martes, 22 de abril de 2014

Gabriela Ruiz "Si Supieras" 9

Caleb estrechó sus ojos azules con curiosidad, clavándolos fijamente en Nina, que empezó a removerse con incomodidad.

- Lo lamento, siéntate por favor –dijo con fría cortesía, siguiendo la mirada de Nina hasta la silla frente a él.

- Soy yo la que siente interrumpirte –exclamó Nina con una creciente sensación de disgusto- pero gracias por tu amabilidad.

Giró y sintió como él se levantaba y le tomaba del brazo. Nina lo miró de inmediato, con curiosidad.


- No me has permitido responderte, Nina –habló en voz muy baja y le colocó la mano con suavidad en la espalda- vamos, comeré con ustedes.

Nina sintió que le recorría un escalofrío que iniciaba directamente en el punto en que la mano de Caleb tocaba su cuerpo. Él pareció notarlo y la apartó de inmediato. A Nina le embargó un sentimiento de vacío.

- Espero no haberte interrumpido –murmuró Nina en voz baja.

- En absoluto, no se me antojaba demasiado comer solo. Gracias –Caleb ocultó una sonrisa.

- No ha sido mi idea… -su voz fue bajando de tono en cuanto lo vio de reojo. Él estaba siendo amable, reconoció sorprendida- de nada, entonces.

Caleb sonrió fugazmente. Seguramente saldría mal, todo lo mal que pudiera pasar, pasaría. Pero, ¿qué más daba ya? Trataría de disfrutar de la presencia de Nina en su miserable vida, pues era evidentemente pasajero. Tarde o temprano, ya no estaría ahí.

Aquel pensamiento le inquietó. No, no podía imaginar a Nina lejos. Es que bueno, una cosa era saberla lejos pero conocer exactamente dónde y con quién estaba, y una muy diferente pensarla lejos, de todo.

- ¿Qué piensas hacer ahora que has terminado de estudiar? –preguntó Caleb sin poder evitarlo- ¿viajar, trabajar, casarte?

Nina hizo un mohín por la mención de la última palabra. No, definitivamente la tercera no era siquiera una opción.

- Definitivamente no lo último –afirmó con vehemencia- quizás un viaje… -se interrumpió pues llegaron a la mesa y sus 3 compañeras no podían contener su emoción. Nina puso los ojos en blanco, sabiendo de antemano que todo saldría mal. Desastroso.

- Él es Caleb –presentó y no fue necesario que dijera más. Las 3 empezaron a hablar al mismo tiempo, invitándole a sentarse y diciéndole sus nombres- ¿quién lo pensaría?

- ¿Qué cosa? –inquirió Caleb con curiosidad. Nina se mordió el labio y negó- vas a tener que decírmelo, no me gusta quedarme intrigado –le susurró en el oído. A continuación, separó la silla para que Nina se sentara y él también lo hizo.

- Que tú atraerías tanta atención femenina –contestó Nina, mientras ordenaban y provocaba que sus compañeras se distrajeran- es increíble.

- ¿Por qué? –Caleb bajó la mirada hasta la mesa. ¿Tan mal lucía para Nina que creía que él no podía conseguir una chica? No le gustaba ser presuntuoso, pero si no tuviera aquel problemita de estar enamorado, seguro podría encontrar a alguien- ¿tan mal eh?

- Yo no quise decir que tú… -Nina se reprendió mentalmente. ¡Sabía que iría mal! ¿Por qué había dicho eso? Y ¿ahora qué podía decirle? ¿Qué él no estaba nada mal? ¿Qué, al contrario, él estaba más que bien? ¡Sonaba tan estúpido, incluso en su cabeza!

- ¿Y en qué trabajas Caleb? –preguntó la joven que estaba junto a Nina.

Nina inspiró hondo, agradecida por el cambio de tema. No quería pensar en Caleb y que él estuviera sentado a su lado no ayudaba. Él siempre había sido tan serio, justamente como ese instante. Pero antes, ella había pensado que era grosero; sin embargo sus respuestas eran educadas, inclusive contenían un toque de amabilidad. ¿Cómo era eso posible? ¿Siempre había sido así o era algo reciente? Y, rayos, ¿por qué ella se cuestionaba eso?

