven
pensó que eran el mejor tocado y por primera vez había usado su magia en algo
superficial, aunque después de todo aquella era una ocasión especial para ella,
un momento sagrado.
Era primavera y la
paz podía sentirse en el fragante aire, los habitantes de Merydath vestían
ropas coloridas y los niños reían alegremente. Sin embargo, todo quedó en
silencio cuando vieron avanzar a la novia hacía el altar.
Una profunda
mirada azul se clavó en la grácil imagen. Beltan sentía que el corazón le latía
con fuerza, no había nada ni nadie más en aquel momento, sólo él y la mujer que
se le acercaba para unírsele.
Un viejo sacerdote
celebró la ceremonia , y en medio de los jardines de Merydath iluminados por el
cálido sol y rodeados de amor Naivé y Beltan unieron sus vidas para siempre.
Ambos sabían que no había nada pasajero en aquel enlace, se pertenecían el uno
al otro y finalmente podían realizar su amor. Y para sellar aquella promesa se
dieron un beso en el que unieron sus cuerpos y sus almas.
Era una mañana fresca, el sol comenzaba
a elevarse y el mundo era una mezcla de oro y plata. Antes de llegar a su
destino Naivé leyó nuevamente la carta de Atherion y su rostro se iluminó:
Beltan y Naivé:
Mis queridos amigos, espero que estén bien cuando reciban mi carta,
aunque estoy seguro de que así es , ya que finalmente están juntos y eso es lo
único que necesitan
Yo estoy aprendiendo a ser rey, aunque creo que esto es algo que se
construye día a día, no sé lo que sucederá , solo que yo daré lo mejor de mí.
Trataré de ser digno de todos vuestros sacrificios y ocupar el lugar que me
corresponde.
Tengo que darles una noticia, Beltan me has perdonado cosas peores así
que contén tu enojo un rato y presta atención, les he dado un título de nobleza
a los dos, un señorío.... Sé que tenían planes de iniciar una tranquila vida en
el campo, retirados del mundo, pero necesito que alguien se encargue de este
lugar y no conozco mejores candidatos que vosotros.
Hace un tiempo mandé gente para que empezara la reconstrucción, pero
ustedes tendrán mucho trabajo. Cuando las cosas recuperen su rumbo, mucha gente
llegará a aquel lugar y necesitaran la protección de vosotros, vuestra justicia
y amor.... en verdad no conozco a nadie más a quien confiaría esta tarea , os
ruego que aceptén.
Ahora tenemos otra oportunidad para ser felices y creo que ustedes deben
recomenzar donde todo empezó, si el mal truncó aquella dicha, es necesario
devolver el equilibrio . No está claro lo que el futuro nos deparará, sin
embargo sé con certeza que vuestro lugar está allí, ese fue siempre vuestro
hogar. También yo quisiera volver, pero mi lugar es otro, aunque espero
visitarlos pronto y hacer un gran festejo, presiento que pronto habrá mucho que celebrar.
Mi corazón siempre está con
ustedes
Atherion
Al llegar a una
colina, Beltan ayudó a Naivé a descender del caballo y juntos contemplaron su
nuevo hogar. Necesitaría muchas reformas, pero recobraría el esplendor. La
muchacha acarició en forma protectora su vientre y mirando al hombre que amaba
sonrió al pensar que su primer hijo nacería al amparo de Nimrod.
¡Me encantó! Gracias por compartirla mi Nata y extrañaba tanto leerte. Abrazos!!
ResponderEliminarGracias mi Gab!!! por estar siempreee
Eliminar¡Es precioso! Me ha encantado tu manera de relatar las cosas, no dejes nunca de escribir. Me quedo por aquí, ya que no conocía tu blog ^^ Te dejo el mío por si quieres pasarte: http://escondidaentrelibross.blogspot.com.es/
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, por el aliento Y POR QUEDARTE ( te cuento que somos tres las locas del lugar y que subimos nuestros escritos, entre otras cosas). Me alegra que te gustara mi cuento.
EliminarYa mismo me paso por tu blog, gracias por invitarnos!!
Éstas historias, magnificas para que se las pueda leer a mi duendecillo en un futuro próximo jejejejejeje
ResponderEliminarComo se nota, que eres la reina del medieval de las tres. Siempre me ha encantado como manejas éstas historias.