Eran las seis y media de la tarde, siendo la única que quedaba aún en la
oficina. En verdad, no tenía mucha prisa en irse. Pues era el mejor momento del día para adelantar todo el trabajo
atrasado. No había nadie a su
alrededor para molestarla.
HO eso pensaba...
Frunció el ceño, cuando el timbre del ascensor sonó en aquella planta. Para alzar la mirada del ordenador con cierto recelo y llevarse una gran sorpresa, cuando salieron dos personas
del ascensor. Dos que no se esperaba para nada encontrarse allí aquella hora.
Thom y Ramón. ¿Qué hacían aquellos dos allí? Con el ceño fruncido, observó
acercarse a los hombres hacia su escritorio.
-¿Aún por aquí? -Observó su jefe
sorprendido.
-Sí -Respondió mirando solo hacia
él-. Quería acabar unas cosas aprovechando ésta calma.
-Hay que reconocer, que durante el
día esto parece un gallinero. Sois muy escandalosas -Señaló con humor su jefe.
-No creo que te pusieran muy buena
cara si te escucharan decir eso -Se cruzó de brazos-. Y lo de un poco de
tranquilidad va hacia ti, que solo haces que incordiarme como ahora.
Se atrevió a escupirle con cierto reproche en
el tono, con sus brazos cruzados por encima del pecho.
-¿Perdona? -Se hizo el ofendido,
sin poder ocultar su humor-. Últimamente estas muy quisquillosa.
-¿Pero no lo está siempre?
-Inquirió Ramón sonriendo.
-¿Y a ti quien te ha dado vela en
éste entierro?-Soltó con tono brusco y ceño fruncido Clarise.
-¡Clarise! -Exclamó extasiado
Thom, al ver la reacción de ella ante la presencia de su amigo.
-Y llevas toda la tarde diciéndome
que es encantadora ¿Cuando empezaste a fumar? -Señaló el motorista con humor eh
ignorando la cara de pocos amigos de ella-. Pues sería en la época que llevaba
pañales -Volvió a bromear, lanzándole aquella vez a una mirada retadora.
-Mira quien fue hablar -Se mofó
ella-. Ni que tu fueras el adonis que te crees que eres cuando entras en esta planta -Les dio la espalda
apagando el ordenador-. A mi me dejáis tranquila, que me voy a mi casa ya.
-¿No te viene a buscar nadie?
-Preguntó Thom mirando un momento a Ramón.
-Sí -Puso los brazos en jarra-. El
hada madrina de cenicienta me manda la calabaza... Menuda pregunta más tonta.
Ni que tuviera siete años y estuviera en primaria.
-Es de noche -Volvió a señalar Thom.
-Estoy maravillada con lo buen
observador que eres ¿También sabes diferenciar izquierda y derecha? -Tocó las
palmas riendo con sarcasmo.
-Graciosa -Le hizo un guiño con la cara el hombre-. Pero te
recuerdo que eres tu quien tiene un acosador. ¿Y no comprendo como pudiste
quedarte hasta tan tarde sabiendo eso?
Señaló con mirada burlona, ajena a la del
motorista.
-¡Encima que me quedo adelantar
trabajo! -Le recriminó con
cierto tono tosco por sí ver ella, lo que su jefe estaba procurando.
-¿Pero tu te crees cómo se pone?
-Se giró Thom al otro hombre-. Encima
que me preocupo por ella y le pido que no se quede hasta tarde. No tiene otra cosa que
hacer que ladrarme como un histérico caniche... –Rebufó teatralmente-. Abrase visto –Y se dio la vuelta hacia su oficina-.Espero que ese admirador tuyo,
se de cuenta del bicho malo que eres -Y cerró con un pequeño portazo dejándola
allí sola con Ramón.
-Desde luego, uno nunca se aburre
aquí -rió éste para intentar desviar la tensión.
