martes, 6 de mayo de 2014

Becaria Pueblerina 15

Eran las seis y media de la tarde, siendo la única que quedaba aún en la oficina. En verdad,  no tenía mucha prisa en irse. Pues era el mejor momento del día para adelantar todo el trabajo atrasado. No había nadie a su alrededor para molestarla.

HO eso pensaba...


 Frunció el ceño, cuando el timbre del ascensor sonó en aquella planta. Para alzar la mirada del ordenador con cierto recelo y llevarse una gran sorpresa, cuando salieron dos personas del ascensor. Dos que no se esperaba para nada encontrarse allí aquella hora. Thom y Ramón. ¿Qué hacían aquellos dos allí? Con el ceño fruncido, observó acercarse a los hombres hacia su escritorio.

-¿Aún por aquí? -Observó su jefe sorprendido.

-Sí -Respondió mirando solo hacia él-. Quería acabar unas cosas aprovechando ésta calma.

-Hay que reconocer, que durante el día esto parece un gallinero. Sois muy escandalosas -Señaló con humor su jefe.

-No creo que te pusieran muy buena cara si te escucharan decir eso -Se cruzó de brazos-. Y lo de un poco de tranquilidad va hacia ti, que solo haces que incordiarme como ahora.

Se atrevió a escupirle con cierto reproche en el tono, con sus brazos cruzados por encima del pecho.

-¿Perdona? -Se hizo el ofendido, sin poder ocultar su humor-. Últimamente estas muy quisquillosa.

-¿Pero no lo está siempre? -Inquirió Ramón sonriendo.

-¿Y a ti quien te ha dado vela en éste entierro?-Soltó con tono brusco y ceño fruncido Clarise.

-¡Clarise! -Exclamó extasiado Thom, al ver la reacción de ella ante la presencia de su amigo.

-Y llevas toda la tarde diciéndome que es encantadora ¿Cuando empezaste a fumar? -Señaló el motorista con humor eh ignorando la cara de pocos amigos de ella-. Pues sería en la época que llevaba pañales -Volvió a bromear, lanzándole aquella vez a  una mirada retadora.

-Mira quien fue hablar -Se mofó ella-. Ni que tu fueras el adonis que te crees que eres cuando entras en esta planta -Les dio la espalda  apagando el ordenador-. A mi me dejáis tranquila, que me voy a mi casa ya.

-¿No te viene a buscar nadie? -Preguntó Thom mirando un momento a Ramón.

-Sí -Puso los brazos en jarra-. El hada madrina de cenicienta me manda la calabaza... Menuda pregunta más tonta. Ni que tuviera siete años y estuviera en primaria.

-Es de noche -Volvió a señalar Thom.

-Estoy maravillada con lo buen observador que eres ¿También sabes diferenciar izquierda y derecha? -Tocó las palmas riendo con sarcasmo.

-Graciosa -Le hizo un guiño con la cara el hombre-. Pero te recuerdo que eres tu quien tiene un acosador. ¿Y no comprendo como pudiste quedarte hasta tan tarde sabiendo eso?

Señaló con mirada burlona, ajena a la del motorista.

-¡Encima que me quedo adelantar trabajo! -Le recriminó con cierto tono tosco por sí ver ella, lo que su jefe estaba procurando.

-¿Pero tu te crees cómo se pone? -Se giró Thom al otro hombre-. Encima que me preocupo por ella y le pido que no se quede hasta tarde. No tiene otra cosa que hacer que ladrarme como un histérico caniche... –Rebufó teatralmente-. Abrase visto –Y se dio la vuelta hacia su oficina-.Espero que ese admirador tuyo, se de cuenta del bicho malo que eres -Y cerró con un pequeño portazo dejándola allí sola con Ramón.

-Desde luego, uno nunca se aburre aquí -rió éste para intentar desviar la tensión.

-¿Me estas comparando con un bufón?-Le preguntó de sopetón prestándole la total atención.

-No, aunque ahora creo que resulta incluso mucho más encantador que tu -Le reprochó con cierto tono de fastidio-. Solo intentaba suavizar el ambiente... Últimamente tú y Thom, solo hacéis que gruñiros constantemente y casi siempre acabáis salpicándome a mi.

-Thom tiene la culpa de todo –Se excusó-. Sino, pregúntale a cualquiera. Y si no quieres que te salpique, mi consejo es que no seas su amigo cuando estés cerca de mí. Digamos, que hasta que no tenga aquí a su dulce Karolaine, no volverá a ser el Thom normal conmigo.

-Es decir -Rió-. Que ahora mismo tu eres su blanco -Adivinó el hombre-. ¿Y de eso te quejas? Más de uno, quisiera tener un jefe que se preocupe tanto como lo hace él.

-Se nota que sois amigos y con pobres inocentes a vuestro mando -Lo fulminó con la mirada.

-Me estas señalando que estoy en el mismo bando. Y no es así -Sonrió-. Yo siempre estoy apoyando al más desfavorecido en todo momento. Y ahora lo apoyo a él. Se que tu tienes a un buen ejercito de tu lado -Le guiñó un ojo.

-Mmm -Lo miró de arriba abajo-. Pues deberías ponerte gafas... Bueno, yo me marcho ya que no quiero perder mi autobús. Seguro que si sale ese gruñón de su despacho, lo pierdo seguro.

-¡Te eh oído!

Gritó su jefe apareciendo en la puerta de su despacho medio abierta.

-¡Me alegro! -Gritó también abrochándose el abrigo-. Eso significa que tienes buen oído a pesar de tu edad 
-No pudo evitar soltar con una gran sonrisa en el rostro.

-¡Lárgate a casa, antes de que me convierta yo en tu asaltante! -Bromeó mirando a los dos con el ceño fruncido-. ¿No estará muy solitaria la parada a esta hora?