Caleb se obligó a concentrarse en lo que sucedía a su alrededor, pero le costaba demasiado. Nina estaba muy cerca, su mano descansaba distraídamente sobre la mesa y la tentación de tomarle los dedos entre los suyos era asfixiante. Esperaba estar haciendo un trabajo aceptable en cuanto a llevar conversación, desde hacía años que él no hacía esfuerzo alguno por hablar con nadie.

- ¡Nina ha dicho que te conocía! –exclamó una de las chicas a su lado- y nos ha parecido buena idea que compartieras con nosotras. Eres muy agradable, Caleb.

- No es la opinión general, pero gracias –contestó con tono burlón. La chica se sonrojó y él le sonrió- eres muy amable.

Nina sintió una punzada de rabia. ¿Cómo se atrevía Caleb a sonreír ahí? Eran contadas las ocasiones en que ella lo había visto sonreír, de verdad, y… ¿cómo podía ser esa vez precisamente? Por su amiga. ¡Eso no iba nada bien!

- Nina, ¿estás bien? –la chica a su lado la miró fijamente- pareces enfadada.

- No, estoy bien –aseguró entre dientes- ¿puedes dejar de mirarme?

- Pensé que habías dicho que no te interesaba.

- Yo nunca dije eso.

- Ah, ¿entonces te interesa? –preguntó con una risita.

- Estás equivocada, ¿cómo puedes pensar que yo…? –Nina apretó los labios y sintió que los ojos azules de Caleb se posaban en ella. Intentó serenarse- no.

- Bueno, es una lástima. Es lindo.

- ¿Caleb? –Nina ladeó su rostro y contempló el perfil de él mientras se llevaba un bocado de la comida que les habían servido a la boca. ¿Lindo? No era un calificativo que aplicara a él. En absoluto.

- ¿Si? –interrogó Caleb con su mirada, que había escuchado que Nina lo llamaba- ¿Nina?

Nina no había hablado demasiado durante la comida, permanecía callada y comía con la mirada fija en la mesa. A Caleb le extrañó esa actitud, no era normal en ella… ¿acaso tanto le molestaba su presencia?

Los ojos castaños de Nina se clavaron en él y sintió como si un rayo le golpeara de frente. ¿Cómo podía hacer que se sintiera así con solo una mirada? Algo estaba realmente mal con él, bastaba observar a Nina y lo desagradable que le resultaba su presencia. Tenía que olvidarla, debía hacerlo. Si tan solo fuera tan fácil como pensarlo…

- Creo que debemos irnos –anunció la joven que estaba sentada junto a Nina- ¿verdad chicas? –añadió con intención.

- Bueno… -una de ellas empezó a protestar pero ella le acalló con la mirada- sí, creo que sí.

- No quisiéramos dejarte Caleb, pero te quedas en buena compañía –señaló hacia Nina- nunca se pierde el postre, así que ella se quedará contigo.

Nina abrió los ojos con sorpresa. ¿Qué creían que estaban haciendo? ¡No, ella no quería quedarse con Caleb!

- Yo no creo que…

- Adiós Nina, adiós Caleb –se despidieron con rapidez las 3. En un abrir y cerrar de ojos, se habían quedado solos en la mesa, mirándose con incomodidad.

- Eso ha sido extraño –comentó Caleb observando la entrada del restaurante- ¿por qué te han dejado? ¿Realmente soy tan mala compañía, Nina?

- ¿Qué?

¿Acaso Caleb pensaba que se habían ido por él? Al contrario, se hubieran quedado encantadas si no fuera porque tenían la errónea idea de que entre ella y Caleb… bueno, era absurdo y no entendía por qué creían algo semejante.

- Dime Nina, ¿por qué te desagrado tanto? –Caleb estrechó sus ojos y ella se sintió extraña bajo su mirada- está bien, tampoco es como si tú me gustaras –soltó burlón Caleb y Nina abrió los ojos con rabia y sorpresa- la cuenta, por favor –pidió.


1 comentario:

  1. como que estos dos me dan rabia... piensan cosas lindas el uno del otro pero malinterpretan gestos y miradas y lo primero que dicen al otro es justo lo contrario. mmmm. ahora mi duda es qué pasará cuando Cameron vea como estos dos han estado compartiendo tiempo juntos.

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