-¿Me estas comparando con un bufón?-Le preguntó de sopetón prestándole
la total atención.
-No, aunque ahora creo que resulta
incluso mucho más encantador que tu -Le reprochó con cierto tono de fastidio-.
Solo intentaba suavizar el ambiente... Últimamente tú y Thom, solo hacéis que
gruñiros constantemente y casi siempre acabáis salpicándome a mi.
-Thom tiene la culpa de todo –Se excusó-. Sino, pregúntale a cualquiera. Y
si no quieres que te salpique, mi consejo es que no seas su amigo cuando estés
cerca de mí. Digamos, que hasta que no tenga aquí a su dulce Karolaine, no
volverá a ser el Thom normal conmigo.
-Es decir -Rió-. Que ahora mismo
tu eres su blanco -Adivinó el hombre-. ¿Y de eso te quejas? Más de uno,
quisiera tener un jefe que se preocupe tanto como lo hace él.
-Se nota que sois amigos y con
pobres inocentes a vuestro mando -Lo fulminó con la mirada.
-Me estas señalando que estoy en el mismo bando. Y no es así -Sonrió-. Yo siempre
estoy apoyando al más desfavorecido en todo momento. Y ahora lo apoyo a él. Se
que tu tienes a un buen ejercito
de tu lado -Le
guiñó un ojo.
-Mmm -Lo miró de arriba abajo-. Pues deberías ponerte gafas...
Bueno, yo me marcho ya que no quiero perder mi autobús. Seguro que si sale ese
gruñón de su despacho, lo pierdo seguro.
-¡Te eh oído!
Gritó su jefe apareciendo en la
puerta de su despacho medio abierta.
-¡Me alegro! -Gritó también abrochándose el abrigo-. Eso significa que tienes buen
oído a pesar de tu edad
-No pudo evitar soltar con una gran sonrisa en el
rostro.
-¡Lárgate a casa, antes de que me
convierta yo en tu asaltante! -Bromeó mirando a los dos con el ceño fruncido-.
¿No estará muy solitaria la parada a esta hora?
-¡Dios! -Resopló atándose la
bufanda y agarrando su bolso-. ¿Ahora eres el defensor de la ciudad? -Gruñó
dirigiéndose al ascensor.
-¿Se halla muy lejos la parada?
-Preguntó Ramón.
-Sí -Se le adelantó Thom.
-¡No! -Lo acalló enfadada-. A
cuatro calles.
-¿Verdad que no te importaría
acompañarla Ramón? -Sugirió con tono suave y preocupado su jefe.
-¡Y un cuerno que me va acompañar! -Se sulfuró ella dándole porrazos al
timbre de llamada del ascensor-. No te vas a salir con la tuya.
-A mí no me importa -Se alzó de
hombros el motorista-. En verdad yo ya me marchaba, salvo que quise quedarme un
poco más con Thom.
-Ves... -Señalaba completamente
satisfecho su jefe en la distancia-. No le importa y ya se marchaba. Eso es caballerosidad pequeña.
-Algo de lo que tú careces últimamente -Le reprochó
con cierto fastidio a causa de la situación que la había colocado.
-Realmente, se que solo estas
enfadada por darte cuenta que resulté yo ganador -Le rió éste-. Y por ello que
me intentas molestar con acusaciones falsas. ¿No eres tan poderosa cuando te
hallas sola, verdad Clarise?
Sus ojos se achicaron hasta un
límite, que costaba ver si no estaban cerrados del todo. Aquello no era buena
señal... Y él mismo lo había comprobado en sus carnes. Aquella pequeña mujer,
tenía fuerza cuando quería. Aún no había olvidado cuando lo tumbó el otro día.
Y no por asombro, bueno... Un poco sí por su valentía. Pero se había sentido
sorprendido por la reacción de su cuerpo con el contacto del de ella.
Y desde entonces, cada vez que se topaba con aquella pequeña
mujer su cuerpo tenía vida propia.