-¡Dios! -Resopló atándose la bufanda y agarrando su bolso-. ¿Ahora eres el defensor de la ciudad? -Gruñó dirigiéndose al ascensor.

-¿Se halla muy lejos la parada? -Preguntó Ramón.

-Sí -Se le adelantó Thom.

-¡No! -Lo acalló enfadada-. A cuatro calles.

-¿Verdad que no te importaría acompañarla Ramón? -Sugirió con tono suave y preocupado su jefe.

-¡Y un cuerno que me va acompañar! -Se sulfuró ella dándole porrazos al timbre de llamada del ascensor-. No te vas a salir con la tuya.

-A mí no me importa -Se alzó de hombros el motorista-. En verdad yo ya me marchaba, salvo que quise quedarme un poco más con Thom.

-Ves... -Señalaba completamente satisfecho su jefe en la distancia-. No le importa y ya se marchaba. Eso es caballerosidad pequeña.

-Algo de lo que tú careces últimamente -Le reprochó con cierto fastidio a causa de la situación que la había colocado.

-Realmente, se que solo estas enfadada por darte cuenta que resulté yo ganador -Le rió éste-. Y por ello que me intentas molestar con acusaciones falsas. ¿No eres tan poderosa cuando te hallas sola, verdad Clarise?

Sus ojos se achicaron hasta un límite, que costaba ver si no estaban cerrados del todo. Aquello no era buena señal... Y él mismo lo había comprobado en sus carnes. Aquella pequeña mujer, tenía fuerza cuando quería. Aún no había olvidado cuando lo tumbó el otro día. Y no por asombro, bueno... Un poco sí por su valentía. Pero se había sentido sorprendido por la reacción de su cuerpo con el contacto del de ella.

Y desde entonces,  cada vez que se topaba con aquella pequeña mujer su cuerpo tenía vida propia.

 Nunca había reparado en ello.

A decir verdad, que él venía a repartir aquel edificio porque uno de sus repartidores se había puesto enfermo y entonces conoció a la atractiva Susan y su humor. Desde un principio, que quería invitarla a tomar una copa. Pero siempre conseguía una negativa de ella. Y aquello les había llevado a una agradable amistad y confianza... Conociendo a unas pocas de sus amigas. Sabrina, Marta y Karolaine.

Y tampoco se había quedado demasiado tiempo en aquella planta, para poder llegar conocer a las demás.
Hasta que Susan comenzó a ser perseguida por Zack, y le contaba todo esperando consejos, que luego no aplicaba para nada.

Lo curioso, que no había sentido celos ni rabia de aquel hombre. Era obvio que todo se basaba en una simple atracción física pasajera.

 Pero para nada le estaba ocurriendo lo mismo con aquella gruñona de Clarise. Y en el fondo le preocupaba un poco. No sabía si era normal, dado que por todo lo ocurrido últimamente allí, era como si alguien hubiera dejado perdido a Cupido en aquella planta.

De acuerdo que ya tenía edad para sentar cabeza. Treinta cuatro años, era buen momento para empezar a tener descendencia. Y su empresa de mensajería y transportes estaba en su mejor momento. No podía quejarse.

¡Diablos! Masculló para sí mismo. Si su madre pudiera leerle en aquel momento el rumbo de sus pensamientos. Ahora mismo se hallaría con las mangas arremangadas, buscándole una vivienda acomodada para una familia. Y no el piso de sesenta metros, que tenía amueblado para un soltero como él.

Las puertas del ascensor se abrieron, permitiendo salvar a su amigo de las garras de la chica.

-¡Anda mira que bien! Tenemos aquí nuestro transporte -Y la empujó para dentro del ascensor-. ¡Hasta mañana Thom!

-¡Oye! -Protestó Clarise, frenándose con las manos en la pared de enfrente. Se dio la vuelta veloz, pero ya era tarde. Las puertas se cerraban y descendía a  la planta principal.

-No te enfades conmigo –Alzó las manos en súplica-. Solo quería evitar una pelea tonta entre tú y Thom.

-¡Pero a ti quien te ha dado vela en este entierro! Es que no lo entiendo… -Lo miró con frustración.


-Mira que llegas a ser terca –Se cruzó él de brazos-. ¿Por qué tienes que ser de esa manera conmigo?

7 comentarios:

  1. por que me haces sufrir!!!!...jajajjajaja...mas?...
    un beso!!

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    1. Pequeño demonio, sabes que me encanta rabiarte!!!!!!!!! Es mi primera pasión, molestar a todas las que me molestáis jajajaja

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  2. ¡¡¡Que bueno, EJ!!!
    Julissa tiene razón... siempre nos dejas en lo mejor jijiji.
    Mejorate pronto.
    Muchos besos

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    Respuestas
    1. Yola, no caigas no por favor!!!! Eras de las mías, pacifica, amorosa... No caigas en la actitud de Julissa, ni de Nata y J.J... Son malas... jajajaja

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    2. QUE QUÉEEEEEEE??!!!!! Oye tú...te salvas ya sabes por qué...pero habrase visto...y dejarnos así y encima sin que aparezcan Karo y Sebas....eres mala y te gusta hacernos padecer.....UFFFFF!! Agarra esa libreta y escribe lo que sigue.

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    3. pero si yo te lo pido con cariño....jajjajajajja...un beso enorme

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  3. Nata, Nata.... Primero me dices que escriba, escriba, escriba... Luego que descanse... Luego que agarre la libreta y que vuelta a escribir, escribir, escribir...

    Me estas volviendo majareta!!!!! jajajaja

    Y Julissa y un cuerno con cariño!!!!! jajaja Eso a sido con recochineo jejejejjee

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