Nunca había reparado en ello.
A decir verdad, que él venía a
repartir aquel edificio porque uno de sus repartidores se había puesto enfermo
y entonces conoció a la atractiva Susan y su humor. Desde un principio, que
quería invitarla a tomar una copa. Pero siempre conseguía una negativa de ella.
Y aquello les había llevado a una agradable amistad y confianza... Conociendo a
unas pocas de sus amigas. Sabrina, Marta y Karolaine.
Y tampoco se había quedado demasiado tiempo en aquella planta, para poder llegar conocer a las demás.
Hasta que Susan comenzó a ser
perseguida por Zack, y le contaba todo esperando consejos, que luego no
aplicaba para nada.
Lo curioso, que no había sentido celos ni rabia de aquel hombre. Era obvio que todo se basaba en
una simple atracción física pasajera.
Pero para nada le estaba ocurriendo lo mismo
con aquella gruñona de Clarise. Y en el fondo le preocupaba un poco. No sabía si era normal, dado que
por todo lo ocurrido últimamente allí, era como si alguien hubiera dejado
perdido a Cupido en aquella planta.
De acuerdo que ya tenía edad para
sentar cabeza. Treinta cuatro años, era buen momento para empezar a tener
descendencia. Y su empresa de mensajería y transportes estaba en su mejor momento. No podía quejarse.
¡Diablos! Masculló para sí mismo.
Si su madre pudiera leerle en aquel momento el rumbo de sus pensamientos. Ahora
mismo se hallaría con las mangas arremangadas, buscándole una vivienda
acomodada para una familia. Y no el piso de sesenta metros, que tenía amueblado
para un soltero como él.
Las puertas del ascensor se abrieron, permitiendo
salvar a su amigo de las garras de la chica.
-¡Anda mira que bien! Tenemos aquí nuestro transporte -Y la empujó para dentro del
ascensor-. ¡Hasta mañana Thom!
-¡Oye! -Protestó Clarise,
frenándose con las manos en la pared de enfrente. Se dio la vuelta veloz, pero
ya era tarde. Las puertas se cerraban y descendía a la planta principal.
-No te enfades conmigo –Alzó las
manos en súplica-. Solo quería evitar una pelea tonta entre tú y Thom.
-¡Pero a ti quien te ha dado vela
en este entierro! Es que no lo entiendo… -Lo miró con frustración.
-Mira que llegas a ser terca –Se
cruzó él de brazos-. ¿Por qué tienes que ser de esa manera conmigo?
por que me haces sufrir!!!!...jajajjajaja...mas?...
ResponderEliminarun beso!!
Pequeño demonio, sabes que me encanta rabiarte!!!!!!!!! Es mi primera pasión, molestar a todas las que me molestáis jajajaja
Eliminar¡¡¡Que bueno, EJ!!!
ResponderEliminarJulissa tiene razón... siempre nos dejas en lo mejor jijiji.
Mejorate pronto.
Muchos besos
Yola, no caigas no por favor!!!! Eras de las mías, pacifica, amorosa... No caigas en la actitud de Julissa, ni de Nata y J.J... Son malas... jajajaja
EliminarQUE QUÉEEEEEEE??!!!!! Oye tú...te salvas ya sabes por qué...pero habrase visto...y dejarnos así y encima sin que aparezcan Karo y Sebas....eres mala y te gusta hacernos padecer.....UFFFFF!! Agarra esa libreta y escribe lo que sigue.
Eliminarpero si yo te lo pido con cariño....jajjajajajja...un beso enorme
EliminarNata, Nata.... Primero me dices que escriba, escriba, escriba... Luego que descanse... Luego que agarre la libreta y que vuelta a escribir, escribir, escribir...
ResponderEliminarMe estas volviendo majareta!!!!! jajajaja
Y Julissa y un cuerno con cariño!!!!! jajaja Eso a sido con recochineo jejejejjee